Edición 673 - Desde el 24 de octubre al 6 de noviembre de 2008
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Soberanía energética

 

RICARDO Canese, izq., con el dirigente de la Central de Trabajadores Argentinos, Juan González.

Desde hace tiempo, Ricardo Canese, ingeniero industrial especializado en energía, ha venido luchando por la soberanía energética de su país, Paraguay. Como estudiante y dirigente del Movimiento Independiente, cuestionó los términos del Tratado de Itaipú, lo que unido a su lucha antidictatorial lo obligó a exiliarse en 1977. Actualmente es secretario internacional de Tekojoja, y fue electo diputado al Parlasur. En este diálogo analiza los desafíos que enfrenta Paraguay, en la actual coyuntura, para avanzar en la recuperación de la soberanía energética.
¿Qué implica recuperar la soberanía energética en Paraguay?
“Tiene que ver con la libre propiedad de la energía y con un precio justo. Ser soberano es disponer de la energía que uno tiene, de los recursos del suelo, de los recursos naturales, del patrimonio de los pueblos. Hay un criterio de intercambio justo, de trato justo, y queremos plantearlo en ese sentido: que Paraguay, que está contribuyendo con la región -con Brasil en el caso de Itaipú y con Argentina en el caso de Yacyretá-, reciba a cambio algo justo. Si lo que estamos recibiendo es justo, está bien, pero si no, que se dé un trato justo”.
¿En qué condiciones políticas se hicieron esos tratados?
“El tratado de Itaipú se hizo bajo las dictaduras militares de Brasil y Paraguay. Para el tratado de Yacyretá a pesar de que estaba Perón en Argentina, Paraguay estaba bajo dictadura militar, y fue de alguna manera un calco del tratado de Itaipú por el cual perdíamos nuestra soberanía hidroeléctrica. Se trata de una situación que ha cambiado. Cuando predominaban las dictaduras militares dominaban las transnacionales, con su criterio de saqueo de nuestras riquezas. Ahora se intenta una integración que sea más justa. No digo que se esté alcanzando, pero por lo menos hay un criterio de integración solidaria, de un Mercosur social y solidario. Se trata de sentarnos a analizar con Brasil y Argentina si las condiciones de estos tratados son justas, son solidarias, son equitativas; después de 35 años es tiempo más que suficiente para analizar su grado de justicia ante los cambios en la región”.
¿Cuáles serían condiciones de justicia, de equidad?
“El precio que recibimos es completamente injusto. ¿Cómo definimos el precio justo? ¿Es un criterio de mercado? De hecho, el precio del mercado no es un precio justo.
Está el costo del mercado mayorista eléctrico y está el costo de sustitución, o sea con qué energía se puede sustituir la energía hidroeléctrica paraguaya: con gas natural o con petróleo, que tienen un precio 20 ó 30 veces mayor que la energía paraguaya.
También puede ser un criterio decir que Brasil está recibiendo energía hidroeléctrica paraguaya y Paraguay necesita petróleo. Entonces, ¿hasta qué punto podemos hacer un trueque? Nosotros entregamos lo que nos sobra, que es la energía hidroeléctrica, y Brasil nos entrega lo que les sobra, que es el petróleo. Son enfoques de complementariedad y de solidaridad.
Ese trueque deberíamos hacer-lo sin que salga un dólar ni de Pa-raguay ni de Brasil. Que sea sim-plemente un intercambio. Con él ya estaríamos ganando mil millones de dólares. Imagine la importancia que tiene un trato justo”.
¿A qué se refiere con libre disponibilidad de la energía?
“A un criterio de solidaridad y de integración. En 2007 Argentina tuvo una pérdida de 4.000 millones de dólares por no tener energía eléctrica, mientras que el sistema eléctrico de Itaipú hubiera podido auxiliar al sistema eléctrico argentino si hubiera redes. Como Paraguay tiene prohibido exportar energía eléctrica, nadie jamás pensó en construir la red; pero pensemos si hubieran existido estas redes. Esos cuatro mil millones de dólares hubieran podido ser ganancia y no pérdida: Argentina 1.300, Brasil 1.300, Paraguay 1.300, todos hubiéramos ganado. Argentina hubiera ganado menos, pero igual hubiera sido una ganancia. ¿Por qué no optar por un esquema en donde todos ganan y no seguir optando por un esquema en donde todos perdemos? De eso se trata cuando hablamos de “libre disponibilidad”. Que la energía hidroeléctrica paraguaya de Itaipú no siga siendo de uso exclusivo del sistema eléctrico brasileño, sino un recurso para toda la región, donde todos ganemos.
Brasil podría participar de los beneficios no sólo por la venta de energía de Itaipú, sino también porque Brasil también tiene crisis energética. Así como hoy se puede auxiliar a Argentina, Uruguay, Chile, en otra ocasión puede ser Brasil el auxiliado. De hecho Paraguay es el único país con excedentes eléctricos en la región. Tenemos excedente de más de 40 millones de megawatts por año, que es muchísimo. Venezuela tiene excedente de petróleo y Bolivia tiene excedente de gas. Sin embargo, nosotros no podemos disponer como ellos de nuestra energía hidroeléctrica. No sólo no es justo, sino que no es inteligente y mucho menos solidario”.
¿Qué significado tiene re-cu-perar la soberanía hidroeléctrica en el actual contexto del país?
“Para el nuevo proceso progresista y de contenido social del compañero presidente Lugo, esto es fundamental. Si los gobiernos de la región, Brasil y Argentina, que son también progresistas o por lo menos lo afirman, no le dan la mano al presidente Lugo, hay serios riesgos de que fracase. El gobierno de Fernando Lugo no tiene recursos para encarar todos los temas fundamentales, como la reforma agraria, el empleo, la enorme demanda social de vivienda, salud, educación. Hay una presión acumulada durante décadas y ahora llegamos a un momento de gran expectativa, que es un arma de doble filo. La gente espera una solución mágica por parte de Fernando Lugo, y si él no tiene medios para dar respuestas, la decepción será muy grande, y el riesgo de que este proceso fracase también es muy grande.
Hemos hablado incluso de un Plan Marshall, como ocurrió en Europa después de la guerra; pero a nuestra escala. Paraguay es un país en ruinas, no sólo en la parte económica, sino por la degradación moral en que se ha caído. Sin una pronta reactivación económica y de derechos sociales, este proceso corre un gran riesgo. De los gobiernos de Brasil y de Argentina se espera sobre todo comprensión, porque si no, este proceso que puede aportar mucho al contexto latinoamericano, va a fracasar en pocos meses”.
Las megarrepresas han causado un fuerte daño a las poblaciones. Ahora está prevista el alza de la cota, lo que generaría nuevos daños...
“La energía tiene que ser respetuosa de lo social y ambiental. En Yacyretá la gente y el medio ambiente poco le importaron al gobierno saliente. Pocos días antes de terminar su mandato, resolvió, en acuerdo con el gobierno de Cristina Fernández, levantar la cota. Eso no ha sido correcto, y obligó a que nosotros tomemos una postura. El presidente Lugo planteó que no se eleve más el nivel del embalse sin solucionar antes los problemas sociales y ambientales que esto provocará. Ese es el modelo al cual aspiramos: un modelo verdaderamente sustentable en lo social y en lo ambiental, y sobre todo con amplia participación de la gente. Que los proyectos de infraestructura de amplia envergadura -como el de Yacyretá- sean proyectos de la gente y no contra la gente”.
¿Qué espera del Mercosur?
“Creemos que en el Mercosur la persona debe estar en primer lugar. Que se garantice el derecho a la igualdad en el trabajo. No puede ser que un paraguayo que vaya a Argentina, Brasil o a cualquier otro lugar, tenga menos derechos que los nacionales; vamos a impulsar que todos los habitantes del Mercosur tengan exactamente los mismos derechos, contrato colectivo, prestaciones sociales, sin ningún tipo de discriminación. Que todos tengamos residencia en el Mercosur, en forma permanente. Donde las personas podamos circular libremente, no sólo los bienes. Un Mercosur donde el ser humano sea lo fundamental. También en cuestiones como la educación. No puede ser que uno va a un país y no se le reconocen sus estudios. Desde luego tiene que haber instituciones evaluadoras habilitadas. Buscar que se acabe la discriminación, que los derechos de las personas estén en primer lugar”.

CLAUDIA KOROL
En Buenos Aires

(Publicado en “Punto Final” edición Nº 673, 24 de octubre de 2008)