Edición 676 - Desde el 5 al 18 de diciembre de 2008
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Crisis hospitalaria

La salud enferma

Autor: ARNALDO PEREZ GUERRA

 

Tras la bochornosa inauguración del hospital de Curepto detonó la investigación de las deficiencias en los hospitales: la comisión investigadora de la Cámara de Diputados sobre la crisis hospitalaria reveló un desolador panorama. El 80 por ciento de la población se atiende en consultorios, postas y hospitales públicos cuyo desmantelamiento inició la dictadura para reemplazarlos por un sistema de seguros privados. Redujo el presupuesto a menos de la mitad, los salarios a menos de la tercera parte y despedazó el Servicio Nacional de Salud. Más de un tercio de la población se incorporó a las Isapres, que hoy atienden al 15 por ciento de la población de mayores ingresos. La deuda de los hospitales -entre enero y septiembre de 2008-, es diez veces mayor a la de 2007, el peor déficit desde 1990. En el Hospital del Salvador a veces no hay oxígeno. En el Hospital San José no hay suturas. Otros hospitales reducen gastos en medicamentos, exámenes, camas o en especialistas. Además, no hay control del Plan de Acceso Universal con Garantías Explícitas en Salud, conocido como Plan Auge.
Sólo el Hospital San José tiene un déficit de 6 mil millones que podrían llegar a 9 mil millones a fin de año. Según el Ministerio de Salud (Minsal) el déficit se agrava por la derivación al sistema privado. “Según la Superintendencia de Salud, de acuerdo con el presupuesto de 2006 se gastó un 25 por ciento en financiar atención privada a través del mecanismo de ‘libre elección’. Esa cifra excluye la compra que hacen hospitales o servicios de salud por concepto de las patologías Auge y no Auge. Un tercio del presupuesto de salud del sector público, el 35 por ciento, se destina a pagar atenciones compradas al sector privado. Esto es una privatización encubierta”, dice el doctor Manuel Ipinza Riveros, presidente de la Sociedad Chilena de Salubridad Pública.
En los últimos doce años se han perdido tres mil camas en los hospitales públicos. Su carencia impacta, pues los pacientes son derivados a clínicas privadas y Fonasa cancela aranceles más altos que en la red estatal. “En 2006, en el sistema nacional de servicios de salud había 3.485 camas menos que en 1985. Según el Ministerio de Salud, en diciembre de 2007 las camas disponibles habían disminuido a 26.024. La tendencia persiste”, añade Ipinza. “En 2007, de acuerdo a los estándares del Minsal, había un déficit de cien camas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y 336 camas de Unidad de Tratamientos Intensivos (UTI). Estudios de tendencia sobre inequidad en salud son bastante claros en señalar que algunos indicadores empiezan a mostrar signos de estancamiento o deterioro, evidenciando que el sistema ya no da para más”, agrega.

Hospital del Salvador

El Hospital del Salvador prácticamente se cae a pedazos. Se construyó en un solar del convento de la Merced. La primera piedra se puso en 1872, pero su construcción se inició en 1888. El terremoto de 1985 destruyó dependencias declaradas monumento nacional. A partir de 2002, el servicio de maternidad se trasladó al Hospital Luis Tisné, en Peñalolén. Hoy por los sombríos pasillos se habla del escándalo de los casos de VIH no notificados, que costaron la renuncia a la ministra Soledad Barría y que pusieron en ese cargo al doctor Alvaro Erazo. En el Hospital del Salvador trece personas no fueron notificadas, pese a que se les detectó VIH en septiembre de 2007.
En este hospital hay “graves problemas de infraestructura, recursos humanos, disponibilidad de camas y de organización”, dice Raúl Villanueva Zuleta, kinesiólogo, dirigente de la Asociación de Profesionales Universitarios de la Salud (Aprus). Marcelo Sepúlveda Benavente, presidente de la Aprus del Hospital del Salvador, agrega: “Hay graves problemas de gestión. Atendemos cada vez más población del área oriente de Santiago. Pero la UCI sólo tiene ocho camas. En vez de hacer una UCI nueva o aumentar las camas, mandan pacientes al sector privado, que es más caro”.
Según los trabajadores, cada día llegan más enfermos y ancianos. El aumento es preocupante. No hay hospitales especializados en pacientes crónicos o servicios de geriatría especializados. “Es ínfima la cantidad de profesionales y personal de todo tipo. Estamos lejos de funcionar en buena forma. En las noches, en la unidad de cirugía y en la de medicina quedan sólo tres enfermeras para cientos de pacientes. Los fines de semana es igual. Es imposible dar una atención de calidad”, dice Marcelo Sepúlveda. “Faltan medicamentos y los equipos son muy antiguos. Estoy a cargo de la ventilación mecánica y sólo hay cuatro ventiladores funcionando bien. Hace años vienen prometiendo una UCI nueva”, agrega.
La deuda reconocida por el director del Hospital del Salvador, Francisco Peragallo -quien se excusó de recibir a PF-, es de más de 1.500 millones de pesos. “No sabría decir si el doctor Peragallo es culpable de lo que ocurre acá. Con pocos recursos se hace mucho. Prácticamente no se generan recursos. Mientras más atendemos, más deuda tenemos. No sabemos qué ocurrirá a partir de enero de 2009 con la ley de autogestión hospitalaria. Ahí se verá si el problema es estructural o de mala gestión. Creo que la autogestión va a ser un fracaso. Hay temor que se eche mano al recurso humano y se externalicen aún más los servicios”.
El suplementero Andrés Agram, 54 años, es un paciente del Hospital del Salvador. Hace siete meses padece una hernia inguinal y está a la espera de una intervención. “En el consultorio de La Reina el doctor me dijo que la única solución era una cirugía. La atención allí es excelente. Pero cuando me presenté en el Hospital del Salvador con los exámenes, no me atendieron. Después llamaron a mi casa diciendo que debía presentarme un día a las 7 de la mañana, en ayunas, que me iban a operar. Fui, el médico vio la ficha y me dijo que no había disponibilidad de pabellón. Pasaron meses hasta que me hicieron ir nuevamente a las 7 de la mañana. Me dijeron que no había turno para la operación y que esperara quince días. Eso ocurrió hace cinco meses… No me llaman, no me operan, y mi trabajo agrava el problema. Todos los días de madrugada voy en bicicleta a buscar los diarios. Ahora tengo dos hernias inguinales. La atención en el Hospital del Salvador es mala. La gente pobre se amanece esperando un número. El hospital está colapsado… Lo último que me dijeron es que era imposible operarme este año. Recién están operando ahora a los pacientes inscritos en los año 2006 y 2007”, dice Andrés Agram.
Todos coinciden en que los recursos en salud son insuficientes. Debería haber tres mil médicos para la atención primaria y sólo hay la mitad. Hay 37 ambulancias en el Sistema de Atención Médica de Urgencia (SAMU), pero se necesitan 200.
Aunque la deuda hospitalaria llega a 66 mil millones de pesos, comenzará la autogestión hospitalaria el 1º de enero. Pero aún el 80 por ciento de los centros de salud no cumple los parámetros mínimos. La Superintendencia de Salud advirtió atrasos en el Plan Auge que llegarían hasta el 20 por ciento.
Raquel Carvacho Zapata, vicepresidenta de la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Salud (Confenats), trabaja hace 41 años en el Hospital del Salvador: “El problema es falta de personal. Aumentan los pacientes pero no las camas. ¿Dónde colocas camas si no hay infraestructura? ¿Con quién atiendes si falta personal? Necesitamos más hospitales y una cultura de ir antes al policlínico. Todos van al hospital o a la posta, y esa es una de las razones del colapso, agravado por el aumento de enfermedades Auge y por falta de personal. En dictadura, cuando el paciente se hospitalizaba tenía que traer sábanas y medicamentos, ¿y quién alegaba? Nadie. La salud pública hay que defenderla, los pobres la necesitan”. Médicos hay -aparte de los extranjeros que sobrepasan los dos mil-. El problema es que de los 26 mil médicos dos tercios no están en el sistema público.
En 2007 el pensionado del Salvador tenía sus veinte camas ocupadas por pacientes comunes del hospital. “Ahora son seis las camas ocupadas. Se supone que el pensionado genera ingresos. Pero colapsan todos los días los servicios de cirugía y traumatología. No hay camas, los días de estadía aumentan, eso abulta la lista de espera que ya alcanza de seis meses a dos años. En vista de tanta necesidad, el hospital ‘compra’ servicios a privados. Tiene convenios con las clínicas Las Condes, Alemana, Indisa, que aumentan los costos del hospital”, dice Raúl Villanueva.
Según Villanueva “no hay sector del Hospital del Salvador que tenga dotación adecuada. Nos limitamos a hacer lo que podemos con lo que hay”.

Hospital San José

En el Hospital San José la espera de atención llega hasta nueve horas. El Colegio Médico ha pedido frenar la autogestión hospitalaria. En el hospital de Arica se quedaron sin recursos en mayo y los proveedores no otorgan más créditos. Trabajadores del Hospital Sótero del Río denuncian (...)

 

(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 676 de Punto Final, 5 de diciembre, 2008. Suscríbase a la edición impresa de PF)