Edición 657 - Desde el 7 al 20 de marzo de 2008
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Uribe amenaza
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Uribe amenaza
la paz en la región

 

LAS FARC liberaron el 27 de fenrero a cuatro ex parlamentarios colombianos: Gloria Polanco de Lozada, Orlando Beltrán Cuéllar, Luis Eladio Pérez y Jorge Géchem. Los recibieron el ministro del Interior y Justicia de Venezuela, Ramón Rodríguez Chacín y la senadora colombiana Piedad Córdoba. 72 horas después se desató el golpe aéreo contra el campamento de las FARC en territorio colombiano.

 

Con una matanza en territorio ecuatoriano, el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, trata de  bombardear el proceso humanitario y cumple las directivas de Washington: atentar contra cualquier conato de unidad o integración sudamericana y crear las condiciones de una guerra en la región que, en definitiva, permita la injerencia de tropas estadounidenses bajo cualquier pretexto.
Este diseño estratégico no es nuevo. Consiste en controlar territorios sudamericanos claves en recursos naturales. El fracaso del Alca facilitó el fortalecimiento de otras opciones. Si para imponer sus políticas Estados Unidos necesitó de las fuerzas armadas de nuestros países en décadas pasadas, hoy el trabajo sucio lo hace la prensa.
Mientras gran parte de nuestras naciones acelera esquemas de integración, la administración estadounidense, más allá de bloquearlos y obstaculizarlos, trata de regionalizar el Plan Colombia, internacionalizando en Ecuador y Venezuela un conflicto interno que lleva casi cinco décadas. Provocar escaramuzas militares entre Bogotá, Caracas y Quito es el disparador táctico del programa de operaciones que manejan los hombres más allegados a la Casa Blanca.
Hoy, la crisis regional desatada tras el asesinato de Raúl Reyes involucra a Colombia, Ecuador y Venezuela. El presidente ecuatoriano expulsó al embajador de Colombia y el presidente venezolano, Hugo Chávez, hizo lo mismo y cerró su embajada en Colombia. Ambos reforzaron militarmente sus fronteras. En tanto, las FARC anunciaron que no renunciarán a su objetivo de intercambiar políticos y militares en su poder por guerrilleros presos en las cárceles.
No hay que olvidar que Venezuela es el segundo socio comercial de Colombia, después de Estados Unidos. En 2007, los empresarios colombianos vendieron mercaderías por más de seis mil millones de dólares a sus vecinos. Un corte al intercambio comercial significaría un golpe muy duro a la economía colombiana y, sobre todo, a la oligarquía neogranadina. Además, buena parte de la zona fronteriza de Colombia se abastece de gasolina y electricidad provenientes de Venezuela.
Pero es más, buena parte de la zona fronteriza entre ambos países está poblada por elementos paramilitares colombianos -protegidos por la administración de Uribe- que realizan actividades delictivas en territorio venezolano: secuestros extorsivos, tráfico de drogas, sicariato, mano de obra en planes de magnicidio, apropiación de tierras, lavado de dinero.
El blanco más apetecible de los colombo-estadounidenses es, sin duda, el proceso bolivariano. Para ello manejan varios escenarios. El primero, el del magnicidio, dio excelentes resultados. Chávez no fue asesinado, pero el oposicionismo logró aislarlo del pueblo, encerrarlo en cuatro paredes, rodearlo de efectivos de seguridad y cortar ese cordón umbilical básico del bolivarianismo que es la relación directa entre el líder y el pueblo.
Por el otro lado, los medios de comunicación cumplen su tarea montados en otros caballitos de batalla: la corrupción (el maletín de Antonini, distintos casos en los ministerios y las misiones), el deterioro de los programas de gobierno (ineficacia, ineficiencia), y el asilamiento internacional (Exxon, canje humanitario). Y repiten y repiten seudo documentos, emanados desde el imperio, sobre violación de derechos humanos, falta de libertad de prensa.
Enseguida de conocido el asesinato de Raúl Reyes, el mandatario venezolano advirtió a Uribe que si realiza una operación militar en Venezuela, similar a la emprendida en territorio ecuatoriano, se considerará “causa de guerra”: “Presidente Uribe, piénselo bien. No se le vaya a ocurrir hacerlo en estas tierras, porque sería sumamente grave y casus belli. Sería causa de guerra una incursión militar en tierra venezolana. No hay ninguna excusa”, advirtió, mientras batallones de tanques iban hacia la extensa frontera de más de 2.200 kilómetros.
Chávez señaló que “no podrá el lacayo Uribe con los pueblos de nuestra América, ni con la integración bolivariana de nuestros pueblos” (…) “Es el gobierno de Estados Unidos el que verdaderamente manda en Colombia. El gobierno de Colombia está en Washington, como aquí estuvo también. Pero ya Venezuela se liberó, no somos ninguna colonia de Estados Unidos, somos libres y nunca más seremos colonia ni de Estados Unidos ni de nadie”, recalcó.
Dijo que es una situación sumamente grave y que es necesario que los pueblos y gobiernos de América se den cuenta de la gravedad del asunto, porque muchas veces a causa del manejo mediático, dirigido por las oligarquías con campañas multimillonarias y guerra psicológica que hacen mella en los pueblos, éstos no se dan cuenta de hechos tan graves como los que ocurrieron.
“Es puro odio lo que destila la oligarquía colombiana, es odio lo que destila el presidente de Colombia. Ese fue un asesinato y salen a decir que fue un enfrentamiento armado”, denunció.
Manifestó que le duele esta situación pero que algún día el pueblo liberará a Colombia, con verdaderos líderes, con presidentes que se parezcan y sean parte de su pueblo. “Es una agresión del imperio y sus lacayos de la oligarquía colombiana contra el pueblo de Ecuador, contra el gobierno socialista de Ecuador, contra la Asamblea Constituyente que está en marcha en Ecuador, como tantas ha habido contra el pueblo venezolano. Se golpea a Ecuador, se golpea la unidad del pueblo de nuestra América”, afirmó tajante.
“Estamos frente a un gobierno enloquecido por la guerra, un gobierno enloquecido por la sangre, enloquecido por la soberbia que le da sentirse apoyado por el imperio, porque ésa es la razón de fondo. La oligarquía colombiana se siente guapa y apoyada porque sabe que tiene el apoyo de Estados Unidos. Entonces, se ha convertido el gobierno de Colombia en una verdadera amenaza para la estabilidad y paz de la región”, explicó.
A su vez, el canciller Nicolás Maduro señaló que la muerte de Reyes,  “revela una vez más la empecinada conducta de quienes privilegian la opción militar y apuestan a una agudización del conflicto armado”. Afirmó que esto es “un nuevo obstáculo” para el proceso humanitario en torno a los rehenes, posición que comparten políticos y analistas, entre ellos el presidente francés Nicolás Sarkozy.
Pero la estrategia es un poco más amplia, porque es innegable -y así lo han denunciado presidentes y dirigentes sociales- que los estadounidenses trabajan arduamente en la desestabilización y anarquización de cada zona caliente del continente. En Paraguay operan para impedir la elección del obispo Lugo; en Bolivia financian a los separatistas de Oriente contra el gobierno constitucional de Evo Morales; en el Río de la Plata alientan las diferencias entre Argentina y Uruguay por el establecimiento de una planta de celulosa en zona fronteriza...
Lo que no tiene discusión es que el gobierno colombiano comprende que ha violado la soberanía territorial de Ecuador. Torpemente declara que se cuidaron de violar el espacio aéreo, como si los misiles que cayeron sobre el territorio ecuatoriano no lo hubiesen hecho. Como si la soberanía terrestre no fuese integral a la aérea. Colombia se comportó como una potencia armada e ingresó a Ecuador ampliamente. Asesinaron cobardemente a dieciséis personas y violaron la soberanía ecuatoriana.
Ante la madura posición de Quito (Rafael Correa desmintió la presunta “persecución en caliente”, habló de “una masacre en territorio ecuatoriano” y dijo que Uribe, “fue engañado o una vez más mintió al gobierno ecuatoriano” al informar que se había realizado una “persecución en caliente”), el gobierno de Colombia ha recurrido al argumento de la “legítima defensa”, principio contenido en la Carta de las Naciones Unidas.
Cabe recordar que desde enero de 2007, al inicio del gobierno de Correa, Quito se ha quejado en dos ocasiones por las fumigaciones antidrogas en la zona limítrofe y otras dos veces por la incursión de tropas en territorio ecuatoriano.
Correa informó que su gobierno pidió la convocatoria inmediata del consejo permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), tras hablar con los jefes de Estado de Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, España, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, además de los secretarios de la OEA y de la CAN para “impedir la internacionalización del conflicto colombiano”.
Apenas una hora después que el canciller colombiano Fernando Araújo ofreció excusas a Ecuador por la incursión de tropas de su país, el director de la policía de Colombia, general Oscar Naranjo, dijo tener pruebas de vínculos entre el presidente Rafael Correa y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y señaló que sus efectivos militares encontraron tres computadores del jefe guerrillero, en uno de los cuales supuestamente habría comunicaciones “altamente comprometedoras” que revelarían vínculos entre las FARC y Correa. Naranjo sostuvo que dichos contactos eran realizados por el ministro de Seguridad de Ecuador, Gustavo Larrea. No hay ninguna vergüenza en mentir, en fabricar “falsos positivos”, o sea pruebas de hechos consumados por las propias fuerzas de seguridad que son publicitadas como acciones de la guerrilla, de forma de obstaculizar cualquier avance en los procesos de canje humanitario y/o de paz.
Colombia entró a Ecuador a lo matón, como cuando ingresó a Venezuela a buscar a Rodrigo Granda, copiando la posición unilateral tomada por Bush en 2001, luego del aún hoy polémico ataque a las torres gemelas que dio origen a la guerra unilateral “contra el terrorismo” por el gobierno de EE.UU. Así justificó la invasión a Afganistán, violando descaradamente su soberanía y derrocó al gobierno. Algo similar ocurrió contra Iraq. Uribe, invoca una experiencia ilegal, para enmascarar su agresión a la soberanía ecuatoriana.
A las denuncias sobre violación de la soberanía ecuatoriana se suman los señalamientos de violaciones a los derechos humanos del Estado colombiano. Al respecto, activistas de los derechos humanos denuncian que la información sobre la ubicación de Reyes y su seguridad, fue obtenida de guerrilleros y habitantes del Putumayo que fueron capturados, secuestrados por el ejército colombiano y luego torturados, desmintiendo así a los medios de comunicación colombianos que han sostenido que la ubicación fue lograda por el uso de “tecnología de punta”

ARAM AHARONIAN
En Caracas

(Publicado en Punto Final Nº 657, 7 de marzo, 2008)