Combustible venezolano abriga
al pueblo estadounidense
CITGO Petroleum Corporation, filial en Estados Unidos de la estatal venezolana PDVSA, tiene nueve refinerías, una cadena de catorce mil estaciones de servicio y 55 terminales de almacenamiento y distribución en territorio norteamericano.
La sede de CITGO -en la foto- está en la ciudad de Houston, Texas.
La recuperación del control soberano sobre el manejo de los recursos energéticos y de los negocios petroleros de Venezuela en el exterior, ha permitido el desarrollo de una política petrolera revolucionaria que orienta la distribución de las riquezas y ganancias a favor de los más necesitados.
Con apenas 5 por ciento de la población mundial, Estados Unidos de América consume el 25% de la energía global. En la nación más poderosa del mundo, que gasta en combustible automotor más petróleo que toda Centroamérica y el Caribe juntos, no existen iniciativas gubernamentales para proteger a sus millones de ciudadanos de los embates del invierno.
Como consecuencia de la lógica perversa de “selección natural” que prevalece en el capitalismo, decenas de miles de indígenas, representantes de minorías étnicas, personas que viven por debajo de la línea de la pobreza y de otros eufemismos que se emplean para denominar a los marginados sociales que abundan en ese país, año tras año deben arreglárselas para no morir de frío.
Desde 2005 Venezuela, a través de CITGO, la filial de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) en Estados Unidos, ha ejecutado el programa de distribución de combustible de calefacción para los hogares y comunidades de bajos ingresos. Sólo el año pasado gracias a esta herramienta se beneficiaron 200 mil hogares en 23 Estados de Estados Unidos, incluyendo a más de 220 comunidades indígenas y grandes cooperativas de viviendas para personas de bajos recursos en la ciudad de Nueva York.
Adicionalmente, fondos de CITGO sirvieron para ofrecer asistencia de calefacción gratuita a más de 210 refugios para personas sin hogar en 14 Estados. El invierno 2008-2009 marca el cuarto año de donaciones de CITGO.
Este plan de cooperación y hermandad se aplica bajo la modalidad de venta con descuento (40%) a comunidades pobres; donaciones a refugios, orfanatos y venta directa a organizaciones, como las comunidades indígenas de Alaska, las cuales cuentan con un mecanismo propio de distribución.
Para el pueblo
amigo de EE.UU.
Bajo la consigna “De los corazones venezolanos a los hogares estadounidenses”, este plan permite rebatir la tesis del supuesto odio del presidente venezolano, Hugo Chávez, y de la Revolución Bolivariana al pueblo de Estados Unidos. “Nosotros estamos enviando diariamente millón y medio de barriles de petróleo a Estados Unidos y por ahí han dicho que nosotros somos enemigos de Estados Unidos y que tenemos un plan para suspender el suministro: eso es mentira. Hemos dicho que si al gobierno de Estados Unidos se le ocurre agredir a Venezuela nuevamente, como ya lo hizo con el golpe de Estado o las amenazas de invasión, entonces suspenderíamos, no mandaríamos petróleo a Estados Unidos, lamentablemente”.
El programa se materializó en 2005, después de los huracanes Rita y Katrina, cuando el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, ofreció ayuda, a través de CITGO, para las comunidades norteamericanas devastadas por las tormentas.
Adicionalmente, un grupo de senadores del Congreso de Estados Unidos solicitó ayuda a las empresas de energía para atender el alza de los precios de los combustibles que ocurrió como consecuencia de los huracanes. “CITGO ha sido la única empresa -y Venezuela el único país- que ha respondido a ese llamado hasta ahora”, resaltó Joseph P. Kennedy II, presidente de Citizens Energy Corporation. La renovación de este compromiso, año tras año, es la prueba contundente de la relación de hermandad entre el pueblo venezolano, con el comandante Chávez a la cabeza, y el pueblo estadounidense.
La segunda matriz de opinión rebatible es el supuesto regalo del petróleo venezolano por parte del presidente Chávez. Al visitar Nueva York en 2006, el mandatario explicó que esta iniciativa ha podido ponerse en práctica luego de sincerar la productividad y rentabilidad de CITGO, filial de Petróleos de Venezuela S.A. que hoy posee en EE.UU. seis refinerías y varios terminales de embarque de combustible, puertos y oleoductos que le permiten abastecer a más de 10 mil estaciones de combustible en suelo estadounidense.
La antigua
y la nueva CITGO
Para explicar cómo antes, y no ahora, Venezuela hipotecaba su soberanía al establecer negocios energéticos con Estados Unidos, es necesario echar a andar la memoria. La empresa CITGO Petroleum Corporation nació en el marco de una política de “internacionalización” de PDVSA, que con la excusa de garantizar mercados para los hidrocarburos venezolanos levantó un velo corporativo mediante el cual, a espaldas del gobierno nacional y del pueblo, acordó contratos de venta de petróleo con fuertes descuentos y adquirió refinerías en Europa y Estados Unidos bajo un perverso esquema de negocios que convirtió a Venezuela en receptora de costos y al Fisco estadounidense en receptor de recursos.
Según se descubrió años después, en algunas de estas instalaciones no se procesa ni un barril de crudo venezolano; por el contrario, la empresa estatal petrolera se ha visto obligada a comprar petróleo en otros países.
Entre 1986 y 1998, años en los cuales la economía venezolana entraba en una de sus mayores crisis, producto -entre otras causas- del colapso de los precios del petróleo, PDVSA adquirió ocho refinerías en Estados Unidos, con una inversión y aportes de capital que sumaron 4,5 millardos de dólares.
Estudios recientes revelaron que entre 1983 y 2004 los descuentos concedidos por PDVSA a todos sus negocios en el exterior promediaron 1,03 dólares por barril, sumando 7,5 millardos de dólares. Estos descuentos favorecieron por igual a los socios privados de PDVSA en CITGO, además de generar obligaciones con el impuesto sobre la renta fuera del territorio nacional.
Detrás de ello se descubrió, además, la liquidación de regalías sobre la base de esos precios con descuento, endeudamientos en el exterior y la colocación de la factura petrolera como colateral de las deudas de CITGO, con lo cual se vulneraba el principio de unidad del Tesoro nacional.
A estas cuentas se suma que durante 20 años los negocios de la internacionalización de la empresa petrolera estatal venezolana no arrojaron dividendo alguno para el país. El primer año de gobierno del presidente Chávez, cuando todavía la Revolución Bolivariana no controlaba la “caja negra” en la que se había convertido PDVSA, el jefe de Estado exigió a la empresa que declarara dividendos para el ejercicio fiscal de 1998.
¿Qué ocurrió? Lo explicó el ministro de Energía y Petróleo y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, al denunciar estos negocios ante la Asamblea Nacional: “Ciertamente CITGO sí declaró 486 millones de dólares en dividendos -tres veces más que la suma de todos los dividendos que se habían declarado desde 1990, cuando se adquirió el 100% de las acciones de esta empresa- pero, acorde con la estructura montada por los meritocráticos, declaró dividendos a su casa matriz, PDV América. Esta, a su vez, declaró dividendos a su casa matriz PDV Holding, pero redujo el monto a 268 millones de dólares. Y PDV Holding redujo este monto aún más: a cero. Todo el dinero fue simplemente reciclado entre los diferentes negocios que tiene PDVSA en EE.UU. Pero ese no fue el fin de la historia, porque PDVSA, desde Caracas, hizo un préstamo interfilial a PDV Holding Inc., por un monto de 40 millones de dólares. Esto quiere decir que el resultado neto de una instrucción por medio de la cual el gobierno esperaba que entraran a Venezuela 486 millones de dólares para enfrentar una emergencia económica y financiera aguda, fue que salieran de Venezuela 40 millones de dólares. El público venezolano, desde luego, sólo se enteraba por la prensa que CITGO, en efecto, había pagado dividendos”.
Muchos de los que hoy critican a Chávez por el supuesto despilfarro de los recursos petroleros, ayer fueron cómplices de los negocios antinacionales que realizaron quienes dirigían la política petrolera venezolana y ahora simplemente reniegan de la política petrolera revolucionaria, que se caracteriza por hacer que los beneficios del petróleo alcancen a toda la población y en especial a los excluidos.
Compromiso social
En la actualidad, recuperado el control de la filial de PDVSA en el exterior, CITGO no sólo comenzó a reportar dividendos al país, lo cual ha permitido invertir en proyectos para el desarrollo de Venezuela, sino que por extensión de esa política en los negocios en el exterior, la actividad petrolera -dondequiera que esté-, debe convertirse en proyectos que beneficien a la población más necesitada, como los hermanos excluidos estadounidenses, para quienes se han desarrollado iniciativas con una inversión promedio de 100 millones de dólares anuales.
CITGO, además, lanzó el año pasado un programa piloto de promoción de la eficiencia energética en los sectores de bajos ingresos de Houston, en una versión de la Misión Revolución Energética que se desarrolla en Venezuela, según la cual se distribuyen bombillas fluorescentes para sustituir a las incandescentes. En este marco se estima la distribución de 140 mil bombillas en 7 mil hogares de Texas.
La prueba de que los esfuerzos de la filial de la empresa estatal petrolera venezolana en Estados Unidos va más allá del tradicional concepto de Responsabilidad Social Corporativa, estriba en el impacto de programas como éste en uno de los países que más aporta en gases de efecto invernadero que destruyen nuestro planeta. De acuerdo con el propio gobierno federal estadounidense, si cada persona en ese país sustituye sólo una bombilla estándar por una fluorescente, EE.UU. ahorraría suficiente energía para iluminar más de 3 millones de hogares durante un año, reduciría los costos de la energía en más de 600 millones de dólares anuales, y evitaría la radiación de gases de efecto invernadero equivalentes a las emisiones de más de 800.000 vehículos.
Pero los beneficios de CITGO no sólo se limitan a la energía estadounidense. Desde 2005 se desarrolla un programa de salud a través de la Fundación Simón Bolívar, con el cual se resuelven, en centros de salud ubicados en Houston, EE.UU., los casos de pacientes de bajos recursos que no pueden ser diagnosticados o tratados en Venezuela. El programa ha proporcionado tratamiento médico a 45 pacientes a un costo de casi 10 millones de dólares y prevé la financiación de transplantes de hígado y médula ósea, audífonos e implantes cocleares, prótesis y otros tratamientos médicos, así como la formación de médicos venezolanos que traten a los pacientes en el país.
Bajo el programa Café Venezuela, el café cultivado por pequeños productores venezolanos se expende en las estaciones de gasolina de CITGO ubicadas en Fildelfia, Boston y Chicago y esto es un aporte para el nuevo modelo de desarrollo que se construye en Venezuela, pues la marca Café Venezuela agrupa a unos 3 mil pequeños y medianos productores del rubro.
(Publicado en “Punto Final” Nº 679, 23 de enero de 2009. Suscríbase a PF)
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