Chávez
se juega la vida
CHAVEZ proclama a los candidatos a gobernadores y alcaldes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)
En el entorno del presidente Hugo Chávez se han encendido luces de alerta ante el peligro de un atentado contra la vida del mandatario venezolano. Se estima que la vía del magnicidio -repetidas veces denunciada por el propio Chávez- sería la única manera de detener la marcha hacia el socialismo que sigue la revolución bolivariana. Se cree que un intento para asesinar a Chávez -un recurso desesperado porque no toma en cuenta la violencia y anarquía que desataría en Venezuela- podría precipitarse, y ese cálculo lo relacionan con el próximo fin del gobierno de George W. Bush, su enemigo jurado. Jefes de Estado que se han entrevistado recientemente con Bush, hicieron saber al gobierno de Caracas su preocupación por el odio con que el presidente norteamericano se expresa del estadista venezolano. La animosidad de Bush -señalan confidenciales advertencias llegadas al palacio de Miraflores- refleja una ciega determinación de intentar poner fin por cualquier medio a la experiencia revolucionaria venezolana.
La odiosidad de Bush coincide -desde luego- con iniciativas concretas que ha tomado su gobierno para estigmatizar al presidente Chávez como “aliado del terrorismo” -encarnado, a ese efecto, en las FARC-EP de Colombia-, haciendo caso omiso del rol pacificador que ha jugado Chávez. Incluyendo su reciente llamado a las FARC a liberar sin condiciones a todos los rehenes y a reconsiderar la vigencia de la lucha armada. La escalada de acciones antivenezolanas de Bush ha llegado a un punto de no retorno, el siguiente paso casi obligado es la acción directa. Cualquiera sea la forma que tome la intervención norteamericana en Venezuela, abriría una etapa de convulsión política en la región. En ese sentido, la reactivación de la IV Flota norteamericana parece corresponder a un plan estratégico que notifica a América Latina que el Imperio no está dispuesto a soportar desafíos a su dominación.
El punto de apoyo en tierra firme para una agresión a Venezuela y sus primeros pasos hacia el socialismo está en Colombia, en su gobierno oligárquico corrompido por el narcotráfico, en sus bien equipadas fuerzas armadas, veteranas de una larga lucha antiguerrillera. Una extensa frontera y millones de colombianos viviendo en Venezuela, facilitan operaciones clandestinas como la descubierta hace pocos años. Un centenar de paramilitares colombianos se entrenaban en suelo venezolano para una operación comando contra el palacio de Miraflores. Vistiendo uniformes del ejército venezolano y con poderoso armamento para cumplir su misión, se proponían matar al presidente Chávez y provocar un levantamiento de militares golpistas. Fueron arrestados en la finca donde se entrenaban y se les procesó, pero la mayoría fueron indultados y devueltos a Colombia.
El periodista y ex vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel, que posee excelentes fuentes de información, dice que al menos hay dos planes para asesinar al presidente Hugo Chávez. Uno, mediante un francotirador actuando en alguna de las numerosas oportunidades en que el mandatario venezolano se expone a un atentado de ese tipo -casi a diario asiste a masivas reuniones populares-. Y el otro: insistir en el asalto al palacio de Miraflores. Rangel -que tiene un programa dominical de TV y escribe columnas en diarios de Caracas- sostuvo, sin ser desmentido, que la inteligencia venezolana está en conocimiento del entrenamiento en un tercer país de un comando de fuerzas especiales para un asalto a Miraflores, calificado como vulnerable desde el punto de vista de una acción comando. Según esa información, oficiales del Mossad israelí participan -a petición norteamericana- en esa operación, que cuenta con mercenarios colombianos y venezolanos. Un tercer plan para eliminar al presidente Chávez ya fue abortado a tiempo, pero no se descarta: se trata del uso de un misil para derribar el avión presidencial en el despegue o aterrizaje de la nave.
La decisión de atentar contra Chávez depende, en última instancia, del actual presidente norteamericano y hay que tener en cuenta que los plazos se acortan. Las elecciones norteamericanas, que pondrían fin a la administración republicana, serán el 4 de noviembre. Sin embargo, no se debe olvidar que la invasión de Playa Girón, en 1961, fue una operación que el republicano Dwight D. Eisenhower dejó en herencia al demócrata John F. Kennedy, y que éste la llevó a cabo sin vacilar.
MANUEL CABIESES DONOSO
En Caracas
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Apuesta electoral
de alto riesgo
El 4 de noviembre es una fecha crucial en la política norteamericana: EE.UU. elegirá a su 44° presidente. El 23 del mismo mes, también es un día clave en el proceso revolucionario venezolano. Ese día se elegirán 23 gobernadores y 328 alcaldes. Si la oposición gana un número importante de gobernaciones -los más optimistas pronostican hasta ocho-, pero sobre todo si la abstención es muy alta, el camino quedaría pavimentado para intentar al año siguiente un segundo referéndum revocatorio del mandato de Chávez, expediente que permite la Constitución bolivariana, sin duda la más democrática de América Latina.
Esta amenaza -junto con los intentos de magnicidio y golpe de Estado- son los obstáculos que tendría que vencer el gobierno del presidente Chávez si quiere sobrevivir y conducir su proyecto socialista.
La oposición electoral, sin embargo, tampoco las tiene todas consigo. Sus cálculos son optimistas si se examinan las encuestas de popularidad del presidente Chávez, que siguen situándolo con alrededor del 60 por ciento. Además, los principales partidos de oposición -Un Nuevo Tiempo (UNT) y Primero Justicia (PJ)- mantienen aguda rivalidad. El ex candidato presidencial Manuel Rosales (UNT), va como candidato a alcalde de Maracaibo. Su partido practica una oposición dura, entre el respeto a las prácticas democráticas y las tendencias golpistas, alimentadas por el Departamento de Estado norteamericano. Por su parte, PJ -que dirige Julio Borges- intenta mantener una actitud más moderada, en procura de hacerse merecedor de un perfil de partido de intelectuales y profesionales democráticos, continuador del COPEI socialcristiano. Esto mismo lo ha llevado a confrontarse en forma áspera con UNT, produciendo división en las filas opositoras.
La plaza fuerte del gobierno es el naciente Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que tiene más de cinco millones de afiliados. El 1º de junio realizó elecciones internas para escoger sus candidatos a gobernadores y alcaldes entre casi cinco mil precandidatos. Puso en práctica un audaz método: todo militante tuvo derecho a postularse como gobernador o alcalde. Se presentaron 4.870 candidatos, cuatrocientos de ellos a gobernadores. Sólo en el municipio Libertador, uno de los más importantes de la capital, se presentaron 65 postulantes a alcalde. En las elecciones del 1º de junio, se afinó la puntería y quedaron en carrera sólo los candidatos definitivos. Votaron dos millones y medio de militantes del PSUV, lo cual sin duda es una impresionante demostración democrática no sólo en Venezuela sino en América Latina. Este rasgo ha puesto de relieve una visión triunfalista que predomina en el PSUV.
Un agudo analista de la política venezolana como es el periodista Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias, ha observado que el PSUV “tiene inscritos mucho más de cinco millones, lo que significa que hubo una abstención cercana al 60 por ciento, y como su dirigencia hacía ostentación de su militancia, pues hoy no podrá explicar porqué tantos no votaron, como le fue difícil decirnos porqué tres millones no lo hicieron por la reforma”. Díaz Rangel alude al referéndum de diciembre de 2007, sobre una confusa propuesta de reformas constitucionales que se convirtió en la primera derrota electoral de Chávez en nueve años.
En las elecciones presidenciales de 2006, Chávez fue reelegido con siete millones de votos, que se redujeron a cuatro millones en el referéndum de diciembre de 2007 y en las elecciones internas del PSUV disminuyeron a 2,5 millones. Un gráfico que toma como base el número de inscritos en el PSUV señala que para el referéndum de 2007 se produjo una baja del 20,12%, y que en las elecciones internas del 1º de junio fue mayor, alcanzando al 48,39%. Una tendencia más que preocupante. Esto ha redoblado los esfuerzos que se hacen en el seno del PSUV por fortalecer la organización y conciencia del partido. Destacan, por ejemplo, publicaciones como el semanario Debate Socialista que circula como suplemento de varios periódicos nacionales, programas de debate en Radio Nacional, la “cátedra socialista” en el circuito radial de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la edición de libros y la columna diaria “Un Grano de Maíz”, que firma Antonio Aponte en el diario Vea. El activo trabajo ideológico que desarrolla este núcleo del PSUV, merece conocerse en profundidad. Lo haremos en una próxima edición. Entretanto, incluimos en estas páginas una columna de Antonio Aponte -autor evidentemente colectivo- que muestra las opiniones de este sector sobre la organización revolucionaria.
Las fuerzas electorales del gobierno no se reducen al PSUV. Hay que sumarles el Partido Patria para Todos (PPT) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), organizaciones que se negaron a integrarse al PSUV aunque importantes figuras -sobre todo del PPT, como Alí Rodríguez, actual vicepresidente del PSUV- reconocieron filas en el nuevo partido. Militantes del PCV y del PPT, sin embargo, participan en el gobierno de Chávez y sus partidos se presentan unidos con el PSUV (y antes con el Movimiento V República) en los desafíos electorales.
Pero el gobierno también ha perdido aliados. En 2007, en vísperas del referéndum sobre reformas a la Constitución Bolivariana, se descolgó el partido Podemos del diputado Ismael García, que se ha convertido en duro crítico del gobierno. También en esa coyuntura se desvinculó el general (r) Raúl Isaías Baduel, camarada de las primeras horas del presidente Chávez en el clandestino Ejército Revolucionario Bolivariano 2000. Baduel era jefe de la Brigada de Paracaidistas de Maracay, que en el golpe de Estado de abril de 2002 volcó la fuerza militar a favor de Chávez, prisionero en la isla La Orchila. Ahora como civil, Baduel ha radicalizado su oposición al gobierno y suele dirigir mensajes públicos a las fuerzas armadas, incitándolas a levantarse contra el presidente constitucional del país.
Es lo mismo que hace El Nacional, otrora uno de los periódicos democráticos más importantes de América Latina. En la actualidad, reducida su circulación, ha declarado “ilegítimo” al gobierno de Chávez y hace abierta campaña por su derrocamiento.
El ejército venezolano no parece hacer mucho caso a los cantos de sirena del golpismo. En los cuarteles y desfiles militares la consigna sigue siendo “¡Patria, Socialismo o Muerte!”. El comandante general del ejército, Carlos Mata Figueroa, entrevistado en el canal Televen por José Vicente Rangel, dijo: “La Fuerza Armada bolivariana ha entendido que nuestro pueblo tomó un camino, un rumbo, y nosotros como hombres de pueblo no podemos estar de espaldas a él. Hemos entendido que tenemos una importantísima responsabilidad en esta revolución”.
El general Mata Figueroa rechazó explícitamente los llamados golpistas de Baduel y recordó que éste nunca manifestó diferencias con el jefe de Estado: “Más bien hablaba muchas veces sobre la revolución, nos exigía involucrarnos más en la guerra popular de resistencia. Creo que la oligarquía venezolana logró convencerlo, para no decir otra cosa”. Agregó que la frase patria, socialismo o muerte “llegó para quedarse en los cuarteles, porque durante años estuvimos esperando este momento. Baduel estuvo de acuerdo con este concepto mientras se mantuvo dentro de las filas armadas”.
En todo caso, la fuerza política y electoral más potente del gobierno es el propio Chávez, cuyo carisma no parece haberse resentido con las insuficiencias y errores de su gobierno ni con el retraso en la construcción del PSUV. Sin embargo, si el 23 de noviembre sufriera una pérdida considerable de gobernaciones y alcaldías, y la abstención erosionara todavía más su caudal electoral, volvería a quedar bajo amenaza de un referéndum revocatorio, con el enorme desgaste político que eso significaría para un gobierno colocado a la defensiva en un clima de desestabilización interna y acoso internacional.
M.C.D.
(Publicado en “Punto Final” Nº 664, 13 de junio, 2008)
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