Edición 579 - Desde el 29 de Octubre al 11 de Noviembre de 2004
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El cine de Fernando “Pino” Solanas
“MEMORIA
del saqueo”

Autor: STELLA CALLONI
En Buenos Aires


Su paso como diputado del Frente Grande -que ya no existe- durante el gobierno del ex presidente Carlos Menem, dejó su huella. Un certero disparo en una pierna, como sucede cuando alguien se enfrenta con las mafias, demostró que Fernando “Pino” Solanas era tan peligroso para el sistema en su papel de político, como en el de cineasta.
A “Pino” le gusta desafiar al sistema desde siempre. Desde su inolvidable documental La hora de los hornos (1968) -con guión escrito con Octavio Getino, que marcó a varias generaciones de cineastas- y sus largometrajes Sur y El exilio de Gardel, entre otros, que cautivaron al mundo. Durante el menemismo, al que se enfrentó a los pocos meses del arribo de Menem al poder, en su soledad como diputado siempre polémico, incomprendido por muchos de sus colegas, Solanas se dedicó a denunciar la corrupción reinante y fue -y es- uno de los más agudos investigadores sobre el caso de la binacional hidroeléctrica de Yaciretá, que el ex mandatario intentó negociar con empresas ligadas a George Bush padre.
Llevando una cámara ligera que nunca abandona, porque en cualquier momento la realidad lo sorprende y esos “relámpagos necesitan quedar como parte de la memoria infinita”, habla de su última película, Memoria del saqueo. Para la realización de este filme, que ha obtenido diversos premios, trabajó mucho tiempo investigando con la ayuda de la socióloga Alcira Argumedo.
“Mirando un día las fábricas desiertas en el sur, andando por el país, me pregunté: ¿Cómo fue posible que la Argentina se convirtiera en una especie de desierto? Millones pasan hambre, en un país tan rico en recursos que puede alimentar con lo que produce a 300 millones de personas en el mundo. Ese día, supe que tenía que contar esta historia. La historia de una gran estafa contra el pueblo argentino durante los últimos quince años, porque el modelo que fue utilizado para esto, quería ser impuesto a todos los pueblos del mundo”.
Premiado este año en Berlín con el Oso de Oro, por el conjunto de su obra fílmica, Solanas mantiene una fuerte actividad política con compañeros de ruta de diversos sectores que, como él, han decidido luchar para recuperar el país perdido, devolver al Estado y al pueblo lo que se le ha robado con las escandalosas y corruptas privatizaciones de los años 90. “Nunca dejé de filmar, desde aquellos ya más de treinta años en que hicimos La hora de los hornos; jamás dejé de hacerlo. Ahora estoy filmando constantemente. Llevo mi cámara al hombro y registro todo aquello que conmueve o ilumina. Así filmé aquellas horas del 20 de diciembre de 2001, cuando se produjo el increíble estallido social, que fue, finalmente, el aliento para buscar las memorias del saqueo a nuestro país. Recuerdo que el 19 de diciembre acababa de llegar de Europa. Ya en el amanecer uno sabía que el país había dado un giro impresionante, escuchando aquel sonido del cacerolazo, viendo las manifestaciones cercando la lujosa casa de Domingo Cavallo (ex ministro de Economía) obligándolo a renunciar. Y luego veo que reprimen a jóvenes, periodistas, manifestantes y a las Madres de Plaza de Mayo. Entonces, cargué la cámara y me fui a filmar con mis hijos. Filmé todo lo que pude, la gente, los rostros increíbles de aquellas horas, la rebelión imparable. A veces no se podía filmar por el humo de los gases, pero fui recogiendo todo. Y también había jóvenes haciendo lo mismo. Eso me impactó, y mucho material de aquellos días fue generosamente cedido para lograr Memoria del saqueo. Y también filmamos la represión, la muerte y luego las asambleas, los piqueteros, todo aquello que mostraba la reacción popular, lo contenido. Así, poco tiempo después, nació la idea de hacer algo con ese material, porque me preguntaba, ¿cómo puede explicarse este suceso al mundo? Mis hijos también lo preguntaban. Entonces sentí que para responder tenía que recurrir a la memoria, que estaba todo allí y que esa era una forma de luchar contra el olvido, contra las nuevas impunidades”.

CATASTROFE ANUNCIADA

De alguna manera, se había convertido en el cronista de una historia que conmovió al mundo en su momento.
“Había algo más. Yo, durante doce o trece años, decía a quien quería escucharme lo que pensaba que iba a pasar. En lo único que me equivoqué fue en la dimensión de la catástrofe. Nunca creí que se iba a ir tan lejos, ni que finalmente hasta los bancos iban a robar los ahorros a la gente. Pero que la Argentina sería vaciada, saqueada, lo dije muchas veces, y también me sentí muy solo algunas veces. Entonces, cuando sucedió, yo salí a filmar y seguí filmando las semanas que siguieron. Pero sabía que debía ir más lejos. Eso no explicaba cómo se había llegado a aquel momento. Era una secuencia muy fuerte y entonces se necesitaba la reflexión. Era como una continuidad de La hora de los hornos, en otro tiempo, otros acontecimientos, otro lenguaje más elaborado, en este caso”.
También habían pasado más de treinta años entre lo uno y lo otro, y Fernando Solanas había hecho un largo trayecto cinematográfico y político.
“Sí, estaba todo eso. Y la tragedia sobre la tragedia que había significado la impunidad. Memorias y aprendizajes del exilio. Había mucho para reflexionar. Estábamos viviendo el resquebrajamiento nada menos que del modelo neoliberal, se astillaba el enorme jarrón. Allí estaban los excluidos, los inmensamente pobres, los ahorristas, estaban los que habían creído en el modelo, los que no habían creído, todos juntos. En esos (...)

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