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BUSH PRETENDE
ESTRANGULAR A CUBA
Una nueva
fase de la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba ha comenzado
en estos días. Tomando pie en un voluminoso y mendaz informe de
la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, que respaldan, entre otros,
grupos de cubanos terroristas de Miami, el gobierno de George W. Bush
anunció una serie de medidas que tienen como finalidad estratégica
el derrocamiento del gobierno del presidente Fidel Castro, el incremento
del apoyo a la contrarrevolución, el aumento de las campañas
internacionales contra Cuba, el recrudecimiento de las acciones subversivas,
la desinformación, los ataques contra la economía cubana
y el socavamiento de la continuidad democrática y revolucionaria
del gobierno cubano.
El propio presidente Bush anunció las medidas que fueron detalladas
por el secretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger
Noriega, uno de los autores de la Ley Helms-Burton.
Las principales medidas de agresión política y económica
son las siguientes: 59 millones de dólares, en los próximos
dos años, para crear un fondo internacional para el desarrollo
de la “sociedad civil” en Cuba, que atraiga a la isla a “voluntarios”
de terceros países que entren y salgan de la isla en misiones de
coordinación; un plan de becas, en conjunto con la OEA, para que
cubanos seleccionados por ese fondo estudien en universidades de Estados
Unidos y América Latina; programas dirigidos especialmente a los
cubanos de origen africano; mantención e incremento de campañas
contra Cuba en el extranjero; 18 millones de dólares para las transmisiones
de radio Martí y, emisiones de TV con apoyo de un avión
C-130 destinado especialmente a ese fin.
En el plano económico, las medidas se enfocan a restringir las
remesas de dinero que hacen los cubanos residentes en Estados Unidos a
sus familiares y amigos que viven en la isla y, también, a afectar
el turismo y el comercio. De ahora en adelante -de acuerdo a las nuevas
pautas- sólo familiares directos podrán recibir remesas
de dinero y paquetes, siempre que no sean funcionarios del gobierno ni
miembros del Partido Comunista.
Los cubanos residentes en Estados Unidos tendrán derecho sólo
a un viaje a Cuba cada tres años, y se exigirá un permiso
específico para cada viaje. En sus visitas a Cuba sólo podrán
gastar 50 dólares al día, menos de la tercera parte de lo
que podían gastar actualmente.
Se plantea, además, la aplicación irrestricta de la Ley
Helms-Burton a empresarios e inversionistas, con drásticas sanciones
que llegan, incluso, a la posibilidad de juzgar ante cortes norteamericanas
a empresarios de terceros países. Se anuncia la “neutralización”
-vale decir el ataque directo- a las empresas cubanas dedicadas al comercio
exterior, al turismo o a otro tipo de intercambio.
Será creado un Coordinador para la Transición en Cuba, instalado
en el Departamento de Estado, para asegurar la aplicación de estas
medidas y ayudar al diseño de políticas de intervención.
Los objetivos resultan evidentes. El fortalecimiento de una oposición
interna de carácter subversivo es uno de ellos, con vistas a preparar
la transición, una vez que haya sido derrocado el gobierno. Los
otros buscan agravar la situación económica cubana, en momentos
en que aumenta la incidencia del turismo -que Bush pretende desincentivar-
y las relaciones económicas externas, que se quiere reducir significativamente.
Se apunta también a disminuir drásticamente los envíos
de dinero a Cuba vía remesas de residentes en Estados Unidos, para
acentuar los problemas de divisas derivados de la baja vertical del precio
del azúcar y el alza del petróleo en el mercado internacional,
que afecta duramente a la economía cubana.
Ante el anuncio de esta nueva ofensiva norteamericana, el gobierno y el
comité central del Partido Comunista cubano hicieron una declaración
que señala, entre otras cosas: “Resultan increíbles
la crueldad y el odio en que está inspirada esta nueva agresión
contra nuestro país. Se trata por todos los medios de incrementar
las difíciles condiciones que ya nos impone el criminal bloqueo
norteamericano. Constituye una flagrante violación de los derechos
humanos de once millones de cubanos, a los que se intenta rendir por hambre
y enfermedades por el sólo ‘delito’ de querer ser libres,
independientes y por no someternos al mandato imperial”.
Y más adelante: “Asignar decenas de millones de dólares
para promover el mercenarismo en Cuba, violar las leyes internacionales
para, desde una nave aérea, emitir transmisiones subversivas contra
otro país, unido al hecho escandaloso y mundialmente criticado
de la instalación de un horrible campo de concentración
en territorio ocupado por la fuerza en nuestro país, constituyen
provocaciones insólitas, que destrozan las normas y los principios
del derecho internacional, los cuales tendrán que ser discutidos
en los más diversos foros mundiales, incluida la Comisión
de Derechos Humanos de Ginebra”.
La declaración reitera, finalmente, la decisión de no dejarse
intimidar, de resistir cualquier agresión y hacer los sacrificios
que sean necesarios para asegurar el cumplimiento de los objetivos humanos
y sociales que se ha trazado el pueblo cubano y su gobierno, garantizando
que “nadie quedará desamparado”.
La recurrente agresión norteamericana se inscribe en un contexto
en que se incrementan las maniobras ofensivas y provocaciones contra Cuba
y también, contra Venezuela. A la permanente ofensiva contra el
régimen revolucionario -que hasta pudiera expresarse en acciones
bélicas-, se agregan la conspiración y maniobras desestabilizadoras
contra el presidente Hugo Chávez, denunciadas recientemente, y
las informaciones sobre activación del Plan Colombia -con apoyo
norteamericano- para desencadenar una ofensiva del gobierno del presidente
Alvaro Uribe contra las FARC en el sur del país, con la colaboración
del gobierno de Ecuador.
Se avecinan días difíciles para Cuba y América Latina.
La política de guerra del gobierno de Bush pone en peligro no sólo
la paz regional sino también mundial. El ansia de poder empuja
a Bush a un curso agresivo que no conoce fronteras ni normas. Estados
Unidos busca aliados para sus planes y entre ellos, un objetivo posible
es el gobierno de Chile, como se demostró con la votación
contra Cuba en Naciones Unidas y -antes- con el envío de militares
a Haití a requerimiento de Estados Unidos. Los chilenos debemos
mantenernos alerta y, al mismo tiempo, elevar la solidaridad con Cuba,
que nuevamente enfrenta a pie firme la vesania del imperio
PF
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