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Julio Huasi, poeta
de mirada triste
Trovador
del pueblo
El
“juglar de la revolución”. Así llamaron en los
60 a Julio Huasi, que era en realidad el poeta argentino Julio Ciesler.
Desde los albores de su vocación de poeta y periodista, optó
por estar del lado de los marginados y cambió su apellido europeo
por uno indígena, que en mapudungun significa “la casa de
todos”. Así era él, tenía su casa abierta a
todo el mundo, aunque sólo fuera para compartir un pedazo de pan
y un mate.
Poeta, periodista, militante, autor de canciones populares, Huasi vivió
en Chile más de cuatro años a fines de los sesenta. Allá
se casó y tuvo una hija. Colaborador de Punto Final, en nuestro
país simpatizaba con el MIR, y tanto que escribió poemas
dedicados a Miguel Enríquez y a Luciano Cruz, fundadores de la
organización. “Vivo en América Latina, en el lugar
donde sea más necesario”, dijo alguna vez quien además
fue redactor de la revista uruguaya Brecha y de la agencia cubana de noticias,
Prensa Latina. En Chile no sólo desplegó toda su calidad
artística sino que también tejió grandes afectos.
Más tarde, en su exilio español y marcado por las muertes
de sus compañeros, escribió un nuevo volumen de poesía
que está dedicado -entre otros revolucionarios latinoamericanos-
a Víctor Jara, Augusto Olivares y Augusto Carmona, estos dos últimos,
compañeros de redacción en PF.
De su vida personal no es mucho lo que se sabe. Así como hospitalario,
era muy reservado. Además de su hija, que hoy vive en España,
se conoce que tuvo otro hijo en Argentina. Pero al momento de morir estaba
solo, así que se desconoce el día exacto de su suicidio.
Mes trágico para Argentina, del más sangriento golpe de
Estado, marzo fue también el mes de su muerte y nacimiento: había
nacido en 1935 un día 20, en Buenos Aires, en el seno de una familia
humilde. También en ese mes decidió pegarse un tiro en la
sien en la soledad de una pieza de alquiler, a los 52 años. Sus
amigos y compañeros de trabajo recuerdan que pobreza y melancolía
marcaron su vida.
Recuerdan también que el último día que lo vieron
en su trabajo -la redacción del semanario argentino El Periodista-
se despidió de sus compañeros y llevó regalos a las
mujeres. Le preguntaron a dónde iba. Y respondió, simple
como su pluma: “A ningún lado”.
RECREANDO LENGUAJE
Huasi -que aprovechó su experiencia en el servicio militar (en
Neuquén, en 1956) para inspirarse publicando Soldado madrugada-
fue galardonado por su obra dos años después, por el Consejo
Argentino de la Paz.
Conocida fue también su forma de emplear y recrear el lenguaje,
tanto que se habla de una estética propia, sin convenciones ni
reglas tradicionales. Generalmente, escribía sin mayúsculas
y publicó títulos como Humanería, Estrellea, Tragibundo,
Asesinaciones.
Su primer libro se llamó Sonata popular en Buenos Aires, ciudad
a la que Julio Huasi amaba. No era un poeta común, tenía
el don de los juglares. Visitaba cárceles, plazas y fábricas
dando a conocer sus versos a los protagonistas de huelgas, injusticias
y rebeliones. De plaza en plaza iba recitando sus creaciones, que eran
aplaudidas también por capitanes de la poesía (Julio Cortázar
y Juan Gelman, entre otros, eran admiradores de su obra).
Pero él definitivamente quería estar del lado del pueblo.
Su poema “Malambo del ferroviario” se lo envió a los
obreros detenidos en la cárcel militar de Magdalena -en el litoral
bonaerense- quienes lo retribuyeron con una hermosa carta donde lo llamaron
“poeta del pueblo”. Debe haber sido uno de sus máximos
orgullos, ya que abogaba por el fin del paternalismo de algunos intelectuales
que escribían “para el pueblo”.
Su poesía trascendió las fronteras y llegó a todos
los rincones de América donde se urdía la palabra liberación.
El poeta cubano Nicolás Guillén -en vísperas del
triunfo revolucionario en su país- escribió un extenso artículo
reconociendo la calidad poética y el compromiso de Huasi: “Ya
tiene bien ganado un hermoso futuro en el esplendente pero difícil
rumbo que él mismo ha buscado: el de su pueblo. Allí no
existe el mezquino maquiavelismo ni la malsana adulonería y snobismo
de los pisaverdes que rondan el arte y la cultura”.
EXILIO Y MUERTE
Militante de las causas populares y ferviente admirador de su compatriota
Ernesto Che Guevara, Huasi afirmaba que crear una nueva cultura latinoamericana
“depende de todos en cada puesto de lucha. No le tocará a
ningún elegido. No es una gracia de Dios, sino de dos: de dos pelotas”.
En 1976, cuando se dio el golpe de Estado en Argentina, partió
al exilio perseguido y amenazado por quienes tomaron el país por
asalto. Llegó a Madrid, donde continuó su labor de poeta
y periodista; pero jamás se pudo recuperar del dolor de ver caer
a tantos compañeros, de éste y el otro lado de los Andes.
Allí conoció y trabó amistad con las Madres de Plaza
de Mayo, cuya valentía admiraba. Al regresar a Buenos Aires -tras
el retorno a la democracia- se unió fervorosamente a su lucha.
Hasta el día en que se quitó la vida, jamás faltó
a las marchas “acompañándonos en nuestro reclamo de
justicia, en nuestro dolor y en nuestra rabia”, recuerdan ellas.
“Hasta el jueves, compañero”, lo despidieron las Madres
en su periódico, del cual Huasi también fue redactor.
Como homenaje, a la biblioteca que tienen las Madres en su sede le pusieron
el nombre de Julio Huasi, y en marzo de este año inauguraron allí
una exposición de arte donde hay un retrato suyo obra de Armando
Propati, artista popular que lo admiraba. Las Madres de Plaza de Mayo
lo señalan como un “hombre entero, algo de lo que muy pocos
pueden vanagloriarse”. Para ellas, Julio Huasi decidió quitarse
la vida porque no soportó una sociedad que no le dio nada. “No
le dio trabajo porque vino del exilio; no lo reconoció como ser
humano ni como persona, no le dio afecto y lo marginó”.
Sus amigos admiraban su talento, su humildad y un sentido del humor un
poco ácido, siempre tierno. Por eso, quedaron desconcertados por
su decisión. “Duele mucho más cuando lo ejecuta un
hombre que había apostado los cinco sentidos a defender la vida
y a convertirla en una gesta solidaria”, dicen
PAULA CHAHIN
En Buenos Aires
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