|
Frei Betto y la lección cubana
Socialismo
a escala humana
Frei Betto, fraile dominico, autor de “Fidel y la religión”.
En Marianao, un barrio de La Habana, en el Centro Martin Luther King Jr. charlamos con Frei Betto. El fraile dominico brasileño, conocido por su contribución a la Teología de la Liberación y a la educación popular, viajó a Cuba para participar en las celebraciones del 20 aniversario de este centro, que muchas veces fue lugar para nuestros encuentros y para soñar las nuevas posibilidades de las batallas emancipatorias del continente. Fue también en el Centro Martin Luther King donde compartimos los esfuerzos de imaginar la revista América Libre.
Se cumplen 22 años de su libro “Fidel y la religión”. ¿Qué significó en su vida y en su fe conocer Cuba, y conocer a Fidel?
“En verdad, desde muchacho tenía admiración por la revolución cubana. Soy de la generación que tenía casi veinte años en los primeros años de la revolución. Una generación que siguió la guerra de Vietnam y a los Beatles. Para mí, Cuba era un paradigma. Después entré en la lucha armada contra la dictadura militar en Brasil. Cuando estuve preso, escuchábamos Radio Habana, para saber noticias de Brasil. Teníamos un receptor clandestino en la celda. Acompañamos así la famosa zafra azucarera de los diez millones de toneladas, que no llegaron a alcanzarse, pero nosotros hacíamos fuerza por eso. Cuba era una referencia. En mi trabajo revolucionario ayudé a varios compañeros que fueron clandestinos a Cuba. Pero no imaginaba la posibilidad de ir yo a Cuba. Hasta que en 1980 conocí a Fidel, en el primer aniversario de la revolución sandinista. Tuvimos una larga conversación, intermediada por Miguel D’Escotto (sacerdote y ex Canciller de Nicaragua. N. de PF). Fidel me invitó a Cuba, pero era muy difícil. Vivíamos todavía bajo la dictadura que en Brasil terminó en 1985. Yo había estado en la cárcel dos veces. Fidel me propuso ayudar a un acercamiento entre Iglesia y Estado en Cuba.
Al año siguiente, fui invitado como jurado del premio Casa de las Américas. Era mi primera visita. Tuve contacto con los obispos cubanos, que estuvieron de acuerdo con la propuesta de Fidel, y empecé a viajar tres o cuatro veces al año a ayudar en este proceso que culminó con la entrevista, en 1985. Viajé en febrero, de nuevo por el premio Casa de las Américas. Y en la última noche, el secretario personal de Fidel -que era Chomi-, me invitó a su casa a cenar. Tuve la intuición de que iba a haber un encuentro con Fidel. Fidel llegó a las doce de la noche, y hablamos hasta las seis de la mañana. Yo tenía el vuelo de regreso a las siete. Me impresioné mucho con lo que hablamos sobre marxismo y cristianismo, religión y revolución, socialismo y espiritualidad. Me impresioné con las ideas muy heterodoxas que tenía Fidel, comparadas con otros comunistas amigos míos de Brasil y Europa. Diría que eran ideas mucho más revolucionarias, porque partían de un horizonte político, no de conceptos abstractos.
Yo tenía intención de escribir un librito para los jóvenes brasileños, presentando el socialismo cubano. Expuse este proyecto a Fidel, y le pregunté si estaba dispuesto a repetir para una entrevista, en el posfacio, esas afirmaciones suyas sobre cristianismo y socialismo. Dijo: ‘Sí, estoy dispuesto, no hay problema. ¿Cuándo puedes venir de nuevo?’. ‘Bueno, ¿puede ser en mayo?’ pregunté.
Efectivamente en mayo partí a Cuba. Cuando llegué, al día siguiente comenzó a emitir, desde Miami, Radio Martí. Fidel me dijo que no iba a haber entrevista, porque estaba concentrado en eso. Yo me sentí como el viejo de Hemingway, en El viejo y el mar. O voy a pescar ahora este tiburón, o nunca más. Ante mi insistencia, Fidel me preguntó: ‘¿Qué clase de preguntas me quieres hacer?’. Yo había preparado una lista de 64 preguntas. Leí las cinco primeras, y él dijo: ‘Mañana empezamos’. Quizás Fidel esperaba que yo fuese a hacer preguntas muy teóricas. Yo empecé por lo vivencial. Creo que eso le gustó. Hablar desde su vida y no desde sus conceptos. A pesar de que en el libro están también sus pensamientos, sus reflexiones, pero tienen como base una experiencia de vida, de lucha, de militancia. Así se hizo el libro, del que se han vendido en Cuba un millón de ejemplares, y en el mundo unos dos millones de ejemplares en 23 idiomas de 32 países. Un éxito. Sobre todo para ayudar a parar el prejuicio de los comunistas y el miedo de los creyentes”.
CUBA PRE FIDEL
Más allá del libro, usted ha sostenido diálogos con Fidel durante todos estos años. ¿Qué impresión tiene sobre su personalidad, su rol en la historia?
“Ahora con la enfermedad de Fidel, mucha gente se pregunta por Cuba post Fidel. Mi reflexión es justamente al revés. Me pregunto por Cuba pre Fidel. Fidel es un hombre-ejemplo de hombre nuevo, de revolucionario, de una persona que ha dedicado su vida a liberar a un pueblo y a otros pueblos, por su solidaridad con los países pobres del mundo. Entonces, hablo de Cuba pre Fidel, porque mi sueño es que todos los cubanos y todos nosotros, revolucionarios, militantes de Izquierda, logremos ser un día como Fidel. En el sentido de que Cuba hace todavía una transición, porque 48 años es muy poco en la historia hacia el socialismo en un mundo globocolonizado, con paradigma neoliberal y toda una cultura excesivamente capitalista, que además viene al encuentro de nuestras tendencias más negativas, que son típicas del capitalismo, como el egoísmo.
Hablar de Cuba, hablar de Fidel, es hablar de cómo vamos a ayudar a este país a reinventar el socialismo, después del desplome del Muro de Berlín, de la Unión Soviética, después de los caminos muy raros que China ha abrazado. Lo que se plantea para nosotros es cómo reinventar el socialismo. En el sentido de que el socialismo, antes que un proyecto de desarrollo, tiene que ser un proyecto de humanidad, de civilización, de virtudes humanas. Creo que Fidel se ha adelantado en la historia. Va a ser siempre un ejemplo, como el Che, que ha dado su vida por los más pobres.
Yo pienso que Fidel ha creado una sociedad socialista que se mantiene porque supo cultivar valores muy originales.
Por ejemplo, la primera vez que vine a Cuba, esperaba encontrar en cada esquina un busto de Marx o de Lenin. Y encontré a un señor pelado, con unos bigototes (José Martí) que yo no conocía. Brasil en ese momento estaba de espaldas a América Latina. El proceso de latinoamericanización del Brasil estaba recién empezando. Me di cuenta que esta revolución era mucho más martiana que marxiana. Ha utilizado la teoría de Marx en la construcción de su proyecto socialista, pero el pensamiento de José Martí tiene más raíz, es mucho más fuerte en este país que todas las teorías marxistas y leninistas. Esto para mí explica cómo Cuba pudo resistir a las presiones de la globocolonización y del imperialismo. Porque no se creó aquí un modelo mimético del modelo patriarcal burgués. Uno de los errores de la revolución soviética fue cambiar el sistema sin cambiar el modelo. El modelo soviético era un modelo zarista. Los carruajes del zar fueron sustituidos por los automóviles lujosos del Kremlin. Y la nomenklatura era como la corte zarista. Lamentablemente, es una tendencia en la historia: cuando un grupo llega al poder, como pasó en la revolución francesa, tiene la tendencia a mimetizarse con su antecesor; con nuevo lenguaje y nuevas intenciones, pero las estructuras básicas son los restos políticos, la reproducción, de su antecesor. En Cuba no hubo esto. Cuba pudo crear una revolución original, que mantuvo incluso la religiosidad de su pueblo.
Acá no hubo una represión a la religión por ser religión. Hay respeto por el sincretismo religioso cubano. Toda la vena poética, musical, humorística de la cubanidad, todo eso ha sido valorado por la revolución. Eso explica por qué, a pesar de todas las presiones y dificultades, Cuba queda como un ejemplo. A pesar de que hoy Cuba es una cuádruple isla: una isla geográfica, una isla por ser el único país socialista de Occidente, una isla por estar bloqueada por EE.UU. y una isla por tener un modelo de sociedad que al mismo tiempo es único, y es solidario con todos los pobres del mundo. Cuba tiene maestros y médicos en más de cuarenta países del mundo. Creo que esto crea un ejemplo y una esperanza para nosotros, que queremos construir un nuevo proyecto civilizatorio”.
EL ROL DE LA PERSONALIDAD
¿Qué relación existe entre el rol de determinadas personalidades y los procesos populares? ¿Cuáles son los rasgos de la personalidad de Fidel que han contribuido a imprimir este carácter a la revolución cubana?
“Estoy convencido de la importancia de la personalidad en la historia. A pesar de que no es un elemento único. Voy a hacer una comparación. Los lingüistas dicen que todos los idiomas tienen una matriz única, una estructura de lenguaje que se mantiene en todos los idiomas. Hace poco se descubrió en Brasil un grupo indígena que rompe todos los esquemas, porque son capaces de hacerse entender por el canto o por el silbido, por la musicalidad, por la entonación, sin utilizar sustantivos y adjetivos, sin construir una sentencia oral. Esto es absolutamente una revolución lingüística. Un antropólogo y lingüista francés que pasó ahí diez años hace poco sacó un libro con el resultado de sus investigaciones y revolucionó los conceptos anteriores.
Voy a decir entonces que no siempre en todas las culturas un individuo va a tener mucha importancia. Quizás vamos a llegar a un tiempo en que la experiencia comunitaria de compartir sea más importante. Como para los indígenas mismos. Para ellos el sentido de pueblo es mucho más importante que el sentido de persona, de individuo. Y ellos se reconocen en la comunidad. Nosotros no, por la cultura cristiana, que está muy centrada en la personalización de Dios. Entonces tenemos la tendencia a exaltar a las personas, y efectivamente creemos mucho más en ejemplos vivenciales que en conceptos doctrinales. Ningún partido nos convence por tener el mejor estatuto, el mejor programa. Nos convence por tener los mejores militantes, aquellos que dan un ejemplo de amor al prójimo, a la colectividad, a un futuro de socialización de los bienes. En ese sentido, Fidel ha sido una figura preponderante. Va a dejar un ejemplo. Entonces se trata de que la revolución sepa cultivar esta herencia, este ejemplo, como hacemos hoy con el Che. Este año estamos conmemorando cuarenta años de su muerte, pero él sigue vivo en la memoria de los pueblos, en nuestro inconsciente colectivo. Nuestra tarea revolucionaria es mantener esta llama viva, como vamos a mantener la llama de aquellos que son ejemplo para nosotros”.
RECUERDO DE
CARLOS MARIGHELLA
Hace poco se estrenó en Brasil “Bautismo de sangre”, una película sobre la dictadura realizada a partir de su libro del mismo nombre. Siguiendo con el recuerdo de algunos imprescindibles, esta película nos trae también la memoria de Marighella.
“Efectivamente, Bautismo de sangre fue un libro que me llevó diez años, del 73 al 83, porque quise recordar, visitar, todos los lugares de un grupo de frailes dominicos que en Brasil se unieron a la Acción Liberadora Nacional (ALN) de Carlos Marighella, un gran revolucionario. Participamos como grupo de apoyo de la guerrilla urbana. Ayudamos a preparar la guerrilla rural que no llegó a realizarse desde la ALN.
Bautismo de sangre es una narración de todos los hechos que involucraron a los dominicos. Incluso de la muerte de Marighella, la manera como fue muerto, y el drama de la tortura de Frei Tito, que acabó suicidándose para evitar caer en la desesperación. Hay una frase que él escribió en su Biblia, que la película subraya: ‘Es mejor morir que perder la vida’. Se mató para no perder la vida, para no perder el control sobre sí mismo. Bautismo de sangre impacta mucho, porque de todas las películas que se hicieron en Brasil sobre la dictadura militar, ninguna es tan realista, tan fuerte. Ninguna va tan profundamente a los bastidores de lo que ha sido la dictadura, a la profundidad de la subjetividad humana de las víctimas de la dictadura.
Marighella fue militante comunista en Bahía, hijo de obreros. El padre era obrero italiano, la madre negra, hija de esclavos. El era un hombre muy inteligente, que en alguna ocasión, cuando entró a la Facultad de Ingeniería -no terminó su carrera por la militancia-, hizo una prueba de química en versos. Tenía una capacidad poética muy grande. Ya en la dictadura de Getulio Vargas, en los años 40, estuvo prisionero por su militancia en el Partido Comunista, y era conocido como aquél que en la tortura no hablaba. Marighella rompió con el PC después que vino la dictadura del 64, porque el partido optó por una vía no armada, y Marighella -desde mi punto de vista con mucho acierto-, vio que no era posible en ese momento una vía pacífica, cuando había una represión brutal y la única respuesta tenían que ser las armas.
Yo tengo el orgullo de haber luchado a su lado, de haber participado de su organización revolucionaria. Reconozco que teníamos todo. Teníamos ideología, teníamos coraje, teníamos idealismo, teníamos dinero de las expropiaciones bancarias. Lo único que no teníamos era lo esencial: no teníamos el apoyo del pueblo. Pero ha sido importante también esa lucha para después reconocer que había que cambiar nuestros métodos. Y efectivamente, luego de pasar por las experiencias de lucha armada y de la cárcel, pudimos encontrar en Brasil un camino que nos ha conducido a la redemocratización y a la construcción de un movimiento popular, como es hoy el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST). Y el propio hecho de Lula, un sindicalista, un obrero metalúrgico, que llega a la Presidencia de la República, es fruto de una acumulación de fuerzas que empezó desde la autocrítica que hicimos en la cárcel, y posibilitó el crecimiento de un movimiento popular con la inserción muy significativa de los sectores cristianos más pobres, y por lo tanto del pueblo, a través de las comunidades eclesiales de base”.
SOCIALISMO
DEL SIGLO XXI
Usted hablaba del socialismo, más que como un proyecto de desarrollo como un proyecto de humanidad. Conoció “los bastidores del socialismo” (nombre de otro de sus libros). Hoy vuelve a discutirse el proyecto socialista en América Latina. Si tuviera que pensar cuáles fueron los principales errores del socialismo en el siglo XX, y qué debería ponerse en discusión en la actualidad, ¿qué propondría?
“Yo creo que el principal error, el pecado original del socialismo que empezó en Rusia, fue el abandono del proyecto de protagonismo de los soviets. El momento en que el proyecto de tener como punta de lanza a los soviets fue descartado, empezó el mimetismo con el zarismo. La estructura del PCUS, después de la muerte de Lenin, pasó a ser autocrática, de arriba hacia abajo. Con eso se comprometió el proyecto de democracia socialista. Ningún proyecto humano puede tener éxito si no hay un mecanismo permanente de crítica y autocrítica, de evaluación, de percibir errores. Cuando este proyecto tiene como paradigma los avances del capitalismo, es peor todavía. Creer que socialismo es electricidad, o carrera espacial, o los misiles nucleares, no es socialismo. Socialismo es crear hombres y mujeres nuevos. Creo que la centralidad del ser humano es fundamental para no perder la dimensión de lo que es el socialismo. No podemos sacrificar a nadie en función del desarrollo, de programas de mejorías materiales. Hoy el socialismo se construye como proceso de perfeccionamiento de la democracia, y la democracia se perfecciona con cada vez más participación popular. Esto significa que fortalecer al movimiento popular es la tarea más importante en este momento para lograr este avance civilizatorio, y por lo tanto lograr la conquista de una sociedad socialista”
CLAUDIA KOROL
(Publicado en “Punto Final Nº 650,26 de octubre, 2007)
Volver | Imprimir
| Enviar
por email |