Edición 564 - Desde el 02 15 de abril de 2004
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La Moneda ya eligió:
Michelle Bachelet

MICHELLE Bachelet con el secretario de Defensa de los EE.UU., Donald Rumsfeld.

 

La doctora Michelle Bachelet Jeria, actual ministra de Defensa y ex ministra de Salud, será la candidata presidencial que la Concertación de Partidos por la Democracia presentará en su intento por ganar un cuarto período de gobierno. La resolución ya fue tomada por la cúpula de poder que orienta a la coalición gobernante y cuya dirección ejerce el presidente de la República, Ricardo Lagos. El mandatario terminó por convencerse -después de muchas cavilaciones- que Michelle Bachelet tiene la mejor opción entre todos los presidenciables de la Concertación -que no son pocos-. El mandatario dio su autorización para que se inicie el sigiloso proceso de consultas, sondeos, preparativos y negociaciones que debería culminar con la proclamación de Michelle Bachelet a comienzos del 2005. Los operadores políticos se han puesto en marcha -cuidando formas y procedimientos- para asegurar que se alcance ese objetivo. La prohibición de hablar públicamente de candidaturas presidenciales se respetará por los protagonistas del acontecer político hasta las próximas elecciones municipales. Pero antes que se rompan los fuegos, según esperan quienes participan en esta operación, ya los actores principales se habrán puesto de acuerdo en el nombre de Bachelet.
Las encuestas y su manipulación mediática, por supuesto, han contribuido a apresurar la decisión del grupo de poder de la Concertación que encabeza el presidente Lagos. En menos de una semana, al finalizar el mes de marzo, las empresas Ipsos-Search Marketing y Gemines divulgaron en forma separada nuevas encuestas que confirman el rápido ascenso de Michelle Bachelet en las preferencias electorales. La primera señala que si las elecciones fuesen en este momento, Bachelet obtendría el 54% y derrotaría a Lavín que sólo recibiría el 35,4% de las preferencias. Por su parte la encuesta de la consultora Gemines -publicada en el “Diario Financiero”, órgano de información de hombres de negocios- señala que Bachelet tendría el 57% de apoyo frente a 35% de Lavín. Aunque la ministra de Relaciones Exteriores, Soledad Alvear, también aventaja en ambas encuestas al alcalde de Santiago (46% contra 42,8% en la primera y 53% contra 38% en la segunda), es notoria la diferencia que favorece a la ministra de Defensa.
Aunque el deterioro de la candidatura de Lavín es apreciable, las disminuidas fuerzas del alcalde de Santiago todavía le permitirían derrotar al ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle y al actual ministro del Interior, José Miguel Insulza, si uno de ellos fuese el candidato de la Concertación. Las conclusiones a que llegan las encuestas son parecidas: Lavín recibiría el 50% de los votos mientras Frei obtendría apenas el 32% e Insulza, sólo 33%.
La decisión de La Moneda de jugarse por Michelle Bachelet, en todo caso, no fue determinada por estas encuestas. Se apoya en anteriores sondeos de opinión, incluyendo los que hacen organismos de seguridad del Estado, que fueron mostrando el dinámico crecimiento de la opción Bachelet y la tendencia decreciente de Lavín. Esas señales avivaron el optimismo en el cerrado círculo de poder de la Concertación. Hace unos meses, la moral de los dirigentes de la coalición gobiernista se encontraba en el suelo, debido a los escándalos que condujeron al desafuero de parlamentarios y a la detención del ex ministro Carlos Cruz y otros altos funcionarios de Obras Públicas. Se temía -y aún se teme- que la investigación judicial alcanzara al propio presidente de la República, implicándolo en los manejos que se hicieron a través del MOP para desviar fondos hacia la caja electoral de la Concertación. Pero la basura que arrojaron los escándalos de Inverlink, MOP-Gate, etc., pasaron a segundo plano al reventar el “caso Spiniak” que enlodó de manera brutal a la UDI y que casi hizo enloquecer al jefe de esa facción de extrema derecha. El tardío golpe de autoridad de Lavín -con ayuda de Allamand- para imponer orden en sus filas mediante la destitución de Longueira y Piñera, resultó una monumental chapucería política. Dejó en evidencia la extrema torpeza, falta de ética y sordidez de los procedimientos del líder de la derecha y de sus “samurais”. Por esto las encuestas muestran que el ocaso de Lavín se acentuó después de la defenestración de Sebastián Piñera. Su ya debilitado liderazgo -lejano aquel 48% que obtuvo frente a Lagos-, no resistiría una confrontación presidencial con Bachelet o Alvear. En el mejor de los casos su desempeño dejaría a la derecha en su tradicional nicho de un tercio electoral y condenada, otra vez, a sufrir el tormento de Sísifo en su empeño por llegar al gobierno.
A pesar de la creciente popularidad de Michelle Bachelet, la operación para imponerla como candidata presidencial no carece de inconvenientes. Proceden, sobre todo, de la Democracia Cristiana. Además de la canciller Soledad Alvear, allí están la obsesiva aspiración de Frei por volver a La Moneda y las pretensiones de candidatos menores, como el ministro de la Vivienda Jaime Ravinet. La DC se ve así en la obligación de disputar, aunque sea formalmente, la candidatura presidencial del 2005. Sin embargo, a favor de Bachelet juegan las contradicciones internas en la Democracia Cristiana. Su actual presidente, el senador Adolfo Zaldívar Larraín, se enfrenta a las corrientes internas minoritarias que apoyan a Alvear y Frei. El marido de Alvear, Gutenberg Martínez, debió hacerse cargo personalmente de defender los derechos de su esposa. Pero sucede que el propio Adolfo Zaldívar quiere ser candidato presidencial. Sin embargo, está consciente que su turno no ha llegado y que debe esperar a otro período presidencial... siempre y cuando esta vez ceda el paso, después de oponer “fiera resistencia”, a una candidatura del sector “progresista” de la Concertación. En esa perspectiva el presidente de la DC necesita demostrar que su conducción ha logrado detener la decadencia de su partido. La prueba de fuego para Zaldívar y su corriente “colorina” son las elecciones municipales de octubre. Los constructores de la candidatura presidencial de Michelle Bachelet están dispuestos a entregarle a Zaldívar una baza importante: la candidatura a la alcaldía de Santiago. Será asignada al actual intendente Marcelo Trivelli Oyarzún, demócrata cristiano, que también encabeza las encuestas de popularidad electoral. La postulación del PPD Jorge Schaulsohn, es resistida en el Partido Socialista e incluso en sectores de su propio partido, por su asociación con Andrés Allamand en el proyecto de una “centro derecha liberal”, y por sus estrechos vínculos con la política e intereses norteamericanos.
En otros ámbitos, los vientos soplan favorables para Bachelet. Aunque sectores del empresariado preferirían a Eduardo Frei -como lo ha expresado Fernando Léniz- la candidatura de Bachelet no los asusta. Los dueños de Chile saben perfectamente que continuarán invariables las políticas neoliberales de la Concertación. El gran empresariado jamás había ganado tanto dinero como en estos años, sobre todo bajo el gobierno del “socialista” Ricardo Lagos. Las sociedades anónimas, por ejemplo, acaban de dar a conocer sus balances a la Superintendencia de Valores y Seguros. Confiesan utilidades del 83% en el 2003 y avizoran un panorama todavía mejor para el 2004. A la cabeza de los monarcas de la economía marchan las empresas forestales y mineras. La reina de todas es Copec, del grupo Angelini, que ganó nada menos que 332 mil 889 millones de pesos en el año.
En cuanto a las FF.AA., la ministra Bachelet ha vuelto a ser considerada parte de la “familia militar”. Su desempeño en la cartera de Defensa terminó por borrar cualquier suspicacia que ese decisivo factor de poder pudiera tener acerca de la militante socialista e hija del general de la Fach Alberto Bachelet, que murió en la cárcel a consecuencia de las torturas que le infligieron sus propios camaradas de armas.
En el cuadro que presentarían las elecciones presidenciales del 2005, con Michelle Bachelet por la Concertación y Joaquín Lavín por la derecha, falta sin embargo un factor que podría alcanzar mucha importancia: la eventual candidatura que levante una alternativa democratizadora y de justicia social, surgida de las organizaciones sociales y políticas que sostienen una línea antineoliberal y que hoy están en lento proceso de reagrupamiento. Desde luego, sería imposible pretender que una postulación alternativa derrote en un primer intento al enorme poder económico y mediático que la Concertación y la derecha aplicarán a la próxima campaña electoral. Pero una postulación representativa del pluralismo ideológico y de la autonomía del movimiento social, ajena a las complicidades con los poderes fácticos que entumecen las capacidades de la Concertación, podría acumular un significativo porcentaje de votación popular, sobre todo del segmento juvenil. Aun más, si en torno a esa alternativa se construye un movimiento político-social de largo aliento, que no se desarme una vez concluida la coyuntura electoral, es posible avizorar el verdadero cambio que cientos de miles de ciudadanos anhelan. Una candidatura presidencial alternativa, apoyada por un amplio arco de organizaciones sociales y grupos políticos, constituiría un desafío atractivo para vastos sectores populares que rehusan apoyar el programa del continuismo neoliberal que, salvo matices, está representado tanto por la Concertación como por la derecha

PF

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