Edición 572 - Desde el 23 de julio al 5 de agosto de 2004
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La jibia

Alimento
poderoso

FAENANDO la jibia -o calamar gigante- en el muelle de San Antonio.

La fiesta de San Pedro en el Puertecito de San Antonio, se transformó en una fiesta de la jibia. En medio de los apremios y penurias que vive la pesca artesanal, la fiesta de San Pedro trajo algo de alegría y distracción. Motivos no faltaron. Luego de haberse cumplido la primera mitad de las construcciones, y ya un poco presente el puerto pesquero artesanal Puertecito de San Antonio, mucha gente disfrutó de una grata tarde en ambiente festivo.
Más de alguien debe haber tenido sentimientos encontrados. ¿Qué se le puede decir a San Pedro, patrono de los pescadores? Difícilmente va a arreglar la situación deplorable que la política pesquera ha causado. La pesca indiscriminada de los barcos industriales, mediante pesca de arrastre que destruye el fondo marino, hicieron colapsar la merluza por no se sabe cuánto tiempo.
En cambio, la jibia, temida plaga de antaño -por ser depredadora de la merluza- se instaló para quedarse y no queda sino aprender a convivir con ella. Pero es allí donde aparece el ingenio del pescador artesanal. Lejos de quedarse a brazos cruzados, esperando mejores tiempos, supo convertir la maldición de otrora en una bendición. Pero no es fácil. La codicia y voracidad del modelo económico se percató de la oportunidad con más rapidez y astucia. El 1º de junio, la Subsecretaría de Pesca autorizó a la industria pesquera a capturar el recurso jibia, situación que originó el rechazo más enérgico del sector artesanal. Aún así, los pescadores no se dan por derrotados. Saben que la jibia es una nueva oportunidad.
Por eso, se trató de hacer de la fiesta de San Pedro un evento para promover la jibia en el consumo de la población. Mucha gente desconoce las propiedades alimenticias de este calamar. Nunca se ha fomentado su consumo masivo y, en buena parte se ignora lo sabrosa que puede resultar, cuando se la prepara bien.
La degustación de jibia cocinada de mil formas fue un éxito. Teresa Soto ofreció variados productos: pasteles, longanizas, salchichones, croquetas, hamburguesas, pastas, pizzas, incluso un brazo de reina preparados a base de jibia. Sin duda, si se lograran difundir estas recetas, aumentaría la demanda de jibia en la población. La gente, especialmente los niños, tendrían así un alimento nutritivo que reemplaza en sabor y calidad a la carne y es, incluso, más provechosa para la salud.
“Antes de que la jibia termine en la fábrica de harina de pescado, luchemos por lo que la naturaleza hoy nos ofrece. No permitiremos que el gobierno utilice la jibia para alimentar cerdos”, señalan los pescadores.

DIFICIL CAPTURA

El nombre científico de la jibia es Dosidicus gigas, también conocida como calamar gigante. Se encuentra en casi toda la costa del Pacífico y, en Chile, principalmente en la IV y V regiones. La jibia alcanza un tamaño de entre 50 y 140 cms. y pesa entre 20 y 50 kilos. Se alimenta prácticamente de toda clase de peces.
Los pescadores artesanales, aunque en pequeña escala, siempre la han capturado. Pero su venta ha sido baja y el consumo escaso. Sin embargo, hubo épocas en que se comercializaba jibia para la exportación, en la IV Región.
La captura de la jibia con métodos de la pesca artesanal no es fácil. Los pescadores han creado un instrumento: la tota. Consiste en un tubo de aluminio de 20 a 40 cms. de largo de dos pulgadas de diámetro, relleno de plomo. Tiene dos corridas de 10 a 15 anzuelos. Equipados con esta herramienta, los pescadores salen a la mar a probar suerte.
En las noches con luna, la jibia se encuentra a una profundidad de entre 15 y 30 brazas, o sea, a unos 50 metros. En la “oscurana” (noches sin luna), la jibia se mueve a entre 5 y 15 brazas de profundidad, aproximadamente 20 metros. La luminosidad metálica de la tota con los anzuelos la atrae. Con sus ramales (tentáculos) agarra el tubo y lo lleva al pico, sin soltarlo. Es el momento en que se la puede subir, con mucho esfuerzo, hasta la borda de la embarcación: con un gancho de fierro, el pescador la agarra de la cabeza. Para defenderse, la jibia lanza tres chorros fuertes, dos de agua y uno de tinta que mojan al pescador afanado en izarla. Una vez logrado el propósito de depositarla en el bote, su color rojizo café cambia lentamente a un pálido café plomizo.
En la misma embarcación, se la faena. Se cortan los ramales y se destripa el tubo (parte central del cuerpo) para dejarlo limpio. La cabeza, donde están los grandes ojos, y las vísceras se arrojan al mar. El tubo y los ramales se llevan a puerto donde son comercializados por separado, con distinto precio para tubo, ramales y aletas. Las aletas recién se cortan en el muelle.
La jibia hoy se comercializa por varias empresas en el Puertecito de San Antonio, a 45 pesos el kilo de tubo, 30 pesos el kilo de ramal y 15 pesos el kilo de aletas. También el Departamento de Desarrollo Pesquero de la Municipalidad de San Antonio tiene un contrato con empresas coreanas que pagan 71 pesos por kilo de tubo y 51 pesos por kilo de ramal. Reciben diariamente más o menos ocho toneladas de tubos y unas cuatro toneladas de ramales. Esa captura la realizan nueve embarcaciones. Existe la posibilidad de aumentar la cuota a 19 toneladas diarias.
Por la reducida cantidad de compradores, los pescadores de jibia tienen que salir a la mar en turnos, que ellos establecen. Eso significa que cada embarcación tiene un promedio de una salida por mes

LEO WETLI
CRISTIAN MIRANDA
En San Antonio


Mucha
proteína

La jibia tiene un alto valor nutricional:
Humedad : 81%
Grasa : 1,1%
Proteína : 16.0%
Sales minerales : 1,7%
Calorías (100g) : 101

Con la jibia se pueden preparar platos exquisitos; puede ser usada como sucedáneo del loco, en guisos en que vaya trozado.


BUDIN DE JIBIA
(Para 4 a 6 personas)

Ingredientes:
1 kg. de jibia
1 taza de cebolla picada fina
2 cucharadas de jugo de limón
1 cucharadita de sal
1 pizca de pimienta
2 latas de salsa de tomates
1 taza de agua hervida
2 cucharadas de aceite
1 cucharada de harina
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de orégano
1 diente de ajo machacado
hojas de laurel

Preparación:
La jibia se limpia y cuece en una olla con agua hirviendo durante 20 minutos; se le ha agregado sal a gusto y unas hojas de laurel. Una vez cocida se deja enfriar en el caldo, se le saca un pellejo que a veces trae y se corta en trozos pequeños.
Saltar la cebolla picada en aceite, hasta que esté tierna; agregar la jibia picada y calentar por unos minutos; agregar la salsa de tomates, agua, harina y aliños; mezclar todo.
Colocar en una fuente enmantequillada, con queso rallado encima. Al horno suave por 20 a 30 minutos, hasta que se dore. Y listo

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