Edición 678 - Desde el 9 al 22 de enero de 2008
Inicio |   Favoritos | Recomendar Página | Cartas al Director | Translation |
Documento sin título
Buscar
Su opinión
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Publicidad del Estado

El fallo de la Fiscalia

Regalo
En esta edición

Todos íbamos a ser revolucionarios

El Holocausto del pueblo palestino

La nueva Gran
Depresión

El Caribe
es una nación

Descubrir
la soberanía

En edición impresa

La última jugada de Insulza
Frei sí o sí

¿Está agotada
la Concertación?

Wal Mart y la guerra preventiva

La Revolución
Cubana

La esperanza
encendida

Historia y realidad
El último heredero

Visita

El Caribe
es una nación


LOS presidentes de Cuba,, Raúl Castro, y de Venezuella, Hugo Chávez Frías, han consolidado la amistad histórica enre ambos pueblos)

El Caribe es una región entrelazada por nexos de sangre y de cultura. Mucho antes de la llegada de los europeos ya las tribus originarias le conferían vitalidad migratoria. Después de la llegada de los europeos la comunicación en el Caribe adquiere elevados niveles.
Esta comunicación es especialmente rica entre los patriotas venezolanos: temprano José Leonardo Chirinos viajó a Haití, y de esa isla libertaria trajo el fuego que prendió en la insurrección negra de 1795 en la Sierra de Falcón. Fueron muchos los patriotas perseguidos que encontraron refugio bajo el ala bondadosa del Caribe. Miranda conoció la generosidad del Caribe en la preparación de sus misiones liberadoras. El mismo Libertador Simón Bolívar fue a parar a Jamaica, y allí pudo dar cohesión a su pensamiento en La Carta de Jamaica, y encontró en Haití de Petión apoyo para las expediciones independentistas de los Cayos. Es así. El Caribe ha estado ligado a la vida de Venezuela; sus costas la hacen parte de la Nación Caribe, que todavía está por construirse, pero que permanece inmensa en los sueños y el corazón de los pobladores honestos de estas riberas.
Dentro de esta unión caribeña resalta la estrecha unión de los pueblos de Cuba y Venezuela. Baste mencionar a Luisa Mancebo de Miyares, cubana, primera nodriza del Libertador; a Marcos Maceo, venezolano, padre de Antonio Maceo, a quien le enseñó las técnicas militares empleadas en la independencia americana, que tan definitivas fueron al Titán de Bronce en la lucha de la independencia cubana.
La historia de Venezuela y Cuba siempre han estado entrelazadas, pero en los últimos cincuenta años forman parte, sin duda, de una misma epopeya: el tormentoso intento de estos pueblos caribeños por redimirse definitivamente. Cuba en estos últimos cincuenta años ha sido luz del Caribe y paradigma de la humanidad. Su ejemplo, enseñanza y solidaridad han guiado el corazón de los revolucionarios venezolanos.
Revisemos la historia de esta media centuria. Todo comienza en Caracas con el derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958. Es el punto culminante de una insurrección cívico-militar liderada por la Junta Patriótica presidida por Fabricio Ojeda(*). Comienza una etapa de turbulencia política, de desequilibrio de la dominación oligárquica que abre grandes posibilidades revolucionarias.

Contra el dogmatismo y el reformismo

Un año después, el 1º de enero de 1959, entra en La Habana Fidel Castro. Es el punto culminante de una guerra de guerrillas que durante dos años libró el Ejército Rebelde contra la dictadura de Fulgencio Batista. Comienza una etapa de desequilibrio de la oligarquía y de posibilidades para la revolución. En estas condiciones de turbulencia, de posibilidades revolucionarias, se activan las fuerzas contrarrevolucionarias y el dogmatismo y el reformismo trabajan para truncar la esperanza. La revolución de Fidel, audaz, irreverente, sin dogmatismo, consigue superar estos obstáculos y nos muestra que, en contra de lo que se podría suponer, no vienen de afuera las principales trabas de una revolución; por el contrario, sus principales desviaciones son el dogmatismo y el reformismo que la misma revolución lleva en sus entrañas.
La Cuba de Fidel consigue superar las proposiciones de una transición que se desharía de Batista pero donde todo seguiría igual. Oigamos cómo Fidel le explicó este hecho al pueblo de Caracas en la Plaza del Silencio, el 23 de enero de 1959:
“Lo advertimos bien claramente, porque ya sabemos la historia de los golpes de Estado: se da el golpe de Estado, se restablecen una serie de libertades, se apacigua al pueblo, se le quita al toro de la plaza el capote rojo y cuando el pueblo está apaciguado, tranquilo, hasta un poco decepcionado, porque creen que le van a resolver además todos los problemas, sin darse cuenta de que no se pueden resolver si no es en una verdadera revolución, cuando empieza a desanimarse, es el momento en que precisamente esperan los eternos enemigos de las libertades de los pueblos para lanzarse de nuevo sobre el poder público y establecer la dictadura por otra temporada.
Dijimos: ‘Golpe de Estado no, porque si hay golpe de Estado seguimos la revolución; seguimos peleando si hay golpe de Estado, así que ¡o se rinden o se pasan!’, y se lo dijimos cuando no teníamos más que unos cientos de combatientes”.
Después con el timón con mano firme y el rumbo cierto, consiguen superar las veleidades reformistas internas y transitan firmes el camino revolucionario hacia la construcción del socialismo.
A cada agresión profundizar, a cada profundización consolidar: construyen la red de Comités de Defensa de la Revolución, los CDR, declaran socialista a su revolución, socializan la economía, construyen la organización política del pueblo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias desarrollan una vigorosa solidaridad internacional. En resumen, educan al pueblo en la conciencia del deber social. De esa manera enfrentan las agresiones del imperio, los sabotajes constantes, el bloqueo, Playa Girón, la crisis de los misiles. El aislamiento a que someten a Cuba los gobiernos títeres de América.
Ahora se cumplen cincuenta años de ese comienzo con buen pie. Hoy son ejemplo y esperanza para la humanidad, nos dicen todos los días que un hombre nuevo es posible, que la humanidad tiene futuro, que el socialismo es viable.
En Venezuela, entre tanto, las fuerzas revolucionarias se entretenían peleando contra la fracción oligarca que había sido desplazada del poder, y mientras el pueblo y su dirección timorata perseguían a los espectros del pasado, el reformismo interno, el dogmatismo castrador prosperaban y frustraban la posibilidad revolucionaria.
Se hizo un llamado prematuro a elecciones. La Junta Patriótica que derrumbó a Pérez Jiménez, que constituía un germen de poder paralelo, fue hábilmente debilitada y desapareció. Los líderes de los partidos clandestinos, que participaron activamente en la lucha contra la dictadura, incomprensiblemente entregaron la dirección de sus partidos a los políticos que en Nueva York habían firmado un pacto para llevar al país por la vía de la democracia formal, dependiente del capitalismo gringo.
En esas elecciones triunfó Rómulo Betancourt y temprano inició la agresión feroz contra el movimiento revolucionario, que no supo darle otro contenido a la lucha que las reivindicaciones democráticas, metas que en el papel cumplía el gobierno de Betancourt: Parlamento, cumplimiento de la Constitución, partidos políticos legales, elecciones periódicas, en resumen, democracia formal que engaña a las masas.

Las guerrillas en Venezuela

Las fuerzas revolucionarias reaccionaron y aquí comienza la influencia decisiva de la revolución de Fidel en los cincuenta años futuros. Veamos.
Se abrieron frentes guerrilleros para la resistencia y enfrentamiento de la traición a la gesta del 23 de enero de 1958. Revisemos algunos fragmentos de la carta que Fabricio Ojeda envía al Congreso con motivo de su incorporación a las guerrillas:
“Señores presidente, vicepresidente y demás miembros de la Cámara de Diputados de Venezuela.
Palacio Legislativo.
Caracas.
Distinguidos colegas:
En el primer aniversario de la suspensión de las garantías constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone -uno de los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad-, allí levantamos las manos y las voces y juramos: que el sacrificio de nuestros mártires no sería en vano. Juramos continuar sus pasos y cumplir su obra, para que la sangre derramada retoñase en nueva vida para el pueblo.
 Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí sólo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano (José Martí), ‘cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda’.
 Es por ello, colegas diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento -este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado-, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes.
Nuestra decisión de incorporarnos a los estudiantes, obreros y campesinos que hacen la guerra de guerrillas en Falcón, Portuguesa, Mérida, Zulia, Yaracuy, obligados por la brutal represión del gobierno que amenaza con la muerte, la tortura y la cárcel a quienes se oponen a sus designios, obedece a la firme convicción de que la política de las camarillas que ejercen hoy el poder no muestra ningún ánimo para dar soluciones a la crisis política venezolana a través del diálogo y la senda electoral”.

Cuba y Venezuela, unidos siempre

Los revolucionarios van a la guerrilla, no contra una dictadura franca, como era el caso de Cuba, sino contra una dictadura legalizada por elecciones. Una democracia que era ficticia, represiva, parcializada, es verdad, pero era percibida por el pueblo como una democracia.
Los revolucionarios se enfrentan a esta democracia con reivindicaciones democráticas. Quizás había que enfrentarla con metas socialistas, pero eso es imposible de saber, la historia no se desanda.
Lo que sí es cierto es que van a las montañas inspirados en la revolución de Fidel. Y aquí aparece la primera gran influencia de la Revolución Cubana: el sentimiento, la pasión revolucionaria. Ese ingrediente fundamental de toda la revolución que nos vino de la Sierra Maestra. En Falcón, caminaron con el Che. En el Turumiquire, el corazón de Camilo palpitó junto al corazón de los rebeldes. Fidel, Fidel presente siempre en la lucha guerrillera de los herederos del 23 de enero. Después, el viento de pronto dejó de soplar, las montañas perdieron la alegría del canto, la tristeza llenó de gris lo que antes era verde olivo, vino el desasosiego, llegó la derrota con su olor nauseabundo. Los resquemores y recriminaciones sustituyeron a la crítica sana, todo estaba perdido. Los aviones que debían aterrizar en La Habana, ahora llegaban al centro de la infamia imperial; Miami se conectó con Moscú en un mismo sarcasmo.
Comenzaron las visiones dulces del capitalismo: era malo pero podría mejorar; sin corrupción puede funcionar. La carrera electoral absorbió a los débiles, los menos débiles se hicieron anarquistas y se extraviaron en miles de ficciones. Algunos pocos se mantuvieron honestos, esperando la caída de Cuba, el derrumbe definitivo del sueño.
Pero la revolución de Fidel no claudicó, fue aislada, bloqueada, pero no claudicó. Entonces, la esperanza acompañó a los revolucionarios, los alimentó en el desierto. Y un día, una madrugada, de donde menos se esperaba saltó la chispa que incineró la calma de los mediocres.
El 4 de febrero de 1992, el comandante Hugo Chávez vino a cobrarle a la oligarquía venezolana las cuentas del 23 de enero, y también las cuentas de San Pedro Alejandrino(**). Esta historia es reciente, la estamos viviendo, se desarrolla en feroz lucha con las oligarquías globalizadas, todas se confabulan contra el sueño revivido.
El intento continúa contra viento y marea. Y en ese intento, en ese empeño siempre está Cuba, Fidel… Así como ayer participaron con su sangre cuando la patria necesitó de sus esfuerzos para la guerra guerrillera, hoy participan con su aporte en la construcción de un pueblo sano, educado, disciplinado, organizado, en la construcción del socialismo.
Estamos escribiendo esta historia, que es la historia de la construcción de la Nación Caribe, de la Patria Grande. Cuba y Venezuela, un solo sentimiento

ANTONIO APONTE
En Caracas

(*) Periodista venezolano, presidió la clandestina Junta Patriótica que derrocó a Pérez Jiménez. Fue elegido diputado por el partido Unión Republicana Democrática (URD). Se incorporó a la guerrilla en 1962. Fue asesinado en los calabozos del Servicio de Inteligencia de las FF.AA. el 21 de junio de 1966. Es autor del libro Presencia revolucionaria de Martí y del prólogo al libro Venezuela Okey, del periodista chileno Manuel Cabieses.
(**) La quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, Colombia, fue el lugar donde murió el Libertador Simón Bolívar el 17 de diciembre de 1830.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 678, 9 de enero, 2009. Suscríbase a PF)