EL RONCO RUIDO
del infierno
Autor: MANUEL SALAZAR SALVO
LAS directivas de la UDI y Renovación Nacional invocaron una misteriosa “amistad cívica” para ser recibidas en La Moneda. La cita reiteró el co-gobierno de facto entre la Concertación y la derecha que se inició en el gobierno anterior, con el pacto Lagos-Longueira. Este último negocia ahora con el Partido Comunista una modificación al sistema binominal.
“La doctora Michelle Bachelet parece haber olvidado su promesa de hacer ‘un gobierno ciudadano’, con la gente y para la gente, como para aquellas mujeres que marcharon orgullosas luciendo una banda presidencial en las horas sonrientes del triunfo.
Esa confianza, que era el principal patrimonio de la nueva gobernante, parece estar diluyéndose rápidamente, sobre todo en las poblaciones de Santiago, donde aquellas mismas mujeres reclaman por la falta de transporte público y por la brutal implementación del Transantiago”.
El cúmulo de errores cometidos por el gobierno en las últimas semanas ha terminado por develar lo que desde hace algunos meses era una temida y lacerante sospecha: las decisiones de La Moneda se toman con la impericia propia de los novatos.
La traumática puesta en marcha del Transantiago, que podría desembocar en protestas ciudadanas de impredecibles consecuencias, creó una enorme duda sobre las capacidades de los equipos técnicos articulados desde La Moneda. Hasta ahora no se sabe quiénes son los responsables de los problemas de diseño y planificación del Transantiago. Tampoco se conocen el detalle de las inversiones y costos reales que demandará poner a punto el sistema. Los “chapulines” del caso siguen impunes y en la oscuridad de las complicidades burocráticas.
Al caos cotidiano, entre atochamientos vehiculares y la desesperación rayana en la histeria de las personas por llegar a sus trabajos o retornar a sus casas, se sumaron tres ingredientes que terminaron por arruinar el primer aniversario gubernamental: la remoción del embajador chileno en Venezuela, Claudio Huepe, por decir en público lo que todos comentaban en privado; la sorprendente censura al documental Epopeya, sobre la guerra del Pacífico que iba a ser emitido por Televisión Nacional de Chile y, el descuidado nombramiento de una nueva directora para Chiledeportes, que duró en el cargo sólo 28 horas. Fueron una escalada de equívocos e improvisaciones que sumió al oficialismo en un mayor desconcierto.
Estos tres casos involucraron a miembros del Partido Demócrata Cristiano: el ex embajador en Caracas, Claudio Huepe, el canciller Alejandro Foxley, y la sicóloga Loreto Ditzel, recomendada por Soledad Alvear, presidenta de la DC y entrevistada por el ministro del Interior, Belisario Velasco, también DC, antes de cursar su nombramiento al frente de Chiledeportes.
Huepe cometió un pecado imperdonable al revelar el contenido de una conversación privada con la presidenta Bachelet, y tuvo que desdecirse y renunciar. El canciller Foxley, aparentemente, no midió las consecuencias de su petición al presidente del directorio de TVN, Francisco Vidal, respecto a la emisión de Epopeya ni tampoco sopesó en su justa medida la importancia del documental censurado; Alvear y Velasco, por su parte, fueron mal o parcialmente informados sobre los antecedentes de Loreto Ditzel y, en particular, de sus vínculos con el “caso Spiniak”, uno de los mayores estercoleros judiciales de los últimos años.
De estos casos, los más graves son los dos últimos. El canciller Foxley ha acumulado varios errores y su gestión, según los especialistas, ha sido muy errática y más opaca de lo que prometían sus antecedentes como ex senador, ex ministro, ex presidente de la DC, etc.
El nombramiento de Ditzel, en tanto, reveló que su nombre fue impuesto por la DC con el tradicional criterio de los cuoteos tan criticados. Su única aproximación al quehacer deportivo era “trotar por las mañanas”. Colateralmente, la designación de la sicóloga dejó entrever que Chiledeportes no tiene una dependencia clara: el ministro secretario general de Gobierno, Ricardo Lagos Weber, su presunto jefe, no tuvo injerencia alguna en la nominación.
LAS RESPONSABILIDADES
Hasta ahora los asesores y estrategas de imagen de la presidenta Bachelet han apostado a que su popularidad personal la mantiene inmune frente a los errores de su gobierno. Por ello la ubican cada vez más distante de los periodistas y de la gente: casi no contesta preguntas y los actos a los que acude están cuidadosamente controlados. En los ministerios cunde una verdadera paranoia cada vez que los consejeros de la mandataria programan una actividad que los involucra. Se cambia una y otra vez el programa, las fechas y horarios; en muchas ocasiones se suspenden a último momento actos previstos con semanas de antelación.
Los reporteros que cubren “La Copucha”, oficina de prensa de La Moneda, se quejan de la frecuente improvisación, de los constantes cambios de decorados y escenografías, de la alteración de los programas y de la cada vez más obsesiva preocupación de los asesores de Bachelet por las cámaras de televisión.
También se aprecia una creciente tendencia a evitar la identificación de los responsables de los tropiezos y a demorar decisiones relevantes. Casi un año ha tardado el nombramiento del nuevo Contralor General de la República; aparentemente nada se ha hecho para reorganizar Chiledeportes; se ignora gran parte del trabajo desarrollado por las numerosas comisiones que se han formado; hay poca claridad sobre las iniciativas legislativas; poco o nada se sabe de la nueva institucionalidad que se preocupará de la seguridad ciudadana.
En el balance del primer año de gestión de Michelle Bachelet en La Moneda, prácticamente todos los analistas coinciden en que una falencia medular del gobierno es el rudimentario manejo de las comunicaciones de la mandataria, que lentamente ha ido socavando la solidez de sus discursos y actuaciones iniciales.
Otra gran debilidad es el escaso peso político de sus asesores más cercanos. Los tres ministros que trabajan en La Moneda (salvo Belisario Velasco en el ámbito de la seguridad pública) no poseen la experiencia ni destreza de anteriores minis- tros de la Concertación. Esto parece cada vez más evidente, por lo que están empezando a reiterarse las peticiones para que la presidenta Bachelet haga un cambio de gabinete, esta vez más profundo (….)
(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 635 de "Punto Final", 23 de marzo de 2007)
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