Voces indígenas en Chile
La batalla
por la lengua
Autor: PEDRO CAYUQUEO
En Temuco
Rosendo Huisca, lingüista y profesor universitario especialista en mapudungún.
Una forma de hablar, oír, pensar y representar el mundo desaparece para siempre cada quince días. Ese es el ritmo de extinción de las más de 6.700 lenguas que existen en el mundo. En sólo dos generaciones, según calculan los filólogos y los lingüistas, habrán desaparecido más de la mitad de estas lenguas, o, lo que es lo mismo, se habrán perdido casi cuatro mil formas de decir “libertad”.
Según la Unesco, que declaró a 2008 como el Año Internacional de las Lenguas, éstas son vehículos de transmisión de los sistemas de valores y de las expresiones culturales, y constituyen un factor decisivo para la identidad de los pueblos y de las personas. Siendo un componente esencial del patrimonio viviente de la humanidad, como las define la organización cultural y educativa de la ONU, más de la mitad se encuentran en grave peligro de extinción. De ellas, las más amenazadas corresponden a lenguas de pueblos originarios. Según la ONU, cerca del noventa por ciento de las lenguas indígenas del mundo desaparecerán durante este siglo y, con ellas, la mayoría de los conocimientos que aún guardan sus culturas milenarias. La mayoría de estas lenguas se concentran en pocos países, algunos de ellos con la imagen de ser territorios monolingües. Tal es el caso de Chile, donde el idioma oficial -y por tanto la única lengua de enseñanza obligatoria- es el castellano, a pesar que la Ley Indígena reconoce la existencia en el país de ocho etnias originarias.
Desde 1993, año de promulgación de dicha legislación, al menos cinco lenguas indígenas se han extinguido en Chile, principalmente en los canales australes. “En Chile existen lenguas vitales y en peligro de extinción”, señala a Punto Final Necul Painemal, encargado del Programa de Lenguas Indígenas de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi). “Lenguas vitales son consideradas las lenguas mapuche, aymara y rapanui. Las lenguas en peligro, por su reducido número de hablantes, son la quechua, kaweshqar y yagán”, agrega.
Según Painemal, estadísticas oficiales señalan que en Chile existe un veinte por ciento de personas indígenas que hablan o entienden su lengua. “De esta primera cifra lo que inferimos es que aquellos que entienden la lengua no necesariamente la hablan, por lo que ese porcentaje se reduce para los verdaderos hablantes”, precisa. En términos generales, entre los jóvenes de 10 a 18 años sólo un diez por ciento reconoce hablar o entender la lengua de sus respectivos pueblos. “Esta situación de desempeño lingüístico nos muestra un panorama desolador. Es una situación que consideramos crítica, y las proyecciones son que en una o dos generaciones, las lenguas vitales estarán en situación de riesgo inminente y serán consideradas también como lenguas en peligro”, advierte el lingüista.
Reconociendo esta situación, el gobierno elaboró un plan de cinco años para enfrentar la crisis de las lenguas indígenas y promover su revitalización, agrega Painemal. “Un primer paso fue la creación del Programa de Revitalización de las Lenguas Indígenas, elaborado en 2005 en la Unidad de Cultura y Educación de la dirección nacional de Conadi”, indica. Su objetivo es ambicioso: la inserción de las lenguas vitales -aymara, rapanui y mapuche- en el marco curricular de la educación básica chilena. En 2010 comenzaría a regir el subsector de lenguas indígenas dentro de la asignatura Lenguaje y Comunicación, uniéndose a la enseñanza del castellano y de idiomas extranjeros, como el inglés o francés, pronostica. A corto plazo, el Programa ya muestra sus primeros avances. Ya hay estudios de varias lenguas indígenas, realizados entre los años 2007 y 2008; se han realizado perfiles sociolingüísticos rurales y urbanos; la edición de textos escolares en lenguas indígenas; la creación de un sitio web (www.lenguasindigenas.cl) con un enfoque educativo y la conformación de dos Academias de la Lengua, una del pueblo rapanui que data de 2005 y otra del pueblo aymara, estrenada en septiembre de 2008. Una tercera, la Academia de la Lengua Mapuche, se encuentra por estos meses en la recta final de su conformación. La entidad estará integrada por conocedores ancestrales de la lengua y especialistas del lenguaje. Su sede será Temuco, donde se trabajará en el establecimiento de las bases teóricas del mapudungún. “Su fundación será el cierre de una extensa etapa de trabajo que implicó discusión al interior de diversas comisiones lingüísticas, integradas por personalidades de la sociedad mapuche, del quehacer tanto lingüístico como ancestral ligado a la cultura”, precisa Necul Painemal.
Entre las metas de la entidad, que tendrá un estatus similar a la Academia Chilena de la Lengua Española, estarán el “promover y desarrollar la enseñanza y aprendizaje del mapudungún, así como su uso habitual; revalorarlo plenamente como lengua integrante de Chile, promover su reconocimiento constitucional y fortalecer y difundir las expresiones literarias, culturales y ancestrales del pueblo mapuche”, agrega el personero. “La importancia de esta institución, desde mi punto de vista es muy grande. Una Academia no es un fin, es un instrumento, una herramienta, es un buen lugar que permitirá hacer estudios serios y a gran escala sobre nuestra lengua nacional, algo que nunca antes ha existido”, señala a Punto Final el profesor Rosendo Huisca. Autor de numerosos artículos sobre mapudungún, traductor de innumerables publicaciones y figura destacada del movimiento mapuche, Huisca ha participado activamente en las comisiones lingüísticas que están diseñando la futura Academia. Y si bien reconoce el “deber” del Estado en la materia, es enfático en apuntar la responsabilidad de los propios mapuches al respecto. “Yo creo que el gobierno no tiene ninguna obligación de que el mapudungún funcione, ellos sólo cumplen con llevar adelante sus planes y programas. Desde mi visión, esta no es una responsabilidad del Estado o del gobierno, sino de nosotros como pueblo, de cada mapuche. Que nosotros hablemos el mapudungún no pasa por lo que diga o no el gobierno. En otros países los pueblos han revitalizado sus lenguas, pero lo han hecho ellos mismos, han sido decisiones políticas, han luchado por ello y lo han conseguido”, reflexiona.
Un problema político
Diversos factores inciden en el escenario adverso para las lenguas indígenas en Chile. Algunos de forma, como la no existencia de metodologías de enseñanza, de centros especializados, de profesores calificados y, sobre todo, de recursos públicos. Y otros claramente de fondo, “como el no reconocimiento oficial de Chile como país multicultural y plurilingüístico, lo que implicaría reconocer el derecho de cada pueblo a ser educado y comunicarse en su propia lengua”, apunta Jaqueline Caniguán, lingüista, poeta y editora del periódico Azkintuwe. “Es urgente una definición política acerca de las lenguas indígenas en Chile”, señala Caniguán a Punto Final. “Se requiere una política lingüística que contribuya a valorar la riqueza de la diversidad cultural del país, pero debe ser una política que trascienda las llamadas regiones con ‘presencia indígena’. Hoy es la sociedad chilena en su conjunto quien debe ser educada en la diferencia y aprender que no sólo existe el español sino que aunque queden pocos, aún se oyen cantos, cuentos y conversaciones en otras lenguas en Chile”, subraya Caniguán.
Para el dirigente mapuche Víctor Naguil, imposible es separar la situación de colonialismo interno que viven los mapuches con el estado actual de su lengua nacional. “En su condición de independencia, la sociedad mapuche logró desplegar el mapudungún por un amplio territorio en el Cono Sur de América. Testimonio de ello son los nombres que poseen hasta hoy innumerables lugares en la diversa geografía de Chile y Argentina. Sin embargo, la forma en (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 679 de “Punto Final”, 23 de enero de 2009. Suscríbase a Punto Final)
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