Edición 579 - Desde el 29 de Octubre al 11 de Noviembre de 2004
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Elecciones en Uruguay
IZQUIERDA
y sentido común

Autor: RAUL ZIBECHI
En Montevideo


DOCTOR Tabaré Vázquez: el 31 de octubre será elegido presidente del Uruguay

Desde el punto de vista de las alianzas, del programa y las estrategias, la Izquierda política uruguaya, agrupada en el “Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría”, es una fuerza de centroizquierda, que incluye desde los revolucionarios radicales hasta personalidades de centroderecha. Pero si la observamos desde la base, estamos ante una extensa red sociocultural que llega a todos los rincones del país y a todos los sectores sociales, e incluye las más diversas manifestaciones de la vida: desde las relaciones familiares hasta el deporte y la cultura.
Una y otra realidad han conseguido convivir en armonía -no exenta de desencuentros puntuales- del mismo modo que los diversos sectores que componen la alianza han alcanzado formas de cohabitación estables y duraderas, sobre la base de dejar de lado las disputas ideológicas y concentrar fuerzas en la conquista del gobierno.

LA UNIDAD COMO ESTRATEGIA

Cuando fue fundado en 1971, el Frente Amplio recogió dos de las tres tradiciones de la Izquierda uruguaya: comunistas y socialistas, unidos por primera vez, quedando fuera sólo las corrientes anarquistas(1). En esa alianza, participaron, desde el comienzo, sectores que se identificaron con la lucha armada del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Hasta ahí se trataba de los acuerdos habituales en la Izquierda. Sin embargo, confluyó también la Democracia Cristiana (que en otros países, y en esos años, rechazó cualquier colaboración con la Izquierda), y sectores desgajados de los partidos tradicionales, entre ellos destacados ex ministros como Zelmar Michelini, y grupos nacionalistas, o blancos, que abandonaron su partido en diversos momentos de los conflictivos años 60.
Sellar la unidad de semejante heterogeneidad, no fue sencillo. Fueron los comunistas quienes mostraron mayor flexibilidad para atraer aliados, cediendo en los puntos que provocaban más fricciones. La Izquierda tuvo habilidad para colocar a su frente -en un momento de gran polarización política con la guerrilla y los sindicatos- a un general de larga y destacada carrera en las fuerzas armadas: Liber Seregni. Desconocido hasta el momento en que fue proclamado como candidato a la presidencia por el Frente Amplio, Seregni mostró condiciones de estratega, priorizando la negociación y el diálogo por sobre la confrontación y el ensanche del espectro de alianzas sin medir las opciones ideológicas; actitudes que, en su momento, pudieron ser atacadas por excesivamente pragmáticas, pero que rindieron casi siempre
(....)



Una Izquierda para la estabilidad


Desde los sucesos del 19 y 20 de diciembre en Argentina, densos nubarrones comenzaron a amenazar la sociedad uruguaya. A comienzos de enero de 2002, el gobierno uruguayo implementó sus primeras medidas de ajuste para hacer frente a problemas inminentes. En esa ocasión, el diputado José Bayardi, del sector del Frente Amplio (FA), Vertiente Artiguista (VA), trazó un panorama por el que transitaría toda la Izquierda: “Es claro que esta fuerza política no llega al gobierno en un escenario de inestabilidad. La contradicción caos-orden favorece a Sanguinetti”, o sea a la derecha(1). Refleja dos preocupaciones: la estabilidad y ganar las elecciones de 2004 para llegar al gobierno.
Diversos sectores del Frente Amplio comenzaron a plantear el riesgo de una “argentinización”, lo que valoraron como “terrible”. Los senadores Danilo Astori, de Asamblea Uruguay (AU), y Enrique Rubio, de la VA, coincidieron en apuntar varios problemas en esa dirección: la deslegitimación del sistema político, un posible estallido social y la ruptura de puentes con la derecha. “No prefiero que los partidos tradicionales queden frente a la gente en niveles atroces de deslegitimación”, dijo Rubio, por lo que propuso tenderles puentes y no confrontar con el gobierno. Para ambos se trataba de proteger la credibilidad del sistema político, evitando un mayor desprestigio del Partido Colorado y del Nacional. En paralelo, reclamaron planes alimentarios para los más pobres, para evitar el “serio riesgo” que podía llegar a correr la democracia(2).
El 16 de abril, el PIT-CNT realizó una gran manifestación junto a decenas de gremios empresariales, entre los que destacaban la Federación Rural y las asociaciones de los grandes productores de carne y lana, arroceros, lecheros, y una veintena de agremiaciones rurales y urbanas, que conformaron la “Concertación para el Crecimiento”, que contó con el apoyo del FA y sectores del Partido Nacional. Este tipo de confluencia era la deseada tanto por la central sindical como por la Izquierda, aunque en esas fechas Astori seguía alertando que aislar al gobierno era “democráticamente muy peligroso”(3).
En mayo, cuando el retiro de depósitos bancarios amenazaba provocar un caos financiero y económico, varios dirigentes del FA alertaron sobre “comentarios” que se escuchaban en la calle acerca de posibles saqueos a supermercados. Tabaré Vázquez se mostró preocupado por el “descrédito que tiene la ciudadanía en el sistema político” y un dirigente del Movimiento de Participación Popular, liderado por el senador tupamaro José Mujica, señaló que temía un “vacío de poder”(4).
A comienzos de julio, cuando la situación era muy difícil, Tabaré Vázquez señaló lo que sentían los dirigentes y buena parte de los militantes de Izquierda: “La próxima elección se va a definir entre el caos y el orden. Entre el caos de los gobiernos de coalición o el orden de un proyecto de país con trabajo, con justicia social, un proyecto serio, responsable, capaz de ser llevado adelante” Y acotaba: “Nosotros no apostamos a los estallidos (…), apostamos a la denuncia, a la oposición, a la movilización ordenada, no a la explosiva. Una manifestación ordenada es mucho más efectiva que el estallido social”(5).
Durante la campaña para las elecciones internas del pasado 27 de junio, Tabaré Vázquez propuso al presidente del BID, Enrique Iglesias, como ministro de Economía de un gobierno de Izquierda. Luego de las internas, los principales dirigentes de la Izquierda emprendieron un viaje que los llevó, entre otros destinos, a Washington, donde se entrevistaron con los máximos jerarcas del FMI y del Banco Mundial, con el objetivo de calmar a los mercados y evitar sacudones como los que afrontó Brasil durante la campaña electoral que llevó a Lula a la presidencia. Vázquez le propuso a Iglesias el ministerio de Economía. Iglesias no aceptó pero se mostró dispuesto a apoyar la gestión gubernamental de la Izquierda. “Apoyaré en un 101%”, dijo el presidente del BID

1. Semanario Búsqueda, 10 de enero de 2002.
2. Búsqueda, 21 de marzo de 2004.
3. Búsqueda, 11 de abril y 2 de mayo de 2002.
4. Búsqueda, 9 de mayo de 2002.
5. Búsqueda, 4 de julio de 2002.

 

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