Edición 709 - desde el 14 al 27 de mayo de 2010
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El litio

Al asalto
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Autor: MANUEL SALAZAR SALVO

 

El litio, elemento Nº 3 de la tabla inventada por Dimitri Mendeleiev, es el más liviano de los metales. Se utiliza en cohetes y satélites, acumula la energía que hace funcionar las baterías de los teléfonos celulares, relojes digitales, marcapasos, computadoras portátiles, MP3, Ipods, Blackberrys y de otros componentes de la nanotecnología. También se emplea en los reactores atómicos para obtener titrio, un elemento que no existe en estado natural y que actúa como combustible en la fusión nuclear; y, lo más importante, es una pieza fundamental de los vehículos del futuro. Descubierto en 1817, adquirió una importancia creciente en la década de 1950, cuando fue considerado material estratégico por la U.S. Atomic Energy Comision (AEC) de cara a la producción de la bomba de hidrógeno.
En los últimos años, la industria automotriz, enfrentada al agotamiento de los combustibles fósiles, viene impulsando los prototipos eléctricos y se apronta a introducirlos masivamente. Para hacerlo, requiere de baterías fabricadas con litio y tiene los ojos fijos en el triángulo geográfico que abarca los salares de Atacama, en Chile, Uyuni y Coiposa, en Bolivia, y Hombre Muerto, en Argentina, zona que almacena el polvo blanco que será la llave maestra del transporte en las próximas décadas.
El litio, además, será un elemento clave en la nueva industria del cemento y del hormigón, en la fabricación de aleaciones livianas para la aeronáutica, en la elaboración de diversos tipos de baterías secundarias y en la ya mencionada fusión nuclear, posible gran proveedora de energía de los próximos siglos.
Las expectativas se han reflejado en los precios. En 1998 el valor de la tonelada de litio era 1.770 dólares; hoy bordea los 6.000 dólares y la demanda crece a un ritmo cercano al 7% anual. Sobre las reservas existentes en el planeta no hay acuerdo, pero se cree que son entre 12 y 20 millones de toneladas; el 90% están ubicadas en Bolivia, Chile y Argentina. Estos dos últimos producen poco más del 55% del litio que demandan los países desarrollados, abasteciendo casi la totalidad de los requerimientos de Estados Unidos, el mayor consumidor mundial. En Bolivia se encuentran sin explotar unos 5,5 millones de toneladas bajo la superficies de los salares de Uyuni y Coiposa, cerca de la frontera antofagastina de Chile. Uyuni, con una superficie de 12.000 kms2, es el mayor salar del mundo.

El sueño de Evo

El gobierno del presidente Evo Morales inició en 2009 la construcción de una planta piloto a un costo de 6 millones de dólares para investigar la explotación de carbonato de litio en Uyuni. A partir de septiembre próximo esa planta producirá unas 500 toneladas anuales, lo que le permitiría a Bolivia levantar una usina para producir en el mediano plazo unas 30.000 toneladas anuales de carbonato de litio.
La confirmación de las enormes reservas en Uyuni despertó el apetito de las transnacionales de la industria automotriz, en busca de garantizar la materia prima para los vehículos eléctricos del futuro. Bolivia ha recibido ofertas del consorcio japonés JBIC-Mitsubishi-Sumitomo, del grupo CITIC (China Trust Investment Corporation), del grupo de Corea del Sur Kores-LG-GS Caltex Corp-Posco, de las empresas francesas Bolloré-Eramet, de la brasileña Vale Do Río Doce, e incluso de Rusia e Irán. El presidente Morales quiere producir hidróxido de litio, cloruro de litio, litio metálico e incluso fabricar baterías, otorgando a las multinacionales, privadas o estatales, la calidad de socios con no más del 40 o 45% de participación.
Un dato relevante: el litio requiere de tecnología avanzada para convertirse en metal útil para la industria. Hoy, el monopolio mundial de la explotación del litio está en manos de dos trasnacionales, la Foote Mineral Co. y la FMC Lithium Corporation, que poseen la tecnología para convertir el carbonato de litio en metálico. De los yacimientos en Chile y Argentina se extrae una salmuera de litio, que se transforma en el carbonato que se exporta. Quien se lleva lo mejor de la torta son las transnacionales domiciliadas en Estados Unidos, que encabezan la producción de litio con valor agregado. De ahí la importancia del esfuerzo que está haciendo Evo Morales para revertir esta situación.
La francesa Bolloré-Eramet puso a la venta este año 10 mil unidades de su automóvil eléctrico Blue Car (que probó Evo Morales en su visita a París en febrero); proyecta 20 mil para 2011 y 30 mil para 2012. General Motors sacará al mercado el vehículo Volt, capaz de rodar a 64 kilómetros por hora impulsado por baterías de litio. Volkswagen lanzará en 2013 su primer automóvil eléctrico con el apoyo de las compañías electrónicas japonesas Sanyo y Toshiba y con el productor automovilístico chino BYD. Mitsubishi, en tanto, estima que la demanda de litio se multiplicará por cinco en menos de una década y que si no hay mayor producción, el precio del mineral aumentará a niveles prohibitivos.

Boom argentino

En 2008 la producción argentina de litio creció 6,67%, permitiéndole mantener su cuarta ubicación entre los mayores productores, sólo por debajo de Chile, Australia y China. Los trasandinos poseen litio en Jujuy, Salta, Catamarca, Córdoba y San Luis. La firma Minera del Altiplano -subsidiaria de la estadounidense FMC Corporation- fue la que extrajo las primeras 150 toneladas de fluoruro de litio en el Salar del Hombre Muerto, en la sierra trasandina de Catamarca, uno de los vértices del triángulo del litio que conforma con los salares de Chile y Bolivia.
A comienzos de este año, el grupo Bolloré-Eramet, que opera bajo la sociedad Bolloré Minera, anunció un acuerdo con la minera Santa Rita para explorar en Hombre Muerto depósitos de litio con opción de adquirir las concesiones dentro de los próximos dos años. Por su parte, una empresa australiana explora yacimientos en Jujuy y la canadiense Lithium One también ha mostrado interés por participar.

El modelo chileno

En 1996 Chile inició las exportaciones de carbonato de litio y a 2008, las ventas reportaron 1.092 millones de dólares, según cifras del Banco Central. El crecimiento en el período ha sido de 460,3%, pasando de 39,6 millones de dólares en 1996 a 220,2 millones en 2008.
La explotación del recurso está concentrada en dos compañías, la Sociedad Chilena del Litio (SCL) y la Sociedad Química y Minera de Chile (Sochimich o SQM), dueña del 11,7% del mercado mundial. SQM a través de sus subsidiarias posee derechos exclusivos para explotar los recursos minerales en un área que cubre cerca de 196.000 hectáreas en el Salar de Atacama. Esos derechos incluyen 147.000 hectáreas que pertenecen a Corfo y que son arrendadas a SQM Salar S.A. Las mediciones efectuadas en el salar de Atacama indican que Chile posee las segundas reservas mundiales de litio, calculadas en 4,3 millones de toneladas.
El desarrollo de esta industria, sin embargo, muestra la marca indeleble de las irregularidades en su formación y crecimiento, primero bajo la protección del general Augusto Pinochet durante la dictadura militar, y más tarde con la complicidad de los gobiernos de la Concertación, que nunca se atrevieron a esclarecer los orígenes espúreos del traspaso de la estatal Soquimich al patrimonio personal de un yerno del dictador, el ingeniero forestal Julio Ponce Lerou, actual controlador de SQM. En las últimas tres décadas fueron periodistas casi los únicos que se atrevieron a indagar acerca del entramado que construyó Ponce Lerou para adueñarse de Soquimich.
A mediados del año pasado, los senadores socialistas Ricardo Núñez, Camilo Escalona y Juan Pablo Letelier presentaron una moción para que en la Constitución se garantizara que el litio se considere un mineral estratégico y, como tal, sean las empresas del Estado las únicas que puedan explotarlo. Núñez incluso se mostró partidario de modificar el Código Minero. ¿Si prospera la modificación, qué ocurrirá con los yacimientos que hoy son explotados en el Salar de Atacama?, le pregunté en aquella ocasión. “Tendrán que vendérselos al Estado. SQM pidió concesiones para explotar salitre, no litio. El Estado no ha sabido cautelar los intereses nacionales a este respecto”, respondió el ahora ex senador.

La resistencia de
“El Mercurio”

La arremetida de los senadores socialistas apuntó tangencialmente al corazón del virtual monopolio sobre el litio. El Mercurio reaccionó inquieto: “La sugerencia de una suerte de estatización causó revuelo y los privados se lanzaron en una ofensiva para que se les siga permitiendo la participación en el litio y otros materiales atómicos. El tema está tan candente que las firmas involucradas se han excusado (…)

(En el próximo número: La historia oculta de Julio Ponce Lerou)

(Este artículo se publicó completo en Punto Final, edición Nº 709, 14 de mayo, 2010)
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