Edición 662 - Desde el 16 al 22 de mayo de 2008
Inicio |   Favoritos | Recomendar Página | Cartas al Director | Translation |
Documento sin título
Su opinión
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Publicidad del Estado

El fallo de la Fiscalia

En esta edición

“El pueblo debe
volver a las calles”

La irrupcion
de los pobres

Salvador
Allende,
internacionalista

Las ideas de
Recabarren

En edición impresa

La erupcion
del volcán Chaitén

“Glorias navales” de asesinos y torturadores
“Accidentes” del trabajo
En defensa del pluralismo informativo
Pancho Villa
galopa de nuevo
La verdad
sobre Colombia
Visita

La erupcion
del volcán Chaitén

La erupción del volcán Chaitén ha provocado una situación extremadamente grave en Chiloé continental y en la zona de Palena. Por otra parte, la magnitud de la catástrofe es tal, que la ceniza volcánica en Argentina ha llegado a la parte sur de la provincia de Buenos Aires, cayendo sobre decenas de pueblos y ciudades. En nuestro país, los principales puntos afectados han sido Chaitén y Futaleufú. Fue necesario evacuar sus poblaciones, aunque en esta última localidad todavía permanecen decenas de familias en condiciones especialmente difíciles debido a la falta de agua. Ahora se está trasladando el ganado y hasta se intenta atender a mascotas y animales domésticos.
El gobierno reaccionó con prontitud y eficacia. La participación de Carabineros y las fuerzas armadas, en especial ejército y Marina, ha sido determinante en el buen éxito de la evacuación. Igualmente se ha contado con la colaboración de particulares dueños de transbordadores marítimos.
No faltan por supuesto los problemas, como la negativa de la empresa de Servicios Sanitarios de Los Lagos (Essal) para aceptar una planta purificadora de agua no potable que el ejército argentino puso a disposición de los habitantes de Futaleufú, en un encomiable gesto solidario. A pesar de que en el país vecino hay 24 de estas plantas en funcionamiento, Essal no aceptó su utilización por un eventual peligro de contaminación a la red de cañerías. No obstante, esta empresa ha sido incapaz de proveer de agua a los habitantes y no dispone (o no utiliza) una planta purificadora para posibles emergencias.
Los varios miles de habitantes de Chaitén, han sido distribuidos en casas de familiares, colegios y albergues en Puerto Montt y distintas ciudades y pueblos de la isla de Chiloé. El gobierno ha dispuesto un conjunto de medidas administrativas y legislativas para ayudar a esos damnificados. Aunque las actuaciones y medidas han sido positivas y deben ser destacadas, la situación se ha convertido en un inédito desafío para las autoridades y las poblaciones que han recibido a personas evacuadas. A estas últimas corresponde desplegar una efectiva solidaridad con las víctimas que les permita un gradual retorno a la normalidad. Es, sin embargo, a las autoridades a quienes cabe la mayor responsabilidad. Hay un cuadro complejo derivado de un hecho esencial. Nadie puede anticipar lo que ocurrirá en definitiva con el volcán Chaitén: si será una situación transitoria de corto plazo o de larga duración, ni qué variantes podría tener la erupción. Por lo tanto, no es posible autorizar el pronto regreso de los evacuados. Incluso se habla de un eventual traslado de Chaitén a otro lugar más seguro.
Entretanto, los afectados comienzan a dar muestras de inquietud. Se han visto de pronto desarraigados, abandonando enseres, casas y propiedades. Están sin trabajo ni colegio, sometidos a inactividad forzosa, desgajados de su propia comunidad y sumidos en la incertidumbre. Esta situación hace urgente buscar soluciones. Si necesariamente debieran ser transitorias, deberían apuntar, en todo caso, a la reconstitución futura de la comunidad chaitenina y de Futaleufú, en el mismo lugar donde se emplazan los pueblos hoy abandonados o en otro sitio. Para ello es esencial que las medidas que se adopten sean producto del diálogo entre los habitantes damnificados y las autoridades, para asegurar que sean aceptadas y cumplidas posteriormente.
Hay, con todo, lecciones que sacar. El país adolece de una falta de política de manejo territorial y de asentamientos humanos. En muchos casos impera la espontaneidad, el juego más o menos libre de las fuerzas del mercado y a veces, incluso, el caos. Son muchas las poblaciones situadas en áreas peligrosas y amenazadas por catástrofes naturales que han demostrado ser terribles. No hay un adecuado sistema de monitoreo de aluviones ni vulcanológico, en un país en que muy pocos pueblos no están cerca de un volcán. El lucro dominante contribuye a hacer más graves estos peligros. Los chilenos merecemos mucho más que lo que nos ofrece el mercado, y el Estado tiene la responsabilidad de asegurar ese derecho.

PF
(Publicado en Punto Final Nº 662, del 16 de mayo, 2008)