Edición 695 - Desde el 2 al 15 de octubre de 2009
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La crisis no retrocede

L a última reunión de los líderes del G-20, realizada en Pittsburg, Estados Unidos, vino a confirmar la estrategia de los países ricos y las potencias emergentes para enfrentar la crisis: gigantescos paquetes de rescate financiero en conjunto con otros de estímulo fiscal para consolidar la endeble recuperación. Una serie de regulaciones coordinadas que ha llevado a los gobernantes y operadores financieros a anunciar, desde hace poco más de un mes, el fin de la crisis. “Hemos tocado fondo”, se escucha desde Wall Street a Santiago. Y en Pittsburg, Barack Obama llegó a cantar victoria: “Hemos salvado a la economía mundial de caer en el abismo”, pregonó en tono triunfal. Los “brotes verdes” de la economía, anuncian, derivarán en profusa vegetación. Pero podrían, continuando con la retórica vegetal, mutar en maleza.
Lo que ha llevado a esta incipiente euforia es una atenuación de la caída de los indicadores económicos, los que aún se mantienen en un rojo furioso, y un alza en los precios de las acciones de las grandes corporaciones. Pero no resuelven ni dan una respuesta al fondo del asunto: sobre qué bases se reactivará la economía mundial. Porque los problemas que condujeron al colapso, cuyo mayor estruendo lo marcó la caída del banco Lehman Brothers en septiembre del año pasado, siguen intactos. La actual recuperación, o ilusión de recuperación, está apoyada en algo tan artificial como los billonarios paquetes de ayuda fiscal otorgados por los Estados a las grandes corporaciones financieras e industriales. Sin esta ortopedia financiera, General Motors o el AIG (American Internacional Group) estarían quebrados.
La reactivación de la economía mundial busca apoyarse en las mismas bases del neoliberalismo globalizado: comercio de bienes y servicios, flujos de inversiones, créditos y especulación financiera. Y, especialmente, consumo global. Sin consumo, o sin los niveles de consumo a que obliga el dinamismo del capitalismo extremo, no hay producción ni crecimiento. Ni trabajo.

Reactivación sin empleo

Aquí está la gran y evidente paradoja en esta ilusoria reactivación de las economías. En Estados Unidos el nivel de desempleo alcanzó en agosto un 9,7 por ciento, el mayor índice registrado en 26 años. Y hacia el futuro las cosas no vienen mejor. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) publicó, hacia la mitad de septiembre, un informe dramático. En el mundo habrá 241 millones de desocupados, 61 millones más que en 2007 y tres millones más que la proyección realizada por esta misma organización en mayo pasado. Y sanciona: no se podrá hablar de verdadera recuperación económica hasta que se reponga el mercado laboral.
En Chile, el último informe de desempleo entregado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reveló que la desocupación llegó al 10,8 por ciento, lo que representa más de 783 mil personas sin trabajo. El mismo informe dice que en julio pasado los desempleados habían aumentado, respecto a un año atrás, en más de 30 por ciento. Y si miramos el comportamiento del empleo en las áreas productivas, tenemos que en la construcción ha caído casi un 50 por ciento respecto a julio de 2008 y en la industria, más de 30 por ciento. Hay algunos aumentos en servicios, pero se sabe que esos empleos son siempre muy precarios. En materia de empleo, en Chile y en el mundo estamos en plena recesión.
Lo confirma la OIT y también el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hacia la última semana de septiembre, el organismo multilateral lanzó proyecciones que parecen venir de un mundo diferente al que habitan los banqueros de Wall Street y los gobernantes. Para el FMI, esto va para largo. Por lo menos, para siete años. “Las pérdidas en el crecimiento a mediano plazo son significativas luego de una crisis. Siete años después de la misma, el crecimiento declinó cerca de un diez por ciento en promedio”. Según explica el FMI, se trata de una afirmación a partir de la observación de anteriores 88 crisis bancarias.
Pero Obama tampoco ha podido ocultar estas cifras ni el escenario que se abre en el empleo para el corto plazo. En una entrevista con la cadena de televisión CNN dijo que el desempleo va a empeorar durante los próximos meses.”Quiero dejar claro que probablemente la situación laboral no mejorará considerablemente y que podría incluso empeorar un poco durante los próximos meses”, dijo.

La economía
y su círculo vicioso

La economía ha entrado en un círculo vicioso del que no saldrá, pese a los interesados augurios del establishment político-empresarial. Todas las fuerzas actuales apuntan no a la recesión y su profundización, sino a un largo estancamiento. Hay fuertes restricciones en el acceso al crédito, tanto para consumidores como productores, especialmente los más pequeños, lo que lleva a menor producción y consumo. Y, de allí, como consecuencia, más desempleo. La retroalimentación de todas estas variables nos conduce a un nuevo sumidero.
¿Por qué les ha ido bien a las grandes corporaciones? La respuesta es clara: las muy grandes recibieron en Estados Unidos y Europa enormes paquetes de ayuda. Otras muchas han reducido costos mediante más tecnología y, principalmente, a través de despidos masivos.
Sin trabajo y sin crédito, ¿quién comprará los juguetes tecnológicos, las nuevas viviendas, los automóviles asiáticos y europeos, las frutas exóticas? Porque en una economía basada en el alto consumo masivo y en la entelequia del crecimiento perpetuo, éste no es un simple traspié sino un obstáculo estructural. Una posibilidad es dejar que el mercado lo resuelva todo, con el riesgo ya anunciado por no pocos analistas de un estallido social sin precedentes en la sociedad estadounidense. Otro es recurrir a estímulos keynesianos, como la creación de millones de empleos de emergencia, lo que significaría un nuevo abultamiento del ya gigantesco déficit fiscal de EE.UU.
Es cierto que la economía norteamericana se contrae menos que hace unos meses, lo que es efecto de las ingentes cantidades de dólares fiscales inyectados. Pero es una acción que tendrá también enormes efectos indeseados. Alguien tendrá que pagar esa billonaria cuenta a favor de las grandes corporaciones. Y no serán ellas, sino el resto de la economía, el resto de la población del mundo.
Se estima que el déficit fiscal estadounidense alcanza ya 1,5 billones de dólares, o alrededor del diez por ciento del PIB, lo que es un nivel insostenible. ¿Cómo cubrirá ese déficit la Reserva Federal, que ya acarrea el peso del rescate extraordinario de los bancos? Cualquiera sea la solución, ésta arrastrará complicaciones inflacionarias y nuevas pérdidas de valor del dólar.
A partir de aquí, con esta magnitud de problemas económicos en Estados Unidos -que con toda seguridad seguirán contaminando al resto del planeta-, es muy improbable que la idea del fin de la recesión y la inminente reactivación llegue a realizarse. Lo que se abre son otras interrogantes. Una es un largo período de estancamiento, como prevé el FMI. Otra, es que la fractura del modelo capitalista globalizado pase a ser un daño estructural.
Las masivas protestas ante la cumbre de Pittsburg deben haber llamado la atención de numerosos observadores. Aunque no llegaron a parecerse a las manifestaciones de Seattle en noviembre y diciembre de 1999 contra la reunión de la OMC -lo que dio inicio al movimiento mundial contra la globalización neoliberal-; miles de manifestantes marcharon y centenares se enfrentaron a la policía, en lo que puede ser preámbulo de una nueva convulsión social: existen ahora mayores condiciones objetivas que hace diez años. El aumento del desempleo y los recortes a los planes sociales no auguran un futuro muy tranquilo en el corazón del imperio.

De una recesión en W
a los guarismos chilenos

Una figura que hoy se discute entre los economistas es la forma gráfica que seguirá esta recesión, la que podría representarse como una W. Una primera caída violenta, que ya la tuvimos el año pasado, un recuperación, vivida en estos momentos, y una nueva caída brutal. ¿Cuándo? Tal vez muy pronto, afirma el economista Nouriel Roubini. A diferencia de un largo período de estancamiento, como prevé el FMI, Roubini, que pudo predecir con increíble exactitud la actual crisis, cree que una nueva caída de la economía está ad portas. El Premio Nobel de Economía de 2008, el estadounidense neokeynesiano Paul Krugman, también ha afirmado que la actual reactivación es un efecto de corto plazo. No es que la economía crezca, sino simplemente ha dejado de perder debido a la reducción de costos.
En Chile, sin embargo, todo es euforia. El gobierno actúa como si ya no hubiera crisis, en circunstancias que son mínimos los números para sacar cuentas alegres. Sólo tienen dos explicaciones: demagogia por el lado gubernamental y oportunismo electoral. A ninguno de los candidatos del establishment le interesa profundizar el debate económico, en cuanto las soluciones están fuera del modelo neoliberal. Y además está el poder económico, expresado a través del duopolio informativo. Nada mejor que seguir haciendo negocios con la crisis, como ha quedado demostrado en los resultados de la banca y de las grandes corporaciones. Quien sufre los efectos de la recesión en Chile es el trabajador, el ciudadano.
Tras la crisis asiática, el desempleo tardó cinco años en alcanzar los niveles previos al colapso. En la actual coyuntura, si estimamos las proyecciones del FMI, el estancamiento podría extenderse por más tiempo. Según los economistas Juan Carlos Scapini y Hernán Frigolett, de la Universidad Central, el alto desempleo se mantendrá por lo menos unos cuatro años: “El pronóstico del empleo para los próximos 48 meses es malo. Tendremos un peak de la tasa de desempleo del 11,8% en el mes de septiembre: el total de desocupados bordeará los 900.000 trabajadores, ese mes. Al igual que en ciclos recesivos anteriores, la creación de empleo evidenciará una reacción tardía, debido a que las empresas capitalizadas aprovecharán esta recesión para sustituir maquinaria por fuerza de trabajo”, señalaron.

PAUL WALDER

(Publicado en PUNTO FINAL, edición Nº 695, viernes 2 de octubre, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)