Edición 571 - Desde el 9 al 22 de julio de 2004
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Revista quincenal de asuntos políticos, informativos y culturales que publica la Sociedad Editora, Impresora y Distribuidora de Publicaciones y
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Casilla 13.954, Santiago 21, Santiago-Chile.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El pecado
de la carne

HERNAN Pinto Miranda, alcalde de Valparaíso: sus apetencias sexuales causaron un terremoto en la Democracia Cristiana.

El impacto fue demoledor. Hernán Pinto Miranda, alcalde de Valparaíso, uno de los baluartes electorales del PDC, era interrogado por el juez Sergio Muñoz luego de ser mencionado por algunos proxenetas como cliente habitual del comercio sexual con menores de edad en la V Región.
La noticia era de tan grueso calibre, que se filtró a los medios de prensa a través de los diarios electrónicos, como una velada manera de amortiguar el impacto y dosificar las consecuencias políticas que provocaría su conocimiento.
Adolfo Zaldívar, acosado por los periodistas en la noche del miércoles 30, a su regreso de Buenos Aires, negó tener antecedentes sobre el tema. Estaba mintiendo. El presidente del PDC sabía muy claramente que el tan temido escenario -analizado durante varias semanas- había estallado con un impacto impredecible, que lo arrastraría a la peor tormenta de su gestión al frente de la Falange.
Valparaíso ha sido, bajo la Concertación, una comuna emblemática para el PDC. Con casi 173 mil votantes, reúne al conglomerado electoral más grande del país. Y Hernán Pinto había demostrado en tres elecciones sucesivas no tener rivales, obteniendo sobre el 40% de los votos.
El obeso alcalde era, además, poderoso adversario o inapreciable aliado a la hora de las disputas internas. Mantenía una aceitada y envidiada maquinaria política de centenares de militantes y simpatizantes, con la cual controlaba los cerros y podía, incluso, decidir algunos comicios distritales.

EN EL BORDE DE LA CORNISA

La pesadilla de Hernán Pinto comenzó a fines del año pasado, cuando supo que agentes de Investigaciones estaban tras las huellas de una red de comercio sexual que operaba en Viña del Mar y Valparaíso, la que se presumía vinculada a las peculiares fiestas íntimas del empresario Claudio Spiniak.
Es probable que el alcalde haya pensado en aquellas semanas no repostularse, y pasar a la trastienda de la actividad política a la espera de un clima más benigno. No obstante, un desconocido aliciente lo hizo decidirse a caminar por el borde de la cornisa. ¿Alguien le dio garantías de que su nombre no se vería involucrado en el proceso que lleva el juez Muñoz? ¿Optó por blindarse en el municipio, apostando a un nuevo y aplastante triunfo en las elecciones de octubre? ¿Es verdaderamente inocente de todo lo que se le acusa, y creyó que lo mejor era poner la cara y el pecho al frente?
En diciembre, el proxeneta Héctor Torres Alarcón fue ubicado por los detectives y puesto a disposición del juez Muñoz. Durante los interrogatorios reveló detalles sobre el comercio sexual y tráfico de drogas en Viña del Mar y Valparaíso. Y mencionó nombres. Muchos nombres de clientes, algunos tan importantes como el de Hernán Pinto, a quien afirmó conocer desde fines de los años 80, cuando regentaba un sauna para homosexuales. Torres contó que desde esa época comenzó a proveer a Pinto de jóvenes para reuniones muy privadas, a las cuales también asistían menores.
Mientras el juez Muñoz se interiorizaba del tráfico sexual en la V Región, Adolfo Zaldívar visitó a Pinto en febrero, para convencerlo de que debía repostularse en octubre y contribuir a lograr la tan ansiada meta de más del 22% de los votos a nivel nacional para el PDC, punto de partida de la posible carrera presidencial del actual conductor del partido.
El macizo cacique político porteño se dejó querer y pidió, eso sí, ayuda para paliar el déficit del municipio, que hoy supera los 12 mil millones de pesos. Se le dijo que estuviera tranquilo, que Valparaíso, como Patrimonio Cultural de la Humanidad, era una de las perlas del presidente Lagos y que a través de diversos conductos se le ayudaría a refinanciar las muy menguadas arcas edilicias.
Nada se mencionó, aparentemente, en aquella reunión sobre las oscuras sombras que se cernían sobre el líder local del PDC.

UN APODO LACERANTE

Las luces rojas se encendieron al promediar marzo, cuando Pinto se enteró de que el juez Muñoz concurriría al puerto para interrogarlo. La sesión fue larga y dolorosa. El magistrado estaba enterado de su vida oculta y Pinto se vio obligado a reconocer conductas que nunca esperó revelar a nadie que no compartiese su vida secreta. Al final, tras aseverar al juez que no tenía más que agregar, quedó desolado. La peor de las pesadillas había comenzado.
A las declaraciones de Torres Alvarado se sumaron las de otros dos proxenetas, Wilfredo Villarroel y Patricio Allende Varas, quienes entregaron detalles sobre las actividades sexuales de Pinto. Relataron que los contactos se realizaban en Santiago y que desde hacía tiempo al alcalde lo llamaban “la gorda Pupi”.
Era demasiado. El interrogatorio se hizo sólo cinco días antes de la Junta Nacional del PDC y resultaba evidente que trascendería y que el nombre del alcalde estaría en todos los corrillos de las dirigencias del partido.
En la tarde, Pinto viajó a Santiago y se entrevistó con Adolfo Zaldívar. Le aseguró que lo estaban tratando de involucrar en una sórdida trama de índole sexual, de la que era inocente. Insistió en ello ante las reiteradas preguntas del presidente de su colectividad, quien terminó sugiriéndole que pidiese asistencia legal.
Acudió entonces a la oficina de uno de los abogados penalistas más prominentes del país y parte activa en el caso Spiniak. Ante él reconoció episodios no revelados al juez Muñoz, como las fiestas privadas efectuadas con algunos de sus asesores más cercanos y onerosos gastos cargados a diversos ítems municipales. El diagnóstico del penalista fue lapidario y lamentó no poder ayudarlo.
En los días y semanas siguientes, el alcalde se atrincheró en sus oficinas con sus colaboradores de confianza y logró que los rumores no trascendieran a la prensa. Confiaba en que el asunto llegaría hasta ahí y que cualquiera alusión en los medios podría revertirla, argumentando que estaba siendo víctima de una maniobra política, propia de la lucha electoral que se iniciaba.

LA SEÑAL DE
UN MAGISTRADO

Los muros defensivos construidos por Hernán Pinto empezaron a derrumbarse a mediados de junio, cuando detectives concurrieron a citarlo para que se apersonara a declarar el miércoles 30 ante el juez Sergio Muñoz, en dependencias del Departamento Quinto de Investigaciones.
Casi simultáneamente, en la semana que va desde el lunes 14 al viernes 18 del mismo mes, a casi todas las redacciones de los medios de comunicación llegaron datos pormenorizados sobre los tormentosos días que enfrentaba el alcalde porteño.
El tema quemaba las manos de editores y reporteros. Nadie se atrevía a publicar, pese a que los datos estaban chequeados y contrachequeados. Los medios de prensa, golpeados aún por las réplicas de las denuncias contra el senador Jovino Novoa, se resistían a tirar la primera piedra en contra de Pinto.
En el gobierno se pulsaron las alarmas a fines de esa semana. Urgentes contactos con el PDC solicitaron que el alcalde fuera “bajado” de las elecciones municipales y que su situación se tratara con grado de alerta roja.
Hasta ahora, la prensa ha dicho de todo sobre Pinto: que hace tiempo se sabía que le gustaban los adolescentes, que era cliente asiduo de los proxenetas, que es homosexual, que niega ser homosexual, que es bisexual, en fin.
Lo que falta saber es por qué el juez Muñoz decidió interrogarlo. Primero muy secretamente (tanto, que nadie se enteró) y luego, citándolo al Departamento Quinto, en Santiago, donde era evidente que lo iba a exponer a una jauría de periodistas. El juez ha mantenido en el anonimato a todos los asistentes a las fiestas de Spiniak. ¿Por qué razón, entonces, decidió sacrificar a Hernán Pinto?

EN BUSCA DEL HEREDERO

Caído el viejo roble, el PDC busca ahora un reemplazante. Los partidarios de Soledad Alvear están tratando de que Aldo Cornejo, muy cercano a la canciller, sea el elegido. No obstante, el mismo ex diputado se ha encargado de eludir el pesado fardo. “No está en mi ánimo asumir una candidatura política, ni menos ser alcalde de Valparaíso. Yo estoy feliz trabajando con Soledad Alvear y en el mundo académico. No me interesa volver al mundo político y no me interesa ser alcalde”, dijo el 3 de julio a El Mercurio de Valparaíso.
Otro de los mencionados, el gobernador Iván de la Maza, también fue enfático: “Me excluyo absolutamente. No voy a ser candidato. Estoy feliz con mi cargo”, afirmó.
Es que para hacerse cargo del municipio porteño se requiere la férrea voluntad de un panteonero. El déficit de la corporación llega a más de 12 mil millones de pesos y los deudores hacen fila: 2.400 millones para la previsión de los profesores, 800 millones para Chilquinta, 100 millones en arriendos y así, sucesivamente.
Luis Bork, alcalde subrogante quien parece que deberá acomodarse por varios meses en el sillón edilicio, se reunió ya con el ministro del Interior, José Miguel Insulza, y con la subsecretaria de Desarrollo Regional, Adriana Delpiano, para buscar una solución al hoyo financiero. Por lo pronto, se está pensando en vender una serie de bienes prescindibles, lo que permitiría juntar unos tres mil millones. El resto habrá que arreglarlo sobre la marcha.
En la derecha, en tanto, bruscamente surgieron los apetitos por la fruta caída. Renovación Nacional tiene la primera opción, con Joaquín Godoy Ibáñez, presidente de la juventud del partido e hijo de la muy votada diputada Carmen Ibáñez; cuenta, además, con el apoyo irrestricto de Sebastián Piñera.
Por su parte, Jorge Castro, concejal de la UDI, segunda mayoría en los últimos comicios municipales, no disimula sus ganas por competir. Sostiene que la nueva escenografía política obliga a la Alianza por Chile a revisar sus candidaturas en la comuna

MANUEL SALAZAR


Novoa y Gemita en
guerra de querellas

Los preparativos para la batalla decisiva entre el senador y presidente de la UDI y la principal testigo en su contra en el caso Spiniak, han estado rodeados de extensos prolegómenos y amenazas verbales de inusual calibre.
Novoa ha insistido en que pretende descubrir a quienes presume están detrás de Gema Bueno, y que utilizaron a la muchacha para enlodar su imagen y la de su partido. Sus dardos apuntan hacia los diputados Guido Girardi, Antonio Leal y María Antonieta Saa, en el PPD; a funcionarios de ONGs y de organismos gubernamentales que trabajan con menores; y, contra periodistas de televisión, radio y prensa escrita.
Su primer disparo fue una demanda civil en contra de Canal 13, por tres millones de dólares. Lo acusa de hacerlo víctima de un asesinato de imagen, daño que le habrían causado “al transmitir en forma reiterada, y dándole visos de veracidad, el testimonio falso de Gema Bueno”.
La iniciativa del máximo dirigente de la UDI tuvo una réplica casi inmediata, al conocerse la decisión de Hernán Montealegre, abogado de la joven, de presentar una querella por abuso sexual en contra de Novoa, solicitando además su desafuero. Montealegre ha insistido en que Jovino Novoa debe ser careado con Gema Bueno para despejar las razones por las cuales la muchacha conoce en detalle ciertos rasgos y marcas en el cuerpo del senador, varias situadas en sus zonas más íntimas.
Al respecto, el parlamentario de la UDI dijo ante el tribunal que ha concurrido a diferentes lugares donde se le ha podido ver desnudo. Entre ellos la piscina del Club de la Unión, los clubes de golf Los Leones y Santo Domingo. Agregó que también asiste al sauna y se hace masajes. Novoa sugirió que alguien que conoce bien su cuerpo, y que no es su esposa, pudo haber entregado a terceros detalles de su anatomía, para perjudicarlo.
El abogado Montealegre anunció también posibles demandas en contra de medios de prensa como La Tercera y The Clinic.
La demanda presentada por Novoa recayó en el magistrado Mauricio Silva, quien se declaró incompetente argumentando que el juez Muñoz aún no se pronuncia sobre los testimonios de Gema Bueno, lo que hace impropia una investigación paralela. Pero la Corte de Apelaciones le ordenó tomar una decisión, que puede ser traspasar a Muñoz la querella del jefe de la UDI
M.S.

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