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Elecciones inéditas en Bolivia
Confianza total en Evo Morales
Los observadores internacionales reconocieron el clima tranquilo y la transparencia que caracterizaron la elección del 6 de diciembre en Bolivia. El resultado, por ser tan rotundo, no dio espacio a críticas: más de 62% para Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS), 23% para Manfred Reyes Villa y el Plan Progreso para Bolivia (PPB) y 7% que obtuvo Samuel Doria Medina y su partido Unidad Nacional (UN). La conformación de las cámaras legislativas permitirá encarar la aprobación de leyes que concreten la aplicación de la Constitución Política del Estado, vigente desde febrero pasado.
De otra parte, cinco de los nueve departamentos del país, una provincia y dos territorios indígenas votaron en consulta para asumir el régimen autonómico -los otros cuatro lo habían hecho afirmativamente en 2006-. Los cinco consultados fueron favorables a incorporarse a ese régimen, con lo que todo el país adoptará esa estructura, conforme a las normas de la Constitución. La provincia Gran Chaco, del departamento de Tarija, también optó por ese camino. No así los territorios indígenas, que rechazaron esa estructura.
Previsiones superadas
Por supuesto la victoria de Evo Morales y el MAS es el punto más importante para el análisis. De cerca de 54% con que salió elegido en 2005, hoy tiene 8 puntos más a su favor. Pero no sólo eso: la cifra de hace cuatro años significaba algo más de un millón y medio de votos; el más de 62% actual son 2,5 millones. Y si en 2005 la abstención sólo fue del 18%, en la pasada elección fue inferior al 10%.
Notables cifras que deben explicarse. Hasta la última consulta popular, en enero de 2009, la Corte Nacional Electoral trabajó con un padrón elaborado hacía veinte años, que se ampliaba con la inscripción de nuevos ciudadanos y se reducía por el simple método de anular a quienes no habían acudido a la consulta anterior. Así, se tenían registrados alrededor de 3,5 millones de electores. Para esta elección, pese a los reducidos plazos que se tenía, el presidente Evo Morales planteó una nueva inscripción y la elaboración de un padrón biométrico; la Corte Electoral asumió la tarea esperando alcanzar los 3,5 millones registrados hasta entonces. Todas las previsiones fueron superadas y el padrón se cerró con más de 5 millones de inscritos.
Otro hecho importante fue la inclusión de los residentes en el exterior. Por las restricciones que puso la oposición, sólo se inscribieron 170 mil en cuatro países: Argentina, Brasil, Estados Unidos y España. La importancia es que, un derecho reconocido hace más de veinte años se practica por primera vez. Con posterioridad irá ampliándose tanto el número de inscritos como los países en que se abrirá el registro. En términos generales, esa votación fue favorable a Evo Morales.
Los desafíos
La pregunta persistente es: Y ahora, ¿qué pasará? Los enemigos del proceso anuncian catástrofes o las esperan, como el que dice: Ahora, Evo Morales no tiene excusa para gobernar. O el otro que, después de haber insultado diariamente al presidente, le pide que los convoque en un ambiente de cordialidad. Por supuesto estas anotaciones no responden a la pregunta. Habrá que decir que no hay una respuesta simple. En lo político institucional, las tareas están señaladas por la propia Constitución: 6 meses para elaborar las leyes de reforma del Poder Judicial, del órgano electoral y la ley marco de las autonomías. Se dice rápido, pero requiere un trabajo agotador contra reloj.
Ahora bien. La economía nacional requiere una dedicación de grandes proporciones para hacer posible el cambio reclamado por el pueblo. Durante los cuatro años anteriores, el presidente Evo Morales y sus principales colaboradores lograron estabilizar una economía que, tradicionalmente, era deficitaria y acudía, todos los años, a la dádiva internacional para cubrir sus carencias. Esta figura cambió totalmente. Aumento en las exportaciones y en el monto de las reservas, disminución de la deuda externa y presupuesto sin déficit, son algunos indicadores de esa sustancial transformación. La etapa que sigue es la redistribución de la riqueza para cubrir las expectativas básicas de la sociedad.
Durante los años anteriores, a fin de paliar necesidades mínimas, se otorgaron diversos bonos que han resuelto algunos problemas de la población. Pero se requieren medidas de mayor alcance. La creación de empleo estable y adecuadamente remunerado, es el desafío que enfrenta el país. Es posible hacerlo a mediano plazo. La explotación racional de los hidrocarburos tiene que volcar tales reservas a la producción masiva. Este es el carácter que tiene la propuesta de soberanía alimentaria. Debemos reducir drásticamente la importación de alimentos, restableciendo la fertilidad de nuestras tierras que producen, con gran ventaja, todos los cereales, gramíneas y otros vegetales que requiere alimentar a la población. Hay perspectivas de convertir a Bolivia en país exportador de alimentos. Más aún: contamos con extensos terrenos en los que es posible multiplicar el hato ganadero.
La explotación del subsuelo, con importantes yacimientos minerales y grandes campos de hidrocarburos, asegura esas posibilidades. Requerimos de inversión en los rubros agrícola y ganadero, es cierto. A la vez, hay que apuntar a la construcción de vías de comunicación y el mejoramiento de las que tenemos.
Nueva legislación,
nuevas normas
Por supuesto los críticos del sistema despliegan toda su artillería. La primera y más utilizada es lo que ellos llaman Estado de derecho. Afirman que el gobierno se ha esmerado en destruir las instituciones del país: uno de estos críticos se ha dedicado a contabilizar las supuestas transgresiones que el presidente y su gobierno han cometido contra la Constitución aprobada en febrero pasado. Para ellos, por supuesto, las leyes y normas existentes deben cumplirse estrictamente.
Recordarles las múltiples transgresiones que cometieron es inválido, ya que nuestro compromiso es construir un nuevo país. Quieren, a su antojo, que ese nuevo país se rija por las leyes que ellos aprobaron para manejar el modelo neoliberal.
En lo económico, los opositores son sagaces manipuladores de las protestas de algunos sectores. Con absoluto oportunismo propician las manifestaciones, paros y huelgas de sectores que han vivido en la pobreza, obligados a acomodarse en el sub-empleo, haciendo difícil que este gobierno supere tales condiciones. La situación es tan evidente que los trabajadores que requiere ahora la construcción son cooptados por otras industrias, como la minera, creando así una demanda de trabajadores que podría cubrirse fácilmente, como vía para terminar con el subempleo.
País de autonomías
El gran tema de las autonomías está en la preocupación internacional. Por supuesto que se sostiene que por esa vía se puede llegar a la desintegración de Bolivia. De hecho, ese fue el propósito de quienes se apropiaron de la bandera autonomista y reclamaron todo el poder a sus autoridades regionales. No ha sido así, pues ni siquiera tuvieron capacidad para imponer los caprichosos estatutos que redactaron.
Hoy, la Constitución Política establece los límites en que se desarrollarán las cuatro formas de autonomía que se reconocen en Bolivia: municipal, departamental, indígena originaria y regional. El pueblo está consciente del alcance de esta estructura. No es casual que dos propuestas de autonomía indígena originaria hayan sido rechazadas por sus integrantes. Es cierto que tendrán facultades legislativas, ejecutivas y económicas, pero dentro de una estructura que integra la unidad nacional. Sin tal requisito, no es aplicable ninguna autonomía.
Por una sociedad
vigorosa y capaz
Estos son los desafíos a corto y mediano plazo. Hay otras metas de largo plazo que son las más importantes: salud y educación. De los pocos ciudadanos que tienen acceso a salud, el gobierno se propone alcanzar a todos los habitantes del país.
Este esfuerzo inicialmente tiene la contribución de médicos cubanos que, desde enero de 2006, atienden en las ciudades y distritos más aislados. Rápidamente, en los próximos años, tan desinteresado apoyo debe sustituirse con profesionales bolivianos. Lo será en la medida que se titulen y retornen los más de cinco mil estudiantes que se preparan en todas las ramas médicas. Esto supone transformar el ejercicio médico actual, de consultorio privado y tarifas altas, en atención sufragada por el Estado y sin costo para la población. Similar será también la provisión de medicamentos, lo mismo que los exámenes, cuyo precio convierte a la medicina en beneficio de unos pocos que pueden pagar.
Otra importante tarea es la educación. Los años de neoliberalismo desmejoraron una educación fiscal que ya, anteriormente, era menos que regular. Eso permitió que educar sea un negocio muy lucrativo. Lo mismo en el nivel de jardines de infantes como en las universidades. Es más: ni siquiera se les exige calidad a las empresas que negocian con la educación. Hay muy poca diferencia con los bajísimos niveles de la educación fiscal. El desafío es lograr una educación que prepare a los bolivianos y las bolivianas con los conocimientos suficientes para contribuir al desarrollo del país. La preparación de maestros, lo mismo que de médicos, es una inversión imprescindible para hacer posible el desarrollo nacional. Sólo una sociedad sana y educada puede mirar el futuro con confianza. Esto es lo que el pueblo boliviano ha decidido con la votación del 6 de diciembre pasado. Es, por supuesto, una decisión de profundo contenido.
ANTONIO PEREDO LEIGUE (*)
En La Paz
(*) Senador del MAS, periodista.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 700, del 11 al 24 de diciembre, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl
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