Edición 579 - Desde el 29 de Octubre al 11 de Noviembre de 2004
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La Torre
de
Papel
Sexo, morbo y farándula

Autor: Paulus

Las Ultimas Noticias y, un poco más lejos, La Cuarta, han logrado colocarse a la cabeza de los medios escritos más leídos del país. Las Ultimas Noticias, del conservador grupo Edwards, derivó desde el tabloide de información institucional -apreciado por la tercera edad- a un tabloide de farándula respetado por dueñas de casa de edad media, oficinistas de toda ralea, quinceañeras y alguna variedad juvenil. Un grupo aparentemente heterogéneo que tiene como nexo común su fruición televisiva.
Las Ultimas Noticias, como también La Cuarta -tabloide otrora amarillo-policial del grupo Copesa- no inscriben una nueva página en la historia mediática chilena, sino que afinan o profundizan, por motivos de mercado, una vieja vertiente sensacionalista presente en la prensa universal. Un género, más bien un producto comunicacional, que mezcla notas de crónica roja y revelaciones de la intimidad ajena junto con una buena dosis de elementos fotográficos: escenas sangrientas, fotografías comprometedoras de figuras públicas y, por cierto, exhibición de desnudos o desnudos parciales. Si esto no alcanza a llenar un diario, es suficiente para titulares y llamados de portada.
La Cuarta por años había desarrollado la fórmula de crónica roja, la que derivó a la farándula de inspiración televisiva. Un giro hecho con anterioridad por Las Ultimas, que pone a la televisión -y no necesariamente el morbo criminal- como el centro del interés nacional. La TV pasa a ser el gran escenario generador de noticias (los reporteros de Las Ultimas se sientan cada noche frente a un televisor y “reportean” desde allí sus informaciones, lo que también nos indica, por cierto, las características de fábula que puede tener un titular).
Lo que hacen estos medios es un reciclaje de la realidad mediatizada, la que es una realidad debilitada, sin densidad alguna, una realidad monocorde que muta y estandariza los diversos eventos sociales y políticos. El lector de Las Ultimas y La Cuarta no obtiene una información mediatizada, sino que lee un discurso resignificado (sobre la base del morbo y la farándula) de la información televisiva. Son los grandes intérpretes de la televisión, como también sus mejores publicistas.
La prensa sensacionalista o de farándula es una gran aplanadora de las densidades culturales. Reduce la cultura, desde la política, la economía, el arte, a una capa superficial homogénea en la cual vive todo el entramado social. Es, claro está, una capa cultural de corte funcional, en la cual no existen diferencias, redes sociales, relaciones de poder o desigualdades económicas. Y, de haberlas, éstas responderían más a un orden natural que a una estructura política, económica o social. En este sentido, este tipo de prensa es profundamente acomodaticia, conservadora y funcional a los poderes fácticos.
La televisión, la gran fuente informativa de esta prensa, también se ajusta al modelo sensacionalista y de farándula. Basta ver el corte de los telenoticiarios y su profusión de reportajes escabrosos o de la categoría de “interés humano”, que no es otra cosa que la exacerbación de un dramatismo que promueve la identificación y la compasión. Basta citar también, los puntos altos de rating marcados por la farándula (Kike Morandé) o el morbo policial (Mea culpa).
El objetivo de esta fórmula es el alto rating o la mayor lectura de diarios, lo que redunda en buenos resultados financieros. El objetivo es el lucro, lo que nos lleva a preguntarnos, nuevamente y necesariamente, sobre el papel de los medios de comunicación. Podemos decir que es informar y también entretener, sin embargo aquí tenemos un cruce de ambas funciones, lo que produce un híbrido que reduce la información, la trivializa, la convierte en un espectáculo. El producto que surge de esta factoría mediático-cultural es una mercancía homogenizada e insoportable en su liviandad, que amplifica, como si se tratara de una hinchazón enfermiza, el ya de por sí anodino discurso de la televisión.
Lo que tenemos es un nuevo producto que intenta representar la realidad social, como si ésta pasara siempre por la televisión. Como si la única realidad o verdad es la que está en la televisión. Todos los valores sociales son secuestrados por esta prensa, que los mantiene como rehenes. En subsidio, entrega una (...)


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