Edición 567 - Desde el 14 al 27 de mayo de 2004
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BUSH PRETENDE
ESTRANGULAR A CUBA


Una nueva fase de la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba ha comenzado en estos días. Tomando pie en un voluminoso y mendaz informe de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, que respaldan, entre otros, grupos de cubanos terroristas de Miami, el gobierno de George W. Bush anunció una serie de medidas que tienen como finalidad estratégica el derrocamiento del gobierno del presidente Fidel Castro, el incremento del apoyo a la contrarrevolución, el aumento de las campañas internacionales contra Cuba, el recrudecimiento de las acciones subversivas, la desinformación, los ataques contra la economía cubana y el socavamiento de la continuidad democrática y revolucionaria del gobierno cubano.
El propio presidente Bush anunció las medidas que fueron detalladas por el secretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega, uno de los autores de la Ley Helms-Burton.
Las principales medidas de agresión política y económica son las siguientes: 59 millones de dólares, en los próximos dos años, para crear un fondo internacional para el desarrollo de la “sociedad civil” en Cuba, que atraiga a la isla a “voluntarios” de terceros países que entren y salgan de la isla en misiones de coordinación; un plan de becas, en conjunto con la OEA, para que cubanos seleccionados por ese fondo estudien en universidades de Estados Unidos y América Latina; programas dirigidos especialmente a los cubanos de origen africano; mantención e incremento de campañas contra Cuba en el extranjero; 18 millones de dólares para las transmisiones de radio Martí y, emisiones de TV con apoyo de un avión C-130 destinado especialmente a ese fin.
En el plano económico, las medidas se enfocan a restringir las remesas de dinero que hacen los cubanos residentes en Estados Unidos a sus familiares y amigos que viven en la isla y, también, a afectar el turismo y el comercio. De ahora en adelante -de acuerdo a las nuevas pautas- sólo familiares directos podrán recibir remesas de dinero y paquetes, siempre que no sean funcionarios del gobierno ni miembros del Partido Comunista.
Los cubanos residentes en Estados Unidos tendrán derecho sólo a un viaje a Cuba cada tres años, y se exigirá un permiso específico para cada viaje. En sus visitas a Cuba sólo podrán gastar 50 dólares al día, menos de la tercera parte de lo que podían gastar actualmente.
Se plantea, además, la aplicación irrestricta de la Ley Helms-Burton a empresarios e inversionistas, con drásticas sanciones que llegan, incluso, a la posibilidad de juzgar ante cortes norteamericanas a empresarios de terceros países. Se anuncia la “neutralización” -vale decir el ataque directo- a las empresas cubanas dedicadas al comercio exterior, al turismo o a otro tipo de intercambio.
Será creado un Coordinador para la Transición en Cuba, instalado en el Departamento de Estado, para asegurar la aplicación de estas medidas y ayudar al diseño de políticas de intervención.
Los objetivos resultan evidentes. El fortalecimiento de una oposición interna de carácter subversivo es uno de ellos, con vistas a preparar la transición, una vez que haya sido derrocado el gobierno. Los otros buscan agravar la situación económica cubana, en momentos en que aumenta la incidencia del turismo -que Bush pretende desincentivar- y las relaciones económicas externas, que se quiere reducir significativamente. Se apunta también a disminuir drásticamente los envíos de dinero a Cuba vía remesas de residentes en Estados Unidos, para acentuar los problemas de divisas derivados de la baja vertical del precio del azúcar y el alza del petróleo en el mercado internacional, que afecta duramente a la economía cubana.
Ante el anuncio de esta nueva ofensiva norteamericana, el gobierno y el comité central del Partido Comunista cubano hicieron una declaración que señala, entre otras cosas: “Resultan increíbles la crueldad y el odio en que está inspirada esta nueva agresión contra nuestro país. Se trata por todos los medios de incrementar las difíciles condiciones que ya nos impone el criminal bloqueo norteamericano. Constituye una flagrante violación de los derechos humanos de once millones de cubanos, a los que se intenta rendir por hambre y enfermedades por el sólo ‘delito’ de querer ser libres, independientes y por no someternos al mandato imperial”.
Y más adelante: “Asignar decenas de millones de dólares para promover el mercenarismo en Cuba, violar las leyes internacionales para, desde una nave aérea, emitir transmisiones subversivas contra otro país, unido al hecho escandaloso y mundialmente criticado de la instalación de un horrible campo de concentración en territorio ocupado por la fuerza en nuestro país, constituyen provocaciones insólitas, que destrozan las normas y los principios del derecho internacional, los cuales tendrán que ser discutidos en los más diversos foros mundiales, incluida la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra”.
La declaración reitera, finalmente, la decisión de no dejarse intimidar, de resistir cualquier agresión y hacer los sacrificios que sean necesarios para asegurar el cumplimiento de los objetivos humanos y sociales que se ha trazado el pueblo cubano y su gobierno, garantizando que “nadie quedará desamparado”.
La recurrente agresión norteamericana se inscribe en un contexto en que se incrementan las maniobras ofensivas y provocaciones contra Cuba y también, contra Venezuela. A la permanente ofensiva contra el régimen revolucionario -que hasta pudiera expresarse en acciones bélicas-, se agregan la conspiración y maniobras desestabilizadoras contra el presidente Hugo Chávez, denunciadas recientemente, y las informaciones sobre activación del Plan Colombia -con apoyo norteamericano- para desencadenar una ofensiva del gobierno del presidente Alvaro Uribe contra las FARC en el sur del país, con la colaboración del gobierno de Ecuador.
Se avecinan días difíciles para Cuba y América Latina. La política de guerra del gobierno de Bush pone en peligro no sólo la paz regional sino también mundial. El ansia de poder empuja a Bush a un curso agresivo que no conoce fronteras ni normas. Estados Unidos busca aliados para sus planes y entre ellos, un objetivo posible es el gobierno de Chile, como se demostró con la votación contra Cuba en Naciones Unidas y -antes- con el envío de militares a Haití a requerimiento de Estados Unidos. Los chilenos debemos mantenernos alerta y, al mismo tiempo, elevar la solidaridad con Cuba, que nuevamente enfrenta a pie firme la vesania del imperio
PF

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