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en Italia
La actriz Miryam Galleguillos y las máscaras.
Es una de los que viajan a Europa para estudiar y/o perfeccionarse. A Miryam Galleguillos (28) le interesa la Comedia del Arte, por eso la milenaria Italia debía ser el país de destino.
Con un metro 50 de estatura y diez años como actriz, dice pertenecer a la “nueva generación” de cientos de egresados de las escuelas de teatro chilenas. Pero, afirma, “a diferencia de otros, anhelo hacer teatro toda la vida, qua o là (aquí o allá)”. Ahora es la única mujer de la Compagnia dell’arte, integrado sólo por actores italianos.
LA BELLA ITALIA
Miryam Galleguillos exhibió su gran expresividad corporal en Drauzio (2003) y Ausencia (2005). Pero sus estudios actuales se relacionan más con Chile pa’l mundo (autora, directora y actriz). En esta obra de calle interpretó a Pantorrilla, una payasa profesora de historia y geografía que ofrece una clase magistral sobre Chile a través de un viaje caótico, poético, hilarante e interactivo con el espectador-alumno.
Miryam ama la Comedia del Arte, nacida en pleno Renacimiento italiano. “Más allá de lo apasionante que es remontarse a estéticas y textos antiguos, mi estudio es un proceso de laboratorio para el entrenamiento actoral” (ver recuadro).
¿Cómo ha sido su relación con Italia?
“Italia es muy bella. Uno puede encontrar ciudades-monumento y tradiciones que causan impacto. Y resulta enriquecedor aprender un idioma que siempre me ha sido atractivo por su sonoridad y poesía”.
¿Y la experiencia en el norte de ese país, donde vive?
“Es la zona industrial. Detecto ausencia de ideales nobles, exceptuando a las generaciones mayores. Los traumas sociales y los grandes sufrimientos se han olvidado; los objetivos humanos son más frívolos. La vida cotidiana y su costo lleva sólo a producir. No existen instancias para pensar o reencontrarse, aunque no generalizo. Al contrario de lo que ciertos individuos me han afirmado en un tono poco cordial, considero que ciertos ‘embriones de hombres’ -como escuché que un extranjero le gritaba en la calle a uno- sufren una suerte de congelamiento emocional, mental, social”.
¿Qué cosas echa de menos?
“Extraño el trabajo con mis colegas. A veces quisiera retornar con mi gente, mis aromas, mi marraqueta, mi perrita... Pero lo haré en el momento justo para entregar lo que he aprendido”.
¿Pitutea para sobrevivir?
“Paralelo al estudio y a las actividades con la compañía, trabajo en un ristorante de propietarios chilenos, “El Chacarero”. Me uniformo con una polera que posee un corte no muy femenino, de color rojo, tan rojo como la carne que se prepara”.
¿Cómo trata al cliente?
“Esta inmigrante de 1.50 de estatura posa la rica carne en las interminables mesas con italianos semi embriagados. “Scusate. Potete fare un po’ di spazio per mettere la parrilllada, per favore… Grazieee”, les digo. Así, entre la adaptación de un canovaccio del 1530 y unas chuletas de cerdo, entre la técnica de Pulchinella y un asado de tira, entre una máscara a construir y un anticucho a la peruana, practico a Colombina”.
¿Sueños, deseos, nostalgias?
“En Chile deseo continuar con mis proyectos de teatro de calle, y seguir generando ese maravilloso encuentro entre un caminante y los actores que entregan un cuento. Nuestra cultura e historia son riquísimas: confrontarlas con el público y divertirlo será el regalo más placentero que le puedo entregar a mi alma”
LEOPOLDO PULGAR I.
(Publicado en Punto Final Nº 626, 20 de octubre, 2006)
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