Edición 664 - Desde el 13 al 25 de junio de 2008
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Allende
y la Democracia Cristiana

 

Autor: IVAN LJUBETIC VARGAS

SALVADOR Allende recibe la banda presidencial de manos del presidente del Senado, Tomás Pablo Elorza (DC).
A la derecha, el mandatario que terminaba su período, Eduardo Frei Montalva.

Salvador Allende conocía la génesis del Partido Demócrata Cristiano: en 1935, un grupo de jóvenes del reaccionario Partido Conservador se adhirió a posiciones socialcristianas, entre ellos Bernardo Leighton, Radomiro Tomic, Eduardo Frei Montalva, Rafael Agustín Gumucio, Ignacio Palma y Manuel Garretón. En 1938, esa juventud se negó a apoyar la candidatura presidencial del millonario Gustavo Ross Santa María, se separó del Partido Conservador y fundó la Falange Nacional. Ese mismo año se unió a ella el Partido Corporativo Popular, grupo fundado en 1932 para seguir las encíclicas sociales de los papas León XIII y Pío XI. En 1954 se les agregó el Partido Nacional Cristiano.
En 1955, la Falange Nacional y el Partido Conservador Socialcristiano constituyeron la Federación Socialcristiana. Al fusionarse los partidos que la formaban nació, el 28 de julio de 1957, el Partido Demócrata Cristiano. En 1958 se incorporó a éste el Partido Nacional Popular. En 1961 se agregaron elementos del Partido Agrario Laborista, latifundistas de tendencia fascista. Resultado: una colectividad con variadas tendencias, todas defensoras del capitalismo. Por entonces ya contaba con 4 senadores y 23 diputados.

La primera confrontación
entre Izquierda y DC

Para la campaña de 1964 Allende había sido proclamado en enero de 1963 por el Frente de Acción Popular (FRAP). Eduardo Frei Montalva, abanderado de la Democracia Cristiana, levantó la consigna “revolución en libertad”. El 4 de septiembre de 1964 triunfó Frei con apoyo de conservadores y liberales, más la generosa contribución en dólares del Imperio.
En el capítulo II del informe del Senado estadounidense denominado “Acciones encubiertas en Chile 1963-1973”, conocido como Informe Church, se lee: “La elección presidencial de 1964 fue el principal ejemplo de un proyecto electoral de gran envergadura. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) gastó más de dos millones 600 mil dólares en apoyar la elección del candidato democratacristiano, para impedir el ascenso al poder del marxista Salvador Allende”.
El 3 de noviembre de 1964 se inició el gobierno que prometía realizar una revolución en libertad. No llevó a cabo revolución alguna, pero perpetró diez masacres de trabajadores, pobladores y estudiantes.

El pensamiento de Allende sobre la DC

En el prólogo a La Democracia Cristiana no es revolucionaria, Ediciones Punto Final Nº 5, noviembre de 1965, Salvador Allende escribió: “Nadie que haya alcanzado una noción correcta de las enormes expectativas que ofrece en Chile el encontrarse en el ejercicio de la Presidencia de la República, puede desconocer que el plazo de un año es ya suficiente para formular un juicio concreto, extraño a toda temeridad, acerca de si el gobierno democratacristiano ha resultado, en síntesis, beneficioso o perjudicial para el país y si es o no una revolución (...)
La campaña presidencial originó un proceso cívico en que se enfrentaron, en definitiva, dos corrientes: la Democracia Cristiana y el movimiento popular. La derecha desertó como tal, y en los hechos la contienda y sus sufragios, se volvieron hacia el señor Frei (...)
Tanto la Democracia Cristiana como el movimiento popular alcanzan un punto de coincidencia. Ambos aseveran que Chile exige de modo ineludible un cambio en las estructuras que determinan su desarrollo económico y su realidad social y política (...) La Democracia Cristiana y nosotros hemos certificado, así, que nuestra patria reclama una ‘revolución’. La Democracia Cristiana utiliza el término de ‘revolución’ sin reticencias; pero la complementa con las expresiones de ‘en libertad’ (...) La Democracia Cristiana, a pesar de su sedicente revolucionarismo, ha cifrado su actitud proselitista en una agresión frontal contra el movimiento popular, a partir del slogan ‘en libertad’.
A pesar de la actitud de algunos de sus miembros, se trata de un partido burgués, cuya misión histórica radica, exactamente, en preservar la existencia del sistema capitalista. El partido Demócrata Cristiano y sus inspiradores sustentan el sistema capitalista y sus intentos sólo alcanzan a procurar impedir algunos de sus abusos (...) Donde la Democracia Cristiana es gobierno, su acción se consagra a defender los regímenes burgueses.
Hemos reiterado que la Democracia Cristiana sustenta una posición que envuelve dependencia efectiva de Estados Unidos”.
Sabios conceptos de Salvador Allende, escritos en 1965 cuando muchos chilenos creían que la DC podría llevar a cabo una revolución. Los hechos posteriores vinieron a demostrar la justeza de lo sostenido por el líder de la Izquierda chilena.

El gobierno de
Frei Montalva

El gobierno de Frei fue una expresión de las contradicciones internas existentes en la DC, entre el sector reformista y el reaccionario. En los dos primeros años prevaleció una política reformista, que se tradujo en reajustes de sueldos y salarios de acuerdo al 100 por ciento del alza del costo de vida. Se redujo el ritmo de la inflación (del 46 por ciento en 1964 bajó al 22,9 por ciento, en 1966); aumentó el gasto fiscal en educación, salud, reforma agraria. Pero a partir de 1967 se impuso una política reaccionaria, que favoreció a las empresas imperialistas y perjudicó a los trabajadores.
En ese año se produjo la llamada “chilenización del cobre”. Consistió en la formación de tres empresas mixtas. Una con la Kennecott: el gobierno adquirió el 51 por ciento de las acciones de El Teniente en 80 millones de dólares (el valor total de las instalaciones de ese mineral alcanzaba a 70 millones). La administración quedó en manos de la empresa estadounidense.
Una segunda empresa mixta fue con la Chile Exploration, subsidiaria de Anaconda, para explotar La Exótica. Chile tuvo el 25 por ciento de las acciones. Una tercera, con Cerro Corporation, para explotar el mineral de Río Blanco. El Estado poseyó el 30 por ciento de las acciones.
En 1969, el gobierno de Frei Montalva llevó a cabo la “nacionalización pactada del cobre”, con Anaconda. Chile adquirió el 51 por ciento de las acciones de la Chile Exploration y de la Andes Copper Mining -ambas subsidiarias de Anaconda- en 196.890.000 dólares, en circunstancias que el valor total de las instalaciones de ambas empresas no alcanzaba esa cantidad.
En 1965, las ganancias de la Braden Copper en El Teniente era de 8,5 millones de dólares; en 1969, después de la “chilenización”, las ganancias alcanzaron a 48,5 millones de dólares. En cuanto a las condiciones del pueblo, la cesantía aumentó del 4,7% en 1967 al 8,3% en 1970.

Los 60 días al rojo

Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970. El primero en reconocer su triunfo fue Radomiro Tomic, candidato democratacristiano. Envió el siguiente telegrama: “Salvador, felicitaciones por la victoria. Más honrosa entre más dura y difícil. Ella le pertenece al pueblo, pero también es tuya”.
La CIA elaboró un plan con dos vías para impedir la llegada de Allende a La Moneda. Una fue la “fórmula Alessandri”. Consistía en que Jorge Alessandri, derrotado candidato de la derecha, fuera elegido presidente de la República con apoyo de la DC; luego renunciaría y se abriría el   (…)

 

(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 664 de “Punto Final”, 13 de junio, 2008. Suscríbase a Punto Final)