Edición 711 - desde 11 al 24 de junio de 2010
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Pasan los días y el drama se profundiza

Angustia en Talcahuano


Autor: ARNALDO PEREZ GUERRA
En Talcahuano

MARGARITA Moraga (en primer plano) y una vecina trabajando en las plataformas que protegen los pies del barro

Más de dos mil vecinos de la población Santa Clara, en Talcahuano, perdieron todo en el terremoto y maremoto del 27 de febrero. Lo que queda en Santa Clara es lodo, que contiene harina de pescado, desechos tóxicos, petróleo y peces muertos... y toneladas de escombros.
Santa Clara nació en 1907 como un barrio de trabajadores del antiguo matadero municipal. En esa época estaba rodeada de canales y humedales. El antiguo canal Venecia fue rellenado en 1980 y el cauce del canal El Morro fue estrechado a petición de los dueños de las pesqueras San Miguel y Vásquez, que con el argumento de que darían trabajo, sobre los humedales instalaron plantas faenadoras. En 2002 el Ministerio de Obras Públicas tapó lo que quedaba del canal Venecia y reforzó las paredes de El Morro, arruinando definitivamente los humedales. Esas obras se hicieron para levantar la carretera interportuaria, ahora devastada por el maremoto.
Cristina Seguel, quien perdió todo, afirma que de haberse mantenido canales y humedales, Santa Clara -y Salinas- habrían soportado mejor el maremoto: “Es una burla que pesqueras como Agromar y El Golfo se atrevan a decir que fueron sus redes las que impidieron un desastre mayor, eso es falso”. En Santa Clara hubo 13 muertos. “Recién después de 10 días las autoridades se acordaron que la población Santa Clara existía. Para eso, tuvimos que protestar”, señala Ana María Véliz, quien perdió todos sus enseres de casa y los productos de su pequeño almacén. Otra vecina, Margarita Moraga, relata que esa madrugada escuchó un ruido subterráneo espantoso y ni supo cómo llegó el mar y el barro. “No sabemos qué tóxicos traía el agua, pero camas y ropas quedaron quemadas. Era un fango de petróleo y ácido… Salvé muy poco, pero no perdí a mis hijas. Con ellas corrí kilómetros, hasta el cerro”, dice.

Demandas judiciales

Varios vecinos han presentado demandas judiciales por las muertes que ocurrieron por no haberse declarado alerta de tsunami. El senador Alejandro Navarro dice: “Hubo negligencia de las autoridades, que difundieron información falsa”. Hay querellas de los familiares de Mario Garcés, 67 años, que murió en Santa Clara; de los pescadores artesanales de Tumbes, José Tapia, 69, y Armando Domínguez, 59; de Marcial Badilla, 92, y de Juan de Dios Gutiérrez, 70, guardia de seguridad de la Aduana, que murió en su puesto de trabajo.
El 26 de mayo los damnificados se reunieron en la sede vecinal de Santa Clara, que levantaron con sus propias manos. Según los pobladores, el gobierno regional propone construir un muro de contención que llegará hasta El Morro, dejando sin protección a Santa Clara. La propuesta gubernamental plantea que el muro de concreto se prolongará en un “muro arbóreo”. Para los damnificados es una burla. Demuestra que el gobierno sigue interesado en la llamada Bío Bío Plataforma Logística, un proyecto empresarial que ha normado otra clasificación de uso de suelos.
Según el último reporte, 521 personas fallecieron en el país por la tragedia. El presidente Piñera anunció que cumplió su meta de entregar 40.000 viviendas de emergencia. Pero la mitad de éstas fueron construidas por Un Techo para Chile, institución ligada a la Iglesia Católica que contó con 27 millones de dólares recolectados en la Teletón Chile Ayuda a Chile. El último catastro señaló que casi 400.000 casas fueron destruidas o dañadas por el terremoto. Los pobladores de Santa Clara y otros sectores afectados en la Región del Bío Bío están preocupados de que las “aldeas” de mediaguas se transformen en viviendas definitivas.

El viento vuela
las carpas

Margarita Moraga vive con sus dos hijas en una carpa en el terreno del Sindicato CAP: “Tengo que afirmar el nylon, porque el viento lo sube y entra lluvia y frío… Cuando llueve con viento, las carpas se mueven en forma horrible y se inunda el terreno… Yo era asistente de párvulos en Talcahuano y quedé cesante”, dice. Muchos piensan que la prioridad, además de casas de emergencia, debe ser destinar recursos para crear empleos.
Muchos vecinos temen que el rebalse del canal Ifarle, lleno de escombros y sedimentos, inunde los terrenos. Los pobladores han protestado varias veces, exigiendo viviendas dignas y que la municipalidad no continúe botando escombros, pues pareciera que se intenta instalar ahí un vertedero de emergencia. “El municipio comenzó a lanzar basura y escombros en la zona de Santa Clara. Logramos que la intendenta viniera y se comprometiera a que no convertirían los terrenos en basural”, dice Ana María Véliz.

Solidaridad del
sindicato CAP

El municipio de Talcahuano ha desechado ofrecimientos de los directores de los liceos B-22 y B-26 para ocupar en forma gratuita sus instalaciones. Los pobladores consideran indignante que se gasten recursos que podrían ser traspasados a los damnificados para arrendar sitios e instalar mediaguas. Gracias a gestiones del concejal Hernán Pino lograron que el sindicato CAP les dejara instalar carpas para los vecinos con niños. “Acá estamos viviendo más de 160 personas, unos 45 niños, seis ancianos y un discapacitado”, dice Ana María. Las familias damnificadas que se encuentran en el Sindicato CAP de Huachipato se distribuyen entre el gimnasio techado y carpas en el patio. Iniciaron una campaña, con el periódico Resumen, para conseguir cocinillas y balones de gas.
Los pobladores señalan que la Oficina Municipal de Información Laboral (OMIL) de Talcahuano contrató personal para labores de limpieza y retiro de escombros. Según el gobierno, serían cuatrro mil empleos. Pero los propios obreros lo desmienten: sólo han contratado 244 personas. Entretanto, la Pesquera Landes despidió al 60 por ciento de sus operarios, acogiéndose al artículo 159°, para no pagar indemnización. Sólo en la Región del Bío Bío la cesantía podría afectar a unos treinta mil trabajadores.
Tras el maremoto los siete puertos de la región: San Vicente, Muelle CAP, Talcahuano, Lirquén, Penco, Coronel y Cabo Froward (Schwager), resultaron afectados. Talcahuano era el único puerto fiscal en la zona y quedó destruido; San Vicente, Lirquén, Coronel y Penco están en el 60 por ciento operativos, mientras que el Muelle CAP y Cabo Froward enfrentarán reparaciones durante los próximos seis meses. En Talcahuano, 46 naves pesqueras fueron arrastradas a tierra por el tsunami.
Hay comités de reconstrucción liderados por organizaciones sindicales y poblacionales en Talcahuano, Concepción, Chiguayante y Hualqui. Antes del sismo, la cesantía en la región bordeaba el 13,4 por ciento. Hoy las principales fuentes laborales: Astilleros y Maestranzas de la Armada, Compañía Siderúrgica Huachipato, pesqueras y puertos, están destruidos o paralizados. Podrán operar dentro de seis meses o incluso en dos años. El comercio está en el suelo y Talcahuano continúa con sectores sin agua potable, como Santa Clara, Gaete, Huachicoop, San Marcos, Letelier, Higueras, Santa Luisa, Santa Marta y Corvi, entre otras. “Essbío, la empresa de agua potable, no aparece por ningún lado, pero sigue mandando las cuentas”, dicen los indignados damnificados. “Mandan boletas de cobro a familias que hoy ni siquiera tienen casa”, agregan.
En Santa Clara había unas 750 viviendas y hoy los vecinos se distribuyen en tres albergues: la cancha de Huachipato, el Liceo Industrial y la sede del Sindicato CAP. Pero también hay allegados en casas de amigos y familiares. No están conformes con (..)

 

(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 711, 11 de junio, 2010)
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