Edición 662 - Desde el 16 al 22 de mayo de 2008
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¿Qué sabías de Pancho Villa antes de la obra?

UNA veintena de actores y músicos integran el elenco de “Pancho Villa”.

“Pocazo, en realidad”.
A Felipe Ríos le sorprendió percatarse del escaso conocimiento que tenía de la Revolución Mexicana (1910-1920) y de este novelesco personaje. Lo reconoce con franqueza: “Sabía que era un ícono mexicano, un bandolero… Pero de su historia, nada. Nada. No estaba enterado que había sido un hombre que armó un país y lo llevó a la revolución”.
Es distinto desde que interpreta a Carlos Jáuregui en el espectáculo teatral-musical Pancho Villa, de Marco Antonio de la Parra, que dirige Felipe Castro. Carlitos, secretario del guerrillero, es el biógrafo que narra a través del canto las luchas que grandes masas de empobrecidos mexicanos llevaron adelante por tierra, justicia y libertad, sin más estrategia que el instinto de conservación y la rebeldía innata.
Historia y ficción que galopa a caballo del texto de Marco Antonio de la Parra, épico y vital, de lenguaje sonoro y emotivo, que habla de un hombre-nombre instalado en el inconsciente colectivo latinoamericano y de un ser humano profundo, con todas sus contradicciones.

Iconos culturales

Según el actor, “desde el lejano Chile, Pancho Villa es un héroe, ícono cultural y popular… Ahora, que asesinó gente en una época bastante complicada, es otra cosa”.
¿Un prócer de la patria?
“Algunos mexicanos me han dicho que Villa no es muy mentado en México. Que afuera se le da más importancia a estos héroes populares”.
¿La historia la escriben quienes detentan el poder?
“Los hechos se van manipulando después, dependiendo de qué lado se esté narrando. En la obra de De la Parra narro la historia desde el lado de Pancho Villa, porque interpreto a su biógrafo, Carlos Jáuregui. El relato dependerá del lugar político en que esté el narrador de la historia”.
¿Villa le resulta querible?
“Sí, porque tengo que compenetrarme de su historia, ya que soy quien la narra. Uno se pone la camiseta”.
Carlitos era un intelectual que apoyó la revolución…
“Intelectual, intelectual… no era. Sabía leer y escribir y, al parecer, hablaba idiomas. En cambio la manga popular que seguía a Villa era inculta, analfabeta, la gran mayoría. El ‘loco’ aprendió a leer en la cárcel. Villa no era político y como ideólogo era bastante bruto, alterado en sus reacciones”.
¿Tenía instinto de clase?
“Instinto guerrillero, básicamente. Fue un hombre que peleó, no era un estratega político. Representaba a una clase popular, campesinos, trabajadores que se sentían agredidos por el gobierno. Por eso se empezó a juntar la masa, Emiliano Zapata por el sur, Villa por el norte… y se tomaron la capital”.

Constructores
de historia popular

¿A qué se debe que estas historias sean tan populares?
“Todos los líderes de hechos políticos en que las clases populares y obreras dan vuelta la institucionalidad del país pasan a ser mitos. Las grandes guerras y las grandes batallas se transforman en mitos, en historias muy contadas. Recuerdo la película 300, protagonizada por un grupo de espartanos secos para pelear que dieron vuelta a ejércitos mucho más numerosos. Incluso en la derrota van haciendo historia”.
¿El texto de De la Parra alumbró su visión de la historia?
“Creo que ahora tengo dos o tres datos más sobre cosas importantes de la Revolución Mexicana… Pero no hay que olvidar que es una obra de teatro, de grandes pinceladas a una historia que tiene muchos detalles. No hay tiempo para penetrar en grandes profundidades”.
¿Carlitos toma partido?
“Creo que sí, desde el momento en que tiene que contar la historia de Pancho Villa. Marco Antonio toca su lado luminoso, como ícono de una sociedad, pero también el lado oscuro del ‘carnicero’, como le dicen varias veces en la obra. Mi personaje, Carlitos, le dice a Villa que está con él porque lo admira. Cuando alguien apoya una causa es porque se siente comprometido o se siente compañero de la misma causa. Eso le pasa a Carlitos: le impacta la presencia del revolucionario”

(Matucana 100. F: 682 4502. Ju. a sá., 20.00; do., 17.00. Ju. $ 2.000;
Vi. y sá. $ 5.000 y $ 3.000; do.,
1 adulto y 2 escolares $ 5.000).

LEOPOLDO PULGAR IBARRA

(Publicado en Punto Final Nº 662, del 16 de mayo, 2008)