Documento sin título
|
La llamarada del septiembre venezolano
La Revolución Bolivariana se enfrentará en septiembre a una prueba definitoria: unas elecciones parlamentarias que desde ya están bajo un fuerte fuego cruzado. Para entender al “septiembre venezolano”, es necesario un poco de historia. La revolución en su evolución ha pasado por diferentes períodos. Intentemos un primer esbozo de esas etapas.
Un primer período, con hegemonía de la derecha militar y civil, contaba con la benevolente expectativa del embajador gringo, Maisto. En la misma línea de Luis Miquelena, a la sazón ministro del Interior, decía: “A Chávez hay que juzgarlo por lo que hace y no por lo que dice”. Tenían las intenciones de neutralizar o comprar a Chávez, como muchas veces ha ocurrido en nuestra historia con los gobernantes de origen e intenciones populares.
No obstante, Chávez avanzó en el discurso, fortaleció los lazos con el pueblo, y avanzó también en la práctica, culminando el proceso constituyente y firmando una nueva Constitución, que fue complementada con un número importantes de leyes promulgadas desde la Presidencia de la República. La burguesía se opuso a esas leyes, que ponían límites a sus privilegios, y exigieron que no se promulgaran. La derecha interna presionó, pero Chávez siguió adelante. Con esta posición digna del Comandante, el imperio confirmó que Chávez no es controlable, y eso precipitó el enfrentamiento. Esa etapa termina con el golpe de 2002.
Se inicia un segundo período, donde la pequeña burguesía y sus tesis reformistas, populistas y anarcoides, toman la hegemonía de la revolución. En lo político, impulsaron una política de conciliación que aprovechó la oposición para construir el brutal sabotaje de diciembre de 2002, que paralizó la industria petrolera y causó inmensas pérdidas al país. En esa batalla, el pueblo civil y militar dio muestras del avance en su intuición y conciencia, se derrotó el sabotaje y la claudicación que se asomaba en sectores pequeño burgueses de la revolución.
El proceso siguió su camino en medio de fuertes tensiones internas: la pequeña burguesía sigue hegemonizando. Sin embargo, se fortalecen otras referencias. Después de haber superado un referéndum y variadas agresiones de la oposición, siempre con amplio apoyo de los humildes, se declara antiimperialista a la revolución, y posteriormente, anticapitalista y socialista. Se profundizó la política internacional independiente, y soberana: relación con países mal vistos por el imperio, fundación de la ALBA, fraternidad y colaboración con Cuba, planes petroleros especiales para los países del Caribe, duras denuncias contra el imperio en los foros internacionales. La posición internacional soberana y fraterna se profundizó; es una bandera que la revolución puede mostrar con orgullo.
Así llegamos al tercer período: el del agotamiento de la ideología pequeño burguesa, lo que produce un estancamiento de la revolución. La ideología de la pequeña burguesía, en su forma revolucionaroide, es caracterizada por un diagnóstico certero del mal capitalista, pero tiene horror a su superación y evita tomar medidas verdaderamente revolucionarias; al contrario, las morigera. En su forma izquierdista, pendula entre un anarquismo estridente, pero inoperante, y un populismo exitoso en lo inmediato, pero creador de condiciones antisocialistas. En su versión de derecha, la ideología pequeño burguesa lo más lejos que llega es a proponer un híbrido social-capitalismo, que nunca construye socialismo, pero impulsa al capitalismo con vigor.
Este período de fracaso de la ideología pequeño burguesa se evidencia con claridad en la derrota del referéndum para reformar la Constitución, en 2007. Quedó claro que no estábamos elevando la conciencia del deber social, la conciencia socialista. Se evidenció que el camino no era el correcto.
Después de esta rápida visión, estamos en mejores condiciones para entender la “llamarada de septiembre”. Veamos.
Septiembre, en Venezuela, empezó en enero, la batalla ya se desarrolla en lo nacional e internacional. Veamos los elementos.
En lo internacional: una feroz campaña de satanización de Chávez prepara el terreno para una embestida. No es nueva esta manipulación, es previa a cualquier ataque del imperio. Se hizo contra la Revolución Cubana y contra Salvador Allende. De Chávez han dicho de todo los mismos de siempre y los mismos medios de difusión: CNN, El Mercurio de Chile, El País de España, El Nacional de Caracas, los medios de Miami.
Sumado a esto, encontramos el cerco de bases militares gringas que el imperio despliega aceleradamente: en Colombia tienen por lo menos siete, en las islas vecinas del Caribe instalan otras, en Haití, entre los escombros y cadáveres, sientan una importante avanzada caribeña.
Son constantes los ataques de los voceros de gobiernos de Europa y de los gringos. Los gobiernos de América, unos por timoratos, los otros por ser socios menores del imperio, asisten con rigidez cadavérica al estrechamiento del cerco sobre Venezuela y la ALBA. La presión sube en el exterior, pero todo se decidirá en el patio interno.
En lo interno de la revolución: el gobierno se debilita por el agotamiento de la ideología pequeño burguesa, que impide el avance en todos los campos. Se dificulta la formación del partido, se fragmenta la organización social, se concilia en lo económico, se es holgazán e ineficaz en la gestión. Todo esto origina, cuando menos, una confusión en la base social natural del chavismo, los humildes, ávidos de revolución.
Paralelo a la hegemonía de la pequeña burguesía, hay un fortalecimiento de la ideología revolucionaria, y signos de fortalecimiento de la clase obrera petrolera, que se manifiesta en el triunfo de la corriente chavista en las elecciones de la federación petrolera (FUTPV), pero, sobre todo, en la creciente participación de esta federación en el debate socialista, y en los signos claros de superación del economicismo y en la concientización de su papel histórico. En otras palabras, el socialismo venezolano encuentra su ideología y su clase.
La oposición interna, en estrecha alianza con el imperio, en los últimos días da muestras claras de haber tomado el camino violento: sus principales voceros arremeten contra la Revolución Cubana. La visita fugaz de Ramiro Valdez fue excusa para soltar amarras y producir un cambio importantísimo en la postura de la oposición fascista. Ahora no hablan de la convivencia con los cubanos internacionalistas que trabajan en las Misiones Sociales, lo que evitaba el rechazo de los barrios pobres a sus ofertas electorales. Ahora los califican de “fuerza invasora”, lo que claramente indica que ya tomaron la vía violenta y se preparan para un enfrentamiento.
Por último, recordemos que los capitalistas externos a la revolución y los capitalistas internos, tienen comunidad de intereses económicos, de donde se deduce que fácilmente podrán llegar a complicidades en lo político, por supuesto, al margen de la revolución y de Chávez.
Así, llegamos a la “llamarada de septiembre”, es decir, a la solución de este tercer período de la revolución. Puede ser que avancemos hacia el socialismo, puede que retrocedamos hacia formas de capitalismo dependiente. Veamos.
El imperio y sus agentes nacionales tienen varias formas de resolver la situación. Una de ellas, la política de choque tipo la utilizada en el Chile de Allende; con ella piensan enterrar a la Revolución Bolivariana y a su ejemplo en el continente. Pueden intentar también lo que, después de Honduras, se llama “golpe legal”, o una combinación de éste con política de choque. Nosotros pensamos que es imposible una restauración sin una transición fascista feroz.
La clave de la situación que vivimos -y que se acentuará a medida que se acerque septiembre- depende de los niveles de debilitamiento del gobierno. El futuro de la revolución dependerá de su capacidad para sustituir la hegemonía de la ideología pequeño burguesa por la ideología revolucionaria, que nos pueda conducir al socialismo y vigorizar los nexos con la masa.
En lo interno hay un enfrentamiento entre el franco proyecto capitalista y el socialismo. Un buen ejemplo son los empresarios porcinos, que reciben ayudas gubernamentales. Su presidente, Alberto Cudemus, declaró: “Ante la existencia de un sector cuyo objetivo es priorizar el socialismo, yo tengo que fortalecer la empresa privada”. Sabe dónde está su batalla, no tiene dudas. Nos ilustra sobre la calidad de la contienda: se trata del enfrentamiento, dentro de la revolución, de formas capitalistas en pugna con el socialismo. El fortalecimiento de ellos significa el debilitamiento definitivo del gobierno y del camino al socialismo.
Encontramos también formas socialistas aisladas, que marcan una intención socialista pero no terminan de concretar una opción, y al presentarse espasmódicas, no educan a la masa, no la concientizan.
Creemos que el camino correcto es el desarrollo de las Zonas Socialistas, desde ellas se podrá construir el socialismo, y se le dará a la transición la tendencia correcta. La transición tiene una tendencia, y esa tendencia es medible: la tendencia es el aumento de la conciencia del deber social. Si esa conciencia disminuye, la tendencia es negativa, el capitalismo se está haciendo fuerte, y el gobierno débil. Si por el contrario esa conciencia aumenta, la tendencia será positiva, nos acercamos al socialismo, el gobierno se fortalece.
Entonces, frente al estímulo de la Zona Capitalista, de la tendencia negativa, la revolución está en el deber de estimular la Zona Socialista, la tendencia positiva de la transición. Esta confrontación de las dos Zonas es la manifestación concreta, en el campo económico, de la lucha de clases dentro de la revolución. El gran reto de la clase obrera, encontrada con su ideología, es su participación decisiva en la construcción de la Zona Socialista, dotarla de solidez teórica y concreción en la práctica.
El primer paso es precisar un conjunto de normas irrenunciables de la Zona Socialista, algunas podrían ser:
1.- Apoyo a la opción socialista, que es lo mismo que decir, apoyo al comandante Chávez, entendiendo que la suerte del socialismo en Venezuela está íntimamente ligada a la suerte del comandante. Es inimaginable esta revolución sin el comandante. Y es inimaginable una Zona Socialista que no lo apoye.
2.- Propiedad social de los medios de producción administrados por el Estado nacional, que formen parte de la Zona Socialista. Cada unidad productiva debe ser una escuela y un ejemplo del Hombre Nuevo y de la nueva relación.
Estas son las condiciones de la batalla de septiembre de 2010. En este escenario se decidirá si la “llamarada de septiembre” lleva esperanza a los pueblos del continente, si les anuncia que todavía el ejemplo se construye y está vivo, o si por el contrario, la llamarada anuncia que el sueño fue nuevamente postergado…
ANTONIO APONTE
En Caracas
PEDRO FERNANDEZ
(Publicado en Punto Final, edición Nº 705, 19 de marzo, 2010)
Suscríbase a PF
punto@interaccess.cl |