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DD.HH en Cuba
El esquivo voto de Chile
Casi en
vísperas de la reunión de la Comisión de Derechos
Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra, aumentan las presiones sobre el
gobierno del presidente Ricardo Lagos respecto a Cuba.
Por un lado, Estados Unidos. Insiste en condenar al país caribeño
como parte de una política invariable de aislamiento que prepara
una eventual agresión militar. Por el otro, crecientes sectores
democráticos chilenos -la Izquierda y parte de la Concertación-
que se pronuncian a favor de Cuba.
Hasta el momento no hay un pronunciamiento oficial. La canciller Soledad
Alvear y el ministro del Interior, José Miguel Insulza, han declarado
que no habrá decisión mientras no exista un anteproyecto
de resolución que pueda ser analizado. Honduras -la mano mora de
Estados Unidos este año- ya presentó uno.
El Partido Socialista adoptó una posición definitiva. Su
presidente, Gonzalo Martner, declaró: “Debido al doble discurso
norteamericano, el PS ha decidido solicitarle al presidente Lagos que
se abstenga o vote en contra de la condena a Cuba”. Menos categórico,
el diputado Víctor Barrueto, presidente del PPD, planteó
que era factible una abstención o rechazo. Precisó que una
condena por violación a los derechos humanos en Cuba, debería
ir necesariamente asociada a una condena del bloqueo norteamericano que
agobia a la población de la isla desde hace más de cuarenta
años, y que ha significado un daño estimado en decenas de
miles de millones de dólares.
En la DC, la situación es diferente, aunque su presidente, Adolfo
Zaldívar, autorizó al senador Jorge Pizarro para que se
reuniera con dos personeros cubanos, José Arbesú y Néstor
León Sobral, de la dirigencia del PC cubano, de visita en Chile.
La directiva de la DC avala la actuación de disidentes demócrata
cristianos que viven en Cuba y se oponen al gobierno. En esa orientación,
la DC recientemente participó en una confabulación anticubana
en el Parlamento Latinoamericano, lugar de encuentro de los parlamentarios
del continente. Según denuncia de la Asamblea Nacional cubana se
produjeron diversas maniobras de algunos parlamentarios, entre ellos de
la DC chilena, para perjudicar la posición internacional de Cuba,
con vistas -precisamente- a la votación en la Comisión de
DD.HH. de Naciones Unidas. La reunión que debía realizarse
en La Habana se fijó en definitiva en Chile, dando como motivo
una supuesta negativa cubana. Con todo, la posición de Estados
Unidos es ahora más débil.
ARGENTINA Y BRASIL
SE ABSTIENEN
En 2003, actuando por intermedio de otros países, logró
imponer una resolución que invitaba a Cuba a aceptar la visita
de un representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas sobre Derechos
Humanos. A pesar de las presiones, el resultado fue estrecho: 24 votos
a favor, 20 en contra y 9 abstenciones. Fue una resolución de compromiso,
ya que un proyecto anterior -mucho más duro- presentado por Costa
Rica fue rechazado por 31 votos contra 15.
El año pasado Chile votó contra Cuba, como también
lo había hecho antes. La decisión provocó protestas
en la Izquierda y molestias y reclamos en la Concertación, especialmente
en el PS, algunos sectores del PPD y también en la DC.
Ahora se abre la posibilidad de que Argentina y Brasil se abstengan o
incluso, voten en contra. Sería una buena oportunidad para que
Chile se sume a esta postura “trilateral” que mostraría
autonomía frente a las imposiciones de Estados Unidos y una percepción
ajustada a la nueva realidad regional.
Por otra parte, el cuadro internacional favorece, en cierto modo, la posición
de Cuba. El gobierno de George W. Bush enfrenta un ascendente repudio
mundial. La política belicista de Estados Unidos constituye un
peligro real para la humanidad, en el contexto de una “guerra antiterrorista”
que no tiene plazos, reglas ni consideración por la comunidad internacional.
La invasión a Iraq, el apoyo irrestricto al gobierno de Ariel Sharon
en Israel, la prisión indefinida de los reales o supuestos talibanes
recluidos en la base de Guantánamo al margen de toda normativa
sobre DD.HH., son elementos que deberían pesar en el debate. Igualmente,
la implantación en Estados Unidos de normas propias de un Estado
policial, so pretexto de la lucha contra el terrorismo, que significan
una violación constante a las garantías constitucionales
del pueblo estadounidense. La reciente invasión a Haití,
bajo la aparente cobertura de Naciones Unidas que le permitió disfrazar
el golpe de Estado que eliminó del escenario al presidente Aristide,
pesará, seguramente, en la discusión.
Son todos éstos, elementos que configuran un “doble estándar”
imposible de defender a menos de reconocer que se trata de aplastar a
Cuba por cualquier medio, aplicando la ley de la selva.
“DISIDENTES”
BIEN PAGADOS
Pieza clave en la estrategia norteamericana es la situación de
la llamada disidencia. Con una situación económica compleja
y difícil, en la que, naturalmente, hay descontento y por lo tanto
disidencia u oposición, no toda ella es limpia y transparente.
Hay fuerte infiltración de EE.UU., cuyos servicios de inteligencia
operan en forma encubierta y también abierta, a través de
la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
Un libro, El camaján, del periodista Lázaro Barredo y la
académica Arleen Rodríguez apareció hace poco denunciando
un caso relevante de disidencia manipulada. Este serio trabajo de investigación,
con documentación y material fotográfico incluido, se plasmó
en un libro-reportaje cuyos autores presentaron en diversas ciudades del
continente, entre ellas Santiago.
En El camaján, expresión cubana que designa al camaleón,
los autores desnudan la trayectoria de Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco,
figura mediática de la “disidencia” en la isla. Con
amplia acogida internacional, Sánchez aparece como “líder”
de la oposición al gobierno de Fidel Castro. Como tal ha sido recibido
por mandatarios como Vicente Fox, Jacques Chirac y el hasta hace poco
presidente del gobierno español, José María Aznar,
además de muchos dirigentes y parlamentarios de diversos países.
De ardiente defensor de la revolución, Sánchez se convirtió
en opositor cuando fue reclutado, a fines de la década de los 80
por la Oficina de Intereses de Estados Unidos. En 1987, creó la
Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación, financiada
por los norteamericanos. El 2000, se convirtió en doble agente
al aceptar trabajar para el Ministerio del Interior de Cuba, bajo la chapa
de “Juana”. Finalmente, Elizardo Sánchez optó
por prestar servicios exclusivos a la representación norteamericana.
DERECHO A LA CRITICA
Uno de los autores de El camaján, Lázaro Barredo que es
también diputado, ha explicado que tal vez el sentido principal
del libro es denunciar, a través del retrato de un personaje cubano
clave en la política norteamericana hacia la isla, cómo
se arma la conspiración interna, promoviendo una disidencia artificial.
Recuerda que la discrepancia y la crítica están garantizadas
en Cuba por la Constitución, que establece la forma de “procesar
las discusiones”, y que tiene limitación sólo por
la situación de bloqueo y amenaza que vive la isla. “Si no
hubiera agresión por parte de Estados Unidos, existiría
la posibilidad de muchas otras cosas”, sostiene. “Entretanto,
la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana tiene más
personal que todas las embajadas latinoamericanas juntas y es un foco
conspirativo que estimula y financia a opositores”, afirmó
PEDRO FERNANDEZ
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