Edición 709 - desde el 14 al 27 de mayo de 2010
Documento sin título
Buscar
último Editorial
Carta al director
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Publicidad del Estado

El fallo de la Fiscalia

Regalo

EL TERREMOTO
DE LAS PYMES

 

La fuerte caída en el producto en marzo muestra los efectos del terremoto y maremoto en la economía. Exhibe, pero también oculta. Muestra las grandes tendencias en la economía, masacrada por la catástrofe, pero no logra descifrar el impacto que ha tenido en los más pequeños y débiles de los agentes económicos.
El golpe del desastre natural en las pymes, ya malogradas desde hace años por las sucesivas crisis y su desigual combate con la gran empresa bajo las leyes del libre mercado, esconde en las frías cifras otro desastre, el social. La pérdida de equipos, infraestructura, bienes y existencias en las pequeñas y medianas empresas se traduce en un freno en la producción, las ventas y en la capacidad de generar empleo. Las consecuencias económicas, laborales y sociales en este sector son de una profundidad tal, que tardarán años en volver al estado anterior. Si es que alguna vez regresan.
¿Qué dicen esas cifras? El Imacec de marzo, que es el indicador mensual de la actividad económica elaborado por el Banco Central, marcó una caída de -2,8 por ciento, en tanto la tasa de desempleo nacional anotó un 9 por ciento. Para las ciudades más golpeadas por el terremoto, el registro del INE marcó para el trimestre enero a marzo un 10,4 por ciento en Talca, un 8,4 en Concepción y un 13,4 en Talcahuano. Obviamente, la encuesta no logró registrar los efectos de la catástrofe en el empleo.
Porque otros datos ya se acercan a la realidad de los daños. Una primera evaluación tras el terremoto cifró en unos cinco mil millones de dólares las pérdidas de las pymes, las que en parte han sido recogidas por el actual gobierno, que durante la segunda semana de abril anunció un plan de reconstrucción para este sector. Anunciado por el presidente Sebastián Piñera, el plan de apoyo a las pymes -desde las micro empresas hasta las medianas- prevé un total de 2.500 millones de dólares, de los cuales 180 millones estarán dirigidos a unas 20 mil empresas que requieren recursos para su reconstrucción. El resto de los fondos será distribuido durante los próximos años del actual gobierno, cuyo objetivo es impulsar a cien mil nuevos emprendedores para generar unos 800 mil nuevos puestos de trabajo a una media, según aclara el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, de 200 mil por año. Un poco rebajado, este es el millón de empleos tan anunciado por el candidato Piñera.
Junto a los fondos de ayuda, está el área fiscal, que prevé la exención tributaria para las pymes con ventas menores a las 50 mil UF y con utilidades que no superen las 2.500 UF anuales, franquicia sólo aplicable en el caso de reinversión de esas ganancias. Además el plan contempla una reducción permanente al impuesto de timbres y estampillas, mecanismo ya aplicado con anterioridad, que aun cuando puede resultar una ayuda, no ha tenido incidencia como estímulo real para las pymes.

El problema es la falta
de mercado

La cifra de 2.500 millones de dólares puede parecer importante. Pero al considerar el enorme universo de este sector, que alcanza a unas 750 mil unidades, el monto tiende a diluirse. Más aún tomando en cuenta que este plan de ayuda no parece distar demasiado de los anteriores impulsados por la Concertación. Es lo que llevó a Iván Vuskovic, ex presidente de Conupia, a criticar el programa de 2.500 millones para los cuatro años de gobierno, el que equivale a unos 600 millones por ejercicio: “Traemos un fomento productivo que, planificado en 2009, fue de 814 millones de dólares, a lo que hay que agregar los 400 millones provenientes del royalty de la minería (…) En el fondo teníamos 1.200 millones y lo que se nos está anunciando es que ahora se van a destinar sólo la mitad por año. Eso me preocupa”.
Pedro Davis, presidente en ejercicio de Conupia, apuntó en esta misma dirección y al meollo del problema. Porque, dijo, aquí no sirve la simplificación de trámites -que es una de las medidas anunciadas por el gobierno- sin un verdadero plan de fomento productivo y oportunidades de mercado: “No pueden seguir armándose más pymes sin posibilidades de mercado ciertas. No podemos seguir siendo el resumidero de cesantes de la administración pública o privada sin los recursos ni la preparación adecuada”.
La aplicación del plan es muy probable que se estrelle con obstáculos muy similares a programas anteriores de financiamiento para la pequeña empresa. Al canalizarse estos recursos a través de la banca comercial, muchas de las empresas, al estar en Dicom o al no calificar en términos de solvencia para los requerimientos de las instituciones bancarias, podrían quedar una vez más marginadas. Davis agrega que de los 180 millones de dólares sólo han sido canalizados 40 millones, lo que representa unas cinco mil empresas: “Cuando el ministro Fontaine se refiere a 21 mil empresarios está considerando a los que van a acceder al crédito y todos sabemos que la Banca no entrega el crédito a quienes prioritariamente lo necesitan. Para nosotros hasta el momento son cinco mil empresarios los que tienen aporte directo y los otros son potenciales. Estamos hablando de que en la zona de catástrofe al menos entre 90 y 100 mil empresarios necesitan aportes”, indicó.
El problema de Dicom es real y creciente, lo que dejará a muchas pymes fuera del programa. Tras el terremoto, miles de empresarios, debido a los daños en sus equipos e impedidos de producir y vender, no han podido enfrentar los pagos a sus proveedores y a otros servicios, como los financieros, lo que los ha llevado a Dicom.

Casi un millón de pymes

El catastro de pymes es muy disímil. Una encuesta del INE realizada con datos del año 2006 identificó que el universo de pequeñas empresas llega a 83.347 firmas formales, con 1.208.767 ocupados, lo que equivale al 38 por ciento del total del empleo nacional. Sin embargo, otros registros establecen el número de pymes formales e informales en más de 800 mil -la mayoría microempresas, las que no califican para estas ayudas canalizadas a través de la banca-. De acuerdo a este dato, las micro y pequeñas empresas generan más del 80 por ciento del empleo en Chile.
La encuesta del INE, pese a no incorporar a las microempresas, arroja datos de interés que revelan la realidad de las pymes. Del total de 83.347 pymes que revela este registro, un 86 por ciento son pequeñas y el resto medianas, las que operan básicamente en el mercado nacional. Pese a todo el fomento a las exportaciones realizado durante los últimos veinte años, sólo el 3,7 por ciento exporta.
Los dirigentes de Conupia apuntan al centro de la fuente de los problemas de las pymes, que es la disminución de oportunidades de mercado. Un trance que se remonta a más de diez años y hace agua desde finales de la década pasada, tras los efectos de la crisis asiática. Es entonces cuando el Banco Central chileno subió de manera desmedida las tasas de interés, convirtiendo esta medida en una tragedia para las endeudadas pequeñas y medianas empresas. Fuertemente endeudadas, muchas no pueden enfrentar las altas tasas, lo que deriva en quiebras. Sin embargo había otro problema aún mayor: la intromisión, como nuevos competidores en sus sectores, de la gran empresa y la fuerte presión que estas corporaciones aplicaban sobre los precios. Tras esta coerción económica, las que no quebraron se vieron inmersas en un escenario que les restó progresivamente mercados. Los gobiernos de entonces, grandes oficiantes de las políticas neoliberales del libre mercado, aplicaron medidas de apoyo financiero -muy similares a las recientemente anunciadas por el gobierno de Piñera- que jamás lograron amortiguar los problemas. El libre mercado permaneció inalterado.

La otra cara del neoliberalismo

El gran obstáculo en el desarrollo o en la supervivencia de las pymes está en la pérdida del mercado, el que ha sido arrebatado por las grandes empresas. Así sucede en la fruticultura, la pesca, o la venta minorista, en la alimentación o en los materiales de construcción y artículos de ferretería, mercados arrebatados por las grandes corporaciones. Eso se extrapola a otros varios sectores de la producción y los servicios. Las pymes han venido perdiendo mercado en un proceso gradual y creciente que amenaza con su existencia futura. Los daños del terremoto, sumados a una malograda situación comercial y de mercado, pueden llevar a la quiebra a decenas de miles de micro y pequeñas empresas.
Cuando Davis declara que las pymes no pueden continuar como el “resumidero” de los cesantes de la Administración Pública, apunta al centro del problema. Porque la creación de pymes, o el país de “emprendedores” que quiere Piñera, es un recurso desesperado para miles de personas sin trabajo que han creído en esta otra cara de las políticas y la publicidad neoliberal, la que ha resultado ser un buen negocio para la banca privada mediante préstamos caros, pero una aventura de altísimo riesgo para los “emprendedores”. Lo que anuncia Piñera es un lado poco tratado del neoliberalismo, pero que cada año produce ruina económica por deudas impagas, bienes rematados y cesantía.
El fenómeno que se sufre en Chile es mundial. El sociólogo Marcos Roitman Ro-senmann ha abordado el tema en un artículo titulado “La crisis de la pequeña burguesía empresarial”, en el que escribe sobre los que “pensaban en la bonanza de un capitalismo triunfante política, cultural y económicamente. Dormían plácidamente y no pensaron en un capitalismo en crisis, capaz de engullir todo lo que está en su camino para salvarse de su muerte”. A aquellos “emprendedores” seducidos por la banca y la propaganda neoliberal, hoy podemos verlos “en todos los rincones de las grandes capitales y ciudades en una imagen desoladora, exponente del fracaso del capitalismo. Son multitud los locales con carteles de ‘se vende’ o ‘se alquila’. Capital muerto, sin posibilidades de entrar en el mercado. Son los restos de una bacanal. Quienes participaron alegremente y se emborracharon de economía de mercado, han pasado a engrosar la lista de morosos en los bancos”.
La crisis endémica de las pymes la podemos observar en el alto desempleo estructural. El estancamiento en la creación de empleo durante toda esta década está relacionada con el hundimiento de las micro y pequeñas empresas, que son las mayores generadoras de trabajo. Porque pese al moderado crecimiento económico de los últimos diez años, no ha habido una demanda correspondiente de mano de obra, a la vez que tampoco importantes incrementos salariales. Hay al menos dos grandes motivos que explican la persistencia de una masa de desempleados que en algunos momentos de la reciente crisis, que parece recrudecer a la vista de los graves sucesos griegos y europeos, llegó a un millón de personas. Está, en primer lugar, la posición preponderante que ocupan en la economía las grandes empresas, las que no requieren mucha mano de obra -como lo es, por ejemplo, la minería-, sino alta tecnología y eficiencia en la gestión. Está también el deterioro progresivo de las pymes y la desaparición o reducción de muchas de sus unidades productivas y está también, en un tercer lugar, la falta de innovación o el descubrimiento de nuevos mercados y áreas de producción, que es lo que explicó, en parte, la fuerte demanda de mano de obra durante la década de los 90.
¿Y qué es lo que tenemos? La gran empresa ha aumentado su facturación durante los últimos veinte años, aun cuando la expansión de sus actividades no ha tenido efectos en la creación de empleo. Ello, porque hay un trasvasije del mercado, de las ventas y la riqueza, desde las pymes a la gran empresa con efectos negativos en el empleo. Estudios revelan que durante estos años, las grandes corporaciones aumentan sus ventas en tanto las pymes, en todas sus variantes, las reducen. Un fenómeno que se expresa no sólo en el estancamiento del trabajo y en la progresiva debilidad de las pymes, sino también en la desigualdad en la distribución de la riqueza en Chile. Es a partir de este fenómeno, propio del neoliberalismo, cómo se empobrece la mayoría de los ciudadanos del país en beneficio de las grandes corporaciones. Y es esto lo que ofrece el gobierno. ¡Los cien mil nuevos emprendedores que generarían un millón de nuevos puestos de trabajo sólo serán un buen negocio para la banca! ¿Cuántos de ellos perderán hasta la camisa en esta apuesta irresponsable?
El millón de nuevos empleos es más retórica que realidad. Porque sin medidas claras de fomento a las pymes, lo que significa una forma de intervención en los mercados controlados por la gran empresa, se hace casi imposible que un pequeño empresario ingrese a competir con una transnacional. ¿En qué rubro? ¿En qué condiciones? ¿En qué espacio? ¿Cómo compite una tienda de barrio con una cadena de supermercados? ¿Cómo lo hace un pescador artesanal ante una flota internacional? ¿Cómo se defiende el ferretero ante Sodimac? Lo que presenciamos es la cara financiera, que favorece a la banca, del modelo neoliberal.

PAUL WALDER

 

(Publicado en Punto Final, edición Nº 709, 14 de mayo, 2010)
Suscríbase  a PF
punto@interaccess.cl

Documento sin título
Translation

Google Translate

En esta edición

Piñera rinde cuentas

El turno del
Ofendido

EL TERREMOTO
DE LAS PYMES

Monopolio
publicitario en Chile

Memorial del MIR
En la Villa Grimaldi

En edición impresa

El litio
Al asalto
de una nueva riqueza

El incierto
destino de
“La Nación”

Mensajero del viento

“La ONU necesita ser reinventada”

Eliades Acosta

Negocios
Sucios
 

Visita