COLOMBIA
Rumbo a una dictadura
Autor: Fernando Arellano
La
grave “desinstitucionalización”, el desconocimiento
del Estado de derecho y el desprecio por los derechos humanos
en la Colombia del gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez,
no debe sorprender a nadie.
Si algo hay que reconocerle a Uribe Vélez es su franqueza
en la campaña presidencial, al anunciar una estrategia
de tierra arrasada para “eliminar a la guerrilla”,
una política de “entendimiento” con los
grupos paramilitares y de sumisión a los dictados de
Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional. En definitiva,
guerra y profundización del modelo neoliberal.
Fueron los propios contendores del hoy mandatario, como Horacio
Serpa Uribe y Noemí Sanín Posada, paradójicamente
sus aliados políticos de hoy, quienes alertaron del
riesgo que se cernía si ganaba las elecciones el ex
gobernador de Antioquia, por haber impulsado las agrupaciones
de autodefensa que se conocieron con el nombre de Convivir.
No en vano la ex candidata Noemí Sanín señaló:
“Si Alvaro Uribe gana la Presidencia de la República
es como si ganara Carlos Castaño” (El Tiempo,
24 de abril/2002). Una vez en la presidencia, Uribe, muy inteligentemente,
designó a Noemí como embajadora en Madrid.
Por eso no debe sorprender que Uribe Vélez haya sacado
a relucir su estilo autoritario, su complejo mesiánico
y su claro perfil fujimorista, como señala la politóloga
de la Universidad Javeriana, Consuelo Ahumada Beltrán.
CONCEPCION ABSOLUTISTA
Alvaro Uribe, desde que llegó a la
Casa de Nariño, ha buscado por todos los medios reemplazar
el Estado social y democrático de derecho por el Estado
comunitario, una visión fascistoide de la organización
política. En efecto, según esa concepción
lo que Colombia requiere es reeditar el Estado absolutista
hegeliano, basado en elementos como el orden, la autoridad
y el imperio de la ley.
La derecha considera compatible la política de Uribe
con la grave situación de la nación, pues combina
el autoritarismo con un falso asistencialismo social, en el
que se privilegia la protección del gran capital y
se exige lealtad de los más pobres con los discursos
demagógicos.
Engolosinado con dudosas encuestas de popularidad, que le
dan un 70 por ciento de respaldo, a Uribe le dio por buscar
su reelección presidencial. Con mayorías prefabricadas
en el Congreso, pretende pasar (.......)
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