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.VENEZUELA
La oposición no descansa en sus propósitos
Firmas y balas intentan
derrocar a Hugo Chávez
El
año pasado a los dirigentes de la oposición venezolana les
dio por secuestrar la Navidad. Pidieron como rescate por devolver a San
Nicolás (“Santa”, como le llaman en este país)
que se fuera el presidente Hugo Chávez. Aquel sabotaje petrolero
disfrazado de lockout patronal y huelga sindical, de diciembre y enero
pasados, al país le costó más de diez mil millones
de dólares, pero al fin “Santa” fue rescatado para
el pueblo y sus más caras tradiciones.
Mientras entramos en un noviembre nervioso, con recolección de
firmas para impulsar referendos revocatorios, incluido el del mandato
del Presidente, hay quienes quieren repetir la “hazaña”.
Antes, impulsaron un golpe de Estado, el 11 de abril de 2002, que apenas
duró 47 horas, tras lo cual una sublevación popular reinstaló
en el poder al presidente constitucional.
En lugar de censurar los planes terroristas de la CIA (sí, terroristas,
sin miedo a la palabra que tanto usa George W. Bush) en Venezuela, parte
de la oposición prefiere defender la injerencia extranjera, con
un afán apátrida sorprendente. Lo cierto es que no se puede
(ni se debe) descartar los intentos desestabilizadores de quienes saben
que no tienen futuro en las urnas ni en democracia. Hoy son los partidos,
que resurgen de su anestesia golpista, los que piensan en un mañana
de confrontación política, de ideas, de planes, de proyecto-país.
Dicen que con la paciencia del venezolano no se juega. La inmensa mayoría
de los venezolanos quiere paz y tranquilidad y esa es la apuesta. La única.
Como dice en su portada el mensuario Question: “Señores de
la CIA: con las hallacas de mi mamá no se juega”. (Las hallacas,
una especie de tamal mexicano, es el plato típico de Navidad en
Venezuela).
En un año, las fuerzas derrotadas electoralmente desde diciembre
de 1998 y que habían fracasado en un golpe militar y perdido el
control de la estatal petrolera Pdvsa, debieron asumir que el único
camino posible para sacar al presidente es el constitucional, el del referendo
revocatorio. Y debieron comenzar a retransitar una vía que habían
abandonado detrás de la quimera del golpe.
Y el año que comenzó con un sabotaje petrolero termina,
aparentemente, en el mejor clima democrático. Primero, el oficialismo
intentará juntar firmas para revocar el mandato de legisladores
opositores. Luego, la oposición hará lo mismo pero con un
proyecto mayor: sacar a Chávez del palacio de Miraflores a través
de un referendo revocatorio. A firmazo limpio. ¿Sólo a firmazo
limpio?
CONSPIRACION
EN MARCHA
Semanas atrás, legisladores oficialistas mostraron
a la prensa filmaciones y grabaciones hechas en reuniones secretas donde
se planificaron acciones violentas para las próximas semanas; y
exhibieron videos con declaraciones de varios detenidos, implicados en
la colocación de bombas en distintos lugares de Caracas y en la
muerte de dos militares sospechosos de querer abandonar las filas de los
ex oficiales golpistas.
Las cosas por su nombre. No es “pura paja”, como quiso desacreditar
a estas denuncias el embajador estadounidense Charles Shapiro. Son intentos
de terroristas, algunos de ellos extranjeros, para crear caos y desestabilización
en Venezuela. No es la primera vez que hablamos de injerencia ni de terrorismo:
estos hechos se vienen repitiendo desde antes del golpe frustrado del
11 de abril de 2002.
Uno de los videos fue grabado en una empresa de seguridad (Wachkenhut)
que -según denunciaron- sirve de fachada para operaciones encubiertas
de la CIA. En él puede verse y escucharse a los allí reunidos
discutiendo planes y procedimientos para ejecutar atentados terroristas.
El segundo video muestra la llegada de una presunta aeronave de la CIA
proveniente de Atlanta (Estados Unidos) y una llamada telefónica
entre dirigentes de la Confederación de Trabajadores de Venezuela
(CTV), Carlos Ortega (fugado a Costa Rica) y Manuel Cova. Ambos hechos
evidencian un plan desestabilizador, parecido al del 11 de abril de 2002,
para causar muertos y heridos durante los días en que se lleve
a cabo la recolección de firmas para llamar a un referendo revocatorio
del mandato del presidente Hugo Chávez, y activar un nuevo paro
económico que conduzca a otro golpe de Estado.
En la aeronave perteneciente a la CIA, que aterrizó en julio último
sin protocolo de migración según la denuncia de tres diputados
oficialistas no desmentida por Washington, venían personas fuertemente
armadas, que sostendrían una reunión con personeros de la
empresa de seguridad Wachkenhut, que trabaja con la CIA. Entre ellos,
Terrin Martin Evans, quien dictó el curso de adiestramiento terrorista
mostrado en el primer video.
En la otra evidencia, una conversación telefónica entre
Ortega, ahora en autoexilio, y Manuel Cova, se manifiesta la intención
de una nueva rebelión civil, con presunta participación
de organismos internacionales, la cúpula empresarial y algunos
partidos políticos: “Hablé con Alvis Muñoz,
(presidenta de la central empresarial Fedecámaras) y dijo que estaba
de acuerdo”, señala Ortega. “Todos los medios tienen
copia de eso, así me han dicho (...) Necesitaremos diez, doce o
quince años de dictadura para poder rescatar esa vaina. Yo no tengo
problema”, agrega el ex dirigente sindical. El resto de los venezolanos
sí tienen problema.
Esta singular forma de denuncia, por capítulos, seguramente seguirá.
Al igual que los intentos -hasta ahora frustrados- de desestabilización,
magnicidio y masacre del pueblo. Claro, no es solo en Venezuela donde
se tratan de imponer, sino en otros países andinos también,
sobre todo después del fracaso estrepitoso del “modelo colombiano”
de Alvaro Uribe.
UN POCO DE HISTORIA RECIENTE
El 29 de enero de 2003, el The Wall Street Journal, publicó
un editorial revelando la existencia de campos de entrenamiento terrorista
en Florida. Rodolfo Frómeta, un cubano, y el desertor capitán
del ejercito venezolano Luis Eduardo García son mencionados en
el artículo como líderes de la coalición paramilitar
formada por los Comandos F-4 y la Junta Patriótica Venezolana.
Los campos de entrenamiento en Everglades, Florida, parecen haber escapado
del alcance del Departamento de Seguridad del Territorio Nacional, creado
por el presidente Bush como una forma de proteger a Estados Unidos contra
los ataques terroristas. La coalición entre los F-4 y la Junta
de Venezuela parece creada para entrenar fuerzas paramilitares contra
Venezuela.
La información facilitada por el gobierno venezolano al de Washington
no recibió respuesta. Sólo cuando fueron descubiertos planes
para asesinar al presidente Chávez, durante su anunciada visita
Nueva York, en septiembre, salió a la luz el complot y la existencia
de grupos terroristas entrenados libremente en Florida. Lo mismo ocurrió
con el video de agentes de la CIA dando clases a venezolanos sobre vigilancia
y seguridad, incluyendo el levantamiento de los principales puentes de
Caracas (eventualmente para volarlos y producir el caos en la ciudad).
La prensa internacional recogió el reportaje y desafió al
gobierno de Estados Unidos a que presente una explicación por su
doble discurso sobre terrorismo. El 30 de septiembre, Shapiro declaró:
“Esto no es necesariamente un crimen… pero estamos en un proceso
de recolección de información y debemos seguir todos los
procedimientos legales… si hay alguien a quien culpar, nuestro gobierno
sabrá qué hacer”. Mostrando cierto desdén e
incluso molestia, también admitió que “algunos venezolanos
han estado recibiendo entrenamiento militar en Estados Unidos” y
recordó que la información también fue publicada
hace un año en un periódico de Miami.
El académico estadounidense Dozthor Zurlent señaló
-en Yellow Times- que Estados Unidos se inclinó por la táctica
usual e hizo acusaciones sin fundamento contra el gobierno de Caracas,
diciendo que son los venezolanos quienes apoyan y financian el terrorismo.
Para esta tarea escogieron a Linda Robinson, una redactora del U.S. News
and World Report. El artículo de Robinson, del 6 de octubre, es
un ejemplo de periodismo de propaganda, donde se sostiene -sin prueba
alguna- que la administración de Chávez está importando
extranjeros en masa y dotándolos de pasaportes venezolanos y que
ha estado apoyando a la organización guerrillera colombiana Farc.
Las afirmaciones de Robinson a finales de octubre fueron desmentidas por
la alta oficialidad de seguridad e inteligencia colombiana.
El 8 de agosto el semanario colombiano El Espectador publicó un
artículo en el que Moisés Roberto Boyer afirmaba haber sido
piloto del vicepresidente venezolano José Vicente Rangel y que
había ayudado a trasladar comandantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia dentro y fuera de Colombia, según órdenes de
Rangel. Las falsas declaraciones de Boyer aparecieron en los periódicos
de todo el mundo, pero el desmentido hecho posteriormente por el medio
colombiano fue obviado.
REFERENDO
REVOCATORIO
¿Servirá la Constitución Bolivariana
de 1999 para defenestrar a su propulsor, Hugo Chávez?
Es vox populi en Caracas: las fuerzas golpistas preparan acciones desesperadas.
Entre los días 28 de noviembre y 1º de diciembre tendrá
lugar la recolección de firmas para convocar a un referendo, mediante
el cual la ciudadanía podría decidir si desea la salida
del presidente Chávez.
Antes de analizar este plan desestabilizador es conveniente recordar algunos
datos estadísticos del Consejo Nacional Electoral: la población
electoral actualizada es de poco más de doce millones, y la abstención
histórica (1958-2000) del 33%.
La campaña de la oposición a través de los medios
de comunicación nacionales e internacionales -con el apoyo de encuestadoras-
señala que Chávez sería revocado por el 70% de la
población, ya que más de cinco millones y medio de venezolanos
acudirían al “refirmazo”. El 70% de los electores es
8,4 millones y si se aplica la abstención histórica, se
trabajaría con una base de 5.633.000 electores firmantes del revocatorio
presidencial.
Si tomamos en consideración que la oposición utilizará
2.700 centros de recolección de firmas, es fácil deducir
que en cada uno debería recogerse un promedio de 523 firmas por
día para que al final del cuarto día se cumpla con 5.650.000
firmantes, lo que equivale a decir 1.412.500 por día. Esta cifra
representa mucho más que lo exigido constitucionalmente para revocar
a Chávez (3.757.773 votos, en la elección de julio 2000)
y como consecuencia, su mandato quedaría supuestamente deslegitimado
afectando gravemente la gobernabilidad.
La previsible estrategia de la oposición sería “demostrar”
-mucho antes que las autoridades validen las firmas- que no es necesario
el proceso revocatorio y que Chávez debería renunciar en
las próximas horas, o de lo contrario, el “pueblo”
lo sacaría del poder a través de una gran manifestación
y marcha hacia el palacio de Miraflores. En este punto crítico
entrarían en juego los demás agentes de la conspiración:
Carlos Ortega con su justificación de la rebelión civil;
el ex presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, y su
conversación con el asesor Mario Tepedino sobre el lote de armas
y municiones incautadas en los últimos días; las declaraciones
del ex presidente Carlos Andrés Pérez; las declaraciones
de algunos voceros de la Coordinadora Democrática y de los militares
golpistas…
Según los analistas oficialistas, todo lo anterior ayudaría
a ordenar el crucigrama de la desestabilización planificado por
la oposición, teniendo como excusa el llamado “refirmazo”.
“LA CARTA DEL GOLPE”
La oposición entiende que no se debe dar ninguna
oportunidad a que el Consejo Nacional Electoral inicie el proceso de revisión
de firmas, por lo que debiera actuar al término del cuarto día,
ya que de lo contrario, el fraude materializado por el número de
personas que aparecerían firmando varias veces sería automáticamente
detectado y rechazado por el sistema.
Incluso si se considera la hipótesis de que logren sumar los 2,6
millones de firmas, el paso siguiente es convocar a elecciones, donde
para sacar a Chávez deben alcanzar al menos 3.757.774 votos, uno
más que los que obtuvo el mandatario para ser elegido tres años
atrás.
Aun cuando a instancias de mediadores estadounidenses la oposición
logró conformar un Grupo de los Cinco (principales precandidatos
presidenciales) para tratar de encauzar a las fuerzas antichavistas, éstas
siguen fragmentadas, de modo que ni siquiera pueden alentar la ilusión
de que Chávez, quien los derrotó siete veces en las urnas
entre 1998 y 2001, pierda esta vez. La pregunta sigue siendo la misma,
¿después de Chávez, qué?
Para hacer más dramática la situación de los líderes
golpistas, las fuerzas bolivarianas lograrán revocar mandatos de
parlamentarios de la oposición y conquistarlos en los primeros
meses de 2004, a fin de reforzar su hoy exigua mayoría legislativa.
A pocos días de una vital jornada cívica, un recalcitrante
autodenominado Bloque Democrático publicó un aviso en el
diario El Nacional, donde insta explícitamente al golpe de Estado.
Allí se convoca a que “la Fuerza Armada Nacional cumpla con
su deber y restablezca el hilo constitucional”. La inconsistencia
de la argumentación traduce a la vez desprecio por la inteligencia
del lector y pánico descontrolado. Y agrega: “Si el firmazo
se realiza normalmente, se recogerán más de 3.800.000 firmas-votos;
en cuyo caso no es necesario esperar los resultados oficiales del Consejo
Nacional Electoral para declarar el triunfo del plebiscito y comenzar
la desobediencia civil democrática, generalizada y activa, la cual
concluirá con la salida constitucional del régimen”.
Es una nueva provocación de los medios para que, una vez que perdieron
credibilidad, lectores, audiencia, rating y publicidad, sean clausurados
por el gobierno por alentar hechos sangrientos. Mientras, corresponsales
extranjeros manejan información sobre posibles acciones armadas
de fuerzas mercenarias (se habla de 200 salvadoreños) entrenadas
en Miami y zonas limítrofes con Colombia. Pero hasta el momento,
el gobierno no ha caído en la provocación
ARAM AHARONIAN
En Caracas
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