La
Farfana
APESTA
Autor: OLIVERIO COMTE
Cuando en 1999 diversos sectores del ámbito
político, ciudadano y los trabajadores de la Empresa
Metropolitana de Obras Sanitarias (Emos S.A.) se opusieron
a la privatización de esa empresa, autoridades gubernamentales,
encabezadas por el propio presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle,
no escatimaron esfuerzos para concretar la enajenación
de la principal sanitaria del país. La razón
esgrimida: el Estado no contaba con recursos para financiar
la construcción de plantas de tratamiento de aguas
servidas para la Región Metropolitana, lo que hacía
necesario incorporar capitales transnacionales. Los consorcios
extranjeros aportarían, además de recursos financieros,
su experiencia, tecnología de punta y la eficiencia
necesarias para acometer la depuración de las aguas
residuales.
Quienes resistieron el embate privatizador plantearon una
y otra vez sus temores frente a los efectos que traen estos
procesos: despidos masivos, precarización laboral,
alza de tarifas, monopolio, además de una dudosa eficiencia.
Pero no sólo no fueron escuchados: el gobierno desplegó
su artillería pesada para defender la iniciativa. Autoridades
como el entonces presidente del Sistema Administrador de Empresas
(SAE), Eduardo Arriagada, aseguraban que la privatización
de Emos no significaría reducción de personal
ni alza de tarifas. El oficialismo tuvo un poderoso aliado
en El Mercurio, La Tercera y Estrategia, que instalaron en
el imaginario colectivo la idea de la ineficiencia de las
empresas públicas y las supuestas bondades de la administración
privada de los recursos del Estado. Incluso el periodista
Fernando Paulsen puso su “granito de arena”, y
dedicó espacio importante de su programa de Radio Cero
a apoyar la enajenación de Emos.
La suerte estaba echada: el entonces candidato a la presidencia,
Ricardo Lagos, también aprobó la medida. En
julio de 1999 -en una licitación no exenta de irregularidades
(ver Punto Final Nº 561)- el consorcio franco-español
Interaguas, conformado por Aguas de Barcelona y Suez Lyonnaisse
des Eaux, se adjudicó el 51,2 por ciento de la propiedad
de Emos. El traspaso oficial de la sanitaria lo concretó
en septiembre de ese mismo año el vicepresidente ejecutivo
de la Corfo, Gonzalo Rivas, yerno del presidente Lagos.
FIASCO DE LAS
PRIVATIZACIONES
Han transcurrido cinco años y el balance privatizador
no puede ser peor. (….)
(Lea este artículo completo en la edición impresa
de “Punto Final” Nº 580, 12 de noviembre,
2004)
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