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Pablo
de Rokha
ENTRE FUEGOS
Hace 110 años, el 17 de octubre de 1894, nació en Licantén
Carlos Díaz Loyola, que pasaría a la posteridad con el seudónimo
Pablo de Rokha. Hijo de Ignacio Díaz y Laura Loyola, cursó
sus primeros estudios en la Escuela Pública N° 3, de Talca,
e ingresó luego al Seminario Conciliar de esa ciudad, del que posteriormente
sería expulsado por hereje y leer libros prohibidos. También
estudió las carreras de derecho e ingeniería en la Universidad
de Chile, pero no las terminó para dedicarse a la poesía.
Instalado en Santiago, publicó sus primeros poemas en revistas
y se relacionó con el mundo literario y estudiantil, acercándose
a las ideas anarquistas. En 1916 conoció a Luisa Anabalón
Sanderson (Winétt de Rokha), con la que se casó, dando origen
a una numerosa familia de artistas de reconocida trayectoria, destacándose
José y Lukó de Rokha, pintores, y el poeta Carlos de Rokha.
Hombre campechano, aguerrido intelectual y padre de familia, incansable
luchador social, es uno de los grandes poetas de la lengua castellana.
De Rokha sin embargo es un poeta de dulce y agraz. Tierno y furibundo.
Agreste y de vasta cultura, siempre atento a los acontecimientos sociales
de Chile y el mundo. Dionisíaco, bíblico, ateo, épico,
coloquial, marxista en la filosofía y en la acción. Muchas
veces intransigente, pero siempre abierto al debate de las ideas.
Se caracterizó por ser un personaje controvertido y eficaz polemista.
Legendarias son las disputas que mantuvo con Vicente Huidobro y Pablo
Neruda. Sus libros fueron autoeditados y vendidos por él mismo
a través del país. Su obra fue constantemente marginada
por la crítica oficial y recién en 1965 fue reconocido con
el Premio Nacional de Literatura, que merecía desde muchos años
antes. También escribió ensayos y numerosos artículos
de opinión en los diarios La Razón, La Mañana, La
Opinión, La Nación y en revista Multitud, la que funda en
1939 y aparece con algunas intermitencias hasta 1963, bajo el lema de:
“revista del pueblo y la alta cultura”. Durante su permanencia
en Concepción, en 1925, fundó la revista Dínamo.
Fue candidato a diputado y miembro del Partido Comunista, aunque posteriormente
dejó la militancia por discrepancias con sectores de ese partido
(algunos hablan de expulsión), lo que en ningún caso significó
que dejara de lado su ideología. Al contrario, la mantuvo hasta
su muerte. Fue director de la revista Principios y de Casa América.
También presidente del Sindicato Profesional de Escritores, que
fundó junto a Vicente Huidobro y otros escritores. La crisis en
su relación con el PC alcanzaría su punto cúlmine
en los años cincuenta, cuando publica Neruda y Yo.
LAS PENURIAS ECONOMICAS
Su vida estuvo marcada por las estrecheces económicas y la preocupación
por buscar el sustento diario para su numerosa familia. Además
de escribir, editar y vender sus propios libros, ejerció otros
trabajos: corredor de propiedades, comerciante de frutas y vendedor de
productos agrícolas. Durante muchos años fue vendedor de
cuadros, recorriendo el país con su mercancía. También
ejerció la docencia como profesor de estética e historia
del arte en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde
perdió por un voto su postulación a decano. De Rokha y su
familia vivieron en varias ciudades en distintos períodos. Siempre
arrendando casas con amplios patios: esto les permitía tener su
propio huerto y gallinero para satisfacer sus necesidades de alimentación
cuando llegaban las “vacas flacas”. Dice el poeta, en parte
de su autobiografía: “Montamos los hogares del vagabundaje
con sentido de eternidad y ambición de estabilizarnos, pues yo
fabrico muebles, instalo los gallineros con dos patos, un gallo, tres
gallinas, dos pavos y el perro de la casa”.
LIBROS Y VIAJES
Durante el gobierno del presidente Juan Antonio Ríos realizó,
junto a Winétt, un extenso viaje por el continente, visitando diecinueve
países gracias a un nombramiento como embajador cultural. Pocos
años antes de su muerte estuvo en China (invitado por el gobierno
de Mao Tse Tung), en la Unión Soviética y en Francia. En
todos los lugares que visitó fue recibido por las autoridades y
personajes de la cultura, como en México, donde fue acogido por
su amigo el pintor David Alfaro Siqueiros y el presidente Lázaro
Cárdenas, con los cuales realizó una cabalgata por la ruta
de Emiliano Zapata. En Estados Unidos realizó lecturas en bibliotecas
y universidades y compartió con los trabajadores estadounidenses.
Su obra la componen cuarenta y seis volúmenes, entre libros de
poesía, ensayos, folletos y antologías. En 1922 autoeditó
su libro Los gemidos, obra esencial para comprender la literatura castellana
del siglo XX. Y aunque el extenso poemario fue despreciado por la crítica
de la época, se inscribe dentro de las mayores obras vanguardistas
de nuestro continente. Algunas obras fundamentales en su larga bibliografía
son: Versos de infancia (1916); Sátira (1918); Heroísmo
sin alegría (1926); U (1927); Cosmogonía (1927); Satanás
(1927); Suramérica (1927); Ecuación (1929); Escritura de
Raimundo Contreras (1929); Jesucristo (1933); Moisés (1937); Gran
temperatura (1937); Imprecación a la bestia fascista (1937); Carta
magna del continente; Morfología del espanto (1942); Los cinco
estilos del Pacífico (1947); Idioma del mundo (1948); Arenga sobre
el arte (1949); Epopeya de las comidas y bebidas de Chile (1949); Fusiles
de sangre (1950); Fuego negro (1953); Antología 1916-1953 (1954);
Genio del pueblo (1960); Acero de invierno (1961); “China roja”;
Estilo de masas (1965) y Mundo a mundo (1966). Póstumamente se
publicaron la antología Mis grandes poemas (1969); El amigo piedra
(Ed. Pehuén, 1990, autobiografía) y Obras inéditas
(LOM, 1999).
LA EPICA SOCIAL DE AMERICA
Respecto a su propuesta literaria, De Rokha se jugó por lo que
él denominó “la gran épica social de América”,
en la cual el papel del creador, del artista, es transformarse en una
especie de líder que muestra en metáforas la realidad social.
Todo en una visión materialista-dialéctica de los procesos
artísticos, cuestión fundamental en la argumentación
estética rokhiana. Dicho de otro modo: el poeta no puede ser ajeno
a su entorno social, debe sumergirse en la realidad del tiempo que le
toca vivir e interactuar con ella. El poeta toma como base de su argumento
el desarrollo de la leyenda, a la que define como “la intuición
poética de los pueblos”, es decir, la “interpretación
artística de la realidad” a fin de reemplazar la “interpretación
científica de la realidad”, ya que se la impide (al pueblo)
la clase explotadora. Es en el fondo la manera de superar por parte del
pueblo la enajenación, sublimando la realidad: “De la leyenda
emerge la epopeya antigua y yo construyo la épica social americana,
como mítico social del realismo insurgente y combatiente de los
inmensos pueblos americanos”.
Desde la muerte de su amada Winétt, en 1951, De Rokha vivió
con una tristeza que jamás pudo superar. Luego vino la muerte prematura
de Carlos, su hijo mayor, en 1962 y el suicidio de otro de sus hijos,
Pablo, en 1968. Esa vida marcada por el infortunio terminó por
agotarlo. El 10 de septiembre de 1968, cuando se acercaba a los 74 años
de edad, se suicidó en su casa de calle Valladolid, en la comuna
de La Reina, ejerciendo una acción consciente y voluntaria. En
sus obras inéditas había dejado escrito: “Yo admiro
mucho al suicida consciente, al hombre que pone fin a sus padecimientos
a plena consciencia y por un acto de su voluntad soberana”
ALEJANDRO LAVQUEN
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