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Observatorio Político
Su corazón está con la DC
Piñera se mueve hacia el centro
Autor: MANUEL SALAZAR SALVO
En el Día del Medio Ambiente, el 5 de junio, a una semana de cumplir sus primeros cien días en el gobierno, el presidente Sebastián Piñera ofreció una nueva muestra del estilo que desea imponer a su mandato. Llegó temprano hasta una población en la comuna de Cerrillos y se bajó del automóvil con una pala en ristre, vistiendo de verde -los colores de la Conaf-; acompañado de ministros se puso a plantar árboles. No fue uno simbólico, como es habitual para los fotógrafos y cámaras de televisión; plantó a lo menos quince, a lo largo de ambas veredas de una cuadra. Le acompañaban las ministras de Medio Ambiente y de la Vivienda, y el ministro de Agricultura, que con no pocos esfuerzos trataron de seguir el ritmo que el mandatario imprimió a la tarea. Luego, Piñera anunció que en los próximos ocho años se plantarán en Chile cerca de 18 millones de árboles, uno por cada habitante.
Piñera se ha propuesto hacer más y mejor que sus antecesores. Para ello ha impuesto una cierta dosis de desmesura a sus planes y tareas. Trabaja 16 ó 18 horas al día y supervisa de cerca gran parte de las decisiones que toman sus ministros. Quiere estar en todo, demostrar que sabe cualquier materia y que puede hacer las cosas mejor que nadie. El compás que ha marcado a su gobierno es de tal vértigo, que muchos colaboradores piensan que no podrán seguir sus pasos. Incluso, desde las páginas editoriales de El Mercurio, han advertido los riesgos del excesivo protagonismo del mandatario.
Parece claro que en el horizonte del presidente Piñera no están sólo los próximos cuatro años de su mandato, sino ocho o doce. Quiere refundar el país, transformarlo desde sus cimientos. Por eso insiste en que casi todo lo realizado en las últimas décadas ha sido mal hecho. El presidente sabe que para conseguir sus propósitos requiere ampliar su base de apoyo político y social, transformar a la Alianza por Chile en un conglomerado más grande y diverso, y restar fuerzas a la Concertación para derrotarla en las próximas elecciones. Sólo de esa manera Piñera podrá imponer el nombre de su sucesor y planificar desde ahora su retorno a La Moneda en 2018.
Una flecha
en el corazón
Tras su victoria en la primera vuelta de diciembre pasado, entre los numerosos perfiles biográficos de Piñera que se transmitieron por televisión destacó uno realizado por el periodista Claudio Fariña, en TVN. Allí, uno de los mejores amigos del hoy presidente, Pedro Pablo Díaz, enfatizó casi como una advertencia que Piñera no era un hombre de derecha, que muchos se equivocaban con él…
Pocos meses antes, en plena campaña, el ex presidente Patricio Aylwin, entrevistado por La Tercera, había advertido que muchos militantes y simpatizantes del Partido Demócrata Cristiano no veían con malos ojos votar por Piñera. Aylwin se atrevió a decir lo que muchos pensaban y comentaban en privado. Por esos mismos días, el ex canciller Gabriel Valdés Subercaseaux también expresó simpatías por el candidato de la Alianza, a quien considera un “ahijado”.
Sebastián Piñera creció y se educó entre las figuras del PDC y de ellas recibió un trozo importante de su formación cultural y política. Desde muy joven fue opositor activo a la dictadura de Pinochet y se casó con una mujer, Cecilia Morel, cuyas simpatías siempre estuvieron cerca de la oposición a la dictadura. Tras su paso por la Universidad de Harvard, donde compartió con Eduardo Aninat, quien fue ministro de Hacienda de Eduardo Frei Ruiz-Tagle; José Pablo Arellano, futuro ministro de Educación, entre otros cargos en gobiernos de la Concertación y Eduardo Moyano, ejecutivo más tarde de Correos de Chile, Piñera retornó a Chile y se incorporó a la Cepal, donde se generaban ideas y estudios para enfrentar las políticas económicas y sociales de la dictadura.
En junio de 1978, Piñera y Patricio Meller escribieron una carta a la revista Qué Pasa, para defender un trabajo sobre el empleo efectuado por ambos economistas. Decían Meller y Piñera:
“1.- Algunos párrafos de lo publicado (en Qué Pasa) no se ajustan en absoluto al contexto en que se enmarca nuestro trabajo y desvirtúan nuestro pensamiento. En efecto, la primera parte de nuestro artículo enumera y describe las principales hipótesis existentes en la literatura económica respecto a los funcionamientos del mercado del trabajo en países en desarrollo. La identificación hecha en su revista de una de estas hipótesis, ‘la del desempleo voluntario’, con el pensamiento de los autores, representa indudablemente un categórico error. A nuestro juicio, en el contexto de economías con elevadas tasas de desocupación, muy por encima de los niveles tradicionales, el problema del desempleo lejos de ser de naturaleza voluntaria es fundamentalmente involuntario; vale decir, escapa totalmente a la voluntad de los desocupados, los cuales queriendo trabajar no logran encontrar un empleo.
2.- A nuestro juicio, las medidas de política económica sugeridas en nuestro artículo para racionalizar el funcionamiento del mercado del trabajo y eliminar los obstáculos existentes para una mayor generación del empleo, deben insertarse en un contexto de amplia participación del sector laboral, que es el principal afectado por este tipo de medidas. Esto requiere la existencia de democracia laboral, lo que involucra la existencia de sindicatos autónomos, la elección democrática de dirigentes sindicales y la existencia del derecho a huelga”.
Meller y Piñera se extendían en otros conceptos que fueron respondidos por Qué Pasa, cuyo directorio y comité editorial estaban conformados por simpatizantes del régimen militar. (Ver Qué Pasa 373 y 374, 16 y 22 de junio de 1978).
A mediados de 1978, empezaban a multiplicarse las huelgas de hambre exigiendo conocer el paradero de los detenidos desaparecidos, comenzaba a conocerse el papel de la dictadura militar en el asesinato de Orlando Letelier y hacía crisis la pugna entre los generales Pinochet y Gustavo Leigh, comandante de la Fach, que terminaría con la expulsión de este último de la Junta Militar. Se mantenía, en tanto, una severa represión a los disidentes y la prohibición de cualquier actividad sindical, gremial y política.
Poco a poco, sin embargo, comenzaban a vislumbrarse puntos de encuentro entre el centro político, donde se ubicaba Sebastián Piñera, y a producirse los primeros contactos con algunos empresarios y representantes de la Izquierda moderada.
En julio de 1978, alrededor de 45 profesionales, entre economistas, sociólogos, politólogos y empresarios, se reunieron en un centro de la Iglesia Católica en Punta de Tralca, convocados por el Centro de Investigaciones Socioeconómicas, que dirigía el jesuita Mario Zañartu. Entre los asistentes figuraban Pedro Calvo, director de Gémines; Andrés Bianchi y Sebastián Piñera, de Cepal; Andrés Sanfuentes y Roberto Zahler, del Departamento de Economía de la Universidad de Chile; Manuel Antonio Garretón, de Flacso; Oscar Muñoz, Ricardo Ffrench-Davis y Ernesto Tironi, de Cieplan y algunos empresarios como Edmundo Pérez Yoma, Alvaro García, Andrés Donoso, Eduardo Arriagada y otros. En su mayoría los asistentes eran democratacristianos. (Ver Qué Pasa 379, 20 de julio de 1978).
Estos antecedentes confirman claramente el domicilio político que Piñera tuvo en el régimen militar, del que sólo se marginó luego del retorno de la democracia en 1990, para ubicarse en el sector más liberal de Renovación Nacional. Desde allí resistió durante quince años los embates de la UDI y de los partidarios de Pinochet, que nunca le mostraron confianza.
Joe: un hombre clave
Conseguida su meta de llegar a La Moneda, Piñera se distanció de los partidos y privilegió a los independientes en su gabinete. Escasos militantes de la Alianza por Chile fueron convocados en primera instancia a su equipo más cercano, en el cual incluyó a Jaime Ravinet, ex ministro y connotado militante del PDC, entre cuyos “presidenciables” figuró largo tiempo. Las evidentes molestias de la UDI y RN obligaron a Piñera a aceptar a regañadientes la presencia de (…)
(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 711, 11 de junio, 2010)
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