Elecciones
en Uruguay
IZQUIERDA
y sentido común
Autor: RAUL ZIBECHI
En Montevideo
DOCTOR Tabaré Vázquez: el 31 de octubre
será elegido presidente del Uruguay
Desde el punto de vista de las alianzas, del programa y las
estrategias, la Izquierda política uruguaya, agrupada
en el “Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría”,
es una fuerza de centroizquierda, que incluye desde los revolucionarios
radicales hasta personalidades de centroderecha. Pero si la
observamos desde la base, estamos ante una extensa red sociocultural
que llega a todos los rincones del país y a todos los
sectores sociales, e incluye las más diversas manifestaciones
de la vida: desde las relaciones familiares hasta el deporte
y la cultura.
Una y otra realidad han conseguido convivir en armonía
-no exenta de desencuentros puntuales- del mismo modo que
los diversos sectores que componen la alianza han alcanzado
formas de cohabitación estables y duraderas, sobre
la base de dejar de lado las disputas ideológicas y
concentrar fuerzas en la conquista del gobierno.
LA UNIDAD COMO ESTRATEGIA
Cuando fue fundado en 1971, el Frente Amplio recogió
dos de las tres tradiciones de la Izquierda uruguaya: comunistas
y socialistas, unidos por primera vez, quedando fuera sólo
las corrientes anarquistas(1). En esa alianza, participaron,
desde el comienzo, sectores que se identificaron con la lucha
armada del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
Hasta ahí se trataba de los acuerdos habituales en
la Izquierda. Sin embargo, confluyó también
la Democracia Cristiana (que en otros países, y en
esos años, rechazó cualquier colaboración
con la Izquierda), y sectores desgajados de los partidos tradicionales,
entre ellos destacados ex ministros como Zelmar Michelini,
y grupos nacionalistas, o blancos, que abandonaron su partido
en diversos momentos de los conflictivos años 60.
Sellar la unidad de semejante heterogeneidad, no fue sencillo.
Fueron los comunistas quienes mostraron mayor flexibilidad
para atraer aliados, cediendo en los puntos que provocaban
más fricciones. La Izquierda tuvo habilidad para colocar
a su frente -en un momento de gran polarización política
con la guerrilla y los sindicatos- a un general de larga y
destacada carrera en las fuerzas armadas: Liber Seregni. Desconocido
hasta el momento en que fue proclamado como candidato a la
presidencia por el Frente Amplio, Seregni mostró condiciones
de estratega, priorizando la negociación y el diálogo
por sobre la confrontación y el ensanche del espectro
de alianzas sin medir las opciones ideológicas; actitudes
que, en su momento, pudieron ser atacadas por excesivamente
pragmáticas, pero que rindieron casi siempre
(....)
Una Izquierda para la estabilidad
Desde los sucesos del 19 y 20 de diciembre en Argentina, densos
nubarrones comenzaron a amenazar la sociedad uruguaya. A comienzos
de enero de 2002, el gobierno uruguayo implementó sus
primeras medidas de ajuste para hacer frente a problemas inminentes.
En esa ocasión, el diputado José Bayardi, del
sector del Frente Amplio (FA), Vertiente Artiguista (VA),
trazó un panorama por el que transitaría toda
la Izquierda: “Es claro que esta fuerza política
no llega al gobierno en un escenario de inestabilidad. La
contradicción caos-orden favorece a Sanguinetti”,
o sea a la derecha(1). Refleja dos preocupaciones: la estabilidad
y ganar las elecciones de 2004 para llegar al gobierno.
Diversos sectores del Frente Amplio comenzaron a plantear
el riesgo de una “argentinización”, lo
que valoraron como “terrible”. Los senadores Danilo
Astori, de Asamblea Uruguay (AU), y Enrique Rubio, de la VA,
coincidieron en apuntar varios problemas en esa dirección:
la deslegitimación del sistema político, un
posible estallido social y la ruptura de puentes con la derecha.
“No prefiero que los partidos tradicionales queden frente
a la gente en niveles atroces de deslegitimación”,
dijo Rubio, por lo que propuso tenderles puentes y no confrontar
con el gobierno. Para ambos se trataba de proteger la credibilidad
del sistema político, evitando un mayor desprestigio
del Partido Colorado y del Nacional. En paralelo, reclamaron
planes alimentarios para los más pobres, para evitar
el “serio riesgo” que podía llegar a correr
la democracia(2).
El 16 de abril, el PIT-CNT realizó una gran manifestación
junto a decenas de gremios empresariales, entre los que destacaban
la Federación Rural y las asociaciones de los grandes
productores de carne y lana, arroceros, lecheros, y una veintena
de agremiaciones rurales y urbanas, que conformaron la “Concertación
para el Crecimiento”, que contó con el apoyo
del FA y sectores del Partido Nacional. Este tipo de confluencia
era la deseada tanto por la central sindical como por la Izquierda,
aunque en esas fechas Astori seguía alertando que aislar
al gobierno era “democráticamente muy peligroso”(3).
En mayo, cuando el retiro de depósitos bancarios amenazaba
provocar un caos financiero y económico, varios dirigentes
del FA alertaron sobre “comentarios” que se escuchaban
en la calle acerca de posibles saqueos a supermercados. Tabaré
Vázquez se mostró preocupado por el “descrédito
que tiene la ciudadanía en el sistema político”
y un dirigente del Movimiento de Participación Popular,
liderado por el senador tupamaro José Mujica, señaló
que temía un “vacío de poder”(4).
A comienzos de julio, cuando la situación era muy difícil,
Tabaré Vázquez señaló lo que sentían
los dirigentes y buena parte de los militantes de Izquierda:
“La próxima elección se va a definir entre
el caos y el orden. Entre el caos de los gobiernos de coalición
o el orden de un proyecto de país con trabajo, con
justicia social, un proyecto serio, responsable, capaz de
ser llevado adelante” Y acotaba: “Nosotros no
apostamos a los estallidos (…), apostamos a la denuncia,
a la oposición, a la movilización ordenada,
no a la explosiva. Una manifestación ordenada es mucho
más efectiva que el estallido social”(5).
Durante la campaña para las elecciones internas del
pasado 27 de junio, Tabaré Vázquez propuso al
presidente del BID, Enrique Iglesias, como ministro de Economía
de un gobierno de Izquierda. Luego de las internas, los principales
dirigentes de la Izquierda emprendieron un viaje que los llevó,
entre otros destinos, a Washington, donde se entrevistaron
con los máximos jerarcas del FMI y del Banco Mundial,
con el objetivo de calmar a los mercados y evitar sacudones
como los que afrontó Brasil durante la campaña
electoral que llevó a Lula a la presidencia. Vázquez
le propuso a Iglesias el ministerio de Economía. Iglesias
no aceptó pero se mostró dispuesto a apoyar
la gestión gubernamental de la Izquierda. “Apoyaré
en un 101%”, dijo el presidente del BID
1. Semanario Búsqueda, 10 de enero
de 2002.
2. Búsqueda, 21 de marzo de 2004.
3. Búsqueda, 11 de abril y 2 de mayo de 2002.
4. Búsqueda, 9 de mayo de 2002.
5. Búsqueda, 4 de julio de 2002.
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