|
Bien vestido,
bien recibido
Falabella
es para los chilenos el mayor símbolo de la globalización,
en su expresión cotidiana de consumo. Es el barómetro del
bolsillo nacional, el efecto doméstico de los tratados de libre
comercio, de la evolución del tipo de cambio, de los problemas
de demanda y oferta, de empleo. Expresa en sus ventas no sólo las
pulsiones económicas y sociales, sino también las culturales.
En tres cuotas y a precio contado, los chilenos pueden llevarse a la casa
los efectos de la globalización cultural a través de artesanías
africanas o tailandesas.
Es también el ascensor más visible, el reflejo de la movilidad
social: la moda internacional en 24 cuotas, que no denota en la etiqueta
el esfuerzo ni la máscara, ha logrado ser el símbolo de
la integración social -la que no ha logrado ni éste ni ningún
gobierno- mediante el crédito de consumo masivo. Varios millones
de tarjetas, repartidas desde La Dehesa a La Cisterna, pueden acceder
a los mismos y democráticos productos. Con la tarjeta CMR de Falabella
no hay desigualdad en los ingresos: la utopía de la sociedad igualitaria
se ha conseguido con la sociedad de consumo.
Falabella es también la industria de los afectos por excelencia,
que nos recuerda, cual preciso calendario, nuestras fechas más
sentidas. No sólo la Navidad y el Día de la Madre; también
los gastos de septiembre, de las vacaciones y marzo. Allí está
Falabella para darnos una mano.
¿Ironía? Tal vez. Pero hay una estrategia comercial que
penetra nuestro inconsciente, nuestras aspiraciones. Por un lado estimula
nuestras posibles necesidades y por otro, nos da la mano, como con su
campaña publicitaria que recuerda sus bajas tasas de interés.
Los chilenos, asediados por los cuatro vientos, han caído, finalmente,
rendidos ante tal afecto.
Y así parece ser. Según el Sernac (Servicio Nacional del
Consumidor), al observar el cumplimiento de la tasa máxima de interés
vigente a marzo pasado, que era de 3,23 por ciento, “todos los establecimientos
(de Falabella) analizados en el estudio, en todos los plazos de venta
sondeados, principalmente en las líneas de productos de electrónica,
electrodomésticos, línea blanca y computación, tuvieron
tasas de interés que oscilaron entre 2,84% (a seis meses plazo)
y 2,38% (a dieciocho y veinticuatro meses plazo)”. La competencia,
según el Sernac, superó el cinco por ciento.
Falabella no es sólo una de las empresas chilenas más profundamente
incorporadas en el imaginario del consumo nacional. La multitienda hoy
representa un nuevo fenómeno de ascenso y expansión corporativa.
Un proceso meteórico, que conjuga al menos tres variables. Una
entrada impresionante en la élite corporativa nacional, al posicionarse
entre las diez primeras sociedades anónimas del país; una
expansión hacia nuevas e insospechadas áreas de negocios
y, lo que es menos novedoso pero no por ello olvidable, su proceso de
integración regional.
SI ES CHILENO, ES BUENO
Sus orígenes, netamente comerciales y por todos
conocidos -al tratarse de una empresa que se hunde en los símbolos
de la movilidad social chilena del siglo XX (desde aquellos viejos eslóganes
Bien vestido, bien recibido o Si es chileno, es bueno; si lo vende Falabella,
mejor)-, los comienza a transformar a partir de los ochenta, al ingresar,
de forma más o menos oblicua pero enérgica, en el terreno
financiero a través de las ventas a crédito. Un proceso
que al finalizar la década de los noventa la coloca como la principal
emisora de tarjetas de crédito entre las multitiendas, la lleva
a crear un banco y a expandirse hacia otros rubros, como la venta de medicamentos
(Farmacias Ahumada), insumos para el hogar y la construcción (Home
Store, hoy fusionado con Sodimac), y los viajes.
El mayor salto lo ha dado este año. El grupo familiar controlador
de Falabella (Solari-Cúneo) ingresó al negocio lácteo
en mayo, al adquirir Parmalat en Chile; ganó, en junio, los derechos
de concesión de las últimas empresas sanitarias en manos
del Estado y negocia la compra del mayor predio productivo nacional, la
Hacienda Rupanco, de 47 mil hectáreas. Falabella, que es un caballito
-no un pony, sino un equino hecho y derecho-, muestra que en la cultura
ecuestre, de pequeño sólo tiene nombre.
Ya había ido tras las sanitarias. Hace casi un año perdió
la posibilidad de tomar el control de Esval, la sanitaria de la V Región.
Pero hace un mes se apropió de la concesión, por veinte
años, de las empresas Essat, de la I Región; de Essar, IX
Región y Esmag, XII Región. Una operación que le
costó US$ 170 millones y coloca al grupo como el cuarto operador
sanitario del país.
En mayo fue por la leche. A través del holding de inversiones Bethia,
la familia que controla Falabella adquirió por unos US$ 20 millones
la filial chilena de la compañía láctea italiana
Parmalat, que sufría una debacle financiera de grandes proporciones.
Con esta transacción, el grupo Solari obtuvo casi un siete por
ciento del mercado lácteo nacional, que prevé ampliar en
un plazo de dos a tres años al diez por ciento.
La fuerte expansión de Falabella ha quedado registrada en sus resultados
corporativos del año pasado. Como un recién llegado a la
élite de las sociedades anónimas nacionales, la que ha estado
ocupada básicamente por conglomerados industriales y financieros,
el consorcio de la multitienda obtuvo el 2003 ganancias por US$ 165 millones,
un 40 por ciento más que el 2002 y se ubicó entre las primeras
corporaciones del país.
Como multitienda, hasta el momento su núcleo operacional, Falabella
tiene el 52 por ciento de las ventas sectoriales. Se trata de un conglomerado
comercial que ha logrado absorber la capacidad de consumo de los sectores
medios a través de la venta a crédito. Pero los afectos
entran aquí en un terreno confuso. El ingreso de las multitiendas
al sector financiero está libre de regulaciones y está orientado
básicamente hacia los sectores medio y medio bajo, donde hay muchos
consumidores que no tienen acceso al sistema financiero regulado. Tal
vez Falabella publicite sus bajas tasas de interés respecto de
su competencia, pero poco se sabe de comisiones y castigos a los morosos.
Un territorio que manejan las multitiendas a su antojo y que podría
estar otorgándoles grandes beneficios.
Este será un año de gran crecimiento para la multitienda.
Un análisis de CB Capitales, de marzo pasado, relaciona las expectativas
económicas con las ventas del comercio. “La auspiciosa trayectoria
que ha mostrado el consumo interno durante los últimos trimestres
-a raíz de la mayor confianza existente sobre el rendimiento de
la economía local y su positivo impacto en el empleo- y la alta
probabilidad de que ella continúe, permiten establecer para las
empresas ligadas al retail un marco de operación mucho más
aliviado que lo que se observaba hace sólo algunos meses atrás,
cuando las señales de reactivación local no se apreciaban
tan nítidamente. Las ventas del comercio hasta el mes de abril
acumulaban un incremento de 5% respecto de igual período del año
2003, registrando incluso en algunos meses crecimientos sobre el 7%, lejos
de lo observado por ejemplo durante el año 2002, cuando las tasas
negativas se mezclaban con las mínimas o nulas variaciones de crecimiento”.
Si atendemos al análisis de CB Capitales, tendremos una empresa
no sólo en expansión en nuevas áreas, como la láctea
o sanitaria, sino en la tradicional del comercio. Una expansión
a la que hemos contribuido, como muy buenos chicos, todos los chilenos
PAUL WALDER
(Revista “Punto Final” edición Nº 570, 25 de junio,
2004)
Volver | Imprimir
| Enviar
por email |