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Francisco Melo:
¡¿Qué diiiice?!
Tener que desdoblarse es una obligación ineludible que vive el
actor Francisco Melo. En la teleserie Los Pincheira utiliza su fina cuerda
de comediante en su rol de Abukasem, un comerciante árabe de hablar
y gestos exagerados que ha puesto de moda expresiones como el efusivo
‘¡correcto!’ y un sorprendido ‘¡¿qué
dice?!’. Ya resulta familiar verlo con la famosa peluca crespa,
andar con un rosario en las manos, no perder de vista su emporio, fumar
tabaco dulce (no opio, como se pudiera pensar) en reuniones familiares
y ejercer con mano dura e intolerancia el cuidado de su familia, la que
se rige por códigos estrictos y conservadores.
Pero a partir del 20 de mayo (Sala Lastarria 90), en la obra teatral Psychosis
4:48, deberá asumir el rol de un psiquiatra que trata de salvar
la vida a una mujer que quiere suicidarse, e intenta entender sus puntos
de vista. Un texto que parece reflejar la historia de Sarah Kane, la autora,
que se mató cuando apenas tenía 28 años de edad.
En este caso, es el drama el perfil del personaje de Melo y de la obra,
muy cerca del territorio de la tragedia contemporánea. Nada para
la risa.
La versatilidad y madurez escénica de Melo -ya cumplió 38
años- ha llevado a ampliar sus alternativas: junto a otros hombres,
conversará sobre mujeres en el programa de TVN Nosotros que las
queremos tanto, y como si le quedara mucho tiempo entre grabaciones, ensayos
y pilotos, manifestará su opción social siendo voluntario
del Hogar de Cristo.
Pero que nadie piense que Melo quiera posar de santito. Separado con hijos,
y vuelto a separar, cree saber lo que es abandonar y ser abandonado. Por
tanto, sufrir y hacer sufrir. Otras dimensiones de la comedia y del drama
humano, y de lo que está viviendo en el set y sobre el escenario.
A LA HORA SEÑALADA
Psychosis 4:48 es la obra póstuma de Sarah Kane, un texto que
a Melo le llega como una propuesta íntima, intensa y profunda.
“Es un enigma por resolver; el texto de mayor complejidad de Sarah
Kane”, dice el actor. Muy distinto a Devastados, de la misma autora
y que también dirigió Alfredo Castro. Este montaje, y otros
que se caracterizan por la extrema violencia física, moral y verbal,
es genuino representante del movimiento contracultural inglés In
yer face, que expone con fuerza y recursos provocativos y perturbadores
el punto de vista de los seres marginados en las sociedades opulentas.
Psychosis 4:48 es un título que alude a la hora en que hay más
suicidios en Inglaterra; también coincide con el momento de mayor
lucidez de los pacientes siquiátricos, luego de pasado el efecto
de los fármacos ingeridos en la noche.
En la obra, paciente y siquiatra confrontan sus puntos de vista. Ella
(Claudia di Girólamo) decidió su muerte; él, trata
de salvarla y entender por qué piensa y siente de ese modo. En
ese duelo sin banderas de rendición, uno y otro, a su turno, se
impone o es avasallado. Dice Melo: “Hay entre ellos una confrontación
feroz, una lucha de poderes, entre la teoría de él y la
filosofía de ella en defensa de su dolor. Además, la relación
de siquiatra y paciente transita por lugares bastante peligrosos. Todos
hemos vivido alguna vez una terapia y sabemos que nos podemos confundir”.
No pocos piensan que Sarah Kane lanza su proclama de vida a través
del personaje femenino de la obra. El suicidio de la dramaturga no fue
un simulacro fallido, sino una decisión radical, sin vuelta: ingirió
decenas de fármacos surtidos, además de cortarse las venas
y ahorcarse.
¿Para el siquiatra es un desafío personal salvarle la vida?
“No hay un desafío. Más bien hay un médico
que siente el agobio de su profesión, que a lo mejor no supo usar
las armas que tenía para salvar una vida. O que no fue efectivo.
Pero, por otro lado, se puede decir que quizás era ese el camino
que ella debía recorrer. Tal vez su tendencia suicida no era una
patología, sino una filosofía de vida. En ese planteamiento
está la genialidad de Sarah Kane”.
¿El suicidio como expresión de una filosofía de vida
autodestructiva?
“Exactamente. Sarah critica a la sociedad y al mundo al hacer que
un personaje diga ‘este mundo no es el que yo quisiera para vivir’
o ‘nací en la época equivocada’ o ‘en
el cuerpo equivocado’. Son planteamientos morales, éticos
y críticos frente a la situación actual. En Devastados se
hacía una crítica a la guerra, se habla del amor. Los conceptos
filosóficos que plantean las obras de Sarah hablan de su juventud,
cuyo historial es bastante atormentado, en un medio bastante reprimido.
Ella era hija de un sacerdote anglicano, un padre represor y dogmático.
Todo eso lo vomita en sus obras. Sarah Kane hace una crítica a
los tiempos que está viviendo y propone personajes que habitan
un mundo que no les pertenece, que no les acomoda. Son críticos
frente a la sociedad, pero más importante es que se sienten ajenos
a la vida que les toca vivir. Por eso se transforman en bichos raros”.
TEATRO Y SOCIEDAD
Todavía se dice que el teatro refleja los tiempos que se viven,
¿lo cree?
“Si no pasa a nivel consciente pasa a nivel inconsciente. Mal que
mal, uno carga las historias que corresponden a la identidad de la sociedad
en que se vive. El autor es una víctima de la sociedad. Y los actores
también. Aunque uno no lo quiera, es intérprete de la sociedad
en que está viviendo”.
¿Le resulta difícil o fácil entender el punto de
vista radical de Sarah Kane?
“Se da más de lo que uno piensa. A mí me resulta interesante
plantearme como actor frente a situaciones tan límites y extremas
en torno a la violencia, al amor, a temas éticos, a la crítica
a la sociedad. Porque de pronto uno los intuye y somos un poco cobardes.
Como actor, exponer el tema es muy satisfactorio y engrandecedor”.
¿Se ha sentido extranjero en esta sociedad?
“Sí, hay etapas en la vida en que uno toma decisiones que
se enfrentan a lo que es la normalidad. Decidí ser actor en una
familia en que esa alternativa era muy ajena. También es interesante
ver cómo el resto valora estas ‘lanzadas al vacío’,
y da más angustia. Son feroces los niveles de represión
que llevamos todos, por vivir en este país: a nivel afectivo, en
la familia, a nivel político, en la historia, en lo vocacional.
En ese sentido me he sentido extranjero. Pero no soy tan radical, no he
pensado en el suicidio... Pero sí logro entender el proceso de
Sarah Kane. Las pasiones son atractivas... A veces prefiero quedar enojado
para siempre con alguien, con ideas de venganza. Es agotador... Pero he
sabido reconocerlo, aceptarlo y cargarlo”.
¿FARANDULA?
Si todo resulta bien, en el segundo semestre de este año, Pancho
Melo debutará en una programa de conversación en TVN: Nosotros
que las queremos tanto. “Un club de Tobi para hablar sobre mujeres”,
dice el actor.
¿No le preocupa que se transforme en otro programa de farándula?
“No, porque no está planteado así. Nos obligamos a
discutir seriamente sobre matrimonio, sexualidad, experiencias personales,
mujeres sometidas a los procesos de belleza...”.
¿No le incomoda, no le incomodará?
“Para nada porque uno sabe hasta donde puede hablar. Aunque es un
riesgo”.
¿Va a hablar de su vida íntima?
“No, porque no es una entrevista a mí. Sí puedo hablar
de una experiencia personal, de vida, y a mí no me importa que
se sepa. Pero sin usar la vida privada como trampolín para una
vida pública”.
¿Se usa demasiado eso?
“Evidente. Y es muy patético cuando la vida privada sirve
para estar en la portada de los diarios. Me parece más interesante
que a uno lo valoren por lo que hace y no por la vida que lleva”.
¿Va a cualquier programa a que le invitan?
“A veces he dicho que no. He ido cuando hay que hacer promoción
a las teleseries. Pero nunca me he sentido traicionando mis valores éticos”.
Ha comentado su separación de Amparo Noguera...
“Quise plantear una experiencia personal respecto del dolor luego
de una pérdida. Una experiencia que no había sufrido en
mi vida, que a lo mejor la vuelvo a experimentar más adelante.
Fue una pérdida muy fuerte”.
También ha hecho sufrir...
“Sí, claro, pero yo no lo había experimentado. No
quise exponer mi vida privada ni dije ‘quiero hablar sobre la separación
de la Amparo’, no era mi interés. Se dio dentro de una entrevista
que pretendía promover la teleserie Los Pincheira. Quise ser honesto
frente a esa experiencia y no ocultarla cuando me preguntaron. ¿Y
cómo salió? Ahí a uno se le va de las manos”.
¿Se puso de acuerdo con Amparo para hablar o no hablar del tema?
“No, no, no, para nada. Fue una decisión personal”.
¿Hubo recriminaciones?
“No, no. Eso tiene que ver sólo conmigo. No me siento con
la obligación de pedirle permiso a nadie, porque hablo de una experiencia
muy personal, de un dolor privado mío, provocado por distintos
agentes, claro, que me pareció válido exponer cuando me
preguntaron. En lugar de decir, ‘no, yo no hablo de eso’,
hablé a partir de mi dolor”.
¿Y cuál es la diferencia con los que usan lo personal como
trampolín para la fama?
“A mí me entrevistan por mi trabajo y no por mi vida privada.
Y soy valorado más por mi honestidad que por dejar mal parada a
la Amparo, o hablar de peleas y cahuines”
LEOPOLDO PULGAR I.
Huasos, árabes y transición
Francisco Melo cree que la buena sintonía de Los Pincheira se
debe a que al público le gustó ver una teleserie con hombres
y mujeres del campo, a caballo, de botas y espuelas, que mezcla aventura
y amor, que muestra la trilla y la domadura, con bandidos honestos y éticamente
valorables.
El latifundista es súper malo, ¿no ha reclamado la SNA?
“No, quizá conocen a más de un sujeto con esa tipología”.
Es un feudal, con “derecho a pernada” y todo.
“Nadie puede negar que eso existía en Chile: el poder desquiciado
de los latifundistas, el uso de la policía, el abuso del poder...”
Pero esa visión es política.
“¿Política? Sí, claro, aunque yo lo veo más
como tema cultural: el poder de la Iglesia, el ocultamiento de hechos...”
Abukasem: árabe en ambiente rural...
“Hubo una gran cantidad de inmigrantes árabes, especialmente
en Argentina y Brasil. En Chile, muchos se radicaron en Talca. A través
de ellos hablamos de la discriminación.
Son discriminados, pero también son discriminadores. Tiene que
ver con las marcas que dejó la dominación turca. Son muy
apasionados. Y eso se ve en las luchas actuales entre palestinos e israelíes”.
¿Qué piensa de la guerra de Israel contra los palestinos?
“Siento válida la lucha palestina por recuperar su tierra.
Me parece muy injusto que a los israelíes, después del holocausto,
les hayan dado esos territorios sin importar que allí vivía
el pueblo palestino. Y me parece deplorable el muro que están construyendo
los israelíes. No tiene nada que ver con la libertad ni la dignidad
humana”.
Los judíos sufrieron el genocidio. ¿Israel hace lo mismo?
“No sé si la situación es tan radical. Pero sí
es una guerra de altísimo peligro. Luego de las Torres Gemelas
la cultura árabe quedó negativamente marcada y se llega
a justificar invasiones como la de Iraq. La situación en el Medio
Oriente es bastante más compleja y perversa”.
¿Sigue en transición la democracia chilena?
“Ha sido una transición larga, pero positiva. Se han destapado
ollas bastante sucias... Pero tengo la sensación de que uno nunca
conoce la verdad completa. El tema de la verdad, en mi profesión,
es muy potente”.
El teatro es una mentira, se dice...
“Sí, pero se aprende a mentir de verdad. Me agobia tener
la sensación de que nunca sabemos la verdad y que las verdades
cambian constantemente. Pero es gratificante cuando se destapan ollas
sucias”.
¿Hay nueva dramaturgia en Chile?
“Atisbos, grandes vómitos que son válidos. Pero falta
bagaje, vida personal, más trabajo y rigurosidad”.
Lo primero que haría si fuera ministro de Cultura....
“Garantizaría lo necesario a los artistas. Yo, por trabajar
en TV, me puedo dar el lujo de hacer teatro sin ganar un peso. Instalaría
la cultura dentro de las necesidades para el crecimiento del ser humano.
Es importante que todos tengamos un buen acceso a una muy buena cultura”
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