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Trabajadores de
Johnson’s
La huelga silenciada
La
cara alegre la ponen los trabajadores que se manifiestan con bombo, papel
picado y batucadas frente a las tiendas, llamando a no comprar en Johnson’s.
La parte triste es que estos coloridos y ruidosos huelguistas han sido
apaleados por carabineros, comen en ollas comunes ubicadas en los paseos
peatonales más importantes de cada ciudad y que, pese a las grandes
vidrieras de la multitienda anunciando buenos descuentos en ropa escolar,
este año no podrán tener para los uniformes de sus hijos.
Los dueños de Johnson’s son la familia Calderón, que
silenciosamente se ha constituido en uno de los tres más importantes
grupos empresariales del vestuario, junto a los Solari (de Falabella)
y los Gálmez (de Almacenes París). Esta trilogía
monopólica también son los grandes avisadores de la televisión,
radio y prensa escrita. Por lo mismo, la huelga de Johnson’s no
ha existido para ninguno de esos medios.
Maxo Calderón Crispi -cuyo seudónimo empresarial es Marcelo-
es dueño de Johnson’s y presidente de las empresas Ripley,
según el informe de la clasificadora de riesgo Feller-rate de octubre
del 2003. El grupo Calderón, comandado por los hermanos Maxo y
Alberto, es representante de un holding que en Chile integra a Mega Johnson’s,
Ripley, Tiendas FES, centros de distribución Marazul, Radio Shack,
una parte del Edificio Panorámico y otra del Mall del Centro. También
cuenta con empresas capitalizadoras, como Banco Ripley, Efectivo S.A,
Veraz, Inversiones Bartolomé, Inversiones Navidad, Financiera Cordillera
(en Perú) y múltiples inversiones en Argentina.
A su vez, Johnson’s y Ripley han generado una serie de alianzas
en áreas de la salud (Unidad Coronaria Móvil y clínicas
Dávila, Avansalud y UC), alimentación (Jumbo, Santa Isabel,
Ganadera Río Bueno, restaurantes “Sakura” y “El
Otro Sitio”), cultura (Feria Chilena del Libro, Sam Marsalli) y
en otras empresas, como Easy, Movicenter, Rotter & Krauss, Village,
Good Year, Esso, Smartcom y Aló PCS. Además, según
El Diario Financiero, existen un millón 250 mil tarjetas o plásticos
activos de Johnson’s y más de dos millones de Ripley, con
las que se canaliza el 60% de las ventas de ambos megacentros comerciales.
La bonanza permite que Maxo Calderón goce de vacaciones en Miami
mientras en Chile se dan grandes confrontaciones en torno a la huelga.
Del otro lado del ring, quienes se manifiestan con pitos y ollas comunes
son mil 452 trabajadores del Sindicato 2 de Johnson’s, que agrupa
a vendedores de tiendas, administrativos, profesionales y otros. El sindicato,
nacido en 1971, es encabezado por siete dirigentes que se reconocen en
la Izquierda y están rompiendo 37 años de tranquilidad empresarial.
Moviliza a trabajadores de más de 56 centros de ventas, 37 de ellos
regionales.
El motivo de la huelga es la última negociación colectiva,
que priva de conquistas a los trabajadores. Se les ofreció mantener
el nivel de salarios, pero restar un bono de movilización por 55.689
pesos, y se les negó otro bono por término de negociación
colectiva de 370 mil pesos, pagaderos en dos cuotas a lo largo del año.
A cambio, la empresa ofreció un “dulce” que consistía
en la participación del 10% de las utilidades, pagadero en el 2005
y 2006. La comisión negociadora denunció que mediante esa
fórmula “se están bajando las remuneraciones y abaratando
la mano de obra”. El 87% de los trabajadores a nivel nacional aprobó
la huelga que se inició el 6 de febrero.
DICTADURA EMPRESARIAL
Juan Oyarce Villagrán, presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores
N° 2 de Johnson’s y ex dirigente de los trabajadores del gas,
denuncia prácticas antisindicales, acoso sexual, horarios interminables,
faltas al contrato colectivo y maltrato. “Johnson’s muestra
internamente una cara patriarcal, pero los jefes están acostumbrados
a andar con el látigo. La empresa prefiere pagar multas y seguir
transgrediendo la ley”, señala. A esas irregularidades se
suma la aplicación de la polifuncionalidad. Es decir, el trabajador
de salón debe vender, empacar, etiquetar, ordenar, marcar, surtir
mercadería y hacer cobros ajenos a su venta. Respecto del ofrecimiento
de participación en las utilidades de la empresa, Oyarce aclara:
“Pretendían darnos el 10% de las utilidades del 2004, pagándolo
en abril del 2005 y del 2006. Eso, en el caso que la empresa reconociera
utilidades, correspondía a 150 mil pesos por año. Nosotros
pedimos incremento de los salarios, un bono de término de conflicto
y que se nos respete lo que hasta ahora hemos ganado”. La mayoría
de los trabajadores tiene sueldos de entre 122 y 220 mil pesos.
En su opinión, “la dictadura empresarial está más
viva que nunca desde Arica a Punta Arenas. Esa dictadura se manifiesta
en la prensa, que no nos da espacio, y en la Dirección del Trabajo
que no tramita nuestros reclamos. El 16 de febrero los trabajadores se
tomaron el canal estatal, pero sólo se informó mínimamente.
En la tarde, Chilevisión comenzó a hacer una fuerte campaña
publicitaria para Mega Johnson’s, lo que nos demuestra que la empresa
paga millonadas para que los medios de comunicación oculten el
conflicto. Por otra parte, en la Dirección del Trabajo hemos dado
varias conferencias de prensa, pero el oficialismo lo oculta”, denuncia
el dirigente sindical.
PIQUETES Y REPRESION
Los piquetes de huelguistas mantienen con los nervios de punta al grupo
Calderón. Se desplazan entre las distintas sucursales de acuerdo
con un programa que incluye lugares y horarios sorpresivos. En Santiago,
una olla común en el local de la CUT alimenta cada día a
350 trabajadores. Juan Oyarce dice que, en definitiva, “lo que pretende
la empresa es destruir al sindicato, crear otra organización a
su pinta y acabar con las negociaciones colectivas”. Víctor
Antiao, director del sindicato a cargo de las ciudades de Los Angeles,
Temuco, Valdivia, Puerto Montt, Osorno y Punta Arenas, agrega que los
Calderón quieren darle un claro mensaje a todas las empresas del
área del vestuario. “Por eso, este movimiento es emblemático
y nos apoyan trabajadores de las empresas Ripley, Falabella y Almacenes
París”, concluye.
Por su parte, el iquiqueño Rodolfo Echeverría, también
dirigente nacional del sindicato, afirma: “Hay abusos de poder y
jefes corruptos involucrados en una red de estafas con movimiento de platas
y ropas de la tienda. Esos jefes son los que más nos atacan por
la huelga”.
Otra de las denuncias graves es la represión. Carabineros parece
haberse convertido en instrumento de los empresarios Calderón.
En los primeros días del conflicto se instaló un retén
móvil en la casa central de Johnson’s (Ñuble 1034).
En una manifestación, uniformados de fuerzas especiales causaron
graves lesiones al guardia Pablo Saldaña.“Quedé con
dos fracturas y me inutilizaron cuatro tendones en una mano. Los carabineros
actúan como guardaespaldas de Johnson’s”, reflexiona
el guardia.
El 10 de febrero, en Rancagua, carabineros ingresaron con perros a la
tienda para obligar a salir a los trabajadores en huelga. El 13 de febrero
detuvieron a 51 trabajadores en la 1ª Comisaría por ingresar
al local de Ahumada 55. Los retuvieron hasta la una de la madrugada y
luego hicieron cancelar al sindicato una multa superior al medio millón
de pesos. El dirigente Walter Céspedes denuncia que “el 26
de febrero, al llegar al local de Ahumada y sin mediar provocación
alguna, el teniente de carabineros Bruno Marcio Herrera nos rompió
los carteles y se llevó detenida a una compañera de la batucada,
a la que le provocaron lesiones”.
En Temuco obligaron a los guardias de seguridad a filmar las movilizaciones
de sus compañeros, lo que la Inspección del Trabajo calificó
como amedrentamiento. También ha habido detenciones y maltratos
en Los Angeles, Quilpué y Temuco.
El presidente del sindicato es muy claro: “Los carabineros son verdaderos
suches de la empresa. No puede ser que en la casa central de Ñuble
una patrullera policial haya servido como radiotaxi de los gerentes, que
carabineros utilizaran el estacionamiento principal de la empresa como
propio y que el jefe de seguridad, David Valenzuela, sea un ex coronel
de Carabineros que aún tiene influencias en los mandos de la institución”.
Juan Oyarce señala que la huelga sirve para poner en evidencia
un pacto de no agresión entre gobierno y empresarios. “Hay
que estar dentro de Johnson’s para darse cuenta de los abusos y
para reflexionar que si nosotros, con un sindicato nacional y una federación
con dos mil empleados nos encontramos en esta situación... ¿qué
queda para el 85% de trabajadores que no está organizado? ¿Qué
pueden esperar miles de hombres y mujeres?”
LUIS KLENER HERNANDEZ
(Apoyos al Sindicato 2 de Johnson’s, fono 5547852,
General Gana 975, Santiago).
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