La
larga marcha del Frente Amplio
URUGUAY gira a la
IZQUIERDA
Autor: STELLA CALLONI
En Buenos Aires
Estamos a escasos días de las elecciones presidenciales
en Uruguay. Dos millones y medio de ciudadanos habilitados
para votar podrán elegir, el 31 de octubre próximo,
un nuevo presidente y hasta ahora, todos los sondeos de opinión
apuntan a la fórmula Tabaré Vázquez-Nin
Novoa, candidatos por el Frente Amplio-Encuentro Progresista
(FA-EP).
Dada la circunstancia, el mayor enfrentamiento electoral es
con Jorge Larrañaga, del Partido Nacional (Blanco),
ya que el oficialista Partido Colorado está en bancarrota
en estas elecciones, después del golpe final que le
propinó el errático gobierno del presidente
Jorge Batlle.
El escritor Eduardo Galeano se pregunta ante este momento
histórico para los uruguayos: “¿Seguiremos
excavando aunque hayamos llegado hasta el fondo del pozo?
¿Seguiremos repitiendo la historia, en vez de empezar
a hacerla? Las encuestas dicen que la respuesta es No, que
hasta aquí llegamos y desde aquí cambiamos.
Ojalá que las encuestas no se equivoquen. Pero si la
respuesta es Sí, que después nadie se queje”.
Es una síntesis de la situación uruguaya: la
necesidad de un cambio en la sucesión eterna de los
dos partidos tradicionales, que incluso llegaron a unirse
para sostener la ley de lemas, una trampa aceitada del sistema
para impedir que en Uruguay se gane por una mayoría,
como en otros países. De hecho, Tabaré Vázquez
ya ganó, fue el primero en las pasadas elecciones de
1999, pero la unión de los dos partidos tradicionales,
en una segunda vuelta, impidió la llegada al gobierno
del dirigente del Frente Amplio.
Esos grupos, con fuerte poder económico y muchos medios
de comunicación -como sucede por otra parte en todo
el continente- han recurrido más de una vez a esquemas
de “guerra sucia”, para tratar de desacreditar
a quien se perfila en esta ocasión como el posible
triunfador, con la suficiente cantidad de votos para no ir
a segunda vuelta. Uno de los recursos de la oposición
y de los grupos económicos se basa en difundir la tesis
“del temor” al cambio, o la desconfianza en la
capacidad de gobernar del Frente Amplio, entre otras maniobras
más burdas. Vieja treta que después del cataclismo
neoliberal no alcanza para demasiado.
TABARE Y EL CAMBIO
A
los 64 años, el médico oncólogo Tabaré
Vázquez, que fue alcalde de Montevideo y candidato
a la presidencia en 1994 y 1999, deberá enfrentarse
a lo que el escritor Galeano menciona como “bipartidismo
de facto”. Por su parte, Vázquez estima que de
producirse un triunfo del FA-EP, la consecuencia será
un cambio profundo, ya que en toda la historia del país
nunca ha ganado una fuerza política que no fuera la
de los partidos tradicionales, Colorado y Blanco. En el trasfondo
está la característica algo conservadora que
algunos analistas atribuyen al pueblo uruguayo, en cuanto
al miedo a los cambios. Pero también se cree que ha
llegado el momento de jugar a fondo, en un país donde
un tercio de la población es pobre y donde más
del 56 por ciento de los niños vive en hogares que
están por debajo de la línea de la pobreza y
donde la indigencia se duplicó en los últimos
tres años.
“La Suiza de América del Sur”, como le
llamaban, se ha enfrentado ahora a su espejo y la realidad
ha hecho añicos aquel pasado, que estaba también
montado sobre otro espejo falso, como lo demostró la
última dictadura militar.
La economía uruguaya es pequeña, vulnerable
y dependiente, como ha señalado el mismo Tabaré
Vázquez y esto, además, crea otro tipo de problemas
ya que las crisis que sacudieron a los dos grandes países
del Cono Sur, Brasil y Argentina -ésta más cercana-,
causaron también un tembladeral. El estallido social
en Argentina, en diciembre de 2001, puso al desnudo las consecuencias
del neoliberalismo arrasante aplicado “sin anestesia”
durante la década que gobernó Carlos Menem,
prófugo ex presidente que hoy vive en Chile. Amigo
cercano de Menem, el presidente Jorge Batlle tiene detrás
muchos escándalos, que se han encubierto hasta ahora
según los esquemas de la mayor corrupción que
asolara a Argentina durante el menemismo. Batlle llegó
con los “tapones de punta” en marzo de 2000, pensando
que su amigo “cruzando el charco” del río
de la Plata podría seguir manejando el poder en Argentina,
y juntos, actuarían al interior del Mercado Común
del Sur (Mercosur), donde Menem hizo el papel de caballo de
Troya de Estados Unidos.
PAIS EN CRISIS
Además de su desprecio por el Mercosur, que confesó
públicamente, Batlle no ocultó nunca su buena
relación con los republicanos estadounidenses y su
decisión de luchar por el Alca, en contra de la posición
de casi todos los gobernantes del Cono Sur. Además,
se enfrascó en problemas diplomáticos con algunos
de sus vecinos, especialmente con Argentina. En el tema de
derechos humanos, creó esperanzas vanas de una justicia
que no fue. ... (...)
(Lea este artículo completo en la edición impresa
de “Punto Final”)
Quincenalmente, los viernes,
encontrara la nueva edicion de PF en su quiosco, $800 el ejemplar
|