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EL EMPRESARIO
que desafió a Lagos
RICARDO Lagos: su Transantiago ha hundido a la Concertación
“Yo, señor Lagos, lo desafío a que tenga un debate conmigo”, afirmó Andrés Navarro Haeussler, apuntando con el dedo a la cámara, la noche del 12 de noviembre en la pantalla de Canal 13, provocando sobresalto entre los políticos y empresarios que miraban la televisión.
En la mañana de ese día, Navarro había asistido a la comisión de la Cámara de Diputados que investiga las responsabilidades políticas en los problemas del Transantiago. Allí generó la primera sorpresa al sostener que “para nadie es un misterio que yo apoyé en su campaña al presidente Lagos cuando fue candidato, no sólo anímicamente, sino que también económicamente…”.
Pocos días antes, el martes 6, Navarro, propietario de la empresa Sonda, responsable del equipamiento tecnológico del Transantiago, en carta al diario El Mercurio había declarado: “Sólo cuando el transporte público de Santiago haya alcanzado un nivel de servicio digno y aceptable para los usuarios, tendremos derecho a asignar responsabilidades y culpas, o bien hacer nuestros descargos frente a acusaciones que nos parezcan infundadas o injustas. Me atrevo a sugerir al ex presidente Lagos que ponga todo su talento, capacidad y liderazgo al servicio del equipo que intenta mejorar el servicio, cuyo director es el ministro Cortázar. Ricardo Lagos no necesita acusar ni disculparse; cuando lo hace, su figura se empequeñece”.
¿Qué ocurrió entre aquella carta y su concurrencia a la Cámara de Diputados que impulsó a Navarro a enfrentar al ex presidente Lagos como nadie se había atrevido a hacerlo? ¿Por qué rompió la casi sagrada norma entre los empresarios de mantener en secreto sus aportes económicos a las campañas políticas?
En los días siguientes Andrés Navarro agudizó sus críticas al ex mandatario. En una entrevista a La Segunda, publicada el viernes 16, comentó: “(…) resulta que el hombre (Lagos) ahora se transformó en experto en computación”.
TRAMA DEL TRASFONDO
Andrés Navarro Haeussler, 58 años, ex alumno del colegio jesuita San Ignacio, ingeniero civil industrial de la Universidad Católica, casado con la enfermera Sonia Betteley, siete hijos, bautizado hace algún tiempo como “el Bill Gates chileno”, representa como pocos el éxito empresarial conseguido no sólo por medio del esfuerzo sino también a través de la cuidadosa creación de vínculos con las elites del poder.
Hizo su memoria de título en temas de computación y luego, algunos trabajos en el rubro. En agosto de 1974, a los 24 años, se casó y se asoció con la empresa Copec para formar la Sociedad Nacional de Datos, Sonda. El capital inicial fue de 700.000 dólares; Navarro aportó 10.000.
Poco más de quince años después, al aproximarse el término de la dictadura militar, Navarro se alineó con los empresarios que apoyaron a la Concertación. El capital de Sonda ya bordeaba los 30 millones de dólares, acumulado en gran parte gracias a muy buenos negocios con el Estado, entre ellos la computarización y automatización del Registro Civil, del Servicio de Seguro Social, de la Tesorería General de la República e incluso, del sistema de medición y análisis de contaminantes ambientales de Santiago.
En su paso por la UC, en 1971 Navarro postuló a la presidencia de la Federación de Estudiantes (Feuc) apoyado por la Juventud Demócrata Cristiana en una lista donde le secundaba Pablo Piñera, hermano de Sebastián. Resultó derrotado. De esa época data su amistad con otros importantes miembros de la tienda falangista, como René Cortázar, José Pablo Arellano y Marcos Lima, aparte de Piñera, todos ellos de relevante importancia en los gobiernos de la Concertación, a la cual se vinculó desde las postrimerías de los años 80 a través del Comando de Empresarios por el NO.
Tras llegar a La Moneda en marzo de 1990, el ex presidente Patricio Aylwin lo nombró su representante en el consejo directivo de la Corfo. Desde allí, Navarro ayudó a vincular a los ministros de Hacienda y Economía, Alejandro Foxley y Carlos Ominami, con sus múltiples contactos en el mundo empresarial.
Al cambiar el gobierno, el presidente Eduardo Frei le ofreció un ministerio, pero Navarro prefirió seguir con sus negocios en el sector privado. Le interesaba especialmente el tema de la modernización del Estado. Por ello estableció, desde mediados de los 90, una estrecha relación con Claudio Orrego Larraín, entonces jefe de la División de Modernización del Estado, en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia. Tan cercanos llegarían a ser esos vínculos que cuando Orrego fue nombrado ministro de la Vivienda y Urbanismo por el ex presidente Ricardo Lagos, en el año 2000, uno de los sobrinos de Navarro, recién graduado en la Universidad de Harvard, llegó al Minvu como uno de los asesores más cercanos de Orrego, encargado de computarizar al Ministerio a nivel nacional. Sobra decir a qué empresa el Estado adquirió los insumos. Del mismo modo, cuando Orrego fue reemplazado un año después por Jaime Ravinet, el saliente ministro ingresó a Sonda como miembro del directorio y vicepresidente de negocios y gobierno electrónico, cargo en el que estuvo hasta 2004, cuando fue elegido alcalde de Peñalolén. En carta a El Mercurio (21/11), Orrego defiende a Navarro señalando que “ha dado ejemplo de valentía moral” y alude sin nombrarlos a “la cobardía de quienes no se atreven a asumir sus propias responsabilidades”. En el entorno laguista esto fue interpretado como otra puñalada por la espalda propinada al ex mandatario.
EN EL NUEVO SIGLO
En el año 2001, al cumplirse el primer año de gobierno de Ricardo Lagos, Andrés Navarro tenía consolidada su influencia y sus redes de apoyo en las más diversas esferas. Era (desde 1995) presidente de la Fundación Teletón; in-tegrante de la Comisión Bicentenario; di-rector de la Viña Santa Rita; accionista de la Universidad Andrés Bello, del canal de televisión ABT y del Diario Financiero; dueño junto a Sebastián Piñera de la constructora e inmobiliaria Aconcagua, que entre otras obras impulsaba un parque industrial en Curauma; socio de Agrícola Cerrillos de Tamaya, en Limarí, y de una lechería en el Lago Ranco, también junto a Piñera. Desde 1998 era copropietario en un 25 por ciento de la Clínica Las Condes, junto a Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, dos de los principales financistas de Joaquín Lavín. Poseía, además, el 11 por ciento de Virtualia, una especie de ciudad virtual que mezcla entretención, educación y comercio electrónico, en sociedad con Alfonso Gómez, el grupo Cueto y Mario Kreutzberger. Todo eso aparte de Sonda y sus múltiples subsidiarias.
El periodista e investigador Ernesto Carmona, en su libro Los dueños de Chile, describió en 2002 los negocios de Navarro: “Hoy Sonda es favorita del gobierno de Ricardo Lagos en la operación de todo lo que tenga que ver con informática. Comenzó con el Sistema de Información de Compras y Contrataciones del Sector Público. Y entró al Registro Civil e Identificación como proveedor del nuevo sistema de cédulas y pasaportes. Vende lo que llaman e-Government, que debiera traducirse como ‘gobierno digital’. Sonda pone a Chile ‘on line’”.
Otra connotada investigadora de los grupos económicos, la periodista María Oli-via Monckeberg, también siguió las huellas de Navarro. En su libro El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno (Ediciones B, 2001), analizando la propiedad de la Universidad Andrés Bello, relata: “Junto a Juan Antonio Guzmán y Bruno Philippi, son socios en la Universidad Andrés Bello, además de Alvaro Saieh, Luis Cordero, gran amigo de Joaquín Lavín, el ex director de Presupuesto y gerente de Corpbanca, Jorge Selume; el ex ministro Secretario General de Gobierno y de la Vivienda de Pinochet, Miguel Angel Poduje; Ignacio Fernández; Marcelo Ruiz, y el empresario Andrés Navarro”.
OTRAS REDES
Dos periodistas jóvenes muy rigurosos, Felipe Saleh y Miguel Paz, revelaron nuevos antecedentes de Navarro en La Nación (“Las redes de Navarro”, 15 de octubre de 2006). Allí contaron que la primera oficina de Sonda se instaló en Teatinos 574, debajo del estudio de Ricardo Claro. Gracias a la amistad con Claro, serían socios en la Viña Santa Rita. Andrés Navarro fue nueve meses panelista de “A eso de....”, programa de Megavisión de principios de los 90 donde estalló el “Piñeragate”. “La alianza con la compañía norteamericana Digital le permitió a Navarro traer a Chile diez servidores DEC 1091, monstruos que ocupaban 50 metros cuadrados en las oficinas de sus primeros grandes clientes”, relataron los periodistas.
Y agregaban: “En nuestro país, la compañía de Navarro implementó el sistema de modernización de Fonasa y en 2001 ganó, por ocho años, una jugosa licitación de 80 millones de dólares para producir la nueva cédula de identidad del Registro Civil. Sonda, además, puso en marcha el sistema de control de tráfico en Santiago. Obtuvo la licitación del sistema estatal de compras públicas por Internet, ChileCompra. Organizó el sistema de apoyo informático a los fiscales en el contexto de la Reforma Procesal Penal, la digitalización de los mapas del Instituto Geográfico Militar y la base de datos del Servicio Electoral.
Orden, una empresa comprada por Sonda a Carlos Lauterbach, desarrolló el sistema de morosidad on line del Boletín Comercial de la Cámara de Comercio de Santiago, y el sistema de venta electrónica de bonos Fonasa, ganando vía licitación con su empresa I-Med. Gracias a esa experiencia, hoy también ofrece productos para el sector privado de la salud”.
Otra empresa que absorbió el holding de Navarro en los 90 es Novis. Dedicada a servicios de automatización de producción, cuenta entre su clientela a la Sofofa, el gigante del retail de Nicolás Ibáñez -D&S-, Casa Ideas, Colbún, Iansa y Corfo.
“En el plano de la capacitación, Sonda montó un joint venture con la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica en 1993 y creó Solex, la primera empresa derivada del alma mater de Navarro. Su lista de clientes incluye a Chilectra, Celulosa Arauco -del clan Angelini-, el Ferrocarril Antofagasta-Bolivia -de propiedad de los Luksic-, las mineras AngloAmerican, Mantos Blancos, Disputada de Las Condes y Cecinas San Jorge, de Alberto Kassis Sabag, entre otros”, escribieron Saleh y Paz.
CAMBIO DE BANDO
En mayo de 2005, luego que Soledad Alvear se retirara de la carrera presidencial dejando el paso a Michelle Bachelet, Andrés Navarro decidió desligarse de la Concertación y sumarse al equipo de campaña de su amigo Sebastián Piñera, afirmando que la coalición oficialista se estaba izquierdizando. Manifestó que había llegado el momento de la alternancia en el poder “porque el peligro de que la gente se corrompa después de tanto tiempo en el gobierno, es muy alto” y se dedicó a buscar apoyos para Sebastián Piñera al interior del PDC. “En comidas, almuerzos y reuniones he conversado con simpatizantes de la Concertación y de la DC. Muchos se han sumado privadamente a la campaña, pero no están dispuestos a que utilicemos sus nombres públicamente”, declaró en aquellos meses.
Simultáneamente, se integró al directorio de LAN, asumió la presidencia de Chilevisión y comenzó a explorar posibles nuevos negocios, entre ellos una AFP y un banco, aparte de seguir impulsando la búsqueda de mercados en el exterior para sus productos y asesorías computacionales.
Calladamente, en tanto, preparaba a Sonda para postular y ganar el manejo del soporte computacional del Transantiago, el proyecto emblemático del presidente Ricardo Lagos. De cara a ello, se asoció con el BancoEstado, Chile, Falabella y BCI, conformando sin grandes contratiempos el denominado Administrador Financiero del Transantiago (AFT).
Un aspecto poco claro de la adjudicación surgió tras una demanda presentada contra Sonda S.A. y NEC Chile por la empresa Transporte Inteligente Multimodal (TIMM), propiedad del chileno-mexicano Roberto Sone y el multimillonario mexicano Carlos Slim Helú. En la querella se cuestiona el proceso de licitación y se revelan supuestas ganancias que superarían los 400 millones de dólares. En agosto de 2006, TIMM pidió al tribunal una indemnización de perjuicios por 390 millones de dólares, argumentando que Sonda “utilizó información confidencial y tecnología de TIMM en su propio beneficio” para ganar la propuesta. Sonda firmó un contrato con el AFT por 428 millones de dólares por doce años. Pero los verdaderos costos de implementación de la tecnología para Transantiago, según TIMM, son muy menores, ascendiendo a poco más de 40 millones de dólares.
Pocos meses después, Sonda anunció que colocaría un 25 por ciento de sus acciones en la Bolsa de Comercio para atraer inversionistas extranjeros. El periodista Arnaldo Pérez Guerra, de Punto Final, reveló por esa fecha que Sonda, al no declarar la contienda con TIMM -de nada menos que 390 millones de dólares-, estaba engañando a los potenciales inversionistas y adquirentes de su emisión de acciones (ver PF 634 y 636). El desarrollo del juicio fue ocultado por gran parte de la prensa nacional. Mientras, Sonda se preparaba a ingresar al negocio de las AFP.
Antecedentes como éstos, sumados a los graves problemas del Transantiago, comenzaron a atraer las miradas sobre Andrés Navarro, sus empresas y contactos políticos y empresariales.
No parece un dato menor que parte considerable de su fortuna la haya acumulado en los últimos años, sobre la base de contratos con empresas e instituciones vinculadas al Estado, tales como Astilleros y Maestranzas de la Armada; Banco Central; Codelco; Corfo, Conaf; Defensoría Penal Pública; Dirección de Presupuesto; Empresa de Correos de Chile; Empresa Nacional de Minería; Empresa Nacional del Petróleo; Empresa Portuaria de Valparaíso; Essbío S.A.; Esval S.A.; Lotería de Concepción; Ministerio Público; Servicio Nacional de Aduanas; Servicio del Registro Civil; Subsecretaría de Hacienda; Tesorería General de la República; Televisión Nacional; Unidad de Análisis Financiero; Instituto de Normalización Previsional; Ministerio de la Vivienda y Urbanismo y Fondo Nacional de Salud, por mencionar algunas.
PREGUNTAS SERIAS
El desafío de Andrés Navarro al ex presidente Ricardo Lagos produjo inmediatas reacciones. Unos, pidieron mesura en las declaraciones y reserva sobre los aportes empresariales a las campañas políticas. Otros, exigieron que se aclare el fondo de los dichos y de lo obrado. Así, el diputado socialista Carlos Montes, según la revista Estrategia, solicitó al Ministerio de Hacienda el historial de todos los contratos que el Estado ha firmado con Sonda, contratos que, según ese medio, alcanzaron a 67 millones de dólares sólo en 2006.
La historia completa recién empieza a develarse, cuando restan escasos cuarenta días para saber si el Transantiago supera sus actuales problemas y si renuncia o no el ministro de Transportes, René Cortázar, el viejo amigo de Navarro.
Otro aspecto relevante y hasta ahora desconocido, es saber si la presidenta Mi-chelle Bachelet estaba al tanto de los privilegiados vínculos que el propietario de Sonda, responsable del fracaso del AFT, mantenía con los más altos círculos de los sucesivos gobiernos de la Concertación
MANUEL SALAZAR SALVO
(Publicado en “Punto Final” Nº 652, 23 de noviembre 2007)
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