Edición 687 - Desde el 12 al 25 de junio de 2009
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Un millón de desempleados y
70 por ciento de popularidad

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Un millón de desempleados y
70 por ciento de popularidad

 

Autor: PAUL WALDER

Estamos en los límites, en las marcas históricas en el terreno de las mediciones y cálculos, pero también de las interpretaciones y especulaciones. Cuando los números se han hinchado tanto, también han reventado. De tanta medición nos quedamos sin medidas. Es lo que ocurre en el mar de cifras y tendencias, lo que pasa en el mercado de las estadísticas. La exhuberancia numeral, el abultamiento de las dimensiones y proporciones lleva a su desfonde, a su descrédito, a su negación. Es lo que ha pasado con las cifras del desempleo, de la pobreza, del (otrora) crecimiento económico. Y es lo que hoy sucede con las encuestas. Si algo miden, es el clima de confusión, como una foto mal enfocada, una grabación llena de ruidos o una muestra médica contaminada.
Estas “herramientas” de las “ciencias” políticas, han llevado a posar a la presidenta Bachelet para una foto histórica: casi un 70 por ciento de la escala de la Gloria Absoluta a menos de un año del fin de su mandato, casi tanto como lo conseguido por Ricardo Lagos en el epílogo de su gobierno. Una marca que la presidenta logra -y es lo que se preguntan todos los analistas y polítólogos de profesión- cuando arrecia la crisis económica en el mundo. Porque en Chile, se responden ellos mismos, se ha sorteado bien. Chile, dicen y repiten desde las oficinas de El Golf a La Moneda, ha sabido enfrentar la crisis. Porque Chile es, corean los funcionarios e interesados, un país serio.
Tal vez sea éste el motivo de la popularidad rabiosa de Bachelet: haber sabido enfrentar la crisis con discursos y otras disertaciones, que es más o menos lo mismo que los bonos y otras asignaciones. La ha sabido enfrentar y amortiguar, pero con algunas excepciones: el millón de desempleados, los millares de microempresarios quebrados, los millones de angustiados deudores, los apaleados profesores, los trabajadores del salmón, los mineros y estudiantes. Pero la excepción es casi nada. Un detalle, que no merece destacarse en la prensa. Porque en Chile hay buen manejo de crisis, hay medidas y herramientas. No hay crisis.
Esto miden las encuestas. Y es lo que interpretan los especialistas. Círculo cerrado y retroalimentado. Conclusión prevista y políticamente correcta, certificada por el establishment político-empresarial extendido por Las Condes, Vitacura y La Dehesa.
Y si miden a Bachelet, por cierto que también a su mano derecha (qué mejor comparación), que es Andrés Velasco. Si la presidenta subió desde un 42 por ciento a un 70 por ciento en medio de la crisis, Velasco ahora no sólo florece como el ministro mejor evaluado, sino también es nombre y figura en las revistas de espectáculos y farándula. La crisis le favorece tanto, incluso en su atractivo sexual, que esta prensa se pregunta si es o no un mino.
La economía, el IPC y el desempleo como comentario para el sauna. El ministro como modelo publicitario. ¡Esa es crisis!
El resultado de esas encuestas puede ser el efecto mencionado: su alta popularidad no es pese a la crisis, sino por la crisis y su manejo. Un discurso recortado, exhibido por una sola cara, sesgado. Una presidenta que pregona, pero que no soluciona, algo que han de saber muy bien los profesores, los trabajadores del salmón, los deudores y el millón de desempleados. La crisis, la recesión y el desempleo, con todo su dolor e injusticia, es materia aislada y enterrada. En los medios, la crisis es una entelequia sin relaciones ni consecuencias. Quizá son hechos, realidades, pero dispersadas y silenciadas. La industria periodística está más interesada en las elecciones venideras que en la presidenta saliente. Y para el sector privado que se mueve tras los medios, el manejo de esta crisis ha sido minimizar la crisis.
Lagos se precipitó sin paracaídas desde el piso 70 de la popularidad hasta el suelo. Pasaron pocos meses desde aquel 11 de marzo de 2006, cuando desde La Moneda los funcionarios de la Concertación coreaban “Lagos 2010”, hasta la colisión del Transantiago. Un circuito cerrado de sólo cuatro años que colapsó a las pocas vueltas. La medida, la escala de evaluación eran las mismas: los medios y las encuestas. O las encuestas y los medios, en su insaciable retroalimentación, en su corrupta simbiosis.
La actual mandataria ha ingresado al último giro de su circuito. Entró rodeada por un aura resplandeciente, con el gran trofeo de su popularidad. Va coronada, elevada a la gloria mediática, ungida por El Mercurio y La Tercera, por la televisión y las encuestas, por un coro estadístico que la ovaciona. Que la despide a un viaje sin retorno. Como una tarjeta sin saldo del Transantiago.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 687, 12 de junio, 2009. Suscríbase a PF)