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Fuerza Social
al pizarrón
JORGE
Pavez Urrutia postulará a la reelección como presidente
del Colegio de Profesores,
en representación de la Fuerza Social y Democrática.
El II Encuentro de la Fuerza Social y Democrática
del Magisterio resolvió competir en las próximas elecciones
del Colegio de Profesores -en octubre- con una lista que encabezará
el actual presidente del gremio, Jorge Pavez Urrutia. El año 2001,
entonces como militante comunista, Pavez alcanzó 16.802 votos de
los casi 20 mil que obtuvo la lista del PC. La lista de la Concertación
logró 13.903 votos y la derecha alcanzó 6.074.
Pavez, junto con Gladys Corral, presidenta del Colegio de Enfermeras,
son los voceros públicos de la FSD que organiza para este año
un Congreso de la Alternativa Social junto con otras organizaciones. Ese
evento probablemente levantará un programa y una candidatura presidencial,
junto con crear un instrumento político-electoral.
Al Encuentro de la FSD del Magisterio asistieron 62 dirigentes comunales,
provinciales y regionales del Colegio de Profesores. Este gremio tiene
casi ochenta mil afiliados y es uno de los más importantes del
país.
También la FSD participará este año en las elecciones
de la CUT y la Fech, entre otras.
Para el 30 de junio está convocada una reunión del Coordinador
Nacional ampliado de la FSD para discutir la situación política,
las elecciones municipales de este año y la convocatoria al Congreso
de la Alternativa Social.
DISCURSO DE PAVEZ
En el encuentro de dirigentes de la FSD del Magisterio,
Jorge Pavez abordó algunas de las definiciones de ese movimiento.
Dijo Pavez:
“Este es un movimiento que se proyecta políticamente a partir
de la articulación de las organizaciones sociales, movimientos
populares y ciudadanos, con el objetivo de, entre todos, ser capaces de
construir y presentar al país una alternativa político-social
para enfrentar y superar el actual modelo económico, político,
institucional y cultural imperante en Chile.
La Fuerza Social y Democrática se construye bajo tres principios
fundamentales:
• El respeto de la autonomía de los movimientos y organizaciones
sociales; cuestión que hace posible el accionar del mundo social
conforme a sus intereses, aunque teniendo siempre presente la necesidad
de hacer política desde lo social. De ninguna manera esta autonomía
puede confundirse con un afán corporativo estrecho y limitado,
ni tampoco con una acción opositora a los partidos políticos.
• La solidaridad y unidad en el seno del pueblo. Nuestro esfuerzo
debe centrarse en construir conciencia, organización y un quehacer
y actividad que se proyecten más allá de los legítimos
intereses personales, sectoriales, locales o regionales.
• El respeto pleno a la democracia en el seno de las organizaciones
sociales, y desde luego en la propia FSDM. Ello supone ser vigilantes
en el respeto y aliento de los espacios de debate interno en que, necesariamente,
puedan confrontarse diversas opiniones a partir de las cuales sea posible
construir el camino y el proyecto común, fundado sobre la base
de sólidas mayorías, lo cual de ningún modo significa
no reconocer la existencia de opiniones o visiones minoritarias.
Son muchos los sectores que han establecido orgánicamente esta
línea de principios como corriente de opinión y de encuentro
político al interior de sus organizaciones. Los trabajadores metalúrgicos,
las enfermeras, estudiantes universitarios, trabajadores bancarios, entre
otros, han estructurado la FSD con presencia propia al interior de sus
organizaciones.
La construcción que proponemos supone el esfuerzo por articular
a todas aquellas personas o grupos de personas, con militancia política
o sin ella, que coincidan en la necesidad de transformar la actual realidad”.
POR UN PAIS DEMOCRATICO
“FSD considera que no es sólo posible, sino
necesario, alcanzar un país plenamente democrático y solidario.
Esto implica un derecho y una responsabilidad de todos y todas. Más
que nunca es necesario definir exactamente qué entendemos por democracia
y reflexionar críticamente acerca de la que nos toca vivir. Creemos
que la construcción de una democracia verdadera se inicia en lo
cotidiano, una vez identificada la coincidencia y la identidad de intereses.
El desarrollo y fortalecimiento de la Fuerza Social y Democrática
requiere de un compromiso real, que permita superar todas aquellas formas
de conducta, prácticas políticas y sindicales que no ayuden
al trabajo común, o que reaviven modelos de actuación que
tanto daño han causado al movimiento social y popular.
Estamos convencidos que el proceso que tratamos de impulsar tiene que
ver con cambios personales, lo cual significa desterrar todo método
de acción basado en el individualismo o el culto a la personalidad.
Si queremos construir una propuesta realmente nueva y diferente, es imprescindible
dejar de lado tanto la opinión iluminada, como las directrices
centralizadas, vengan de donde vengan.
La convergencia de culturas políticas distintas debe significar
enriquecer la práctica y, al mismo tiempo, analizar con altura
de miras las contradicciones que pueden aflorar cuando esto sucede. Sólo
es posible la convergencia y la articulación en la diferencia y
en la diversidad. En medio de éstas se puede avanzar, sin que los
retrocesos propios de una propuesta nueva sean observados como trabas
imposibles de superar.
Hacer política desde lo social significa desterrar el concepto
de que la acción política sólo puede realizarse desde
la legitimidad de los partidos políticos.
Existe un modo de hacer política tradicional que se expresa en
la mayoría de los partidos políticos que, lamentablemente,
hasta la fecha ha demostrado ser insuficiente. La práctica política
es o era entendida hasta ahora sólo como propia de partidos políticos
formales, lo que separa artificialmente lo reivindicativo particular de
lo estrictamente político.
Hasta ahora, ha predominado un criterio dicotómico entre aquello
que es considerado político y lo reivindicativo. Nuestra apuesta
es precisamente la de articular a todos quienes sufran a nivel de lo cotidiano
la aplicación del modelo, para construir un accionar político
desde esos niveles.
Tenemos la convicción que la reproducción del sistema se
presenta en toda su realidad en el accionar cotidiano. Este dato es importante
a la hora de definir la acción política desde lo social.
Lo reivindicativo no puede sino concebirse como acción legítimamente
política, aún cuando su alcance pareciera acotado.
No es sino política las luchas que emprenden las mujeres por el
respeto a la maternidad amenazada, o la de los universitarios y su problemática
particular, o la de los profesores y sus reivindicaciones.
¡Cuánta fuerza social podríamos lograr cuando estos
sectores, y otros muchos más, actuaran articulados en términos
de propuestas más genéricas o de transformaciones más
profundas anti sistémicas!
¿Qué nos diferencia, más allá de nuestras
intenciones, del modo tradicional de hacer política? En la práctica,
¿qué es hacer política desde lo social? ¿Qué
papel juega lo cotidiano de las personas en esta idea? ¿Cómo
se articula la participación de cientos, de miles, de cientos de
miles en la FSD? ¿Cómo es la democracia que queremos? ¿Cómo
entendemos el problema del poder? El poder ¿se toma, se construye?
¿Qué papel le cabe a la persona y su entorno cotidiano en
estos procesos? Estas preguntas, y otras muchas, deben ser motivo del
análisis de cientos y miles de personas. Resultará pues
de la mayor importancia buscar, crear, recrear y volver a buscar, los
mecanismos democráticos y participativos, a la hora de construir
respuestas y generar, seguramente, más y nuevas interrogantes.
Con todo, estas preguntas no podrán ser respondidas desde la mera
observación teórica de los acontecimientos. La práctica
diaria sigue siendo la mejor maestra en este sentido.
Lo que aspiramos concretar, como movimiento, es dotar a todas las luchas
particulares que levantan los sectores afectados por el sistema -y que
hasta el momento, más allá de constituir una mayoría
de nuestro país, actúan de modo disperso y atomizado-, de
un instrumento político eficaz en que se sientan partícipes
plenos, y que guíe y oriente tanto sus luchas específicas
como las comunes.
Es por eso que se requiere de un instrumento eficaz, múltiple en
su forma, diverso en su composición, plural en su contenido, nuevo
en su formulación práctica, comprometido, sí, conscientemente,
con un proceso de transformación, capaz de disponerse, desde su
posición de autonomía, a converger con todos aquellos que
asuman activamente la lucha por construir una sociedad distinta. Y ello
para nada nos enfrenta con los partidos políticos que quieran actuar
junto a nosotros”
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