Edición 557 - Desde el 21 de Noviembre al 4 de Diciembre de 2003
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¿“Nunca más”
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La Anef pregunta:
¿La reactivación es
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Ley eléctrica
Los beneficios del apagón
Asesinatos en el
Regimiento Tucapel
Angel Parra
Canto y literatura

Firmas y balas intentan
derrocar a Hugo Chávez

Los medios y el caso Spiniak
Lo que oculta
la cámara
Lagos en guerra
con los mapuche
Las FF.AA. marchan por su cuenta
¿INTEGRACION
O ESPIONAJE?
Raúl Pellegrin
El comandante
fue traicionado
Visita

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Angel Parra

Canto y literatura

Nacido en Valparaíso y fundador de la mítica “Peña de los Parra”, centro de la actividad musical de la Nueva Canción Chilena en los años 60, Angel Parra es uno de los cantautores más importantes de nuestro país. Junto a Patricio Manns, Víctor Jara, Rolando Alarcón, Isabel Parra, Héctor Pavez y su madre Violeta, transformaron radicalmente la música chilena, dándole un contenido donde las vivencias del ser humano son protagonistas, o en sus propias palabras: “El canto fue puesto al servicio de un ideal, de una utopía”.
En sus discos alternan canciones infantiles, eróticas, militantes y de raíz folclórica. En su extensa producción destacan: Oratorio para el pueblo; Canciones de amor y muerte; Canciones funcionales; Corazón de bandido; Canciones de patria nueva; Oratorio de Navidad; Chacabuco-Nuestra palabra; Pisagua; La libertad; El insolente; Eróticas; El corazón de los Andes. Recientemente ha editado el disco Venceremos, en homenaje a Salvador Allende a treinta años de su muerte.
En 1973 fue detenido y llevado al Estadio Nacional, estuvo en el campo de prisioneros de Chacabuco. En 1974 salió al exilio a México. Está radicado en Francia -donde desarrolla su labor artística- y visita Chile cada cierto tiempo. Aprovechando su última visita, Punto Final conversó con él.
Su último trabajo se titula “Venceremos”. ¿Cree que aún es posible que se cumpla esa afirmación?
“Sí, por supuesto. Creo que si perdemos la utopía, esa capacidad de soñar un mundo mejor, estamos jodidos. Hay que mantener, incluso en los peores momentos, una actitud optimista. Pienso en mis nietas, cuando digo ‘venceremos’. Pienso en ellas, no estoy pensando en mí. Son los jóvenes los que tienen que tomar la bandera y seguir adelante. Son el futuro”.
A 30 años del golpe, ¿cuál sería su reflexión?
“Primero que nada, estamos vivos. Segundo, a pesar de los muchos defectos que puede tener esta democracia que estamos viviendo, se han dado pasos. La sociedad civil tiene un espacio donde moverse. Estamos sacando la cabeza poco a poco. Los jóvenes universitarios tienen un movimiento fuerte, por ejemplo. Me parece que existe un trabajo de concientización, diría, paulatino, porque hay que luchar contra la televisión, contra los videos, los juegos mecánicos, contra todo este mundo globalizado. Hay que luchar, incluso, con los compañeros”.
Usted sufrió prisión y exilio. ¿Cuáles serían las condiciones ideales para una reconciliación entre los chilenos?
“Voy a responder algo tan obvio: la justicia. Sin justicia no habrá reconciliación. Eso lo sabemos todos. Pienso que se han dado pasos importantes. Hay muchos compañeros que no están de acuerdo con mi posición, pero insisto en que hay más de doscientos treinta militares, algunos de alta graduación, procesados y algunos cumpliendo condenas. Tal vez la distancia permite ver mejor los avances en este tema. La actitud del general Juan Emilio Cheyre me parece correcta. No le exijo más, la historia le va a exigir más, pero a mí me parece una actitud correcta. Así como él dio ese paso habrá otros que más adelante tendrán que darlo, es cuestión de tiempo. Se está avanzando y han pasado apenas catorce años, esos avances hay que valorarlos”.
¿Existe continuidad en las actuales generaciones de músicos y autores respecto a la Nueva Canción?
“Observo que en algunos movimientos, sobre todo en esos rockeros que gritan y patalean, los hipjoperos, hay una continuación en otro contexto. Las condiciones no son las mismas de los años 70, pero esto no se detiene, porque hay ejemplos positivos. Si escuchas una canción como Por qué los pobres no tienen de la Violeta o Plegaria de un labrador, estás escuchando referentes que mantienen clara actualidad y que contienen vida real”.
De los fundadores de la Nueva Canción van quedando, además de usted, su hermana Isabel, Patricio Manns, también están Inti-Illimani y Quilapayún. ¿No han pensado en un gran acto conmemorativo?
“Yo no. Estoy porque las cosas sigan su ritmo y su curso. Voy si me invitan, pero estoy algo aburrido de esos actos masivos en que la gente va a ‘golpearse el pecho’, a una especie de terapia, y después no queda nada. Un productor se llenaría los bolsillos, porque nos piden a todos que vengamos gratis. Estoy ahora por cosas como las que acabamos de hacer con mi hermana Isabel: le entregamos la casa de Carmen 340, donde funcionó la Peña, al Partido Comunista, para que realice actos culturales que sirvan para juntar dinero para el tratamiento de Gladys Marín”.
¿Y la Fundación Violeta Parra? Muchos se preguntan cómo se da el apoyo de Cardoen...
“Bueno, Cardoen está interesado en la cultura, tiene cuatro museos funcionando, se interesa por la platería araucana, por los ponchos doñihuanos, etc. Y nos propusimos con él llevar adelante el Museo Violeta Parra. Primero iba a ser en Carmen 340, pero como no se logró conseguir lugar para estacionamiento (parece que más importante que las obras son los estacionamientos) nos asociamos con la Municipalidad de Santiago y conseguimos El Castillito, que está frente al Museo de Bellas Artes. Además, mi madre se ponía con sus pinturas al frente, en la ribera del Mapocho, en la Feria de Artes Plásticas.
Los fines semana es un lugar popular y mi madre lo único que quería era que el pueblo viera su obra. Isabel ha guardado material por años y ahora, en asociación con estos personajes que nos están dando una mano y un espacio, se va a mostrar la obra de Violeta”.
Usted también ha incursionado en la literatura. ¿Cómo le ha ido con su libro de cuentos?
“Cómo me ha ido, no lo sé; no me he preocupado de las ventas. Una vez pregunté y me respondieron ‘normal’. Será, dije yo. En todo caso es una ventana la que se me abrió con esto de escribir y contar. El primer libro, Dos palomitas y una novelita corta, está hace ocho meses en circulación y ahora he traído La historia breve de un niño raro, una novela. Se desarrolla en el mundo campesino”.
Tras el exilio, ¿cómo ha sido su reinserción? ¿Considera que la Concertación abrió espacios al artista nacional? ¿Cómo ve la institucionalidad cultural?
“Bueno, las cosas siempre demoran. Yo he mantenido un espacio en el corazón de los chilenos. Cada vez que vengo hago por lo menos un concierto. Particularmente con mis amigos de La Pintana. Con ellos trabajo desde 1996, en la época en que Jaime Estévez era diputado. Empecé con el Grupo Ventisca. El alcalde Jaime Pavez nos ha dado un espacio y cada vez tenemos más contactos. Incluso el grupo fue a París y cantamos en la fiesta de L’Humanité y tenemos proyectos muy buenos. Pero no es la institucionalidad cultural la que nos ofrece cosas. Nosotros buscamos pega por aquí y por allá”.
¿Qué impresión le deja la situación política de Chile? ¿Qué opina de la transición?
“Pienso que la transición no está terminada. Es normal, porque trece años es poco tiempo. Creo que falta todavía una generación. Eso sí, hay cosas sintomáticas de cómo va evolucionando esto. Me enteré que el hijo de un detenido desaparecido ingresó a la UDI, y por qué no, si son partidos que les ofrecen un espacio. Chile democrático era con Partido Conservador, Liberal, Comunista, Socialista, Nacional, etc. Mientras más se exprese la gente, mientras más utilice la democracia para expresarse, mejor. Aquí lo que no hay que tener son cuotas de poder terrorista, como lo tienen por ejemplo El Mercurio y Copesa. Creo que vamos por buen camino y sería mejor si el presidente Lagos, al final de su mandato, pudiera cumplir lo que prometió: que ni la salud ni la cultura estén en el mercado”

ALEJANDRO LAVQUEN

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