Edición 574 - Desde el 20 de agosto al 2 de Septiembre de 2004
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Juan Radrigán
“Carta abierta”
a los chilenos

CESAR Mamani y Luisa Santisteban
con Juan Radrigán, autor de “Carta Abierta”

Para el dramaturgo Juan Radrigán esta experiencia escénica “es un acto solidario, un acto bello”. Y no siente desánimo ni amargura, pese a que escribir Carta abierta ha sido muy duro, ya que habla de cómo sobreviven en Chile los refugiados políticos peruanos. “Me alegra, porque hacerlo era un deber que alguien debía asumir”.
En este montaje, que protagonizan los peruanos César Mamani y Luisa Santisteban, se funden y confunden las historias personales de los actores y de los personajes que encarnan.
Para Radrigán esta vez el teatro pasa a segundo plano. Lo prioritario es contarle a los chilenos cómo tratamos a los hombres y mujeres que conocieron las cárceles durante la dictadura de Fujimori y que siguieron sufriendo la persecución en el gobierno de Toledo.
Quiere mostrar la obra en las salas que consiga y en la calle. Si logra el permiso, estrenará en la Plaza de Armas. Cuenta Radrigán: “Carta abierta es el testimonio de dos peruanos en Chile. Están en la calle, cantan y bailan para recoger algunas monedas. Pero nadie les da plata. Hace frío. No les va bien. Ella graba un caset para tranquilizar a su familia y les cuenta que está bien. Son mentiras: hacen trabajos de esclavos, le están limpiando la mierda a los chilenos... Y los chilenos los tratan como las tristes”.
¿Cómo se mantienen para vivir?
“Sobreviven milagrosamente. La mayoría de los días no comen. César tiene esposa y dos hijos. Luisa está sola. Estudió lógica y matemáticas en la Universidad de San Marcos y sus estudios no le han servido para nada en Chile. Viven hacinados en casas insalubres que les arriendan unos desgraciados a 60 mil pesos una pieza. Se juntan en la Plaza de Armas a pasar el tiempo, a conseguir trabajo”.
¿Son marginados entre los marginados?
“Sí, despreciados. Todo lo que se menciona en la obra ellos lo han vivido. Los chilenos conocen muy bien el exilio, por eso es raro que no haya solidaridad con los exiliados peruanos”.
¿Llegaron con mucha ilusión?
“Un poco engañados por la propaganda de los jaguares de América Latina. Creían que en Chile había trabajo abundante y mejor pagado que en Perú. A ellos se les junta la cesantía y la persecución. En Perú los seguían molestando después de quedar libres”.
¿Cuál es el objetivo de “Carta abierta”?
“Que llegue a los exiliados que viven en Chile y humanizar, aunque sea un poco, a la gente de este país. Y que los actores tengan algún beneficio económico al exhibir la obra. El país está deshumanizado. Y lo que más sorprende es que eso se da en los hogares pobres. De repente nos damos cuenta de que vivimos en un país bastante fascista y racista. También hay algo de patrioterismo ignorante”.
¿Ellos se han deshumanizado con la vida que llevan aquí?
“No. Y por lo que cuentan, no tienen demasiada rabia ni animadversión contra los chilenos”.
¿Cómo se explica esa situación?
“Creo que todo eso se debe al abuso de poder. Es mentira que los chilenos somos solidarios y es un sarcasmo eso de ‘verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero’”.
¿Sigue siendo un “optimista trágico”?
“Sí. No hay de qué estar muy alegre”

LEOPOLDO PULGAR IBARRA

César Mamani

¿Vino a Chile buscando qué?
“Llegué en agosto del 2001. No era ni del MRTA ni de Sendero Luminoso. Me agarró la tropa en una redada y cuando me di cuenta estaba en un penal. Después, hubo una matanza en la prisión de Cantorales. El Estado peruano me hizo esto”. (Levanta el parche del ojo derecho y exhibe brevemente la cuenca vacía; después se toca el oído derecho, con audífono. Fue herido por una explosión cuando los milicos de Fujimori asaltaron el penal).
¿Lo detuvieron sin ser político?
“Sí, pero en la cárcel supe que en un torrente de problemas hay dos orillas: izquierda y derecha. Escuché a mucha gente. Actualmente hay unos tres mil y tantos presos políticos en Perú. Entré al penal a los 23 años. Me absolvieron en 1995, después de cuatro años. Ya tengo 35. Tuve que salir de Perú porque me perseguían: soy sobreviviente de una matanza que la prensa define como motín”.
¿Cómo sobrevive ahora?
“Trabajo en limpieza, gasfitería, electricidad, lo que se presente. Mi esposa es profesora, yo estudiaba ingeniería mecánica”.
¿Por qué Chile?
“Era el país más próximo. Mi única expectativa era salvar la vida. La dictadura de Fujimori montó un estado policiaco y Toledo continúa la política represiva”.
Es optimista, pese a todo...
“Es lo único que me queda. Lo que más deseo es que mis hijos no hereden la condición de refugiados. Estoy resistiendo. A veces me voy al parque, grito fuerte y lloro”.
¿El teatro llega por casualidad?
“Nunca había hecho teatro. Me gustó porque se tocaba la problemática de los refugiados y de los inmigrantes. El Estado chileno no tiene programas sociales para los refugiados. Somos alrededor de 500. Quiero que se sepa cómo viven en Chile. En estos tres años han primado los momentos malos. El teatro es como una terapia. Actúo de manera natural porque vivimos lo que se dice en la obra”


Luisa Santisteban

Hizo teatro en Perú y trabajó en centros culturales. Hasta el 2002. También fue detenida en una redada callejera. Interrogatorios, torturas, incomunicación en celdas sin colchón ni nada. Dos años en el penal de mujeres de Chorrillos. Salió libre, pero después la volvieron a encarcelar por otro año más. Ya estaba Fujimori y no pudo seguir estudiando. Tiene 36 años.
“No se puede vivir tranquila en un país donde es un estigma haber sido acusada por pensar distinto. Vine a Chile para darme la oportunidad de tener una vida. Aquí puedo caminar tranquila”.
Es profesora…
“Sí, pero no he podido conseguir trabajo. Saqué del currículo mis estudios superiores... y nada”.
¿Cómo ha sido el trato?
“Hay gente que trata muy bien a los peruanos. Pero eso no niega que en Chile hay discriminación. En general, en Chile no se respeta a las personas que son diferentes”.
¿Por qué eligió Chile?
“Me interesaba el teatro y el desarrollo personal. Es más barato venir aquí. No te imaginas lo que son las continuas detenciones en Perú. La vida se acaba. Al salir de la cárcel no hay trabajo ni historia ni nada”.
¿A qué le ayuda el teatro?
“A reflexionar sobre la realidad. En Perú hice teatro campesino, para niños. Pero en una dictadura no se le puede hacer ver la realidad a nadie. Y es peligroso ser artista”.
¿Balance de dos años?
“Tengo que agradecer mis propios esfuerzos. No le debo nada a ninguna institución. Para Acnur somos una molestia. Sólo agradezco la solidaridad de los amigos. No tengo nada en contra de los chilenos. Sí estoy en contra de la injusticia, de la discriminación. Extraño la afectividad de los peruanos. Esta es una sociedad consumista, siempre tratando de demostrar al otro que se es mejor. Quiero terminar de estudiar pedagogía teatral en la Universidad La República y volver a mi país a compartir mis conocimientos”

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