Otilia Vargas, 83 años
LA DICTADURA
le arrebató 5 hijos
Autor: PATRICIA BRAVO
Es una mujer modesta que habla poco de sí misma y mucho de su familia, sobre todo de los cinco hijos que le arrebató la dictadura militar, y de su única hija sobreviviente, Patricia, que la acompaña hasta hoy. Otilia Vargas, además de madre de una familia numerosa, trabajó 30 años como profesora de educación básica, fue dirigente gremial del Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación (Sute) y activa luchadora por los derechos humanos.
Tiene 83 años y aunque su cuerpo acusa los grandes dolores vividos -lleva siete años casi ciega y en silla de ruedas, con cuidados médicos permanentes-, su mente se conserva joven y lúcida. Sus recuerdos más felices corresponden a la primera etapa de la vida familiar, en la Región de Los Lagos.
Como relata en su libro La dictadura me arrebató cinco hijos (1991, Mosquito Editores), Otilia proviene de una familia de nueve hermanos “con un padre de ideas políticas conservadoras y católico tradicional”. Vivían en el campo, en un lugar cercano a Puerto Montt. Fue la única de sus hermanos que recibió enseñanza laica antes de ingresar a la Escuela Normal de Ancud, donde estuvo internada seis años. Su apoderado era un amigo de su padre, radical y masón. “Es probable que el hecho de no haber recibido una enseñanza religiosa, el haber convivido con gente de ideas radicales y el estar alejada de la casa, haya influido de alguna manera en mis ideas políticas posteriores y en la enseñanza de mis hijos”, señala Otilia en su libro.
En 1947 se casó con Osvaldo Pérez, quien también pertenecía a una familia numerosa aunque con un jefe de familia de ideas avanzadas y conciencia social. Vivían en Olmopulli, localidad campesina de hermosos paisajes en la comuna de Maullín. Osvaldo trabajaba, con su familia, en agricultura, ganadería y exportación de madera. Otilia daba clases en la escuela y su marido fue designado juez local. “En la escuela yo hacía de todo, era directora, profesora, portera y cocinera”, precisa ella.
Su primer hijo, Dagoberto, nació el 7 de noviembre de 1947. Luego vinieron Carlos (1949), Aldo (1951) y los mellizos, Mireya e Iván (1954). Patricia nació en 1962, cuando la familia se había trasladado a Puerto Montt para que los hijos mayores accedieran a una mejor educación. Otilia, que siguió dando clases, fue elegida delegada a la Unión de Profesores de Chile (UPCH).
Dagoberto ingresó al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1968, en un momento en que la organización se encontraba en la clandestinidad. Incluso estuvo detenido y fue liberado después de la elección de Allende. Carlos, Aldo e Iván hicieron la misma opción. “Mis hijos eran muy políticos, y yo los seguía; ellos me formaron”, reconoce la madre. Trabajaba en una escuela de San Miguel donde presidió el Sute y fue elegida directora por sus colegas. Además, ella y su marido participaban con entusiasmo en las organizaciones sociales de su comuna. Entre tanto, Dagoberto integró el comité central del MIR.
“Después del golpe militar la vida fue terrible”, señala Otilia. A ella la trasladaron a una escuela rural de Puente Alto de la cual debió retirarse abruptamente. La represión perseguía a sus hijos, principalmente a Dagoberto, y toda la familia estaba en la mira de la Dina. En 1974 abandonaron su casa para arrendar un departamento en un sector donde nadie los conocía. Al comienzo sus hijos mayores los visitaban, exceptuando a Dagoberto que había pasado a integrar la comisión política del MIR.
El 10 de septiembre de ese año la Dina detuvo a Carlos, cuyo nombre apareció posteriormente en la lista de 119 detenidos desaparecidos de la siniestra Operación Cóndor. Fue el primer desgarro. A Aldo lo capturó la Dina ese mismo mes, pero a Otilia se lo ocultaron para evitarle un nuevo dolor. Sólo lo supo un año después. “Fue espantoso para mí, porque había pasado un año y no pude hacer nada por él”.
Pese a la insistencia, Otilia se resistía al exilio. Quería apoyar la lucha de sus hijos en la clandestinidad, pero tuvo que resignarse a la idea de salir del país junto con su marido y la hija menor.
El 15 de octubre de 1975 murió Dagoberto en un enfrentamiento con la Dina, en Malloco, de lo cual hay testigos. El 24 de febrero del año siguiente, mientras esperaba en la casa de una pobladora un nuevo intento de sacarla del país, recibió la noticia de la muerte de Iván y Mireya en un “enfrentamiento” en la comuna de La Florida. “Allanaron la casa donde vivían y allí le dieron muerte a Iván y a su amigo Amador del Fierro. Según un testimonio que conocí mucho después, a Mireya la hirieron en una pierna y la llevaron a la Villa Grimaldi, donde la asesinaron”.
Otilia y Patricia recién lograron salir de Chile en junio de 1976. “Aunque (...)
(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 657 de PF, 7 de marzo, 2008. ¡!Suscríbase a Punto Final!!)
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