|
Premio
Nacional de Literatura
Amor
y Muerte
en Armando
Uribe
Con una larga trayectoria, el poeta, ensayista, académico y diplomático
Armando Uribe Arce acaba de recibir el Premio Nacional de Literatura.
El escritor -de setenta y un años- además de sus libros
de poemas ha escrito sobre derecho penal y minería, sobre religión
y política.
¿Qué significado le da usted a recibir el Premio Nacional?
“Le confieso que en el fondo-fondo, que es un fondo de orgullo y
soberbia, no creo que tenga tanta importancia. Y a la vez apruebo que
se le dé importancia, porque lo literario, la poesía, las
actividades desinteresadas de los seres humanos, merecen atención,
y noto, a raíz de este premio, que hay mucha atención. Esto
también satisface las vanidades que no se puede dejar de tener.
Por otro lado, me siento orgulloso de estar en una fila de personas que
han recibido este premio, como Joaquín Edwards Bello, Pablo Neruda,
y otros escritores con los cuales tuve amistad: José Santos González
Vera, Manuel Rojas, etc. Me siento muy honrado”.
¿Por qué piensa que el premio no debería contemplar
una retribución monetaria?
“Me da vergüenza tocar el punto, porque de nuevo aparece la
vanidad. Tengo que hablar de mi situación práctica en la
vida. Estoy jubilado desde 1998. Cuando volví a Chile, no tuve
trabajo desde 1990 en adelante, lo que hice fue todo ad honorem. En el
98 jubilé con 25 años de profesor, de los cuales los últimos
diez fueron como profesor titular de la Sorbona, en París. Vivimos
en esta casa con mis dos hijas y tres nietos, de forma que yo me atrevo
a decir austera pero privilegiada, si uno la compara con la situación
del pueblo. Sobre todo con la extrema pobreza e indigencia, cosas insoportables
que existen en Chile. Por lo tanto, yo no necesitaba la erogación
por ley de una cantidad que para un indigente sería estratosférica,
y una suma mensual que es de varios sueldos mínimos. Eso me da
cierta vergüenza, porque recibir esto por haber escrito versos...
Escribir poesía tiene que ser una actividad gratuita. La poesía
que he hecho la considero completamente ad honorem”.
Germán Marín afirmó que usted “ladra pero no
muerde”, y que debería haber rechazado el premio. Y Enrique
Lafourcade dijo que su premio es resultado de apariciones televisivas...
“Considero que es bueno que no todos estén de acuerdo con
un premio. Porque cuando uno recibe elogios, sólo se satisface
y no aprende nada. En cambio con la crítica -por violenta que sea-
uno aprende otras maneras de ver lo que ha publicado. Respecto a lo dicho
por Marín, yo acepto ser perro, porque en muchos versos míos
me he comparado con el perro y he hablado incluso de la muerte, de tener
muerte de perro. Me considero un animal entre otros del reino animal.
Y en ese sentido todos podemos ser perros. Ahora, que ladro, sí
ladro. Ladro con indignación sobre todos los asuntos que me parecen
injustos y que son injustos, objetivamente. Como lo que ocurre en Chile
con las transnacionales. Entonces, yo ladro en artículos y entrevistas,
o en libros como Carta abierta a Agustín Edwards, porque me había
censurado y vetado en El Mercurio por una entrevista que ellos mismos
pidieron sobre la gran minería del cobre y que no publicaron. Por
lo tanto, ladro con razones. Un perro que ladra, alerta a quien va a ser
violentado. Sobre que no muerdo, yo creo que se muerde de distintas maneras,
y aunque yo sea desdentado puedo dar dentelladas bastante fuertes. No
digo que se las vaya a dar al señor Marín, que es un escritor
cuyas obras conozco más o menos y que tiene derecho a decir lo
que quiera en materia literaria. Como había criticado mucho que
el jurado se compusiera por funcionarios públicos y también
otras cosas del premio, pensé en la posibilidad de renunciar. Lo
conversé con mi familia y un amigo escritor. Todos sostuvieron
que habría sido una muestra de soberbia y exhibicionismo que habría
provocado una atención mayor que recibir el premio. Y les encontré
razón.
Sobre el señor Lafourcade, él es polémico. Criticó
que yo era un desdentado. Le voy a dar una explicación: ¡No
quiero regalarle dientes postizos a la calavera! ¡Y que además
son caros! También siento que así, desdentado, me identifico
más con la mayor parte del pueblo, que a cierta edad, y a veces
joven, es desdentado. Para el señor Lafourcade seguramente yo violo
la estética en la cual él tanto se interesa”.
LA MUERTE Y EL AMOR
Entre “Transeúnte pálido”, su primer libro y
“Las críticas en crisis” (LOM Ediciones), recién
aparecido, han pasado cincuenta años. ¿Cuáles diría
usted que son las diferencias y cercanías entre estas dos obras?
“Me sorprende ver hasta qué punto he repetido mi interés
en los mismos asuntos. La muerte desde el comienzo; incluso desde los
catorce años, que fue cuando escribí mi primera poesía.
Eso me interesó desde que advertí que uno se moría.
¡Aunque uno quiera, no es eterno! Entonces, he repetido ese tema
desde el comienzo hasta el final en términos que no son tan diferentes,
salvo que tal vez, sin darme cuenta, he tratado de profundizar más.
También me he ocupado del amor. Entendiendo el amor como enamoramiento.
Lo que Freud llamó una sicosis transitoria. ¡El amor se conserva
toda la vida con la persona que uno se ha casado para toda la vida! En
mi caso, ella murió hace tres años y yo he conservado ese
amor y el enamoramiento por quien fue mi mujer durante cuarenta y cuatro
años. Porque cuando murió me volví a enamorar, literalmente.
Igual que cuando tenía veinte años, y eso se mantiene hasta
hoy. ¿Por qué? Me ocurrió así no más,
no es mérito mío”.
Otra constante en su poesía es la rabia. Uno de sus poemarios se
titula “Rabio como rabio, odio lo que odio”. ¿Es la
rabia un derecho del ser humano, una manera de disentir, quizás?
“Creo que sí. Lo que yo trato es que mis rabias tengan argumentos
que las justifiquen. La indignación es una actitud de rechazo de
lo que nos parece injusto. En mi caso, siempre he tratado de que sea con
argumentos. Es cierto que en la poesía hay menos lógica.
Pero están más o menos visibles los motivos que lo llevan
a uno a la indignación. Es un derecho del ser humano. Muchas veces,
por malentender virtudes, se cree que demostrar con palabras la indignación
que uno siente, es vicio. Además, se sabe que quienes reprimen
esos movimientos que vienen del inconsciente, que cuando llegan a la conciencia
pasan a justificarse con motivos, con razón, le reaparecen en su
conducta de manera mucho peor que al expresarlo verbalmente o por escrito.
Por ejemplo, la venganza, que es distinta de la indignación y muchas
veces se manifiesta en agresión física”.
“Las brujas de uniforme” es un libro claramente político.
¿Considera usted que la poesía social -o política-
es una propuesta vigente? Algunos mantienen que ese tipo de poemas está
pasado de moda.
“La poesía no admite modas. En la poesía no hay progreso
de la manera como se busca en la vida económica, por ejemplo, llena
de estadísticas. Quiero decir que el que se escriba en un año
más de lo que se ha escrito hace cien, quinientos o mil años
no significa que sea mejor y se produzca más de lo que ya se ha
escrito. Prueba de eso es la validez de la Ilíada y la Odisea,
por dar un ejemplo. O de las Coplas de Jorge Manrique o la Divina Comedia.
Sobre el discurso político o social en la poesía, no sólo
es legítimo sino necesario. Estoy convencido que cuando una persona
realiza una obra, cuando escribe poesía o prosa, lo que lo induce
es una cierta energía innata que se expresa en palabras que uno
trata que estén cargadas de emoción y sentido. A la vez
uno está rodeado de personas que son las que ha conocido. Y también
está rodeado de los que han escrito e influido en uno. Toda obra
humana es colectiva; las obras literarias lo son en particular, porque
no sólo son colectivas en cuanto al esfuerzo de los contemporáneos
de quien realiza el trabajo, sino que son colectivas respecto a los esfuerzos
que han realizado todos los que han escrito antes y cuyas obras están
presentes, pesan, inducen. ¡Y eso es social!”.
HUELLAS DE LA DICTADURA
A propósito de la “Divina Comedia”. Cuando el Dante
ve al demonio dice “No morí, y tampoco quedé vivo”.
Considerando esa expresión, ¿podría ser la visión
del golpe militar para los chilenos lo que la visión de Lucifer
fue para el Dante?
“Me alegro que haya citado ese verso. Efectivamente, el empleo que
usted hace del verso para caracterizar la visión de los chilenos
con respecto al golpe y la dictadura es exactísima. ¡La verdad
es que ése es el sentimiento que uno tiene! Es la visión
siniestra de Pinochet que aún está presente. Porque como
digo en un libro llamado El fantasma de la sin razón, Pinochet
encarnó históricamente, incluso en su cuerpo físico
y mentalidad, un arquetipo del inconsciente colectivo chileno que es la
violencia. La historia de Chile, desde el siglo XVI, ha sido atroz. Con
una violencia constante, mayor que la de países equivalentes a
Chile. Toda esa violencia, desde la guerra llamada de Arauco, quedó
enraizada en el poder hasta el día de hoy. Es la violencia que
quiere ser legítima, que trata de enmarcarse en la ley y que trata
de ser justificada. Y eso lo encarnó más que ninguno -y
lo encarna todavía, porque está vivo- el señor Pinochet”.
Tras el plebiscito de 1988, la clase política pactó una
salida con la derecha y los militares. ¿Cuál cree que fue
el peor daño que causó ese acuerdo?
“Esas reformas acordadas con la dictadura y la derecha. Engañaron
al pueblo. Algunas de esas reformas fueron completamente contrarias a
la posibilidad de democracia, hasta el día de hoy. Los acuerdos
fueron relativamente públicos, pero eran mucho más detallados
que lo que aparecían en las reformas. ¡Engañaron al
electorado que los votó favorablemente! Había reformas que
beneficiaban a quienes participaron en el régimen dictatorial,
al empresariado y a los aprovechadores de las privatizaciones. Hubo también
acuerdos secretos que manejó, entre otros, ¡el nefasto y
nefando Enrique Correa! Acuerdos secretos que significaban que no se podía
tocar judicialmente a Pinochet, ni a quienes colaboraron con él.
Esos acuerdos secretos siguen funcionando. Se ha visto durante la llamada
transición, que es indefinida, en que no ha habido modificaciones
de fondo a la Constitución”.
Usted ha escrito mucho sobre derecho minero. ¿Qué opinión
le merece la batahola sobre el royalty?
“El proyecto del gobierno sobre la regalía del royalty es
muy malo, muy complicado, muy negativo. La idea de un royalty es distinta.
Los proyectos presentados por parlamentarios eran mejores. Con su proyecto
el gobierno sabía -y tal vez, quería- que sería derrotado.
¿Por qué? Porque Lagos, en 1999, cuando fue a Estados Unidos
a hacer esas visitas que hacen los candidatos chilenos desde hace algún
tiempo y que comparo con las que hacen los obispos al Papa, fue recibido
por Rockefeller y se comprometió a no modificar el tratamiento
de las inversiones norteamericanas en la gran minería del cobre.
Y por eso fue contrario al royalty desde que en el Parlamento, principalmente
a través del senador Lavandero, aparecieron voces sosteniendo que
se debía cobrar una regalía a compañías que
además no habían pagado impuestos. Sólo una lo hizo,
todas las demás cero, año por año, argumentando que
tenían deudas con sus matrices, y por lo tanto pérdidas.
Así se produjo el escándalo del año 2002: la Disputada
declaró durante más de veinte años que tenía
pérdidas y sin embargo, había beneficios. Y fue vendida
en 1.300 millones de dólares. Escándalo que produjo una
atención pública que se ha manifestado a través del
apoyo que ha tenido la idea del royalty. Lagos vio que no podía
seguir oponiéndose al royalty, como se opuso en los años
2002-2003 y principio del 2004. Entonces, en los últimos meses,
dio un viraje y se declaró partidario del royalty. Pero hicieron
un proyecto que innecesariamente consideraron agregar en la ley orgánica
constitucional de concesiones mineras, lo que debía tener un quórum
mucho mayor. En circunstancias que el royalty podía fijarse por
ley ordinaria. Por lo tanto, cuando lo perdieron tenían que tener
presupuestado que no iban a contar con los votos de la oposición
ni con la opinión del empresariado. O sea, ganaron crédito
frente a la opinión pública al hacer la prueba y frente
a los inversionistas norteamericanos al cumplir su palabra. Y, además,
tienen una yapa, puesto que el próximo año el gobierno puede
presentar un proyecto equivalente en plena campaña presidencial.
¡Esas cosas no se hacen! ¡No es moral!
En otro plano, una de las críticas que se hacen a los gobiernos
de la Concertación es su doble discurso en materia de libertad
de prensa. Por un lado se comprometen a repartir equitativamente el avisaje
estatal, pero en la práctica, todo va a El Mercurio y Copesa. Incluso
la mayoría de los medios que lucharon contra la tiranía
desaparecieron por falta de recursos, y al gobierno nada le importó.
El señor Eugenio Tironi, ¡sociólogo de palacio!, personaje
que también considero nefasto, sostuvo constantemente que la Concertación
no tenía necesidad de medios de comunicación imparciales
-que podían ser, por lo tanto, críticos de la Concertación-
como eran los que desaparecieron. En esto, que no es una democracia y
menos una democracia representativa, estos señores que proclaman
la libertad para todo, en realidad operan contra la libertad de los medios
independientes, imparciales y críticos, de una manera sucia y grosera.
Para mí, el rol de los chilenos que llaman intelectuales debe ser
criticar las realidades del poder, y no sólo del poder del Estado
sino también el tremendo poder del empresariado extranjero y el
de Estados Unidos, que desde la entrada en vigencia del tratado de libre
comercio ha transformado a Chile en un enclave norteamericano. Ha hecho
perder al país su soberanía e independencia, y ha quebrado
la historia de Chile. Desde el siglo XIX se fundó un Estado que
quería ser civilizado, al estilo europeo, y que de alguna manera,
con altos y bajos, se logró durante 140 años. Todo eso lo
destruyó la dictadura y no se restauró, desde 1990 hasta
hoy”.
FALSOS CRISTIANOS
Usted ha escrito varias cartas, entre ellas “Carta abierta a Agustín
Edwards”. ¿Qué opinión le merece que este señor
que complotó en Estados Unidos para derrocar al gobierno de Salvador
Allende, hoy encabece la Fundación Paz Ciudadana y aparezca dando
lecciones de democracia y patriotismo?
“Me parecería un chiste, si no fuera trágico. Es una
tragedia en que los responsables del golpe estén impunes y aparezcan
como personajes nacionales. Ejercen mucho poder a través de los
medios de comunicación, y también con iniciativas como Paz
Ciudadana. De hecho, han cooperado con gobiernos y empresariado para que
en Chile sea más agudo este sistema ideológico anticristiano,
que es el neoliberalismo. ¡Totalmente anticristiano! Sin embargo,
funciona con la derecha sobre todo, con los que se declaran católicos,
tan buenos, tan cristianos, tan amables, tan generosos. Pero es un sistema
completamente anticristiano, porque perjudica a los seres humanos. Y esto
en Chile es con exceso, lo que ha hecho que existan diferencias inaceptables”.
En las “Críticas de Chile” escribió que: “La
dictadura no fue un error/ tiene apellidos,/ como colas de rata o lagartija,/
y su elenco de honor para asesinos/ los regocija todavía”.¿Piensa
que alguna vez habrá reconciliación?
“Tengo la esperanza de que Chile sea un país civilizado como
se pretendió alguna vez. ¡No me hago ilusiones, pero tengo
la esperanza! Podría decir que desde el punto de vista religioso,
hay que tener fe, esperanza y caridad. Quienes tienen la responsabilidad
de modificar esto a fondo son las nuevas generaciones. Está probado
que no son las generaciones que han mandado en Chile, personas de mediana
edad y aún ancianos que siguen interviniendo en política
-como el señor Patricio Aylwin, que ya debería estar encerrado
en su casa preparándose para morir-, los que van a solucionar esto.
Y como dijo el padre Hurtado, es la justicia la que debe dominar finalmente”
ALEJANDRO LAVQUEN
Volver | Imprimir
| Enviar
por email |