Edición 682 - Desde el 3 al 16 de abril de 2009
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La prensa hace noticia. Malas noticias. Ha pasado a conformar aquella panoplia de horrores económicos y compartir portadas junto a Lehman Brothers, Citigroup, AIG o General Motors. Quién hubiera imaginado hace un par de años que periódicos como el New York Times, Chicago Tribune, San Francisco Chronicle, Los Angeles Times y The Miami Herald estén sucumbiendo a la crisis. En los últimos meses han suprimido corresponsales, periodistas, páginas, suplementos y no han escondido la debilidad de sus finanzas. Una suerte que no han tenido otros: diarios tradicionales han debido cerrar, como el Seattle Post Intelligencer, que salió a las calles cada día desde 1863 y que contaba hasta el 17 de marzo con más de cien mil suscriptores; como el Rocky Mountain News de Denver, como el Christian Science Monitor. Una lista compuesta por otros que podría alargarse en el corto plazo. Diarios como el Philadelphia Inquirer, Philadelphia Daily News el Star Tribune de Minneapolis, comentaba David Brooks, corresponsal en Nueva York de La Jornada, de México, se han declarado en quiebra.
Al otro lado del Atlántico las cosas no son mejores para los grandes medios. El grupo Prisa, el mayor consorcio periodístico de España y editor del diario español El País, está en apuros. Sus acciones se han desplomado y su deuda, acumulada tras los años de expansión en España y América Latina, parece impagable. Ha debido desprenderse de importantes activos y es posible que vengan fuertes reestructuraciones. Y en Gran Bretaña lo mismo: el Daily Mail anunció el despido de un millar de trabajadores. Simples partes de un proceso que no se detiene aquí. Porque no son sólo diarios. Sabemos que Newsweek está con problemas y en plena reestructuración, eufemismo que encierra despidos, recortes de suplementos y páginas. Y tampoco sólo semanarios. La ya clásica revista del erotismo, Playboy, cerró sus oficinas en Nueva York y ha eliminado a un centenar de empleados.
La economía chilena, bien se sabe, no está blindada ante la crisis. Y sus medios tampoco. Aun cuando las noticias no son tan dramáticas como las de estos gigantes mediáticos, hay sin duda novedades sombrías. La caída de las ventas de periódicos, el alza del papel y la drástica reducción de la publicidad ha generado un caos en los grandes medios. Algo ya se observa en la pantalla de televisión y en el peso del papel impreso. Pero nada comparado con lo que ocurre en las oficinas.
El Mercurio, La Tercera, el consorcio radial Iberoamerican (de propiedad de la española Prisa y propietario de doce radios) y La Red Televisión terminaron el año pasado con despidos masivos. La Red tomó una solución radical, y eliminó su departamento de prensa. Todos los periodistas y camarógrafos a la calle. En conjunto, más de un centenar de personas, no sólo periodistas sino también personal administrativo, perdieron sus empleos.
En lo que va del año, el proceso de recortes sigue su marcha. Iberoamerican, que en diciembre había despedido a 35 trabajadores, en marzo volvió a recortar a 25. Y también en la prensa escrita. El Mercurio -aun cuando forzó a sus trabajadores a renunciar a las bonificaciones- ha seguido echando a más gente: casi veinte empleados fueron notificados en marzo. Desde julio de 2008 el primer emporio periodístico chileno ha eliminado 32 empleos. Y lo mismo ocurrió en Copesa, que notificó en aquellos días a otros tres trabajadores de La Hora, el diario gratuito. En suma, informó el Colegio de Periodistas, sólo durante este año ha habido unos 300 despidos en los medios de comunicación.
Nada indica que el proceso esté terminado. En realidad está en plena marcha. Estimaciones preliminares para el año observan una reducción entre el 15 y el 20 por ciento en la inversión publicitaria, pero en el transcurso de los meses puede recortarse más. Y además hay rumores. Entre los periodistas circulaba, hacia la mitad de marzo, el comentario de despidos masivos de centenares de personas en el Canal 13. Se decía que sólo la presión de la Iglesia Católica estaba retrasando esa medida.
Estamos ante una crisis de grandes proporciones en los medios de comunicación. Una crisis que es la continuación de otra: los diarios no alcanzaban de salir del estupor del auge de las nuevas tecnologías hacia finales de la década pasada, cuando se ven encharcados en la recesión. Una crisis redoblada que empuja con violencia hacia Internet. Diarios que cierran sus ediciones en papel, anuncian que mantendrán y reforzarán sus ediciones digitales. Un viraje que no es una simple muda de los registros, sino un terremoto. O una revolución.
A diferencia de la prensa escrita, Internet es gratis, la publicidad es incipiente y limitada, y el público es otro. A diferencia de la prensa escrita, el lector es veleidoso, más exigente, más participativo. Puede contrastar la información en un par de segundos. Puede sin ninguna dificultad pasar de El Mercurio, Radio Cooperativa, La Tercera, El Mostrador, El Clarín y participar en varios blogs. El lector navega desde el New York Times, El País, Le Monde, The Guardian a Rebelión, The Nation, Punto Final, Prensa Latina, Telesur.
Flexibilidad, diversas fuentes y voces. Matices, opiniones, reflexión. Una oportunidad para acabar con los grandes consorcios y los flujos de información dominantes, para terminar con el pensamiento único. Una crisis, pese a sus dolores, bienvenida.

PAUL WALDER

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 682, 3 de abril, 2009. Suscríbase a PF)