Edición 564 - Desde el 02 15 de abril de 2004
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DD.HH en Cuba

El esquivo voto de Chile

Casi en vísperas de la reunión de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra, aumentan las presiones sobre el gobierno del presidente Ricardo Lagos respecto a Cuba.
Por un lado, Estados Unidos. Insiste en condenar al país caribeño como parte de una política invariable de aislamiento que prepara una eventual agresión militar. Por el otro, crecientes sectores democráticos chilenos -la Izquierda y parte de la Concertación- que se pronuncian a favor de Cuba.
Hasta el momento no hay un pronunciamiento oficial. La canciller Soledad Alvear y el ministro del Interior, José Miguel Insulza, han declarado que no habrá decisión mientras no exista un anteproyecto de resolución que pueda ser analizado. Honduras -la mano mora de Estados Unidos este año- ya presentó uno.
El Partido Socialista adoptó una posición definitiva. Su presidente, Gonzalo Martner, declaró: “Debido al doble discurso norteamericano, el PS ha decidido solicitarle al presidente Lagos que se abstenga o vote en contra de la condena a Cuba”. Menos categórico, el diputado Víctor Barrueto, presidente del PPD, planteó que era factible una abstención o rechazo. Precisó que una condena por violación a los derechos humanos en Cuba, debería ir necesariamente asociada a una condena del bloqueo norteamericano que agobia a la población de la isla desde hace más de cuarenta años, y que ha significado un daño estimado en decenas de miles de millones de dólares.
En la DC, la situación es diferente, aunque su presidente, Adolfo Zaldívar, autorizó al senador Jorge Pizarro para que se reuniera con dos personeros cubanos, José Arbesú y Néstor León Sobral, de la dirigencia del PC cubano, de visita en Chile. La directiva de la DC avala la actuación de disidentes demócrata cristianos que viven en Cuba y se oponen al gobierno. En esa orientación, la DC recientemente participó en una confabulación anticubana en el Parlamento Latinoamericano, lugar de encuentro de los parlamentarios del continente. Según denuncia de la Asamblea Nacional cubana se produjeron diversas maniobras de algunos parlamentarios, entre ellos de la DC chilena, para perjudicar la posición internacional de Cuba, con vistas -precisamente- a la votación en la Comisión de DD.HH. de Naciones Unidas. La reunión que debía realizarse en La Habana se fijó en definitiva en Chile, dando como motivo una supuesta negativa cubana. Con todo, la posición de Estados Unidos es ahora más débil.

ARGENTINA Y BRASIL
SE ABSTIENEN

En 2003, actuando por intermedio de otros países, logró imponer una resolución que invitaba a Cuba a aceptar la visita de un representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos. A pesar de las presiones, el resultado fue estrecho: 24 votos a favor, 20 en contra y 9 abstenciones. Fue una resolución de compromiso, ya que un proyecto anterior -mucho más duro- presentado por Costa Rica fue rechazado por 31 votos contra 15.
El año pasado Chile votó contra Cuba, como también lo había hecho antes. La decisión provocó protestas en la Izquierda y molestias y reclamos en la Concertación, especialmente en el PS, algunos sectores del PPD y también en la DC.
Ahora se abre la posibilidad de que Argentina y Brasil se abstengan o incluso, voten en contra. Sería una buena oportunidad para que Chile se sume a esta postura “trilateral” que mostraría autonomía frente a las imposiciones de Estados Unidos y una percepción ajustada a la nueva realidad regional.
Por otra parte, el cuadro internacional favorece, en cierto modo, la posición de Cuba. El gobierno de George W. Bush enfrenta un ascendente repudio mundial. La política belicista de Estados Unidos constituye un peligro real para la humanidad, en el contexto de una “guerra antiterrorista” que no tiene plazos, reglas ni consideración por la comunidad internacional.
La invasión a Iraq, el apoyo irrestricto al gobierno de Ariel Sharon en Israel, la prisión indefinida de los reales o supuestos talibanes recluidos en la base de Guantánamo al margen de toda normativa sobre DD.HH., son elementos que deberían pesar en el debate. Igualmente, la implantación en Estados Unidos de normas propias de un Estado policial, so pretexto de la lucha contra el terrorismo, que significan una violación constante a las garantías constitucionales del pueblo estadounidense. La reciente invasión a Haití, bajo la aparente cobertura de Naciones Unidas que le permitió disfrazar el golpe de Estado que eliminó del escenario al presidente Aristide, pesará, seguramente, en la discusión.
Son todos éstos, elementos que configuran un “doble estándar” imposible de defender a menos de reconocer que se trata de aplastar a Cuba por cualquier medio, aplicando la ley de la selva.

“DISIDENTES”
BIEN PAGADOS

Pieza clave en la estrategia norteamericana es la situación de la llamada disidencia. Con una situación económica compleja y difícil, en la que, naturalmente, hay descontento y por lo tanto disidencia u oposición, no toda ella es limpia y transparente. Hay fuerte infiltración de EE.UU., cuyos servicios de inteligencia operan en forma encubierta y también abierta, a través de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
Un libro, El camaján, del periodista Lázaro Barredo y la académica Arleen Rodríguez apareció hace poco denunciando un caso relevante de disidencia manipulada. Este serio trabajo de investigación, con documentación y material fotográfico incluido, se plasmó en un libro-reportaje cuyos autores presentaron en diversas ciudades del continente, entre ellas Santiago.
En El camaján, expresión cubana que designa al camaleón, los autores desnudan la trayectoria de Elizardo Sánchez Santa Cruz-Pacheco, figura mediática de la “disidencia” en la isla. Con amplia acogida internacional, Sánchez aparece como “líder” de la oposición al gobierno de Fidel Castro. Como tal ha sido recibido por mandatarios como Vicente Fox, Jacques Chirac y el hasta hace poco presidente del gobierno español, José María Aznar, además de muchos dirigentes y parlamentarios de diversos países.
De ardiente defensor de la revolución, Sánchez se convirtió en opositor cuando fue reclutado, a fines de la década de los 80 por la Oficina de Intereses de Estados Unidos. En 1987, creó la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación, financiada por los norteamericanos. El 2000, se convirtió en doble agente al aceptar trabajar para el Ministerio del Interior de Cuba, bajo la chapa de “Juana”. Finalmente, Elizardo Sánchez optó por prestar servicios exclusivos a la representación norteamericana.

DERECHO A LA CRITICA

Uno de los autores de El camaján, Lázaro Barredo que es también diputado, ha explicado que tal vez el sentido principal del libro es denunciar, a través del retrato de un personaje cubano clave en la política norteamericana hacia la isla, cómo se arma la conspiración interna, promoviendo una disidencia artificial. Recuerda que la discrepancia y la crítica están garantizadas en Cuba por la Constitución, que establece la forma de “procesar las discusiones”, y que tiene limitación sólo por la situación de bloqueo y amenaza que vive la isla. “Si no hubiera agresión por parte de Estados Unidos, existiría la posibilidad de muchas otras cosas”, sostiene. “Entretanto, la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana tiene más personal que todas las embajadas latinoamericanas juntas y es un foco conspirativo que estimula y financia a opositores”, afirmó

PEDRO FERNANDEZ

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