América Latina cambia de faz
La revolución INDIGENA
Autor:PEDRO CAYUQUEO
En Bolivia
EL presidente Evo Morales junto a Rigoberta Menchú e invitados, en las ruinas preincaicas de Tiwanaku.
A mediodía arribaron los invitados internacionales al coliseo del Colegio Don Bosco, en el centro de La Paz. Allí los esperaban las delegaciones indígenas y sindicales de la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) y de las seis federaciones cocaleras y de colonizadores del trópico de Cochabamba: una multitud de cerca de cuatro mil personas, todos convocados por el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP) para inaugurar el encuentro "Por la Victoria Histórica de los Pueblos Indígenas del Mundo".
Arribaron líderes indígenas de 120 países, invitados a celebrar la aprobación por las Naciones Unidas (ONU) de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas el pasado 13 de septiembre. Por primera vez en la historia de Latinoamérica un Estado abría sus puertas a representantes de los pueblos originarios del mundo para homenajearlos a ellos y sus luchas. Y por primera vez en la historia de Bolivia -un país gobernado históricamente por elites blancas y criollas- un mandatario aymara, el presidente Evo Morales Ayma, actuaba como anfitrión. Y por si esto fuera poco, con una revolución cultural, política, económica y social en marcha.
"Nos hemos convocado para celebrar esta victoria histórica de los pueblos originarios del mundo. Pero también para plantear nuevos desafíos, para -desde acá- plantear nuevas formas de vivir en solidaridad, de construir sociedades más justas para con nuestros pueblos... Los pueblos indígenas somos la reserva moral de la humanidad, porque nuestros pueblos no son egoístas, no son individualistas, no buscan vivir mejor perjudicando a otros... Para todos ellos nos hemos convocado, hermanos y hermanas, en esta Bolivia que los recibe con los brazos abiertos, como hijos de una misma tierra", señaló el presidente Evo Morales en su discurso de bienvenida. Junto a Morales estaban sobre el escenario líderes indígenas como Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz; Blanca Chancoso, dirigenta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), Humberto Cholango, presidente de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (Ecuarunari). Mucho más cerca de Morales, un capitán de la Fuerza Aérea Boliviana, en firme posición, custodiaba la figura de "su" comandante en jefe. El capitán era blanco y de ojos claros. Todo un símbolo de los nuevos tiempos que corren en Bolivia.
Cuando usó de la palabra, Rigoberta Menchú destacó: "Los pueblos indígenas del mundo tienen derecho a la autodeterminación, al control de su tierra y recursos naturales, señala la declaración aprobada en Naciones Unidas. Se trata de una conquista histórica del movimiento indígena mundial, pero nuestra lucha no ha terminado, hermanos y hermanas. Tenemos que hacer que los Congresos nacionales reconozcan esta declaración, porque si nos quedamos atrás, corremos el riesgo de ser aniquilados como pueblos y culturas... Desde Bolivia, capital indígena mundial, exhortamos a los Estados del mundo a reconocer estos derechos", señaló la Premio Nobel de la Paz y ex candidata presidencial de Guatemala.
BOLIVIA: MAYORIA INDIGENA
La referencia a Bolivia no era gratuita. Además de país anfitrión, constituye uno de los Estados con mayor porcentaje de población indígena del planeta. Un 76 por ciento de la población nacional, según el último censo, se reconoce como miembro de alguno de los más de veinte pueblos indígenas que viven dentro de territorio boliviano, destacando aymaras y quechuas como las colectividades mayoritarias. "Bolivia, al igual que Guatemala, ha sido un Estado que ha funcionado por siglos bajo una lógica colonial, donde una minoría blanca, criolla, ha oprimido a una mayoría indígena y mestiza, que en los últimos años ha transitado de la protesta social a la lucha por tomar el poder político de la nación. Es caso único en el continente de una revolución democrática, cultural, encabezada por un mandatario indígena. Se trata de una experiencia valiosa de conocer como indígenas, como pueblos originarios de Abya Yala", señaló Rigoberta Menchú a Punto Final. Como indígenas, conocer la experiencia de Evo Morales pareció ser la consigna de todas las delegaciones. Y desde la dirigencia del MAS, organizador de las actividades, la consigna pareció ser no defraudar esta aspiración, a pesar de tratarse de un movimiento político donde lo indígena no constituyó -al menos hasta el triunfo de 2005- su principal seña de identidad. De raigambre sindical campesina, las bases del MAS estuvieron y siguen estando constituidas principalmente por bases sindicales cocaleras y de colonizadores del trópico de Cochabamba, que si bien en su mayoría son población indígena y mestiza, están distanciadas de sustentar reivindicaciones exclusivas de un movimiento étnico.
El propio Evo Morales, aymara originario de Oruro, en la zona andina, se formó políticamente en los sindicatos cocaleros de Cochabamba, situación que años más tarde usarían sus detractores para deslegitimarlo como líder indígena en vista de su creciente influencia, incluso confrontando su imagen con otro aymara de renombre, Felipe Quispe Huanca, ex líder del Ejército Guerrillero Tupak Katari (ERTK) y quien -contrario a Morales- reivindicaba sin medias tintas la reconstrucción del Kollasuyo (parte sur del imperio inca) y el desmantelamiento de Bolivia como Estado nacional.
Entre el indianismo radical de Quispe y el pragmatismo sindical de Morales, prevaleció este último. Las razones las entrega Pablo Stefanoni, periodista y cientista político radicado en La Paz. "Si fue Evo Morales y no Felipe Quispe quien asumió como primer presidente indígena de Bolivia fue, precisamente, porque logró articular un proyecto nacional inclusivo, frente a una perspectiva 'aymaracéntrica'", señala. "La reivindicación indigenista de Evo Morales -agrega Stefanoni- se distancia notablemente del indianismo radical aymara. Se parece más a la denuncia del apartheid sudafricano de Nelson Mandela, caracterizada por demandas de inclusión, reconocimiento y posibilidades de acceso al poder de una mayoría nacional segregada por motivaciones étnicas".
Prueba de lo anterior sería su gabinete compuesto en su mayoría por ex dirigentes sindicales, intelectuales de Izquierda e, inclusive, ex militares nacionalistas. "El único ministro que se define hoy como indianista es el canciller David Choquehuanca, portador de una visión del mundo no exenta de misticismo", agrega Stefanoni. A juicio del periodista, Choquehuanca sería en verdad la cara indígena del gobierno, el nexo clave entre el Palacio Quemado y las poderosas organizaciones indígenas del altiplano aymara, uno de los sectores con menos presencia al interior del MAS y hasta hace poco, principal receptor del discurso irredentista aymara de Felipe Quispe.
Sin embargo, desde el triunfo de Morales en las elecciones generales de diciembre de 2005, cada día cobra mayor fuerza en su discurso y administración la valoración del mundo indígena y sus símbolos. "En Bolivia, si no resolvemos el problema indígena, jamás vamos a resolver el pro-blema social, cultural, económico y po-lítico en su conjunto", señaló Morales al día siguiente del acto en el coliseo del Colegio Don Bosco, esta vez frente a una multitud reunida en las ruinas de Tiwanaku, capital de una cultura pre-incaica y centro espiritual de los aymaras. Hasta allí arribó el mandatario junto a la totalidad de las delegaciones indígenas internacionales para agradecer a los dioses andinos la aprobación de la declaración universal y "honrar a los mártires de una lucha de siglos", según subrayó minutos antes de que un representante de los pueblos indígenas bolivianos pidiera un minuto de silencio en memoria de los que fueron "muertos, humillados, descuartizados durante más de 500 años de lucha por el territorio".
"Estamos aquí para celebrar la declaración, pero también para rendir homenaje a Bolivia, a sus comunidades y organizaciones indígenas. Sobre todo, a Evo, por ser el único gobernante que decide de manera concreta el destino de los pueblos originarios del mundo", destacó Rigoberta Menchú, homenajeada en dicho lugar por el Consejo Municipal de Tiwanaku.
LA COCA ES VIDA
"En la época de la Colonia dominaban los reyes y el clero. En los últimos años, dominó la oligarquía. Con la nueva Constitución de Bolivia queremos construir el poder del pueblo", subrayó Morales ante miles de personas en el municipio de Chimoré, departamento de Cochabamba. En la conmemoración de (...)
(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de "Punto Final"¨Nº 651, del 19 de noviembre de 2007. Suscríbase a PF)
Quincenalmente, los viernes,
encontrara la nueva edicion de PF en su quiosco, $800 el ejemplar
|