Edición 567 - Desde el 14 al 27 de mayo de 2004
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Alternativas a la globalización

La nueva democracia
viene desde abajo

JERRY Mander: está surgiendo una nueva democracia

En la búsqueda de alternativas al modelo neoliberal globalizado, el economista estadounidense Jerry Mander dice que “debemos actuar desde dentro del sistema como una serpiente que cambia su piel”. Con esta sugerente imagen intenta graficar el movimiento de construcción de una nueva democracia y soberanía desde las localidades o pequeñas comunidades que, paulatinamente y a través de múltiples y diversas experiencias, vayan dando forma a otra manera de vivir.
Lo anterior podría ser una supersíntesis del tema que se trató en el seminario latinoamericano “Alternativas a la globalización: otro mundo es posible”, realizado en Santiago organizado por el Foro Internacional para la Globalización, que preside Jerry Mander, y el Programa Cono Sur Sustentable, coordinado por la ecologista Sara Larraín. El encuentro tuvo entre los expositores al sociólogo brasileño Cándido Grybowski, miembro del comité internacional del Foro Social Mundial y director del Instituto Brasileño de Análisis Socioeconómicos (Ibase), y a representantes de organizaciones y ONGs de Brasil, Guatemala, Costa Rica, Bolivia, México, Cuba, Paraguay, Ecuador y Chile.
Este encuentro, que es el primero de una serie que se efectuarán en distintas regiones del mundo, se basó en dos constataciones. Primero, que el movimiento antiglobalización se ha venido fortaleciendo en la crítica al sistema de gobierno mundial sustentado en el poder de las transnacionales, articulando diversas organizaciones y sectores que se movilizan tras ese “otro mundo posible”. Y segundo, que es preciso superar la debilidad en las propuestas, hasta ahora fragmentadas y todavía embrionarias -como se observa tanto en el Foro Social Mundial como en el Foro Internacional para la Globalización-.
En cuanto a lo primero, el neoliberalismo ha perdido la batalla ideológica. Para Jerry Mander, ese fracaso se ha hecho más evidente desde la primera protesta antiglobalización en Seattle. “El neoliberalismo, representado a nivel global por el Banco Mundial, el FMI, el GATT y posteriomente por la Organización Mundial de Comercio (OMC), ha demostrado ser incapaz de cumplir sus objetivos -dice Mander-. Nos prometieron que el ‘libre’ mercado traería bienestar para todos, pero millones de personas han sido expulsadas de las tierras que han ocupado tradicionalmente, el medio ambiente está a punto del colapso y cada vez es más grande la brecha entre ricos y pobres”.
El economista destacó que a partir de la movilización que se inició en Seattle -“donde 80 mil personas dijeron ‘no más’”-, el Tercer Mundo y parte importante del Primero han obstaculizado y rechazado las políticas de la OMC, “que no son otra cosa que una forma más avanzada de neocolonialismo”. “Ahora -agregó- la OMC y las restantes instituciones de Bretton Woods están a la defensiva”, aludiendo a que abandonaron la práctica de celebrar “reuniones cumbre” que demandaban enorme despliegue de fuerzas represivas para hacer frente a las cada vez más masivas y perturbadoras “cumbres paralelas” del movimiento antiglobalización.
Por su parte, Cándido Grybowski insistió en que la derrota es a nivel ideológico. “Es una batalla que ya ganamos en la mayor parte de las regiones del mundo, sobre todo en los países centrales. Estamos empezado a ganar en Estados Unidos, donde a pesar del control sobre los medios de comunicación se comienzan a desmoronar las mentiras del gobierno de Bush. El neoliberalismo y las transnacionales siguen controlando el mundo en términos prácticos, no porque hayan demostrado eficiencia, sino porque tienen el poder. Tal vez en 10 ó 15 años todavía tengamos las mismas políticas, pero el poder de convencimiento que había y el pensamiento único ya no existen más. Eso se refleja también en las instituciones, tanto en las multinacionales como a nivel de gobiernos. Hoy están en crisis los partidos políticos, los gobiernos y las instituciones multilaterales como la OMC, el Banco Mundial, el FMI y las Naciones Unidas. Los que no estamos en crisis somos nosotros. Continuamos dispuestos a tomarnos las calles y a conquistar nuevos espacios. Y estamos creciendo aunque no sepamos aún exactamente para dónde vamos, pero estamos creando capacidad para protestar globalmente y, al mismo, para intervenir localmente”.

CUESTION DE PRINCIPIOS

Algunas experiencias de rescate de derechos, de autogestión y desarrollo sustentable que se dieron a conocer durante el seminario fueron la liderada por la Coordinadora por la Defensa del Agua y la Vida de Cochabamba, Bolivia, donde se logró impedir la privatización del agua; la acción desarrollada por el Movimiento de los Sin Tierra, en Brasil, en el ejercicio de la democracia y la soberanía alimentaria; la gestión participativa y sustentable impulsada hace varios años por la Municipalidad de Santo André -dirigida por el Partido de los Trabajadores (PT) en Sao Paulo- y experiencias de eco y etnoturismo en Costa Rica. En el caso de Chile, se expuso el quehacer de la Federación de Pescadores de la VII Región, en cuanto a gestión sustentable de la pesca y manejo de zonas costeras, como también los avances de la Municipalidad de Canela hacia formas de vida más sostenibles, desde el punto de vista ambiental, económico, social y humano.
Estas son algunas “semillas de alternativas”, como señaló Sara Larraín, junto con destacar que muchas experiencias de nuevas formas de producción agrícola más colectivas o comunitarias, o de comercio justo, no podrán multiplicarse mientras no se remuevan los obstáculos que presentan las políticas públicas de los distintos países.
A partir de los planteamientos predominantes que se expresan en el Foro Social Mundial y de múltiples iniciativas desarrolladas localmente en diversas regiones, el Foro Internacional para la Globalización sistematizó diez principios básicos -reconoce que pueden ser muchos más- del nuevo tipo de sociedad cuya búsqueda unifica al movimiento antiglobalización. Están contenidos en el libro Alternativas a la globalización económica, del Foro Internacional sobre Globalización (Ed.Gedisa, Barcelona, 2003).
Así los expuso Jerry Mander:
• Nueva democracia: “Es la democracia verdadera y no la ilusión de la democracia, que se reduce a un voto cada 4 ó 6 años por un candidato que ya ha sido comprado por las corporaciones. Podemos llamarla nueva democracia o democracia del pueblo, o popular, o democracia viviente, o democracia participativa. Lo que enfatiza es el gobierno ejercido por los gobernados, la conexión directa con el poder y la potenciación de las comunidades para controlar sus propios recursos y destinos. Cada vez que se toman decisiones deben votar aquellos que tendrán que asumir las consecuencias de esas decisiones. Miles de comunidades ya están en proceso de actualizar este sueño, como ocurre con algunas organizaciones de productores forestales en México y Guatemala, comunidades de los Sin Tierra, en Brasil, y otras que se han apoderado de un espacio para crear una democracia más directa”.
• Subsidiariedad: “Este principio complementa el anterior, porque se trata de devolver el poder desde lo global a lo local, es decir, hacer exactamente lo contrario al modelo económico actual. El poder globalizado sólo beneficia a la gente que está en el centro del sistema, y deja vulnerables y dependientes a las economías locales. Las crisis globales de la salud, por ejemplo, o las crisis ambientales, como el cambio climático, requieren acciones a nivel mundial, pero la mayoría de las decisiones económicas, sociales y políticas se pueden tomar en los niveles locales, regionales y nacionales. Todos los sistemas deben favorecer la producción y el consumo locales, y no el comercio a distancia orientado a la exportación, como razón de ser del modelo. Eso significa acortar las líneas de todas las actividades económicas: menos kilómetros para el traslado de productos y el suministro de energía, y ningún empresario ausente que dicte mandatos desde Bruselas o Ginebra sobre lo que los agricultores mexicanos, los pescadores de Chile o los indígenas de Brasil tienen que hacer con su tierra, sus recursos y su trabajo. La soberanía reside en las personas, y la autoridad fluye en forma ascendente desde el pueblo, mediante la expresión de la voluntad democrática”.
• Sustentabilidad ecológica: “Todo sistema debe permitir satisfacer las necesidades auténticas de las personas, sin disminuir la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas, y sin reducir la diversidad natural de la vida en la Tierra”.
• Patrimonio común: “Se refiere a la protección de los recursos básicos para la vida, que constituyen un derecho colectivo de nacimiento. Hace muy poco era impensable que sustentos de la vida, como el agua dulce, las semillas autóctonas o los genes humanos pudieran estar sujetos al comercio global de las corporaciones. Pero ahora lo están, y eso hay que pararlo. También son parte del patrimonio común la cultura y los conocimientos, los servicios públicos, educación y seguridad social, entre otros”.
• Protección de la diversidad biológica, cultural, social y económica: “La diversidad es la clave de la vitalidad, la resistencia y la capacidad innovadora de todo sistema vivo. Este principio es especialmente importante para los pueblos indígenas, que quieren mantener sus modos de vida y protegerse de la intervención exterior que avasalla sus derechos”.

• Derechos humanos: “Toda actividad económica y política tiene que ser coherente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y su posterior ampliación a los derechos económicos, sociales y culturales”.
• Derecho al trabajo: “Todas las personas, grupos locales y comunidades tienen derecho a proteger sus trabajos y formas de sustentarse en condiciones laborales justas y dignas”.
• Garantía y seguridad de los alimentos: “La producción local de alimentos y la garantía de que éstos sean sanos y seguros son un derecho humano básico. Ninguna agencia global puede tomar decisiones que afecten la producción y la sustentabilidad local, para favorecer la agricultura industrial globalizada. El control monopólico de alimentos y semillas por pocas empresas amenaza a millones de pequeños agricultores, como también la seguridad y garantía alimentarias de decenas de millones de personas. En tanto, la biotecnología crea una serie de peligros ecológicos y sanitarios nuevos. Un nuevo modelo de sistema alimentario debe basarse en destinos comerciales más cortos y en la reducción de la dependencia de insumos caros que se trasladan desde lugares distantes”.
• Equidad entre las personas y entre las naciones: “Esto reforzaría la democracia y también las comunidades sustentables. Para reducir la inequidad entre países ricos y pobres se deben cancelar las deudas ilegítimas de estos últimos y reemplazar las actuales instituciones del gobierno global por otras nuevas que se basen en la justicia global.
• Necesidad de aplicar el principio precautorio en todas las cosas: “Las nuevas tecnologías, como las que impulsaron la ‘revolución verde’ y la biotecnología, se introducen en forma autoritaria, sin ningún proceso democrático. El principio de precaución establece que cualquier invento de este tipo se tiene que probar en forma previa y demostrar científicamente que es seguro y deseable, antes de ser adoptado. El agente corporativo que lo propone es el que debe encargarse de probarlo antes de introducirlo”.

LA PARTE MAS DIFICIL

Jerry Mander admite que hablar de principios “es la parte fácil”, porque estos no serán realidad hasta que se logre hacer mella en los poderes corporativos que gobiernan el mundo. Pero hay que comenzar por pequeñas -y grandes- transformaciones en el ámbito local: salirse de la economía del petróleo y adoptar energías renovables, liberar a la agricultura de la orientación a la exportación, producir alimentos orgánicos, tender hacia el autoabastecimiento, eliminar a los terratenientes ‘ausentes’... Y, paralelamente, trabajar para reemplazar a “la santa trinidad de Bretton Woods (FMI, BM y OMC) por nuevas instituciones que funcionen bajo el alero de unas Naciones Unidas refundadas y no dominadas por las transnacionales, que velen realmente por la justicia, la paz, la igualdad, los derechos humanos, la protección de los pobres y la sustentabilidad del medio ambiente. “Se necesitarán algunas organizaciones internacionales nuevas en el campo de los derechos humanos, protección ambiental, trabajo, resolución de disputas, intercambio de tecnología, preservación de la cultura, derechos indígenas”, dice Mander.
A Cándido Grybowski también le preocupa la formación de los actores que puedan transformar los principios y alternativas en realidad. “Uno de los propósitos del Foro Social Mundial es buscar nuevos actores y favorecer el recambio -dice-. Yo soy de la escuela de los años 60-70, una época en que los actores estaban ya definidos estructuralmente. Hoy los actores se hacen, nos hacemos, porque no hay actores previamente privilegiados. Todos somos importantes y todos tenemos que hacer nuestra parte. Contamos con dos elementos que antes no existían: una conciencia nueva de humanidad que hace que alguien en India, un ‘sin tierra’ en Brasil, un indígena en los Andes o un migrante de Haití en Estados Unidos vea que, más allá de nuestras diferencias, somos lo mismo, parte del planeta Tierra -que es sólo uno- y que los problemas de Palestina e Israel son a escala planetaria. Esto es lo que nos lleva a actuar detrás de movimientos de ciudadanía que tienen trayectorias diferentes. Algunos provienen de luchas tradicionales sindicales, muchos surgieron de nuevas agendas o se gestaron en torno a causas ambientales. Es en esta ‘sopa’ que florece nuestro movimiento. En algunos lugares tiene más sabor y en otros menos, pero es nuestra sopa. Y tenemos que trabajar con ella”

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