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Termoeléctricas envenenan Huasco


Autor: MAURICIO BECERRA R

LA termoeléctrica Guacolda, ubicada al sur de Huasco, contamina cincuenta kilómetros a la redonda.

El primer día de septiembre de este año llegaron a Huasco, en la costa de la Región de Atacama, el ministro de Energía, Marcelo Tokman, y la intendenta, Viviana Ireland, a inaugurar la Unidad 3 de la termoeléctrica Guacolda. En su discurso, la intendenta anunció orgullosa que la empresa contrataría gente del lugar, lo que agilizó la evaluación de impacto ambiental. Afuera, como todos los días, una sutil lluvia de cenizas caía sin cesar y una capa de hollín cubría los techos de las casas y autos.
El edificio municipal, inaugurado hace pocos años, ya no luce el blanco original en sus paredes, ahora es gris; las micros que cada hora llegan desde Vallenar son lavadas cada dos viajes; la ropa tendida a secar se ensucia a las pocas horas. Míriam Ramírez, peluquera, dice que “el pelo de la gente de acá no dura más de un día limpio, tiene una textura gruesa y no brilla”. “Acá el blanco es gris”, sentencia Soledad Fuentealba, integrante de la Agrupación de Defensa de la Salud y Medio Ambiente de Huasco.
Cuando fue inaugurada la termoeléctrica Guacolda, en 1997, el presidente Eduardo Frei dijo en el liceo de la comuna una frase que sería el sello de su gobierno: “El progreso de Chile no se detiene por problemas medioambientales”. La central es de propiedad de AES Gener (50%), Copec (25%) e Inversiones Ultraterra (25%). Está ubicada al sur de Huasco y emite 108 toneladas al día de dióxido de carbono (CO2), que afectan a 50 kms. a la redonda. A sus emisiones se suman las de la planta de pellets de la Compañía Minera del Pacífico (CMP), instalada en 1978, y se anuncia la instalación de otra termoeléctrica de Endesa en Punta Alcalde, dos kilómetros al sur. “No hay estudio que esté midiendo el daño de estas emisiones”, sostiene Gregorio González, agricultor y ex alcalde de Huasco entre 1992 y 1996.
Si bien ninguna de esas plantas sobrepasa los niveles de dióxido de azufre (SO2), la sumatoria de ellas señala que diariamente, en cambio, se emiten 118,2 toneladas de CO2, que corresponden 10,2 a la CMP y 108 a Guacolda.

Rodríguez Grossi
y el “petcoke”

En 2001, luego de siete años como gerente de Guacolda, José Rodríguez Grossi pasó a desempeñarse como triministro de Economía, Energía y Minería del gobierno de Ricardo Lagos. En agosto de ese año, en una rápida sesión del consejo de ministros de la Conama, se permitió el uso del petcoke como combustible en las termoeléctricas Guacolda y Tocopilla. Rodríguez argumentó a su favor por el bajo costo y por la crisis por la suspensión del suministro de gas argentino, pese a que el producto está prohibido en gran parte del mundo. La termoeléctrica lo compra en Estados Unidos a un dólar la tonelada.
El petcoke es un combustible compuesto por la mezcla de petróleo refinado con carbón. Su combustión produce una alta emisión de anhídrido sulfuroso y material particulado respirable fino, en el que se hallan níquel, dióxido de azufre, vanadio y otros metales pesados. La exposición al níquel puede provocar dermatitis, sinusitis, anosmia (pérdida del olfato), asma, cáncer nasal y broncopulmonar, según la OMS. En tanto, el dióxido de azufre afecta las vías respiratorias y la exposición a concentraciones de vanadio provoca tos, bronquitis, neumonía, carcinoma broncopulmonar y alteración de los procesos metabólicos. A esta contaminación se suman los trenes que cruzan Huasco, transportando hierro pulverizado a la planta de pellets, sin protección para su carga.
Un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile (octubre de 2005) reveló que la concentración promedio de níquel en Huasco era de 50,1 Ng/m3, alcanzado máximos de 1.310 Ng/m3. También se consignó que el níquel se adhiere a las partículas finas de hierro, lo que expone aún más a la población de Huasco a la inhalación de partículas cancerígenas.

Permisos para ampliaciones

Pese a los conocidos daños provocados por la termoeléctrica, AES Gener ha contado con la venia de las autoridades ambientales cuando ha necesitado agrandar Guacolda. Así ocurrió con la tercera etapa de su ampliación, cuando fue presentado un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) que proponía mejorar la tecnología de control de emisiones al ampliarse la capacidad de producción energética de la central. Pero una vez aprobado por la Corema de Copiapó, en abril de 2006, AES Gener pidió, vía Declaración de Impacto Ambiental (DIA), flexibilizar la inversión en la tecnología no contaminante.
Una voz disidente fue de la Seremi de Salud, Pilar Merino, quien sostuvo que era necesario un nuevo EIA y no una simple DIA, ya que al optar por una tecnología consistente en una caldera de carbón pulverizado más un desulfurizador húmedo que usa caliza para abatir el dióxido de azufre, se aumentaban en 1,8 toneladas diarias las emisiones de óxido de nitrógeno, un 29,3% más en comparación con la tecnología que contemplaba el EIA. Pese a esta disidencia, se aceptó la propuesta de la empresa.
En junio de este año, el director de la Corema de Copiapó, Osvaldo Avila, se vio obligado a renunciar luego que se comprobara que respondió a los regantes de Chamonate con argumentos dados por la Compañía Minera Candelaria, a la que dio permiso para extraer 500 litros de agua por segundo en una zona de sequía. El hecho despertó las sospechas sobre otras decisiones zanjadas por Avila desde que en 2004 asumiera el mando de la institución medioambiental.
Ahora se encuentra en trámite una nueva ampliación de la central, que permitiría aumentar la producción actual de 456 MW en 152 MW, lo que se espera esté funcionando en septiembre de 2010.

Cáncer y enfermedades respiratorias

Oscar López, vecino de Huasco, suma dos muertes, de una hermana y de su padre, por cáncer a los ganglios. Jacqueline Ríos, su cuñada, padece cáncer al estómago. Daniel Díaz, dirigente social de Huasco, cuenta que “entre los niños se dan muchos problemas respiratorios y alergias. Además, desde que se instaló la planta ha habido muertes por cáncer a la tiroides y a los pulmones”.
Pese a esto no se realiza ninguna medición de los efectos que la termoeléctrica y la planta de pellets provocan a los casi ocho mil habitantes de la comuna. “Somos una zona de sacrificio”, considera Soledad Fuentealba.
Los estudios para medir la exposición a contaminantes emitidos en la combustión de petcoke en 2003 y otro para verificar la concentración en la orina de los escolares de Huasco, efectuado en 2005, chocaron con la resistencia del alcalde Juan Sabando, ex socialista y hoy candidato a diputado por la UDI, y de otras autoridades locales, quienes incluso encargaron un estudio para invalidar los anteriores.
Un estudio de la Corporación para el Desarrollo Sustentable, de 2006, comparó las concentraciones de níquel y vanadio en Tocopilla, Mejillones y Huasco. Dedujo una relación entre la quema de petcoke por las termoeléctricas con los efectos en la salud de la población. Otra investigación, encargada a Gamma Ingenieros por la Comisión Nacional de Energía (CNE) para elaborar la norma que regulará las emisiones de las carboneras, reitera que “la quema sin control de emisiones (de petcoke) va asociada a la descarga de este contaminante cancerígeno al aire, aumentando así los riesgos de las poblaciones afectadas por estas emisiones”.
También el Colegio Médico ha evacuado informes en los que señala que la exposición prolongada a sustancias como el alquitrán de carbón y el petcoke, pueden producir mutaciones, daño genético y cáncer de pulmón, hígado, vías biliares, páncreas, riñón, próstata, mieloma, leucemia y linfomas. Los datos del hospital de Huasco reportan que entre enero y julio de 2005 hubo en la ciudad 3.519 consultas por enfermedades respiratorias, cantidad asimilable a la mitad de la población total de Huasco. También se han reportado afecciones alérgicas, dermatitis y rinitis.
Un estudio que revisó los indicadores de las atenciones en salud en 2004 arrojó que la mortalidad de las mujeres de 20 a 44 años fue 3,5 veces superior al promedio del país. También superan la media nacional las muertes por enfermedades (…)

(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 699, 27 de noviembre, 2009. Suscríbase a PF. punto@interaccess.cl)