La Torre
de
Papel
Sexo, morbo y farándula
Autor: Paulus
Las Ultimas Noticias y, un poco más lejos, La Cuarta,
han logrado colocarse a la cabeza de los medios escritos más
leídos del país. Las Ultimas Noticias, del conservador
grupo Edwards, derivó desde el tabloide de información
institucional -apreciado por la tercera edad- a un tabloide
de farándula respetado por dueñas de casa de
edad media, oficinistas de toda ralea, quinceañeras
y alguna variedad juvenil. Un grupo aparentemente heterogéneo
que tiene como nexo común su fruición televisiva.
Las Ultimas Noticias, como también La Cuarta -tabloide
otrora amarillo-policial del grupo Copesa- no inscriben una
nueva página en la historia mediática chilena,
sino que afinan o profundizan, por motivos de mercado, una
vieja vertiente sensacionalista presente en la prensa universal.
Un género, más bien un producto comunicacional,
que mezcla notas de crónica roja y revelaciones de
la intimidad ajena junto con una buena dosis de elementos
fotográficos: escenas sangrientas, fotografías
comprometedoras de figuras públicas y, por cierto,
exhibición de desnudos o desnudos parciales. Si esto
no alcanza a llenar un diario, es suficiente para titulares
y llamados de portada.
La Cuarta por años había desarrollado la fórmula
de crónica roja, la que derivó a la farándula
de inspiración televisiva. Un giro hecho con anterioridad
por Las Ultimas, que pone a la televisión -y no necesariamente
el morbo criminal- como el centro del interés nacional.
La TV pasa a ser el gran escenario generador de noticias (los
reporteros de Las Ultimas se sientan cada noche frente a un
televisor y “reportean” desde allí sus
informaciones, lo que también nos indica, por cierto,
las características de fábula que puede tener
un titular).
Lo que hacen estos medios es un reciclaje de la realidad mediatizada,
la que es una realidad debilitada, sin densidad alguna, una
realidad monocorde que muta y estandariza los diversos eventos
sociales y políticos. El lector de Las Ultimas y La
Cuarta no obtiene una información mediatizada, sino
que lee un discurso resignificado (sobre la base del morbo
y la farándula) de la información televisiva.
Son los grandes intérpretes de la televisión,
como también sus mejores publicistas.
La prensa sensacionalista o de farándula es una gran
aplanadora de las densidades culturales. Reduce la cultura,
desde la política, la economía, el arte, a una
capa superficial homogénea en la cual vive todo el
entramado social. Es, claro está, una capa cultural
de corte funcional, en la cual no existen diferencias, redes
sociales, relaciones de poder o desigualdades económicas.
Y, de haberlas, éstas responderían más
a un orden natural que a una estructura política, económica
o social. En este sentido, este tipo de prensa es profundamente
acomodaticia, conservadora y funcional a los poderes fácticos.
La televisión, la gran fuente informativa de esta prensa,
también se ajusta al modelo sensacionalista y de farándula.
Basta ver el corte de los telenoticiarios y su profusión
de reportajes escabrosos o de la categoría de “interés
humano”, que no es otra cosa que la exacerbación
de un dramatismo que promueve la identificación y la
compasión. Basta citar también, los puntos altos
de rating marcados por la farándula (Kike Morandé)
o el morbo policial (Mea culpa).
El objetivo de esta fórmula es el alto rating o la
mayor lectura de diarios, lo que redunda en buenos resultados
financieros. El objetivo es el lucro, lo que nos lleva a preguntarnos,
nuevamente y necesariamente, sobre el papel de los medios
de comunicación. Podemos decir que es informar y también
entretener, sin embargo aquí tenemos un cruce de ambas
funciones, lo que produce un híbrido que reduce la
información, la trivializa, la convierte en un espectáculo.
El producto que surge de esta factoría mediático-cultural
es una mercancía homogenizada e insoportable en su
liviandad, que amplifica, como si se tratara de una hinchazón
enfermiza, el ya de por sí anodino discurso de la televisión.
Lo que tenemos es un nuevo producto que intenta representar
la realidad social, como si ésta pasara siempre por
la televisión. Como si la única realidad o verdad
es la que está en la televisión. Todos los valores
sociales son secuestrados por esta prensa, que los mantiene
como rehenes. En subsidio, entrega una (...)
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