Edición 569 - Desde el 11 al 24 de junio de 2004
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Chávez afronta
PROCESO VENEZOLANO
SE JUEGA SU DESTINO

En Venezuela habrá un referéndum -el domingo 15 de agosto- para confirmar o revocar el período presidencial de Hugo Rafael Chávez Frías, a casi dos años del término de su mandato. El Consejo Nacional Electoral (CNE) creó un escenario que tomó de sorpresa a tirios y troyanos, al decidir que había firmas suficientes, equivalentes al 20% del padrón electoral, para convocar a una consulta popular que deberá responder Sí o No, según cómo se formule la pregunta.
El debate político en Venezuela dio un viraje cual calcetín vuelto al revés. Estados Unidos y la llamada “comunidad internacional” expresaron su alegría, sin ocultar tampoco su sorpresa, porque esperaban lo contrario, dijo el vicepresidente José Vicente Rangel. El referéndum -sin embargo- es una conquista democrática del pueblo venezolano estipulada en el artículo 72 de la Constitución.
“Todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables”, señala la carta fundamental, “transcurrida la mitad del período para el cual fue elegido el funcionario o funcionaria…”. El período del presidente Chávez expira el 19 de agosto de 2006.

¿QUE PODRIA OCURRIR?

El referéndum ahora es el centro de la discusión y del trabajo político en Venezuela, en una campaña electoral por el “todo o nada”. En los próximos sesenta días se juega el futuro del proceso de transformaciones sociales y económicas impulsado con ingresos provenientes del petróleo.
Si Chávez gana el plebiscito, puede terminar su mandato. Si lo pierde, hay dos posibilidades: si los resultados del referéndum se conocen a más tardar el 19 de agosto, debería haber una nueva elección, donde todavía no está del todo claro si Chávez puede competir. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) deberá entregar en estos días un veredicto que probablemente resolverá afirmativamente el vacío legal.
Si los resultados del referéndum se conocen después del 19 de agosto, actúa otra disposición constitucional, para los casos en que el presidente deba abandonar el cargo faltando menos de dos años para el fin de su período. En este escenario, quien está llamado por la Constitución a completar el resto del mandato es el vicepresidente, cargo que hoy ocupa José Vicente Rangel. Como el vicepresidente no es elegido sino designado por el presidente, Chávez podría designar en el cargo a otra figura política y aguardar las elecciones generales del 2006.

PREGUNTAS SIN RESPUESTA

El chavismo también hizo sus propios “reparos” de firmas para revocar el mandato a diputados de la oposición o a ex legisladores propios que “saltaron la talanquera” (o “se dieron vuelta la chaqueta”). El Comando Ayacucho, coalición de las agrupaciones políticas chavistas que dirigió la recolección de esas firmas, hizo revocables a nueve diputados que deberán enfrentar su propio referéndum.
La contraparte del Comando Ayacucho fue Súmate, una empresa privada extranjera al servicio de la llamada Coordinadora Democrática (CD), que recolectó las firmas para “revocar” al presidente. Súmate está financiada por el National Edowment Development (NED), un fondo del gobierno de Estados Unidos a través del Departamento de Estado. En el trabajo de Súmate campearon el fraude, la participación de difuntos y la clonación de cédulas de identidad de manera escandalosa. Un “detalle” que dejó muchas preguntas sin respuesta entre los partidarios del gobierno.
La magnitud del fraude electoral, denunciado sistemáticamente por los dirigentes del chavismo en los pocos medios de comunicación afines al gobierno, contribuyó al desconcierto de los partidarios del gobierno cuando el 3 de junio el CNE anunció oficialmente que había firmas suficientes para convocar al referéndum. Incluso predomina el apellido “revocatorio” que impuso la oposición, aunque lo más seguro es que sea “reafirmatorio”, dado el apoyo popular al presidente Chávez en un país que tiene 81% de excluidos y donde la población recién comienza a interesarse en la política.

CALDO DE CULTIVO DEL FRAUDE

La precariedad del registro ciudadano que existe en Venezuela lo ha puesto por años al servicio del fraude electoral, en un país donde los presidentes se eligieron durante cuarenta años en un ambiente de indiferencia con un promedio de abstención mayor al 60%. Obtener cédula de identidad en este país todavía es una pesadilla que insume largos y fastidiosos trámites, al igual que el certificado de nacimiento u otros papeles. No existe un registro informatizado del ciudadano que cruce información tributaria y de identidad, como en otros países de la región. Esta falencia es un caldo de cultivo para el fraude y, a la vez, un desafío a los derechos ciudadanos.
El gobierno puso en marcha un criticado sistema de cedulación rápida, que entrega documentos de identidad en pocos minutos en domicilios y centros de trabajo, revelando que puede ser remozada la anquilosada maquinaria burocrática manual de la Organización Nacional de Identificación y Extranjería (Onidex), adscrita al Ministerio del Interior.
El CNE está importando maquinaria electrónica para utilizar en el referéndum de agosto, pero muchos opositores, entre ellos Américo Martín, están clamando por una votación manual. Sin embargo, la electrónica tampoco garantiza transparencia, debido a los miles de funcionarios contrarios al proceso político que laboran en el CNE, cuyo rol fue clave en el suministro de datos e identidades que sirvió de materia prima al monumental fraude de Súmate. Su sistema on line, vía Internet, producía cédulas clonadas con la velocidad de una máquina de palomitas de maíz.
El CNE no sólo es una repartición pública, también es un poder del Estado, el poder electoral, de acuerdo a la Constitución. Su conducción está a cargo de cinco “rectores”, tres afines al gobierno y dos a la CD. Su presidente, Francisco Carrasquero, hace mayoría con Oscar Bataglini y Jorge Rodríguez, quien generalmente oficia como portavoz. La CD tiene allí a Ezequiel Zamora, vicepresidente, y Sobelia Mejía. Sus diferencias de opinión son públicas y a menudo se ventilan por la prensa.

DESCONCIERTO INICIAL

El desenlace de los “reparos”, es decir, el reconocimiento de las firmas suficientes para convocar el referéndum, motivó discusiones en el seno del CNE durante varios días. Finalmente, la impresión general es que predominó la tesis de hacer un poco la vista gorda ante varias decenas de miles de firmas en aras de la tranquilidad del país, la salida democrática y las presiones encubiertas o no, de la OEA, Estados Unidos, Brasil y España.
El referéndum, en sí mismo, es una conquista democrática que lleva a la oposición al terreno que siempre quiso el gobierno, el de la confrontación electoral. Será la octava vez que Chávez se mide en las urnas, directa o indirectamente. De cualquier manera, siguen adelante las investigaciones para establecer la presencia de difuntos y de ciudadanos clonados en el proceso de reparo de firmas. Pero está claro que no afectarán la tendencia anunciada por el CNE.
Nunca en América Latina duró tanto -cinco años y medio a la fecha del referéndum- un gobierno empeñado en reformas sociales y políticas a favor de los pobres y elegido democráticamente, de acuerdo a las normas más ortodoxas de la democracia representativa que dice promover EE.UU. No duraron tanto los gobiernos de Jacobo Arbenz, en Guatemala -sólo por intentar una reforma agraria- ni el de Salvador Allende, veinte años después, en Chile. También se desmoronó la revolución sandinista en Nicaragua, que ganó por las armas y se ratificó en elecciones en la era de Reagan.

FALENCIAS DEL LIDERAZGO

La salida democrática no fue prevista a tiempo por la conducción intermedia del proceso en Venezuela, pese a que Chávez manifestó que le gustaría que hubiera referéndum “para volver a derrotarlos por nockaut”, en el programa de radio y TV “Aló, presidente” del 24 de mayo. El 27 publicó un artículo de su puño y letra en The Washington Post, cuando se hallaba en la Cumbre de Guadalajara, donde probablemente recibió las presiones del español José Luis Rodríguez Zapatero y del brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, que integra el grupo de “países amigos”, donde también está EE.UU.
Los observadores internacionales piensan que Lula creyó indispensable abrir el cauce del referéndum en Venezuela para aliviar la tensión en el país y dar un tapaboca al cerco internacional. El mayor desafío ahora es ganarlo. Hoy toda la comunidad internacional celebra la decisión de Venezuela. Los diarios venezolanos especularon sobre una supuesta renuencia de Lula a reunirse con Chávez en Guadalajara. Pero la prensa miente cotidianamente y todavía hay una minoría que sigue creyéndole, aunque la circulación y el rating descienden cada día.
La salida del referéndum era conocida, pero los líderes de opinión del chavismo continuaban negándola por radio, TV y prensa, en lugar de rescatarla como conquista democrática de la Constitución bolivariana, el libro más leído, un texto que en Venezuela muchos ciudadanos llevan consigo en una versión de bolsillo. El desconcierto que produjo el anuncio del CNE del 3 de junio provocó una concentración espontánea de partidarios de Chávez en las cercanías del palacio de Miraflores, mientras el presidente se hallaba en Barinas, a unos 500 kilómetros de Caracas.
La CD infiltró entre los manifestantes un escuadrón terrorista que cometió desmanes e incendió vehículos frente al diario El Nacional, Radio Caracas TV y la Alcaldía Mayor, a cargo de Alfredo Peña, ex ministro de Información y ahora feroz enemigo de Chávez. Estas acciones violentas fabricadas por los sectores más afiebrados de la oposición y que se atribuyen siempre a los partidarios de Chávez, tienen su mayor efecto mediático en el exterior. El jefe del Estado regresó por la tarde a Caracas, habló al país por televisión desde su oficina y más tarde salió a la calle para hablar a sus partidarios. Entonces comenzó la nueva etapa conocida ahora como “Batalla de Santa Inés”.

¿QUE ES LA OPOSICION?

La fracción democrática -o negociadora- de la oposición adquirió definitivamente el mayor peso -o hegemonía- en el seno de la CD. El conglomerado opositor no descarta que sea el vicepresidente quien termine el período de Chávez, según especulaciones de Alberto Quiroz Corradi, principal negociador de la salida democrática vía referéndum, después de los fracasos del golpe de 2002, la huelga patronal-petrolera de diciembre de 2002 y enero de 2003, la llamada “guarimba” de febrero de 2004 y la presencia de los paramilitares colombianos -los “paracos”- descubiertos el 9 de mayo cerca de Caracas, y de quienes poco se ha vuelto a hablar en las últimas semanas.
Quiroz Corradi vetó los nombres de José Vicente Rangel y de Alí Rodríguez Araque, presidente de Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa), como posibles vicepresidentes a cargo de la primera magistratura, en una entrevista en las páginas dominicales de El Nacional, periódico de que fue director. En cinco años y tres meses de gobierno, Chávez tuvo otros dos vicepresidentes: la universitaria Adina Bastidas y el ex militar Diosdado Cabello.
El diario El Nacional también comenzó a morigerar el lenguaje golpista adquirido después de la ruptura con Chávez de Miguel Henrique Otero, su dueño. El nuevo escenario político constituye una severa derrota para las fuerzas más oscuras de la oposición, incluyendo ese diario.

DEMOCRATAS DE NUEVO CUÑO

Hoy todos los líderes opositores de Venezuela se suben al carro de la democracia, incluidos los golpistas. En una concentración realizada el sábado 5 de junio, la derecha exhibió a sus figura. Henry Ramos Allup, jefe del partido Acción Democrática, encaró a sus colegas desestabilizadores: “Hemos derrotado a los guarimberos que nos decían criptochavistas porque querían la violencia…, dijo. También a los que de mala fe sembraron el pesimismo y llevaron mucha agua al molino del discurso oficialista”, agregó.
AD es el único partido de oposición que salió fortalecido, al igual que figuras individuales, como el “independiente” Quiroz Corradi y Felipe Mujica, presidente del Movimiento al Socialismo (MAS), principales negociadores de la Coordinadora Democrática con el gobierno.
La CD es un conglomerado de organizaciones viejas y nuevas, tales como AD, el partido Social Cristiano Copei -francamente extinguido-, el MAS (Movimiento al Socialismo, disidencia PC), la Alianza Bravo Pueblo -desprendimiento de AD que dirige Antonio Ledezma-, Primero Justicia -una suerte de Patria y Libertad- e innumerables personalidades sueltas, como los ex izquierdistas Pompeyo Márquez, Pablo Medina, Américo Martín y otros.
En la oposición participan también Bandera Roja, cuyo líder, Gabriel Puerta, pasó largos años en prisión bajo los gobiernos de AD y Copei; Causa R, una organización izquierdista fundada por Alfredo Maneiro, y una larga nómina de proyectos de partidos y ONGs como Acción Cívica, Un Solo Pueblo, Proyecto Venezuela, Queremos Elegir, el Frente Institucional Militar -integrado por los militares disidentes de la Plaza Altamira, que también tienen una corriente extremista-, y muchas otras agrupaciones.
El sector más radical de la CD está cobijado en el llamado Bloque Democrático, descaradamente golpista y partidario de la lucha armada. Su afiliación más “cívica” es el Partido Laborista, financiado desde Estados Unidos por Lyndon Larouche, cuya figura local es Alejandro Peña Esclusa.
Henry Ramos Allup nombró públicamente a los perdedores en esta coyuntura: “Los grandes derrotados son Antonio Ledezma, Salas Römer y Andrés Velásquez, que se la pasaron hablando contra los reparos”. Velásquez es un ex dirigente sindical siderúrgico que emergió en los años 80 con una organización de Izquierda llamada Causa R. El dirigente AD aseguró que “todo esto lo hemos hecho sin militares, sin disparar un tiro”, aludiendo a los numerosos altos oficiales retirados contrarios al proceso que impulsan las Fuerzas Armadas. “Vencimos a los locos que tenemos en la oposición que andan buscando guarimbas y paracos (paramilitares colombianos): son los que llaman a la guerra y cuando uno va al frente no los ve”, agregó Ramos.
El gobierno aspira a que surja una oposición civilizada, capaz de batirse en la arena democrática regulada por la Constitución. El aislamiento de los sectores golpistas es una tarea prioritaria para los partidarios del gobierno. Pero todavía no existen condiciones para establecer algún pacto de gobernabilidad a mediano plazo. También es visible la presión constante de Estados Unidos, que tiene previsto realizar maniobras navales en la segunda semana de agosto, para ensayar la “defensa del Canal de Panamá”. Las operaciones navales norteamericanas explican el interés de la CD por realizar el referéndum el 8 y no el 15 de agosto.

PRUEBA DE LIDERAZGO

El jefe del Estado puso en estos días a prueba dos veces su liderazgo; primero el jueves, al hablar en Miraflores, explicó la nueva situación y convocó a las marchas y concentración del domingo 6 de junio. Ese día hubo una impresionante multitud, más de un millón de personas, que fue a escucharlo a la Av. Bolívar. Gente que también viajó desde el interior del país comenzó a concentrarse antes de las 10 de la mañana en varios puntos de Caracas. Luego marchó 10 kilómetros hasta el lugar de concentración. Chávez comenzó a hablar a las 15:15, cuando cientos de miles de personas llevaban varias horas en actividad, en un día destinado al descanso. Su alocución duró hasta las 5 de la tarde.
El líder venezolano desarmó con elegancia al Comando Ayacucho, por las críticas a su conducción en la campaña de los reparos, pero lo hizo sin dolor. El Comando, una suerte de concertación de organizaciones partidarias que apoyan el proceso, continuará actuando en la campaña electoral pero con bajo perfil. Chávez dio un golpe de timón que no provocó traumas políticos entre sus partidiarios.
El presidente Chávez argumentó que era necesario aprender de los errores, agradeció el trabajo del Comando Ayacucho e instituyó un supra comando llamado Maisanta, nombre de un guerrillero que luchó en Santa Inés, una batalla de las guerras civiles del siglo XIX en que el caudillo popular Exequiel Zamora derrotó a la oligarquía con la entonces novedosa táctica de guerra de trincheras. El comando Maisanta coordinará la campaña y tomará en cuenta a todas las fuerzas políticas, partidos formales y agrupaciones, que apoyan el proyecto de revolución bolivariana de Hugo Chávez

ERNESTO CARMONA
En Caracas

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