Edición 650 - Desde el 26 de octubre al 8 noviembre de 2007
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Observatorio Político
La Pesadilla de la Derecha

Autor: MANUEL SALAZAR SALVO

LA presidenta Michelle Bachelet participó en la inauguración del V Congreso Ideológico del PDC. En la foto aparece junto a la ex ministra de Educación, Mariana Aylwin, la senadora y presidenta del partido, Soledad Alvear y los ex presidentes de la República, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

El Quinto Congreso Ideológico del Partido Demócrata Cristiano puso en evidencia el verdadero trasfondo de la política chilena, oculto por los intentos de la Alianza por Chile y de un sector considerable de la Concertación, para que ese necesario debate permanezca sumido en las sombras y no logre entusiasmar a la ciudadanía, cada vez más distante de los acuerdos cupulares de las elites gobernantes.
La reacción inmediata de la derecha fue blandir el fantasma de la Unidad Popular y la eventual “izquierdización” del PDC, ignorando por completo los temas que después de más de 15 años aparecieron nuevamente en el centro de las preocupaciones de los dirigentes falangistas.
¿Cuáles fueron los principales temas tratados en el congreso del PDC? Una nueva Constitución para Chile; una revisión a fondo del modelo económico de desarrollo; la necesidad de promulgar un nuevo Código del Trabajo; el rechazo al lucro desmedido en la educación; la ampliación de la negociación colectiva por ramas productivas o grupos de empresas; la búsqueda de un sistema de pensiones público sin fines de lucro; medidas para poner en el centro de la economía a las pymes; papel más protagónico de la Corfo y del BancoEstado en la ayuda a los pequeños y medianos productores; mayor capacitación y oportunidades para los trabajadores; fiscalización rigurosa de la concentración de la riqueza de los monopolios, duopolios y oligopolios, etc. Es decir, avanzar hacia un modelo político más democrático, socialmente más justo y solidario, y económicamente posneoliberal.
El escenario de debate propuesto por la mayoría de los delegados al Congreso Ideológico del PDC provocó preocupación en la derecha. Particularmente porque su diseño estratégico se sustenta en identificarse cada vez más con la Concertación, tratando de convencer a los electores de que entre los dos grandes referentes políticos actuales no existen mayores diferencias a la hora de gobernar; la Alianza pretende hacer creer que da lo mismo quien ocupe La Moneda, porque existe un supuesto gran acuerdo, un marco general para mantener el actual modelo de desarrollo.
Tanto Sebastián Piñera como la dirigencia dominante de la UDI no han propuesto medidas concretas ni cambios sustanciales. Lo que plantean es llegar a “acuerdos” para solucionar problemas específicos y mediatizados a diario por la agenda informativa que ellos también sugieren y controlan.
Esos “acuerdos” apuntan siempre en la misma dirección: seguridad ciudadana, el Transantiago, educación, salud y trabajo, ámbitos a los que suman ocasionalmente los temas que más complican al gobierno, la corrupción y mala gestión.

DOS CAMINOS Y UN DESTINO

 

Casi todas las encuestas indican que, poco más o menos, un 20 por ciento de la población se declara concertacionista y otro 20, aliancista; un pequeño porcentaje se identifica con posiciones más a la Izquierda y la enorme mayoría, más de un 45 por ciento, se proclama independiente. En este escenario, la Alianza por Chile calcula que, salvo un desplome mayúsculo del oficialismo, será difícil que la derecha logre llegar a La Moneda. Entonces trazaron dos caminos para intentar variar el equilibrio de fuerzas: uno, encarnado en la teoría del desalojo levantada por Andrés Allamand; el otro, el bacheletismo-aliancista, esgrimido por Joaquín Lavín.
El primero es claro. Se trata de cuestionar permanentemente como un todo los errores y las falencias de los gobiernos de la Concertación, reuniendo en un solo paquete los traspiés más notorios de las cuatro administraciones oficialistas. Allamand, quizás recogiendo las experiencias de sus propios fracasos políticos, optó por una oposición frontal y beligerante, arraigada en los sectores productivos más vinculados a las actividades agropecuarias y a los grandes conglomerados empresariales. Lavín, en tanto, influido probablemente por su reciente experiencia en los campus universitarios, inventó una fórmula para aproximarse al universo de los desencantados y de los marginados. Consiste en una especie de eclecticismo renovado, que busca superar el marco de los dos principales referentes políticos en aras de una colaboración recíproca que permita prolongar el modelo de desarrollo con algunos maquillajes previamente acordados.
El ex alcalde de Santiago declaró a La Nación el domingo 21: “He planteado una propuesta de fondo. No son palabras. Tiene que ver con pensar Chile en grande y con una nueva mirada de la política. Para avanzar como país, en el momento en que Chile está, la única alternativa es con acuerdos. Esas no son palabras, no es flor de un día ni algo que va a durar dos semanas. El mundo moderno es así y estoy convencido de que esta nueva política va a llegar a Chile para instalarse”.
Ese mismo día, en una entrevista en La Tercera, añadió: “De una cosa estoy convencido: el próximo presidente, sea de la Alianza o de la Concertación, va a tener que hacer un gobierno de unidad nacional y deberá integrar gente que piensa distinto. Eso va a ser sí o sí, porque es la única manera de avanzar”.
Un gobierno de unidad nacional es posible sólo a partir de una crisis política o social grave, situación que está lejos de ocurrir en Chile. Los indicadores económicos y de desarrollo, en prácticamente todos los sectores, colocan al país en una posición de crecimiento. No se vislumbra, por ahora, un contexto de emergencia que obligue al gobierno de Michelle Bachelet, o a la Concertación, a pedir la colaboración de la Alianza o de parte de ella para mantener funcionando al país. Por el contrario, es mucho más probable que de prosperar esfuerzos como el del PDC en su Congreso Ideológico, los partidos del conglomerado oficialista ingresen en un ciclo de renovación que les permita proponer al país nuevas fórmulas y programas de gobierno que corrijan los desequilibrios y las desigualdades observados hasta ahora.

EL PAIS IMAGINARIO

 

Los asesinatos de dos carabineros no significan que la delincuencia o la inseguridad ciudadana hayan sobrepasado el orden establecido. Chile se ubica entre las naciones con menores índices de criminalidad en el continente, y ello lo reconocen visitantes e inmigrantes llegados al país, como los organismos internacionales. No obstante, la mayoría de los medios de comunicación de la derecha mantiene en su horizonte programático el tema de la violencia como eje fundamental de sus contenidos. Y no sólo lo manosean en los espacios noticiosos, sino que también cuando se supone están tratando de esparcimiento o información general.
El cóctel que ofrece la televisión es ya muy conocido: violencia, sexo y farándula.
En el horario matinal y entre las 14.00 y 21.00 horas, en la televisión abierta desfilan dramones, cuerpos semidesnudos y escandalillos del espectáculo, generosamente auspiciados por las empresas que fomentan el consumo y el endeudamiento masivo. En tanto los suscriptores de los canales por cable tienen decenas de alternativas para elegir un programa que satisfaga sus necesidades e intereses. Televisión abierta homogénea, simple y burda para los sectores populares; cultura entretenida y esparcimiento sano, para los grupos sociales más acomodados. Esa es la realidad que la derecha desea mantener. “Es lo que la gente pide”, dicen los responsables de programación
Existe cada vez mayor coincidencia en que uno de los factores que retrasa el desarrollo del país es la escasa capacitación de los trabajadores de los ámbitos primarios de la economía. Se requiere -sostienen los expertos- que los obreros, para acceder a niveles productivos más modernos, entiendan lo que leen y aprendan el manejo de herramientas tecnológicas y conceptuales básicas. ¿Está dispuesta la derecha a gravar las ganancias de las grandes empresas para crear un fondo de capacitación laboral más dinámico y eficiente?
Especialistas en enseñanza han concluido que si el país no realiza una verdadera revolución educativa en los niveles prebásicos y primarios, difícilmente avanzará a estadios de mayor desarrollo. El oficialismo y la oposición llevan 17 años discutiendo cómo hacerla y aún no se ponen de acuerdo.
En el ámbito de la salud, desde hace tiempo hay coincidencia en que la medicina preventiva es el más rápido camino para controlar la presión sobre los (…)

(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de“Punto Final”, Nº 650, 26 de octubre, 2007. Suscríbase a PF)

 


 

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